La negociación que comienza hoy con el ELN es el séptimo intento de llegar a un acuerdo de paz con esta guerrilla de corte maoísta. Ya lo intentaron sin éxito César Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos. Sin embargo, hay cinco factores que favorecen que esta pueda ser finalmente la vencida y que la negociación avance mucho más que las anteriores, sin que esto quiera decir que esta guerrilla deje las armas en un horizonte cercano:
1. El militar: el ELN puede sacar más réditos políticos que militares ahora
El ELN es la principal guerrilla de Colombia, con unos 3 mil combatientes y más de 5 mil miembros, contando a sus milicianos, con presencia en al menos 180 municipios, según el reporte más reciente de Insight Crime, el medio con mayor credibilidad sobre narcotráfico en el continente. Además, es una guerrilla colombo-venezolana con presencia y negocios ilegales al otro lado de la frontera.
Con ocho frentes de guerra, el ELN es particularmente fuerte en regiones como Chocó, Catatumbo, Norte de Santander, Sur del Cauca y Arauca.
Pero, según Jorge Mantilla, experto en el tema de la Fundación Ideas para la Paz, “está perdiendo disputas territoriales importantes” en el Chocó y sur de Bolívar frente al Clan del Golfo, y en el Sur del Cauca frente a las disidencias del Comando Coordinador de Occidente; una estructura aliada a Iván Mordisco y la estructura de disidencias que el Alto Comisionado para la Paz reconoce como “Estado Mayor Conjunto de las Farc”.
Ante la amenaza de perder el control sobre las economías ilícitas, su relación con las comunidades en estas regiones se ha vuelto más represiva, lo que facilitó que durante el Gobierno Duque sufriera grandes golpes militares, comenzando por la muerte de jefes de frente como alias Pirry en el sur de Bolívar y Uriel en Chocó.
“Eso puede generar incentivos para decir ‘la negociación nos puede generar activos’”, cree Mantilla.
En la misma línea, Carlos Velandia, quien fue miembro del Comando Central (Coce) del ELN y fue negociador de esa guerrilla en los fallidos diálogos de Tlaxcala y Caracas con el gobierno de Gaviria, cree que en este tramo final del conflicto armado la guerrilla no tiene posibilidad de crecer en términos estratégicos: “Es un conflicto armado que agoniza y hay que rematarlo por la vía de la solución política negociada”.
2. El venezolano: A Venezuela le es más útil ahora facilitar una negociación con el ELN que tenerla de retaguardia militar
El ELN ha tenido presencia en Venezuela desde finales del siglo pasado, pero desde 2019, cuando el entonces presidente Iván Duque y el presidente interino Juan Guaidó hacen el famoso concierto en la frontera con Venezuela, los vínculos entre el régimen chavista y el ELN se profundizan.
“El ELN es visto como la primera línea de defensa ante una eventual invasión”, explica Mantilla. “La presencia del ELN en Venezuela no solo se limita a la estancia, sino que administran rentas y territorios como siendo guardianes de la revolución”, coincide el investigador y profesor de la Universidad del Norte, Luis Fernando Trejos.
Además, el ELN adquiere otra doble función clave para el régimen: ejerce un control social sobre poblaciones fronterizas que son opositoras del chavismo como las del Táchira y contiene las organizaciones criminales del arco minero.
Pero con el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Venezuela y Colombia y el reciente acercamiento de Estados Unidos a Maduro para acceder al petróleo en medio de la guerra entre Ucrania y Rusia, el ELN comienza a perder utilidad para el régimen; ese santuario que ha gozado durante una década se puede volver rápidamente inestable e inseguro como ya lo vivieron en carne propia las disidencias Segunda Marquetalia y el propio “Gentil Duarte”.
Esta cambiante relación entre Venezuela y Estados Unidos, con Colombia como nodo, es un poderoso incentivo para que el ELN negocie ya.
Y es que no solo la mesa de negociación entre el Gobierno Petro y el ELN tiene a Venezuela como protagonista. En este momento, hay una mesa de negociación paralela entre el régimen de Maduro y la oposición venezolana en México, la cual podría cambiar la realidad política en Venezuela en los próximos años.
Lo que se discuta en esa mesa podría influir directamente en la relación entre el régimen y la guerrilla, que como contamos ha mostrado señales de cambio en una operación de las Fuerzas Armadas Bolivarianas contra una unidad del ELN en territorio venezolano.
También podría influir directamente en la misma mesa de negociación del ELN con Petro, que tiene además un país garante compartido con la mesa de México: Noruega, un país que ha sido clave en mantener activa las relaciones con ELN, mientras sus negociadores estuvieron varados en Cuba desde 2019.
3. El generacional: Los líderes del ELN ya no tienen mucho tiempo de vida
El ELN, al igual que las Farc, es una guerrilla vieja. Surgió en 1964 cuando la revolución cubana era una gran inspiración para miles de jóvenes. Desde entonces, ha demostrado poca capacidad para renovar sus liderazgos. Varios de sus líderes fueron elegidos en 1982 y no han podido meter en la dirección nacional a nadie menor de 60 años.
Tres de las figuras más relevantes del ELN ya tienen más de 65 años: Nicolas Rodríguez Bautista alias “Gabino”, quien fue el máximo comandante de esta guerrilla hasta el año pasado, cuando renunció a la comandancia ante sus graves problemas de salud; tras su retiro, el ELN quedó en cabeza de Antonio García, un comandante de 66 años que tiene poder militar en la frontera venezolana, especialmente en Táchira. El tercero, Pablo Beltrán, el jefe negociador de la delegación que estaba en Cuba desde hace cuatro años, también es un hombre mayor.
La edad de la comandancia, entonces, se convierte en un poderoso incentivo para negociar con un gobierno dispuesto a acoger sus propuestas políticas. Es negociar o morir sin haber construido nada.
4. El político: Petro les quita su justificación para buscar el poder popular por las armas
El ELN es una guerrilla muy diferente a las Farc. Más que aspirar a llegar a la Casa de Nariño, los elenos creen en el “poder popular”, que como se explica en el ilustrativo libro “¿Por qué es tan difícil negociar con el ELN”, es un concepto que parte de que no es necesario esperar a tener el poder total del Estado sino que se puede comenzar a construirlo desde abajo, desde las organizaciones sociales de las zonas donde tienen presencia.
Ese concepto del “poder popular” es uno al que apela constantemente el presidente Petro, que incluso ha dicho que su gobierno promoverá “alianzas público-populares” incentivando las economías populares, las ollas comunitarias, y en general, el poder del pueblo como el único que “manda”.
Y no es el único concepto que Petro y el ELN comparten. La revolución agraria, el desarrollo de una industria nacional a punta de políticas proteccionistas y vías terciarias, un sistema popular de crédito, el desarrollo de la cultura nacional y su lucha contra la explotación del petróleo por parte de multinacionales son otros puntos en común.
Pero quizás la bandera más notoria del ELN es la de la Convención Nacional —una gran conversación nacional vinculante a partir de las regiones— que Petro ha hecho suya con los Diálogos Regionales Vinculantes. Aunque Antonio García ha dicho en entrevistas que no es comparable con la propuesta del ELN.
“Tenemos un gobierno de izquierda, popular y con un programa progresista que asegura que se van a hacer las transformaciones —dice Carlos Velandia— El ELN tenía todo un reclamo en lo que tiene que ver con el desarrollo minero-energético. Ahora Petro ha ido mucho más allá, incluso de cosas que el ELN no se pensaba, que es la descarbonización de la economía y de la vida. Esto no lo había propuesto el más revolucionario de los revolucionarios, y ahora lo está proponiendo Petro”.
Y no solo es un giro de 180 grados en la política colombiana sino en todo el continente que ha virado a la izquierda y que le pone “una suerte de presión en los actores armados que aún persisten para resolver los conflictos por la vía pacífica”, dice Velandia.
5. El interno: una negociación diseñada a la medida del ELN
Hay varios factores endógenos de esta negociación que favorecen un resultado positivo. El primero es que por primera vez la negociación con el ELN es el proyecto político central del gobierno, y no uno marginal como había sido en el pasado.
“En esta negociación los astros están alineados, porque ningún Gobierno tenía una propuesta negociadora hacia el ELN real. Esta siempre fue una guerrilla que no era protagonista”, Luis Eduardo Celis, experto en el ELN y asesor de la Fundación Paz y Reconciliación.
Segundo, Petro nombró un equipo de negociación para darles confianza a los elenos más que al Establecimiento, como se había hecho en el pasado, comenzando por el Alto Comisionado, Danilo Rueda; el senador Iván Cepeda; y Alberto Castilla (si es que finalmente lo nombra), tres hombres con trayectoria probada en la izquierda.
Otty Patiño, el jefe de la mesa de negociación, es un estratega que conoce los intríngulis de una negociación pues ha sido negociador de paz, tanto como guerrillero del M-19 como después en las negociaciones fallidas con las Farc; fue constituyente; ha escrito libros sobre las guerrillas y los paramilitares; es experto en el conflicto urbano; y, además, es inteligente, tranquilo y ecuánime, sin ninguna aspiración política propia. Y de paso, íntimo amigo de Manuel Alberto Casanova, el jefe de inteligencia de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI).
Por último, está José Félix Lafourie, el hombre del expresidente Álvaro Uribe en la mesa y el representante de las élites agrarias que han estado involucradas en la guerra. La Silla confirmó por una fuente que los conoce que para el ELN tener al uribismo sentado en la mesa era clave. Petro lo consiguió.
A la conformación de la mesa de negociación, se le suma que ésta arranca sin ninguna de las líneas rojas de las anteriores que frenaron la negociación. No se les ha exigido como condición para arrancar que suelten los secuestrados en su poder o que pongan fin al secuestro, ni mucho menos a sus extorsiones, hostigamientos militares o captura de rentas locales. Tampoco a que se comprometan a dejar las armas al final de la negociación.
Contexto
Ñapa:
Así las cosas, es probable que esta negociación avance más rápido que las anteriores. Lo que no quiere decir que vaya a ser expedita porque tres cosas conspiran en su contra.
El ELN es una organización federada y sus representantes en la mesa tendrán que consultar cualquier tema a través de congresos nacionales o de plenos con los comandantes antes de tomar una decisión. Más complicado, el ELN ve las armas como prenda de garantía para que les cumplan y va a ser difícil que las dejen con la firma del Acuerdo. Y lo tercero, aunque todas las encuestas revelan un apoyo mayoritario a la salida negociada con el ELN, el respaldo de la sociedad urbana a una proceso es en todo caso frágil; una acción como la del ataque a la Escuela de Cadetes General Santander que dio al traste con la negociación anterior haría insostenible la mesa. Y más en un año electoral.