A diferencia de su primer gobierno, el alcalde de Bogotá tiene ahora más dificultades para conseguir la plata que necesita para cumplir con las megaobras que prometió.
El alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, admitió recientemente la dificultad para encontrar empresas que se le midan a invertir en la construcción de las vías que propuso en su plan de desarrollo. Y eso, a tres meses de llegar a la mitad de su mandato, es otra muestra de las dificultades que tiene para ratificar la imagen de ejecutor que lo caracterizó en su primer gobierno (1998-2000).
En ese entonces, Peñalosa contó para invertir, sobre todo, con 500 millones de dólares (cerca de 1 billón de pesos de la época) que le quedaron a la ciudad por la descapitalización de la Empresa de Energía (luego de la capitalización que había hecho a esa empresa Antanas Mockus), una plata fresca “que le permitió invertir en colegios, bibliotecas y parques”, recuerda Darío Hidalgo, subgerente de Transmilenio en esa administración.
Para cumplir sus nuevas promesas, el Alcalde propuso para su segundo mandato conseguir 20 billones de pesos extra, diferentes a los que llegan por impuestos y que dependen al menos de cuatro cosas: endeudarse; hacer Alianzas Público Privadas para construir vías; vender acciones del Distrito en la ETB y la EEB, y cobrar valorización.
Excepto en los créditos, en el resto han aflorado dificultades este año, a las que se suma otra con la reducción de la plata que prometió la Nación para construir colegios. Para Hidalgo, el panorama hoy sí pinta más difícil que hace casi 20 años. Lo que cree la concejal peñalosista Lucía Bastidas, que acepta que “falta cash” que hace difícil la ejecución, es que, de todas formas, lograrán hacer más que las administraciones anteriores.
Las cifras oficiales dicen que a 30 de junio la ejecución del Plan de Desarrollo iba en 34 por ciento (para diciembre debería estar cerca del 50), y que en el pilar llamado Democracia Urbana, donde están incluidas las megaobras viales, va en el 22 por ciento.
De todas formas la Alcaldía ha resaltado la ejecución de obras con la campaña “Estamos haciendo”, y ha tratado de dar confianza de que se hará la principal megaobra, que es el metro. Pero más allá de esta, Peñalosa afronta al menos cuatro dificultades (no todas atribuibles a su gestión) para conseguir la plata que le permita sacar adelante otras promesas ambiciosas y terminar su mandato con la imagen de ejecutor con que salió de su primera alcaldía.
Para las APP no hay suficientes interesados
De los 96 billones que espera invertir Peñalosa en cuatro años, 13 billones son para obras por APP, sobre todo vías propuestas por el Distrito o por privados en las que estos inicialmente ponen toda o la mayoría de la plata, y luego la recuperan, por ejemplo, mediante peajes.
“No hemos encontrado suficiente interés en los empresarios nacionales para hacer las vías por APP que Bogotá necesita”, dijo Peñalosa la semana pasada.
Hasta ahora han avanzado tres de esos proyectos: la ampliación de la Autopista Norte y de la carrera Séptima, y la construcción de la Avenida Longitudinal de Occidente en el sur.
Pero para Bogotá hay una veintena de propuestas de APP para descongestionar el ingreso y salida de Bogotá, que se conocen desde 2015 y el que el entonces vicepresidente, Germán Vargas Lleras, le presentó a Peñalosa apenas este se posesionó para que tuviera de dónde escoger. Por eso fue que Vargas, ya como candidato presidencial, criticó al alcalde por la que considera lentitud para sacarlas adelante.
“Tenemos asegurados más o menos unos 6 billones con privados que quieren invertir, pero hacen falta otros 7 billones”, explicó la concejal peñalosista Lucía Bastidas.
A la falta de interesados se le suma que armar un proyecto por APP es demorado, como lo ha admitido la Alcaldía y se sabía por la experiencia de las 4G en el resto del país. De ese esquema depende, además, la construcción de seis hospitales nuevos.
Habrá menos plata para colegios
Peñalosa propuso construir 30 colegios nuevos en lote nuevo.
A comienzos de su mandato en 2016, logró que la Nación se vinculara con ese programa y le ayudara a financiar 22 de esos colegios más 12 reconstrucciones de colegios en predios ya existentes. Eran 315 mil millones de pesos.
Sin embargo, argumentando dificultades económicas, el Gobierno Santos solo se comprometió a dar 105 mil millones para 5 nuevos y 7 reconstrucciones.
A eso se sumó que parte de la plata que pensaba poner la Alcaldía provenía de la venta de la ETB, pero como ese negocio está en veremos, prefirió pedir prestado para cumplir.
La venta de la ETB se enredó
Luego de que un juez suspendió la venta de la ETB, que Peñalosa pensaba tener lista este año, el alcalde se hizo a la idea de no contar con los 2,4 billones que pensaba conseguir con ese negocio para construir colegios, jardines, adecuar espacios culturales y centros de seguridad. Por eso le pidió al Concejo autorización para pedir esa plata prestada.
Eso se suma al cupo de endeudamiento que le habían aprobado el año pasado por 5,1 billones.
En su primer gobierno, Peñalosa también intentó vender la empresa, pero el negocio se frustró al final en medio de cuestionamientos jurídicos y de que los inversionistas interesados se quitaron al final.
En ese entonces la Alcaldía había prometido siete troncales de Transmilenio, y por falta de esa plata solo construyó las primeras tres, recuerda Hidalgo. Sin embargo, dejaron andando un nuevo sistema de transporte.
Esta vez, la Alcaldía no contaba con que el negocio se cayera, le dijo Bastidas a La Silla Cachaca. “Y el problema es que plata no hay porque la situación económica está muy difícil”, remató.
El reto ahora, como lo contamos, es que el Concejo le apruebe más deuda a Peñalosa en medio de críticas, precisamente, por falta de ejecución, que llegan tanto desde la oposición como desde concejales afines.
La valorización se demora (y otros tributos)
Aunque la Alcaldía había anunciado que presentaría la valorización en el actual periodo de sesiones después de que el Concejo la tumbó en junio, no lo hizo y se concentró en el proyecto para que le autoricen endeudarse más.
Por valorización, Peñalosa pretende financiar obras como aceras, ciclorrutas y parques por 1 billón de pesos.
Aquí la dificultad ha sido, sobre todo, política, pues bancadas tan cercanas y numerosas como Cambio Radical y el Centro Democrático se negaron a aprobar el proyecto por considerar que el alcalde primero debía enfocarse en ejecutar lo que ya le habían aprobado. Además, en época de campaña, los concejales no estuvieron dispuestos a correr el riesgo ante sus electores de aprobar más impuestos.
En la discusión del Plan de Desarrollo el alcalde también propuso que le aprobaran otros tributos, como cobros por congestión, contribución a parqueaderos, cobro de alumbrado público y por estacionar en vía, pero los concejales lo condicionaron a presentar más estudios. La Alcaldía calcula que con los recursos que esperaba recaudar por esa vía ya no puede contar ni este ni el año entrante, y admite que eso ha generado un hueco de 2 billones de pesos.