El Congreso -al que la Corte Constitucional dio plazo hasta este 20 de junio para legislar en favor de los derechos de las parejas del mismo sexo- se la jugará por una opción que elimina la palabra matrimonio de la iniciativa

En un plantón realizado ayer, varias parejas del mismo sexo se casaron simbólicamente frente a las cortes. Foto: Juan Pablo Pino

Mañana en la plenaria del Senado se debatirá el proyecto de ley estatutaria que permite el matrimonio igualitario en el país, pero todo indica que -a menos que algo extraordinario ocurra- seguirá siendo una difícil conquista para la igualdad en Colombia.

El Congreso -al que la Corte Constitucional dio plazo hasta este 20 de junio para legislar en favor de los derechos de las parejas del mismo sexo- se la jugará por una opción que elimina la palabra matrimonio de la iniciativa: la unión solemne entre parejas del mismo sexo, cuyos alcances y límites aún no están claros, pero que desde ya es considerada como discriminatoria por líderes LGBTI y congresistas como Guillermo Rivera.

“La unión solemne no reconoce a los homosexuales como familia como exhortó la Corte”, dijo Marcela Sánchez de Colombia Diversa. Además, sería vigente únicamente en Colombia, lo que impondría barreras para el ejercicio real de los derechos, como escribió la concejal de Bogotá Angélica Lozano. Sus diferencias con el matrimonio igualitario serán el eje de la discusión de mañana.

A pesar de que el senador Armando Benedetti -uno de los autores del proyecto- le dijo a La Silla que ya tiene casi convencidos a unos 47 senadores (se necesitan 51 votos para que pase la iniciativa), consultamos a varios y las cuentas nos señalan que en las bancadas de La U y conservadora se opondrán las mayorías. Los liberales y el Polo apoyarían y los verdes y Cambio Radical están divididos. Lo más seguro es que lo máximo que se consiga, para quedar bien y no hundir el proyecto, es que reconozcan la unión solemne pero sin llamarlo matrimonio.

La razón de fondo para que el Congreso decida no meterse en el fondo del asunto es el peso que le otorgan a la tradición en Colombia, donde solo el 36 por ciento de los colombianos (que además votan por ellos) apoyan la igualdad en el matrimonio, según el Barómetro de las Américas. Además, de la oposición a que el siguiente paso sea la adopción por parte de homosexuales.

Sin embargo, pocos esgrimen estas razones. Más bien, se mueven otras otras excusas para no reconocer este derecho. Estas son cinco de ellas. (Recuerde que esta tarde a las 4:30 p.m. el senador Armando Benedetti estará intercambiando opiniones sobre el matrimonio igualitario con los usuarios de La Silla, a través de un videochat. Deje sus preguntas y comentarios en twitter @lasillavacia usando el HT #matrimonioigualitarioya o en los comentarios de esta nota).

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 La época preelectoral

Tal vez hubiese sido muy distinto si este proyecto de ley se debate en un Congreso recién elegido sin mucho que perder electoralmente, al menos en el mediano plazo. Pero estamos a un año de las elecciones legislativas, muchos congresistas ya entraron en modo precampaña y saben que apoyar el matrimonio igualitario podría restarles votos en un país conservador y en gran medida homofóbico.

Un senador de La U que prefirió que se omitiera su nombre le dijo a La Silla que muchos de sus colegas están pensando en no apoyar la iniciativa precisamente porque saben que en 2014 ese respaldo podría irse en su contra, especialmente entre las comunidades más conservadoras y católicas.

Cabe decir que, en el sentido contrario, legisladores del Polo, progresistas o liberales sí se podrían anotar un punto con sus electores si respaldan el matrimonio igualitario, lo que prueba que, en todo caso, este no es un tema electoralmente neutro.   

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El Gobierno Nacional no asumió una postura

Un congresista liberal y otro de La U, por separado, coincidieron en decirle a La Silla que a lo largo del trámite del proyecto no ha habido una directriz oficial de parte del Gobierno a la Unidad Nacional para apoyar o no la iniciativa y que, obviamente, un espaldarazo de Santos o de su ministro del Interior le hubiera caído muy bien al matrimonio igualitario.

Esta sería otra de las excusas de los congresistas que no quieren apoyar el proyecto: como no hay petición de nadie para respaldarlo, pues en la Unidad Nacional cada quien está nadando hacia la orilla que mejor le parece. Por ejemplo, mañana Roy Barreras radicará su proposición para cambiar lo que se aprobó en Comisión Primera. “Es que la Unidad Nacional sólo funciona cuando son proyectos presentados por el Gobierno”, dijo un senador de esa coalición.

Hace unos días, el senador de La U Armando Benedetti le había exigido al presidente Santos que se pronunciara al respecto, tal y como lo han hecho mandatarios como Barack Obama en Estados Unidos, quien reclamó legalidad para el matrimonio homosexual en todos los estados de ese país. Una exigencia que también le hicieron a Santos miembros de la comunidad LGBTI. El Presidente, por ahora, ha guardado silencio.

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Los factores Roy y Benedetti

El pacto de Roy Barreras con una comunidad cristiana para no apoyar el matrimonio igualitario y las peleas de Armando Benedetti con La U son dos factores que, según algunos congresistas consultados, han enrarecido el debate y les han dado más excusas a los opositores del proyecto para no apoyarlo.

Por un lado, “las circunstancias de Roy han erosionado la discusión, pues ya casi nadie lo ve como un presidente neutral del Congreso”, le dijo a La Silla otro senador consultado. Barreras ya anunció que no presidirá el debate de mañana, sino que lo hará el segundo vicepresidente del Senado. Sin embargo sí se la jugará con su proposición de la unión solemne para cumplirle a la comunidad cristiana con la que pactó.

Armando Benedetti siempre ha sido un abanderado de las causas liberales, como la legalización de la dosis personal y el matrimonio gay. En estos casos, se la ha jugado a fondo y no ha escatimado esfuerzos para defender los derechos de las minorías.

Sin embargo, varios senadores le dijeron a La Silla que en el Partido de La U hay algunos que no apoyarían  el matrimonio igualitario con la excusa de cobrarle varias peleas a Benedetti, defensor a ultranza de la iniciativa. El senador Benedetti tiene un estilo confrontacional y no ha dudado en declarar públicamente que su colectividad “escupió al Presidente Santos” y últimamente ha casado pelea con Aurelio Iragorri, presidente de La U, y con Roy Barreras. Eso ha causado el disgusto y el resentimiento de varios de sus colegas que podrían encontrar en el proyecto querido de Benedetti el pretexto perfecto para devolverle el guante.

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El factor Ordóñez

Este año, el procurador general Alejandro Ordóñez logró alinear a toda la Unidad Nacional en el Senado para reelegirse. Ahora quiere repetir esa misma empresa para hundir el matrimonio entre parejas del mismo sexo, con el cual no está de acuerdo, a pesar de que una de las funciones de la Procuraduría es defender los Derechos Humanos.

Por eso es uno de los líderes del bloque antimatrimonio igualitario del cual también hacen parte los senadores Édgar Espíndola, pastor cristiano y miembro del PIN, y Claudia Wilches, también cristiana pero de La U. La posición de Ordóñez (quien ha destituido congresistas a pesar de que no es claro si tiene esa competencia) seguramente calará en uno que otro legislador que no apoyará el proyecto por temor a él. “Puede que él ni siquiera tenga que darles una orden explícita, pero para los que le tienen miedo bastan las declaraciones públicas del Procurador”, opinó un senador.

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La molestia por el plazo que puso la Corte

El plazo que le dio la Corte Constitucional al Congreso de legislar sobre los derechos de las parejas del mismo sexo antes del 20 de junio no cayó bien en algunos congresistas que lo ven como una intromisión del alto tribunal en una de las ramas del poder público. Varios dicen que ese tipo de plazos está justificado cuando la Corte tumba normas que dejan vacíos jurídicos o cuando ese alto tribunal declara estado inconstitucional de cosas en algún tema nacional. Pero este no es el caso y por eso hay unos congresistas que, en voz baja, dicen no tener afán.

Fue periodista de historias de Bogotá, editora de La Silla Caribe, editora general, editora de investigaciones y editora de crónicas. Es cartagenera y una apasionada del oficio, especialmente de la crónica y las historias sobre el poder regional. He pasado por medios como El Universal, El Tiempo,...