La victoria del candidato republicano abrió el margen de lo permisible en política y ese legado –más temprano que tarde- se sentirá en Colombia.
Contra todo pronóstico, ganó Donald Trump la presidencia de Estados Unidos, lo que promete movimientos tectónicos para la potencia del Norte y probablemente para el mundo entero. ¿Qué puede significar para Colombia? Nadie sabe porque más allá de Miss Universo, escasamente se ha referido a este país. Pero su sola victoria ya abrió el margen de lo permisible en política y ese legado –más temprano que tarde- se sentirá en Colombia.
Columbia = Miss Universo
Trump escasamente se ha referido a Colombia, que pasó totalmente de agache durante la campaña presidencial. Pero sus dos menciones más notorias frente al país en los últimos diez años arrojan ciertas luces sobre la importancia que le da.
La más reciente que encontró La Silla es de julio de este año cuando en un comunicado de su campaña criticando la posición de Hillary Clinton frente a los tratados de libre comercio se refiere a Colombia como Columbia, cometiendo un error muy frecuente entre los gringos que ni siquiera pueden ubicar el país en un mapa. Lo hizo, además, varias veces a lo largo del comunicado oficial lo que permite suponer que no fue un error de dedo.
En 2007, cuando no era sino una celebridad del mundo del entretenimiento, le dio una entrevista a Caracol Radio en la que dice que sabe “mucho” sobre Colombia porque tiene bastantes amigos que viven aquí y porque “muchas personas que han comprado apartamentos en edificios Trump aquí en Nueva York son colombianos”.
Lo que sí se sabe, como contó en un artículo reciente de la revista New Yorker Evan Osnos sobre cómo sería una presidencia de Donald Trump, es cuáles son los principios básicos que guían la posición del Presidente electo sobre el rol que debería jugar de Estados Unidos en el mundo: “en su percepción, Estados Unidos está haciendo demasiado para tratar de resolver los problemas del mundo; los tratados de libre comercio están perjudicando al país; los inmigrantes son perjudiciales para Estados Unidos”.
Sin embargo, como el mismo Osnos anota con base en su trayectoria de haber cambiado cinco veces de partido entre 1999 y 2012, una presidencia de Trump seguramente no estará marcada por la ideología.
“A él lo rige, sobretodo, su fe en el poder de la transacción- una perversión de la aproximación realista- que es menos acerca de poner los intereses por encima de los valores que la creencia que frente a los intereses, los valores no tienen cabida”, dice Osnos. Para reforzar su argumento cita algo que Trump ha repetido múltiples veces: “Todo es negociable”.
En este contexto, es difícil predecir exactamente qué implicará para Colombia su triunfo (sin contar con que se salga del Tratado de París para mitigar el cambio climático; que atice la confrontación con el mundo islámico o que juegue con la idea de una guerra nuclear).
Adam Isacson, investigador de la Ong gringa Wola y una de las personas que mejor conoce la relación entre Estados Unidos y Colombia, dijo a La Silla que podrían pasar una de dos cosas:
La pimera es “un retiro de la asistencia al país bajo la idea aislacionista de “Primero Estados Unidos” y una reducción drástica de la asistencia al plan “Paz Colombia””.
Este Plan impulsado por Obama con un presupuesto de un poco menos de 500 millones de dólares ya está apropiado para el 2017 para financiar proyectos del posconflicto, pero su permanencia en el tiempo ahora será incierta.
O la segunda, con un Trump totalmente desinteresado frente a Colombia, un regreso al poder del ‘sector’ Latinoamérica del Partido Republicano, que “llenaría el vacío”, en palabras de Isaacson. “Serían muchas de las mismas caras que vimos durante la administración Bush. Se puede esperar un apoyo más abierto para la visión que tiene el Centro Democrático sobre la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo económico”.
Bajo esta perspectiva, el triunfo de Trump, por ejemplo, le podría quitar al ELN el apoyo decidido y las garantías que le dio la presidencia de Barack Obama a la negociación con las Farc.
Pero quizás el verdadero efecto del triunfo de Trump sobre Colombia será menos obvio pero más profundo a largo plazo.
Hillary Clinton iba a ser la primera mujer en llegar a la Presidencia de Estados Unidos y dar un nuevo salto para el movimiento feminista. Contra todas las encuestas, fue elegido el candidato que hizo del machismo su marca.
Lo permisible
El ex ministro de Hacienda chileno Andrés Velasco, dice en un artículo de Project Syndicate que el fenómeno populista descansa en “una triada tóxica: en negar la complejidad, en el antipluralismo, y en representar las cosas como no lo son”.
Y agrega que el populismo no se limita a defender posiciones que le gustan al pueblo sobre los impuestos o la inequidad sino que el populismo consiste en “quién habla por la gente y cómo.”
Dice que esa pregunta está enmarcada por una “particular interpretación moralista de la política”, según la cual “aquellos que tienen la visión correcta acerca del mundo son morales”, mientras que todos los demás “son lacayos de una élite corrupta”. El populismo “es una forma de política de identidad. Siempre es nosotros contra ellos”.
Es decir, que sería una causa (como la de los animalistas o los ambientalistas) con la que la gente se identifica y se moviliza, y que poco o nada tiene que ver con ideologías como derecha e izquierda que hasta ahora es lo que ha movilizado políticamente a la gente.
Como lo ha reiterado en varias columnas Álvaro Forero a raíz del plebiscito, Colombia ya ha sido pionera como campo de experimentación en “la técnica populista de crear una división rencorosa entre ciudadanía y gobernantes”. El éxito de Trump podría reforzar esta tendencia y darle otro impulso a la retórica anti-establecimiento político pues nadie como él derrotó los poderes establecidos, la forma convencional de hacer política y la prensa tradicional y no tradicional.
Pero eso no sería su mayor legado.
Su abierto racismo, su machismo y la falta de compasión que demostró a lo largo de la campaña y que fue premiada ayer, seguramente reducirá el campo de lo que hasta ahora era políticamente incorrecto. Su triunfo reivindica a los ‘Chompos’ del mundo, incluidos los colombianos.