El explosivo testimonio del Senador pone a la Corte Suprema contra la pared. Ahora tendrá que decidir si acepta el tribunal de aforados propuesto ayer por Santos y renuncia a la solidaridad de cuerpo.
En el mismo sentido de la estrategia jurídica que está usando su viejo aliado, y hoy posible testigo estrella de la Fiscalía, el exgobernador Alejandro Lyons, el senador de La U Musa Besaile pasó de señalado a señalador en uno de los peores casos de presunta corrupción en la justicia que haya visto el país recientemente.
Su explosivo testimonio pone a la Corte Suprema contra la pared. Si cierra filas y se opone nuevamente a que los magistrados sean investigados por el tribunal de aforados propuesto ayer por Santos, todos quedarían bajo la sospecha de haber sido comprados por personajes como Besaile. Pero si acepta la versión de víctima del congresista y abre sus puertas para que los ‘esculquen’, corren el riesgo de que más de uno termine tras las rejas y sin su investidura.
Las declaraciones de Besaile
Las declaraciones de Musa ayer, ante la Corte Suprema primero, y ante la periodista Vicky Dávila luego, encendieron un huracán que sacudirá a ese alto tribunal en unas proporciones que aún están por verse.
En la entrevista que durante poco más de una hora le dio a Dávila en la emisora W (la declaración en la Corte no se conoce pero va en el mismo sentido), Musa detalló con pelos, señales y una que otra omisión, según él cómo cuando todavía era un abogado privado el corrupto exfiscal anticorrupción Gustavo Moreno le pidió seis mil millones de pesos a cambio de ayudarle a frenar una orden de captura en su contra dentro de una investigación preliminar por parapolítica que Besaile tiene abierta hace 11 años.
El congresista volteó así la torta luego de estar en la orilla de los acusados desde mediados de este mes, cuando la Fiscalía le pidió a la Corte investigarlo (a él y al también senador Hernán Andrade) por presuntamente haber comprado magistrados para que no se le movieran sus procesos.
Aunque reconoció haber pagado dos mil de los seis mil millones que le pidieron, en su movida Musa se presentó como una víctima de extorsión, lloró a lo largo del relato unas dos veces y juró “por Dios” que estaba diciendo la verdad.
Más allá de la perspectiva desde la cual la justicia mirará su explosiva confesión, de ser cierto, lo que narró revela un modus operandi criminal para hacer extorsiones desde distintos sectores de la justicia del que se viene hablando tras la captura (en junio) el exfiscal Moreno, protagonista clave del entramado corrupto.
El modus operandi
El cordobés de origen liberal Musa Besaile, famoso por integrar el dúo dinámico de “los ñoños” junto a su colega y coterráneo (detenido en el caso Odebrecht) Bernardo ‘el Ñoño’ Elías, al lado de quien pasó de congresista desconocido a barón electoral gracias a la mermelada que les entregó el Gobierno Santos, prendió un ventilador gigante.
Lo que contó es que en 2014 (el año en el que se convirtió en el senador más votado de la coalición del Gobierno y el presidente Juan Manuel Santos arrancó su segundo mandato), su abogado Luis Ignacio Lyons España lo invitó al lanzamiento del conocido libro de Gustavo Moreno sobre los falsos testigos, llamado ‘El falso testimonio’, en el Gun Club de Bogotá.
(Luis Ignacio Lyons España, para más señas, es tío del cuestionado Alejandro Lyons Muskus, el mandatario cordobés de La U al que Musa y el Ñoño llevaron al poder y que hoy está investigado por el robo a Córdoba. Los dos parientes son muy cercanos y, de hecho, trabajaron juntos como abogados defendiendo a varios implicados en parapolítica, como el condenado exgobernador sucreño Salvador Arana. Lyons España y Lyons Muskus tienen en común además estar declarando actualmente en contra de Gustavo Moreno).
Allí en ese lanzamiento, Besaile conoció a Moreno, quien a su vez le presentó a los exmagistrados, presentes en el evento, Leonidas Bustos (para entonces presidente de la Corte Suprema) y Francisco Ricaurte.
Luego de eso, prosigue el Senador, Ricaurte lo invitó a una reunión en su apartamento en la que le aconsejó contratar a Gustavo Moreno como abogado para su proceso por parapolítica. Según Musa, Francisco Ricaurte le argumentó que Moreno era un gran académico, honorable, que podía serle de utilidad para resolver el caso.
Dice Besaile que la referencia que él tenía de Moreno era esa y que el jurista además estaba en ese momento trabajando como asesor del fiscal general de la época, Eduardo Montealegre.
El congresista hizo caso omiso a la sugerencia de Ricaurte de contratar a Moreno, luego de lo cual éste último lo contactó para que se vieran en el hotel Marriot de la capital (“no se si me escribió o a través de mi abogado me cita en el hotel”, detalla Musa).
Cuando se encontraron, Moreno comentó que en el hotel se encontraba Ricaurte atendiendo una reunión privada pero que iba a pasar a saludar.
Efectivamente, continúa el relato de Musa, el exmagistrado pasó por donde estaban Moreno y Besaile, saludó brevemente y antes de irse le dijo a éste último: “Te dejo en las mejores manos”.
Luego, Moreno le solicitó al Congresista hablar en privado en una de las mesas del bar del hotel.
Allí se sentaron, Moreno pidió que pusieran los celulares en la mesa de al lado y le empezó a decir a Musa su proceso en la Corte estaba “difícil” (“se sabía hasta el número del radicado: 27700”), que en igual situación se encontraba el entonces senador cordobés Julio Manzur, también investigado por parapolítica; y que él era el único que podía evitar que les ordenaran captura.
“Este es un personaje que sabía lo que estaba haciendo, experto en extorsión, era un extorsionista de cuello blanco, sabía su arte…me decía que primero venía la orden de captura de Manzur, luego la mía”, dijo ayer en detalle Musa Besaile.
En ese momento, Moreno no le pidió un peso al Senador, quien asegura que inmediatamente después mandó a su abogado para que revisara cómo iba el proceso en la Corte.
Según Musa, Lyons España le dio un parte de tranquilidad, le dijo que el caso no se había movido y por eso él se quedó tranquilo.
Antes de finalizar el año, sin embargo, a través de una conversación con Lyons España, Gustavo Moreno volvió a insistirle a Musa Besaile en que la cosa estaba complicada y que se venía la captura de Julio Manzur.
En enero de 2015, ciertamente, Manzur fue capturado por parapolítica (le revocaron la medida de aseguramiento en julio de este año, aunque sigue vinculado al proceso), por orden de la Corte Suprema, lo que hizo entrar en pánico a Besaile. “Ahí dije: esto es verdad”.
Asegura el Senador que más o menos un mes antes de la Semana Santa de 2015, su abogado Lyons le dice nuevamente que Moreno lo abordó, esta vez, para decirle que ya estaba lista la orden de captura en su contra, y que por eso era mejor que se vieran.
Así es como Moreno y Besaile, con mediación de Lyons España, tuvieron una segunda cita. En esa ocasión, se vieron en el hotel Radisson de la 114 en Bogotá.
Se concreta la extorsión
Hasta allá llegó Musa a eso de las 8:30 de la noche, después de una plenaria, y se encontró en el restaurante con su abogado y con Moreno.
De nuevo, Moreno pidió que hablaran a solas, apartó los celulares, pero esa vez sí fue explícito en el tema de la plata. Según Besaile, sus palabras fueron: “Te lo voy a decir rápidamente, necesitamos que nos entregues seis mil millones de pesos en efectivo y aquí en Bogotá antes de semana santa”.
Para mayor contundencia, relata el legislador, Moreno le mostró un papel que tenía en su chaqueta y le aseguró que esa era la orden de captura en su contra.
Cuenta Musa que Gustavo Moreno le dijo: “Yo no sé si usted no entiende, no escucha o si se hace el bobo… usted tiene un proceso en la Corte… y yo soy el único que lo puede ayudar… lo mismo le dije a Julio Manzur y se hizo el bobo, como se está haciendo usted”.
En el encuentro, Moreno supuestamente reveló para quién era el billete: “Eso es para mi papá, el equipo y mi persona, si lo repartimos salimos a nada”, asegura Musa Besaile que fueron la palabras de quien se convertiría luego en el director de la Unidad Anticorrupción de la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez.
Cuando el Senador le preguntó que quién era su “papá”, Moreno le contestó con un movimiento de labios pero sin emitir sonido con la palabra “Bustos”. Después, escribió en una servilleta: Leonidas Bustos, actual presidente de la Corte Suprema”.
Luego de que Besaile le dijera que no tenía toda esa plata, Moreno le rebajó la extorsión a cuatro mil millones de pesos y al final se la dejó en dos mil millones de pesos. (“Usted sí llora como una niña, agradezca que estoy aquí y que le puedo controlar esa orden de captura”, detalla Musa que le dijo Moreno).
Cuando Vicky Dávila y su equipo le preguntaron cuándo y cómo decidió entregar los dos mil millones, sin negar nada el Congresista respondió que prefería mantener ese dato en reserva.
Sin embargo, sí contó que después de la cita esa con Moreno se fue a Córdoba y allá le contó todo a su hermano Jhonny Besaile (exalcalde de Sahagún y quien suena como su sucesor en el Congreso), y éste le aconsejó acudir a organismos internacionales para denunciar el caso.
Al final, decidieron redactar un documento en donde Musa relataba todo y autenticarlo en una notaría. El Senador asegura que le entregó ese papel a la Corte.
Pero aunque Musa no dio detalles ayer de cómo fue que presuntamente pagó a Gustavo Moreno para frenar la actuación de la justicia en su contra, hace varias semanas se publicó en medios el testimonio de Alejandro Lyons (el primo del abogado de Musa) que explicaría cómo fue: a través de una ‘vaca’ a la que aportaron varios políticos cordobeses.
En la entrevista, Besaile también aseguró que luego del pago lo llamó el magistrado Francisco Ricaurte para preguntarle cómo iba su proceso y volverle a sugerir que contratara a Gustavo Moreno como abogado.
Moreno sí estuvo de suplente en el caso por parapolítica de Musa, pero según el legislador nunca presentó un escrito ni lo acompañó a nada.
El Senador añadió que en la conversación telefónica varias veces le insinuó a Ricaurte que “el doctor Gustavo ya tenía todas las cosas”, a lo que el exmagistrado supuestamente se hacía “el desentendido”.
Este presunto concierto para delinquir de un abogado con contactos y unos poderosos magistrados tendrá que probarlo la justicia.
Sin embargo, por ahora se puede decir que su modus operandi es muy parecido al que, según las conversaciones que grabó la DEA de Alejandro Lyons, Gustavo Moreno y el detenido abogado Leonardo Pinilla, habría establecido Moreno también siendo fiscal anticorrupción hasta que fue recientemente capturado.
Lo que nos contaron fuentes cordobesas conocedoras que lo saben de primera mano es que, aprovechando el alto cargo en la Fiscalía, la dupla Moreno-Pinilla supuestamente llevaba meses ofreciendo sus “servicios”, así: desde la Fiscalía Moreno buscaba la forma de mover un proceso contra alguien y luego Pinilla le tocaba la puerta a ese alguien ofreciendo resolverle el tema.
Habrá que ver hasta dónde calan las revelaciones del poderoso barón electoral al que, con su paso tan poco destacado en el Congreso, muchos periodistas ni siquiera le conocíamos la voz. Ahora la usó y de qué manera.
El coletazo
El primer gran coletazo de su testimonio se sintió en el Congreso.
El ministro del interior, Guillermo Rivera, nos confirmó que esta misma semana presentarán en la Comisión Primera de la Cámara la propuesta de revivir el Tribunal de Aforados para poder investigar a los magistrados acusados de delitos como parte de la reforma política que se discute vía Fast Track para desarrollar el punto 2 del Acuerdo de Paz. El fiscal General, Néstor Humberto Martínez, reveló en el Senado que el presidente Santos lo llamó para consultarle si la Fiscalía estaría de acuerdo con esta norma, a lo que él dijo que sí.
El Tribunal de Aforados fue concebido inicialmente en la reforma de Equilibrio de Poderes presentada durante el primer período de Santos como el reemplazo de la Comisión de Acusaciones que con más de 100 años de funcionamiento ha mostrado que no sirve para nada (en ese tiempo solo ha podido sacar adelante un proceso, el del exmagistrado Jorge Pretelt).
En ese momento, el Congreso aprobó el Tribunal pero luego la Corte Constitucional lo tumbó en 2015 por considerar que sustituía a la Constitución.
Previamente el entonces presidente de la Corte Suprema, Leonidas Bustos, ya se había opuesto al proyecto. Por su parte, el entonces Fiscal Eduardo Montealegre demandó la reforma y ganó en ese punto.
Las movidas de la Rama para bloquear la posibilidad de ser juzgados por un tribunal independiente no causaron sorpresa dada la poca transparencia de las Cortes.
Es tal la opacidad de la Rama que la Corte Suprema se ha negado incluso a entregar, vía derechos de petición, las hojas de vida de los magistrados que la componen con el argumento de que es información “reservada”.
Como dijo Mauricio García Villegas en una de sus columnas de El Espectador, “el hecho de negarse a entregar esa información es la expresión de una cultura institucional poco transparente.”
Esa falta de transparencia, entre otras razones, ha llevado a la justicia a su punto más bajo de favorabilidad en las encuestas, estando la Corte Suprema -por ejemplo- más desprestigiada que el ya desprestigiado Congreso.
Contra la pared
Pero el explosivo testimonio de Musa más los que comenzarán a revelarse en los próximos días de otros ‘extorsionados’ han tendido un manto de duda sobre toda la Corte Suprema, y en particular sobre su sala penal.
Surgen preguntas como ¿por qué fueron estos tres personajes precisamente los elegidos por sus colegas para presidir la Corte cuando no necesariamente descollaran por su talento como juristas? ¿por qué los fallos a favor de los que supuestamente pagaron las coimas fueron tan unánimes? ¿por qué los magistrados acusados de corrupción tenían tal influencia sobre los demás magistrados? ¿por qué ninguno se dio cuenta de que había algo ‘raro’ con Bustos a pesar de las denuncias periodísticas en su contra?
Un tribunal independiente y con dientes como el de Aforados que propone el Presidente podría investigar a los magistrados que participaron en estas decisiones y separar a los delincuentes de los magistrados probos. Y de paso, comenzar a recuperar la dignidad de la justicia.
Pero para eso los magistrados tendrían que poner sus investiduras sobre la mesa con el riesgo de que el ‘huracán Musa’ se las lleve por delante.