En caso de realizarse por fuera de elecciones, como está previsto, los políticos tradicionales no moverán su maquinaria y a los animalistas, cuya fuerza electoral es incierta, les tocaría echarse la carga de mover 1,8 millones de personas.
El animalismo en Bogotá cogió un nuevo impulso con la decisión de la Corte Constitucional de revivir la consulta antitaurina, programada para el 13 de agosto para que los ciudadanos voten si están de acuerdo con que se sigan celebrando corridas y novilladas en la ciudad.
Aunque concejales de todos los partidos votaron a favor de realizar la consulta en julio de 2015, todo indica que los políticos dueños de la maquinaria no se moverán ese día porque no coincide con elecciones.
Las organizaciones defensoras de animales y el alcalde Enrique Peñalosa ya pidieron que se haga en las elecciones legislativas de marzo de 2018 con el argumento de que de otro modo puede salir muy costosa ($45 mil millones), y la Registraduría admitió que no tiene plata. Pero en el fondo está el temor por alcanzar un umbral de 1,8 millones de votos.
La carga la tienen los animalistas
El resultado de la consulta no es obligatorio. La Corte dijo que debe servir como elemento de consulta para el Congreso, que es el que deberá definir en estos dos años si las prohíbe o las mantiene.
Por eso, para los animalistas es crucial obtener una victoria que los lleve más allá de lo que ya han logrado, que es posicionar su discurso en la agenda de gobierno.
Lo lograron con Gustavo Petro, que les abrió un espacio en Canal Capital, cerró la Plaza de Santamaría a los taurinos, sacó adelante la sustitución de vehículos de tracción animal y llevó al Concejo, por petición de un grupo de organizaciones, la propuesta de la consulta. Allí obtuvo mayorías, pero luego el Consejo de Estado la tumbó.
Peñalosa, que no ha sido un alcalde activista en ese frente, cumplió la orden de la Corte de permitir la temporada taurina este año, pero al tiempo se declaró contra las corridas, apoya un proyecto de ley para evitar el sufrimiento del toro en esos espectáculos y creó el Instituto de Protección Animal (encargado de programas de adopción y urgencias, y encabezado por la ex concejal uribista Clara Lucía Sandoval) que manejará este año 20 mil millones de pesos, un presupuesto mayor al que tendrán para inversión este año alcaldías locales como Chapinero, Los Mártires y Barrios Unidos.
A pesar de eso, no es claro si la capacidad de movilización de los animalistas en Bogotá alcance para sacar a la calle los 1,8 millones de votantes que necesitan para pasar el umbral (equivalente al doble de votos conque ganó Peñalosa).
Es un esfuerzo mayor al que deben hacer los promotores de la revocatoria, para la que el umbral es de 1,1 millones porque se calcula de forma diferente.
La base del movimiento cuenta en la ciudad con organizaciones como Plataforma Alto, y la delegación de algunas internacionales como Anima Naturalis y Animal Defenders, sumadas a grupos universitarios como Conciencia Animal Uniandina, Protección Animal Javeriana, Animal UR (en el Rosario) y otro en la Tadeo.
Pero no se sabe cuántas son ni cuántos integrantes agrupan, ya que, como explica Carlos Crespo, de la Fundación Resistencia Natural, hay mucha informalidad y animalistas independientes.
En años recientes, además, los votos del animalismo han arrojado resultados agridulces.
En 2014, el liberal Juan Carlos Losada llegó a la Cámara con 17 mil 500 votos (después le quitaron la investidura porque en realidad había obtenido menos) y, además del discurso animalista, el apoyo de la concejal María Victoria Vargas, de la que es sobrino.
Por la Alianza Verde la activista Natalia Parra se quemó con 6 mil 500 votos al Senado, de los que 3 mil 200 fueron de Bogotá.
Por eso la apuesta, según Crespo, es a que los animalistas traten de influir en sus círculos más inmediatos (familia y amigos) y por otro esperar a “que se confirme la hipótesis de que el sentimiento antitaurino no es solo del animalismo, sino de la ciudadanía”.
Para eso, él y Andrea Padilla, vocera de Anima Naturalis, recuerdan que las encuestas le dan mayorías al No a las corridas en Bogotá.
Además, dice Parra, intentarán que los políticos que ya arrancan campaña promuevan el No en la consulta.
Pero esa apuesta también es incierta, por más que la consulta la hayan apoyado concejales de Alianza Verde, Polo Democrático, MIRA, Liberal, Opción Ciudadana, La U y Cambio Radical.
El empujón puede darlo la izquierda (sin la mayoría de revocatorios)
Aunque ya comienza la campaña electoral de 2018 y a los políticos tradicionales les puede ser útil ligarse a una causa que cada vez gana más adeptos, no tienen incentivos suficientes para meterse de lleno.
“El capital electoral de la mayoría es por maquinaria, y eso hace que no se mueven por causas así. Además, en una campaña de estas no se mueve tanta plata”, le dijo a La Silla Cachaca el concejal David Ballén, del Partido de la U, integrante de la bancada animalista.
“Es difícil que la muevan como una campaña tradicional los que hacen política así, pero la ciudadanía se va a mover”, agregó Lucía Bastidas, de la Alianza Verde, partido cuyos seis concejales definieron que apoyarán la consulta. Entre ellos suman 69 mil votos.
Lo que parece un hecho es que la izquierda sí se moverá.
Para los Progresistas es un punto de honor. Petro promovió la consulta en su gobierno y le sirve mantenerla como bandera de su campaña presidencial.
El Polo definirá la próxima semana si la respalda como partido, y es probable que lo haga porque entre sus principios está la protección animal, explicó el concejal Manuel Sarmiento, quien, de todas formas, duda que logren sacar a la gente a votar como en cualquier otra campaña.
Y como esos dos partidos promueven la revocatoria de Peñalosa, el agite de la campaña puede servirles para posicionar el discurso contra el alcalde, como ya lo hace el concejal petrista Hollman Morris, pues por más que Peñalosa se haya declarado en contra de las corridas, lo relacionan con el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, un taurófilo reconocido.
Eso hará el comité Revoquemos a Peñalosa, el más pequeño de los dos que promueven la salida del alcalde.
Al contrario, Unidos Revocamos, el comité más grande, no se meterá porque teme que lo metan en líos jurídicos por respaldar una causa que no está entre las que registraron ante la Registraduría para sacar al alcalde. Los integrantes quedaron en libertad para votar.
Además, nos dijo Carlos Carrillo, uno de sus líderes, temen que los votantes que necesitan para la revocatoria se confundan si ven al comité defendiendo la misma causa de Peñalosa.
Como ese comité aglutina grupos fuertes como sindicatos, organizaciones estudiantiles, indígenas, vendedores informales y recicladores, que no hagan un compromiso conjunto para salir a votar hace que el esfuerzo logístico mayor siga quedando en manos de los animalistas.
Por eso, aunque su influencia es cada vez mayor, también son conscientes de que, solos, no lograrán demostrar con votos que las corridas no tienen arraigo en Bogotá. Algo que los taurinos pueden reclamar como un triunfo.