A las cinco de la tarde de ayer más de 60 vecinos del barrio Quinta Camacho, en pleno centro financiero de Bogotá, se rapaban el micrófono uno a uno para decirle al “Señor Bessudo”, el presidente de Aviatur, Jean Claude Bessudo, que rechazaban rotundamente su idea de poner a funcionar un servicio de taxis aéreos en Bogotá, un transporte público en helicópteros que despegan de los techos de los edificios más altos de la ciudad para que los ejecutivos que pueden pagarlos puedan evadir el tráfico.
– Señor Bessudo ustedes llevan un año y medio en esta negociación y solo hasta hace dos semanas nos tuvieron en cuenta. Ustedes negociaron esto por debajo de las sábanas. No estamos dispuestos a que inicie la operación el viernes, ni nunca.
– Señor Bessudo, este es un negocio de pocos, que beneficia a pocos pero con perjuicios para muchos. Están afectando lo más básico de nuestra supervivencia, un día así sería invivible.
– Señor Bessudo, nosotros sólo queremos oír una respuesta suya. Si no es la que nosotros esperamos nos toca actuar. Con derecho. Con vías de hecho. No irrespete nuestra inteligencia.
A las cinco de la tarde de ayer más de 60 vecinos del barrio Quinta Camacho, en pleno centro financiero de Bogotá, se rapaban el micrófono uno a uno para decirle al “Señor Bessudo”, el presidente de Aviatur, Jean Claude Bessudo, que rechazaban rotundamente su idea de poner a funcionar un servicio de taxis aéreos en Bogotá, un transporte público en helicópteros que despegan de los techos de los edificios más altos de la ciudad para que los ejecutivos que pueden pagarlos puedan evadir el tráfico.
El proyecto que planea arrancar el próximo viernes, contempla vuelos en helicópteros de domingo a domingo entre las 6:30 de la mañana y las 5:30 de la tarde desde la Torre Colfondos en la carrera 7 con calle 67 y el Aeropuerto El Dorado. Eso quiere decir que en plena operación podría haber más de 20 vuelos diarios.
La empresa que ofrece el servicio es Heli Air, en alianza con Aviatur, Avianca y la empresa de Ibagué, Sadi, que alquila los helicópteros. En principio, el servicio será gratis para los pasajeros de Avianca que paguen tiquetes en primera clase.
Ayer, el primero en hablar fue Bessudo. “Yo les repito lo que le dije al señor (Gabriel) Muñoz. La libertad de uno termina cuando comienza la del otro. Nadie los puede obligar a tener un helicóptero encima si ustedes no quieren. Si no nos quieren, nos vamos con nuestro ruido, o con nuestra música, para otro lado”, dijo con su dejo francés, intentando hacer chistes para calmar los ánimos de los vecinos.
A todos los escuchó uno por uno. De vez en cuando se cogía la cara con las manos en forma de oración, mientras la reunión iba subiendo de tono.
El negocio que lleva armándose desde hace más de un año y medio ya cuenta con los permisos para operar expedidos por la Aeronáutica Civil y ya tiene vendidos los primeros vuelos que promocionaron incluso antes de tenerlos. Sin embargo “sólo hasta ahora nos dimos cuenta que no les gustaba (el proyecto)”, dijo Bessudo.
En la mesa principal del salón del hotel Holliday Inn (al que tuvieron que ponerle más sillas porque los organizadores no esperaban tanta afluencia) estaban además de él, Alejandro Bernal, director de movilidad de la Cámara de Comercio, Mauricio Rico, presidente de Corposéptima; Carlos Eduardo Restrepo, piloto de Sadi y Carlos Valencia, el gerente general de Heli Air. Por parte de la comunidad estaba el abogado Gabriel Muñoz, que se tomó la vocería de los vecinos.
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Valencia de Heli Air le dijo a La Silla que el proyecto cuenta con el apoyo de la mayoría de las empresas en el sector como la Cámara de Comercio, la Federación Nacional de Cafeteros, la Bolsa de Valores de Colombia, los hoteles del sector, y los empresarios agremiados en Corposéptima. También del constructor Pedro Gómez que envió una carta a los vecinos inconformes, sin que ellos le hubieran pedido su opinión, diciendo que respaldaba el proyecto, según le contó a La Silla Muñoz.
Sin embargo en la reunión, el representante de la Cámara de Comercio se limitó a decir que venían apoyando el proyecto pero “no queremos afectación adicional de los vecinos”. Eso dejó a Bessudo solo, respaldado solamente por el representante de Corposéptima que está de acuerdo con el proyecto.
“Nosotros hicimos un estudio de ruido entre la la calle 72 y 73 con carrera séptima donde no consideramos este sector”, dijo Rubio mientras el público lo interrumpía con risas y burlas porque el estudio que cita no contempló justamente el sector que ahora se está quejando por el ruido y que está más cerca al edificio de Colfondos.
“Los resultados demuestran que ahí el ruido sobrepasa los niveles permitidos (95 a 100 decibeles cuando la OMS dice que deben ser 70) pero hay que completar los estudios para determinar si esto nos afecta o no”, agregó.
Aunque los promotores saben que la zona de Chapinero donde está la Torre de Colfondos es una de las más ruidosas de Bogotá y que el edificio sólo tiene 26 pisos de altura, La Silla supo los empresarios que están embarcados en el proyecto de los heli-taxis no han consultado el mapa de ruido que ya hizo la Secretaria de Ambiente del distrito.
“No nos pidieron esos estudios. La Secretaría Distrital de Ambiente, mientras la autoridad nacional se pronuncia, realizará mediciones para evaluar los posibles impactos específicos sobre la población bogotana por esta actividad. Estaremos en contacto con el Ministerio de Ambiente y la Aeronáutica Civil para evaluar el tema que en todo caso resulta novedoso y poco convencional en las actuales circunstancias”, le dijo a La Silla un vocero designado por la Secretaria de Ambiente de Bogotá, Susana Muhamad.
Esa es justamente la razón por la que reclaman los vecinos. El permiso de operación que le otorgó la Aerocivil a la empresa Heliair, la prestadora del servicio, y que fue otorgada sólo hasta el pasado 26 de febrero, no cita ningún estudio sobre el impacto ambiental que genera la operación del helipuerto de la Torre Colfondos.
“No tienen absolutamente nada. Se aprueba la operación con base al plan de emergencias que presenta Heliair. No hay análisis ambiental ni urbanístico ni de las personas afectadas”, dice el abogado Muñoz.
Como este servicio es nuevo, no hay mucha reglamentación que limite los permisos que se necesitan para poder funcionar. Por ahora, la única autoridad que tiene competencia directa es la Aerocivil que ya otorgó la licencia de operación. La Secretaría de Ambiente asegura que sólo vinieron a enterarse de la situación hasta la semana pasada cuando les llegó un derecho de petición de Muñoz sobre los permisos ambientales que requerían este tipo de servicios.
“Aquí hay un vacío jurídico”, dijo la representante por la Cámara de Bogotá, Ángelica Lozano, que asistió a la reunión como otra vecina más. “Este negocio no puede iniciar en la informalidad”.
Y es que como le dijo a La Silla el mismo gerente de Heli Air, ésta será sólo la primera prueba para que después empiece a operar en Bogotá el servicio de taxis aéreos.Por eso, aunque por ahora es una pelea entre unos pocos vecinos y dos grandes empresas, las consecuencias que podría tener que los vuelos empiecen a operar desde el viernes todavía no se han calculado.
Como el helipuerto de la Torre Colfondos, en Bogotá hay otros tres que podrían servir para el negocio. Desde hace un año Heli Air está estudiando el mercado que incluye, como contó Semana, ofrecer la ruta de Guaymaral-El Dorado con paradas en el edificio Teleport de la carrera séptima con calle 116, el Hotel Tequendama y la Cámara de Comercio en la calle 26 con calle 68. Estos helipuertos todavía no tienen licencia para operar pero Heli Air ya está haciendo el enlace con sus propietarios para que entren a hacer parte del negocio.
“Lo que ellos quieren es montar una red de helipuertos para que los ejecutivos se puedan mover por toda la ciudad. No es sólo para ir y volver del aeropuerto gratis para los pasajeros de Avianca. Nosotros tuvimos la mala suerte de estar parados sobre la mina de oro que ellos quieren explotar”, dice Muñoz.
Eso explica que por ejemplo, Heli Air y Aviatur hayan puesto a disposición de los vecinos de Quinta Camacho dos vuelos de prueba para estudiar el ruido a pesar de que cada hora de vuelo de un helicóptero puede costar entre 4 y 5 mil dólares. Y que ya cuenten con una póliza de seguros para casos de accidentes por 10 mil dólares.
“Esto es un negocio serio. Estamos cumpliendo con todo lo que nos han pedido. Tenemos el negocio reglamentado y cumplido. Tenemos los permisos de seguridad aérea y el permiso operativo. Nosotros nos vamos a apegar a la ley porque no vamos a dejar de operar sólo porque alguien te dice que no lo hagas”, dice Valencia.
Por eso, después de dos horas y media de discusión con los vecinos, Jean Claude Bessudo cambió su posición inicial y terminó pidiéndoles a los vecinos un plazo de 48 horas para discutir el tema con sus socios.
“Haré lo imposible por resolver esto para causarles el menor daño posible. Aspiro poder solventar la situación. Tengo que reunirme con todos los actores involucrados. Esta reunión fue para escucharlos a ustedes pero yo aquí no represento a nadie sino a mi mismo. No soy el único involucrado y tenemos derechos adquiridos. Les pido que me den la suficiente confianza para que mi palabra valga”, dijo Bessudo al terminar la reunión.
“Si usted no tiene capacidad de decisión venga con personas que sí la tengan”, le respondió a Bessudo una vecina. La reunión terminó con la misma incertidumbre que arrancó pero con los ánimos más caldeados. Faltará ver entonces como queda esta pelea que puede convertirse en el primer round de muchas si el proyecto entra a funcionar tal cual como esta hoy.