Después del anuncio de la salida de la multinacional Prodeco, La Silla Vacía visitó el segundo municipio productor de carbón del país. Constatamos que ya siente el impacto del inicio del fin de la bonanza del carbón.
Hace solo dos años la entrada a la mina de carbón de Prodeco, filial de la multinacional suiza Glencore, estaba en permanente movimiento. Allí ingresaban y salían decenas de camiones de carga, empleados, proveedores y visitantes. Esto contrasta con las imágenes de los últimos días, porque el sindicato tiene bloqueada la entrada tras el anuncio de la empresa de renunciar a sus títulos mineros y salir del país. Ya empezó el despido a decenas de sus trabajadores.
Esta inmovilidad también se da dentro de la mina, que no está en operación desde marzo del año pasado, cuando iniciaron las medidas de restricción por la pandemia. A diferencia de otras mineras, Prodeco nunca reabrió por considerarlo inviable.
A 27 kilómetros de allí, en el casco urbano de La Jagua de Ibirico (municipio del Cesar), la afluencia de transeúntes y la actividad comercial también se han visto diezmadas.
Aunque otras mineras operan en La Jagua, Prodeco es la segunda más grande y la que más ha contratado a gente del pueblo.
La Silla Vacía visitó este municipio para registrar las primeras escenas del inicio del fin de la bonanza del carbón, el segundo producto de exportación en el país.
La salida de Prodeco
El 4 de febrero Prodeco, la tercera exportadora de carbón del país, anunció que iniciará el proceso de devolución de sus títulos mineros a través de la Agencia Nacional de Minería (ANM). Ese es el primer paso para cerrar definitivamente su operación en Colombia.
La decisión se veía venir, luego de que en agosto, la ANM le negó a Prodeco la solicitud de suspender sus actividades. Y, tras una apelación de la empresa, ratificó su decisión el pasado mes de diciembre.
La salida de Prodeco se da en un momento en el que, como contamos, se le juntaron todos los males a la industria carbonífera. Los precios de la tonelada del carbón térmico, el que se usa para prender plantas eléctricas y más se exporta, cayó más de una cuarta parte, al precio más bajo desde hace 16 años.
Asimismo, por el covid se redujo la demanda mundial de energía porque muchas empresas tuvieron que parar. Colombia pasó de exportar 91 millones de toneladas de carbón en 2016 a 53 millones el año pasado, una caída del 42 por ciento.
Además de eso, como también hemos contado, el carbón no ha sido una de las prioridades del presidente Iván Duque, que le apuesta más a minerales como el oro, la plata y el cobre, y tiene la meta de hacer una transición energética a energías renovables.
Pese a esto, el carbón sigue siendo el segundo producto más exportado de Colombia. Genera 120 mil empleos en el país y aportó 833.751 millones de pesos de regalías al tercer trimeste de 2020. Por eso el cierre de la producción de Prodeco es apenas el principio de lo que se anticipa como un declive progresivo de la industria, que será doloroso en términos fiscales y humanos.
Especialmente para departamentos pobres y carboníferos como Cesar y La Guajira. Y aún más para pueblos como La Jagua de Ibirico, que en los últimos 30 años se desarrollaron alrededor del carbón.
El golpe a La Jagua
La Jagua de Ibirico es el segundo municipio productor de carbón del país, está ubicado en el sur del Cesar y es habitado por 50 mil personas. Su sonoro nombre se deriva del árbol ‘La Jagua’, abundante en el territorio y del apellido de su fundador Juan Ramón de Ibirico.
Históricamente, su economía se basaba en la agricultura y llegó a ser considerado el centro arrocero de la región. Sin embargo, desde los años 80 con la llegada de la extracción de carbón, y teniendo uno de los yacimientos más importantes del país, empezó a volcar su economía hacia este mineral.
Mientras se traslada a la mina de Prodeco, Manuel Jiménez recuerda que en los 80 y principios de los 90 su papá vivía del cultivo de arroz y después pasó a laborar en la Fundación Carbones del Caribe haciendo trabajo social.
“A mí papá lo despidieron y en la casa se vivieron tiempos difíciles. En el 2006 mi hermano y yo entramos a trabajar en la minería y conseguimos recursos. Le ayudamos a mi papá a salir de deudas y compramos carro y casa propia”, nos cuenta Manuel.
El carbón representa el 42 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del Cesar y el el 67 por ciento de La Jagua. El alcalde Ovelio Jiménez señala que entre el 80 y el 90 por ciento de la economía local depende del carbón.
Por eso, la salida de Prodeco, que opera en La Jagua desde 2008 y es la tercera mayor exportadora de carbón del país, es un impacto devastador.
Solo en regalías, La Jagua pasó de recaudar 123 mil millones en el primer trimestre del 2020 (cuando aún operaba Prodeco), a 28 mil millones en el último trimestre. Es decir, cayó a menos de una cuarta parte.
Entre los más perjudicados están los casi 1.200 trabajadores de Prodeco.
Según datos que maneja el sindicato Sintracarbón, alrededor de 600 de elos se han acogido a los planes de retiro voluntarios de la empresa y otros 100 han sido despedidos en los últimos días. También se dejaron de contratar por prestación de servicios alrededor de cuatro mil personas desde que se frenó la operación en marzo.
Le pedimos a Prodeco información oficial, pero no nos respondió.
Pedro Barrera era operador del camión de pala en Prodeco, encargado de recoger y trasladar el material estéril de la explotación hasta los camiones que los desechaban en botaderos.
Barrera le dijo a La Silla que el viernes a las 8:30 de la mañana lo llamaron por teléfono y le pidieron que se acogiera al plan de retiro voluntario de Prodeco. Dice que pidió pensarlo y le respondieron que tenía que decidir en ese momento.
Lo rechazó pues sentía que la indemnización no era acorde a los años trabajados y tampoco era la forma de hacerle la propuesta. A las 11 de la mañana le llegó al correo la carta de despido.
“Siento impotencia por la forma en la que me despidieron tras casi 13 años de trabajo en la empresa y tengo incertidumbre porque aún no sé en qué invertir la plata de la indemnización”, nos contó Pedro.
El caso de Jairo Sierra, quien se desempeña como operador de camión, es similar: a las 11 de la mañana le llegó un correo con la carta de despido. “Les voy a meter una demanda porque yo tengo una patología lumbar que adquirí en el trabajo”, le dijo a la Silla.
“Vamos a salir cientos de personas con indemnizaciones altas a montar negocios, pero a quién le vamos a ofrecer si quienes tenían los recursos y movían la economía eran los trabajadores de la mina. Tampoco tenemos experiencia ni asesoría”, nos dijo un trabajador de Prodeco, que prefirió no ser citado para evitar problemas con la empresa.
Sintracarbón protesta en la entrada de la mina Calenturitas de Prodeco
La salida de Prodeco no solo afecta a sus trabajadores, sino al resto de la comunidad de La Jagua.
Sentado en la terraza de su hotel Colonial Bapa, el empresario Juan Carlos Palomino le contó a La Silla que trabajó siete años en minas, dos de ellos en Prodeco.
Pensando en que la mina no iba estar allí para siempre ahorró dinero y se privó de varios lujos. Con ese dinero sacó el crédito en el banco y en septiembre de 2018 inauguró un hotel.
A Juan Carlos las empresas mineras no solo le dieron los ingresos que ahorró para luego construir su hotel, sino que de allí salieron sus primeros clientes.
Todo el 2019 el hotel lo ocuparon contratistas de Prodeco, lo que le dio ganancias de seis millones mensuales, con las que pagó el crédito y construyó una segunda parte.
Todo iba sobre ruedas, pero llegó la pandemia y el cierre de operaciones de Prodeco.
“Entre marzo y julio del año pasado no tuvimos ningún cliente. En los últimos meses hemos tenido clientes ocasionales que nos dan para pagar servicios y trabajadores. La situación es de total incertidumbre, uno invirtió mucha plata y no se sabe si el negocio va a seguir funcionando”, le dice a La Silla.
La historia de Juan Carlos se repite a lo largo y ancho de La Jagua, tanto en grandes como en pequeños empresarios.
Jairo Lobo, dueño del Merka Jagua, uno de los supermercados más importantes del pueblo, cerró su segunda sede y le dijo a La Silla que pasó de tener 58 a 30 empleados.
Victoria Ávila lleva más de 20 años vendiendo comida. Le contó a La Silla que pasó de tener ganancias de un millón de pesos mensuales a 400 mil tras el cierre de Prodeco, pues los mineros eran sus principales compradores.
Por esas pérdidas tuvo que trasladar su negocio de la calle Los Almendros, la más comercial de La Jagua, a su casa en una calle menos visible.
Además del fuerte impacto económico que produce el cese de operaciones de Prodeco y su futura salida del país, se suman los daños ambientales y sociales que deja en la comunidad.
Los daños ambientales y sociales
Boquerón es una vereda calurosa de calles de arena ubicada entre el casco urbano de La Jagua y la mina Calenturitas, de Prodeco. Está rodeado de minas de carbón a cielo abierto y de montañas artificiales, conocidos como botaderos, donde las empresas vierten desechos de la actividad carbonífera.
En 2010 el Ministerio de Ambiente sacó una resolución en la que las cinco empresas del sector tenían que reasentar a la población de Boquerón y de otras dos veredas, por la toxicidad de esos desechos.
A Prodeco le correspondía asumir los costos del 22 por ciento del reasentamiento de Boquerón (solo la superaba Drummond, a la que le correspondía el 58 por ciento).
El plazo de dos años para el reasentamiento nunca se cumplió. Cinco habitantes de Boquerón con los que hablamos cuestionan la falta de voluntad de las empresas mineras.
Además de que el reasentamiento no se cumplió, la resolución del Ministerio terminó siendo un golpe fuerte contra el desarrollo de la vereda: las autoridades nunca invirtieron por temor a una sanción porque era un territorio en proceso de reasentamiento y las inversiones se perderían tras el traslado de la población.
Didier Lobo, senador de Cambio Radical y exalcalde de La Jagua, le dijo a La Silla que como alcalde construyó 2.100 viviendas nuevas pero ninguna en Boquerón por la resolución del Ministerio.
“Uno regresa a este lugar y siente que el tiempo se detuvo”, comenta el conductor que nos traslada a Boquerón y que tenía años sin visitarlo.
El dos de febrero el Ministerio de Ambiente sacó una nueva resolución en la que reclasifica las áreas de contaminación del territorio y excluye a Boquerón, con lo que ya no habrá reasentamiento.
En su casa de bahareque con barro y techo de zinc, Ludis Escandón recita de memoria las resoluciones del Ministerio de Ambiente. Papeles que le cambiaron la vida al pueblo.
“Tras el anuncio del reasentamiento llegaron muchas personas de distintas partes del país a comprarle a la gente de Boquerón sus casas y muchos vendieron por necesidad (…) según censos internos de la comunidad, acá hay 1.626 predios pero solo vivimos 370 personas”, nos cuenta Ludis Escandón mientras le da el desayuno a su hija menor.
Las cuatros fuentes de Boquerón con las que hablamos, y cuatro más que conocen el tema, coinciden en que tras la resolución de 2010 mucha gente compró predios en la vereda apostánbdole a que con el reasentamiento temrinarían con una vivienda mejor.
Por eso en Boquerón hay muchas casas deshabitadas pues mucha gente compró y nunca se instaló.
Ludis también reclama que nunca les han hecho estudios para medir la afectación en la salud que han causado las minas.
Desde su tienda Zeneida Martínez, presidenta del Consejo Comunitario de Boquerón, señala la cancha de fútbol y recuerda que allí, hace 11 años, el entonces alcalde Alfonso Palacio reunió a la comunidad y le anunció la noticia del reasentamiento.
“Aunque uno no quería dejar la tierra donde creció, la noticia del reasentamiento y la promesa de empleos por parte de las mineras trajo mucha expectativa, significaba un cambio de vida, el desarrollo del pueblo. Pero mire cómo estamos”, le dijo Zeneida a La Silla.
Además de la promesa del reasentamiento, en esta última década Boquerón también ha dependido económicamente de la minería.
La propia Zeneida nos contó que pasó de vender 250 mil pesos en su tienda a solo 20 mil tras el cese de actividades de Prodeco. “Uno abre porque es la rutina, por costumbre…los que me han sostenido en estos últimos meses fueron mis hijos que trabajan en la mina”, nos dijo.
Pese a que, tras la nueva resolución del Ministerio de Ambiente, autoridades nacionales y locales anunciaron inversiones, la transición económica no es clara en el corto plazo ni en Boquerón ni en toda La Jagua de Ibirico.
Lo que viene
El gobierno de Iván Duque le apuesta a la diversificación económica en territorios donde hay una dependencia muy alta de la producción de carbón. Sin embargo, como hemos contado, no es claro que los planes puedan llegar a tiempo pues la dependencia en municipios como La Jagua sigue siendo casi total.
“Nos equivocamos al poner todos los huevos en una sola canasta”, señaló el alcalde Ovelio Jiménez en una entrevista con el medio local El Pilón. “Tuvimos que aprovechar lo que generaba la minería para fortalecer otros sectores económicos, pero no lo hicimos”, señaló.
El exministro de Minas Amylkar Acosta le dijo a La Silla “cuando los precios se vienen abajo hay consenso sobre la necesidad de diversificar la economía. Pero cuando los precios reaccionan al alza todo mundo se olvida de ello. Aunque los precios del carbón y del petróleo responden a ciclos, esta vez la descolgada del precio del carbón y del petróleo es estructural, de modo que debe tomarse más en serio”.
Esto implicará, además de un reto económico, un cambio cultural para el que muchos en La Jagua no están preparados.
“En estos años perdimos la esencia campesina, se perdió el oficio de la agricultura. La tierra tampoco es la misma que hace 30 años y las fuentes hídricas están secas y contaminadas”, le dijo el minero Manuel Jiménez a La Silla.
Varios apuestan a que llegue otra empresa carbonífera. El representante conservador y padrino político del alcalde, Ape Cuello, dijo en un evento en Boquerón: “Que se vayan estos desgraciados, no va a pasar nada. Yo le propongo al señor presidente que haga una intervención (…) de la operación de Prodeco. Que intervenga sus activos de manera inmediata y le pida a Ecopetrol que empiece la operación del carbón en esta zona minera”.
Ecopetrol, la petrolera con control mayoritario de la Nación, no tiene experiencia en la minería de carbón.
En un sentido similar, el senador Lobo le dijo a La Silla que ve viable que la explotación de carbón continúe con un nuevo operador.
Mientras aún surgen propuestas que ponen el carbón en el centro, en La Jagua nadie tiene muy claro cómo dar los pasos hacia la transición económica y aflora la incertidumbre. Si el carbón sigue de capa caída, la escena que hoy se vive en La Jagua podría repetirse en otros municipios dependientes de este mineral.