Un par de horas antes de pedirles la renuncia protocolaria a todos sus ministros, el presidente Gustavo Petro lanzó una advertencia en público: “El gobierno debe declararse ya en emergencia. Que tenga funcionarios cuyo corazón esté a favor de la gente humilde y no simplemente de ganar un salario. Quien ya no sea capaz de hacer eso no tiene espacio en nuestro gobierno”, dijo en un evento en Valle del Cauca.

La declaración mandó un mensaje sobre la segunda y mayor crisis de gabinete en nueve meses de gobierno: el presidente quiere gobernar con los suyos. Lo ratificó al anunciar el fin de su coalición con los partidos Liberal, Conservador y La U, por la postura que tomaron los jefes de esos partidos en contra de la reforma a la salud.

La incertidumbre actual es similar a la de Bogotá en el periodo de Petro en la alcaldía. A los seis meses de su elección llamó a una crisis de gabinete y en su periodo tuvo más de 60 cambios en su equipo. El remezón en la presidencia llega en un momento en el que Petro está a semanas de aprobar su Plan de Desarrollo, con tres reformas en curso, dos mesas de negociación con grupos armados y elecciones regionales en seis meses.

Los amenazados

La Silla consultó a fuentes cercanas al presidente, a fuentes del gabinete y a funcionarios de altos cargos. Ninguno tiene información cierta de lo que va a suceder. “Todo se decide en la caja negra que es la cabeza del presidente”, dijo una persona de Palacio. Pero dieron pistas sobre cuáles podrían ser los cambios.

Los primeros ministros en quedar bajo amenaza son los tres que representan a esos partidos: el de Transporte, Guillermo Reyes (cuota conservadora); la de TIC, Sandra Urrutia (cuota de La U); y la de Vivienda, Catalina Velasco (cuota del liberal).

La segunda ruptura es con los tecnócratas liberales: el sector del gabinete que le ha hecho oposición interna al ala más de izquierda del gobierno. La Silla confirmó con tres fuentes que una de las ministras que podría salir es Cecilia López, de Agricultura, quien ha tenido reparos con la reforma a la salud y ha criticado en público a la ministra de Minas, Irene Vélez, una de las representantes del ala de izquierda en el gabinete. Se sumaría a Alejandro Gaviria, exministro de Educación, a quien Petro sacó en febrero luego de sus críticas a la reforma a la salud. 

También estaría en riesgo de salir el director de Planeación, Jorge Iván González, quien tuvo muchos choques con Petro en la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo.

Otros ministros que estarían en la cuerda floja son el de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva, que carga con una gestión caótica en la Cancillería; y Alfonso Prada, del Interior, quien internamente ha sugerido cambiar de cargo para destrabar las negociaciones de las reformas en el Congreso.

Un caso particular es el de Iván Velásquez, el ministro de Defensa, en quien Petro tiene mucha confianza por su pasado como investigador de la corrupción en Colombia y en Guatemala, pero que según tres fuentes saldría de su cargo por su poco mando sober las Fuerzas Armadas. Y porque Petro considera ponerlo en la terna como posible fiscal general.

La ruptura de la coalición

“Ya que el Congreso no fue capaz de aprobar unos simples artículos muy pacíficos que hubieran permitido la democratización de la tierra, entonces nos tocó gobernar de emergencia”, dijo el presidente Gustavo Petro en la tarde del martes, horas antes de pedir la renuncia a todo el gabinete.

Se refería a dos artículos del Plan de Desarrollo, cuya ponencia para segundo debate se discutió el martes. Los artículos, que eran los numerales 48 y 49 en la primera ponencia, le permitían al gobierno hacer pagos de tierras con mecanismos extraordinarios: algo fundamental para Petro por su intención de hacer una reforma agraria que le entregue tierra a los campesinos.

Según el presidente, las comisiones económicas del Congreso quitaron los artículos de la ponencia y pusieron en riesgo el cumplimiento del acuerdo de paz, que incluye la entrega de tierra a los campesinos.

“Yo no entiendo si el Congreso quiere guerra. Yo no entiendo si después de convocar a quienes han sido integrantes de grupos armados a la firma de la paz con el Estado hay que engañarlos”, dijo el presidente, quien firmó él mismo como guerrillero del M19 un acuerdo de paz hace 30 años.

La molestia de Petro con su coalición en el Congreso va pues más allá de la reforma a la salud, que ha tenido mucha resistencia de los tres partidos aliados. Ayer los presidentes de los partidos Conservador, La U y Liberal sacaron comunicados rechazando la reforma a la salud del gobierno y pidiéndole a sus congresistas votar negativamente.

Pese a eso, la reforma se aprobó en el primer debate de la comisión séptima de la Cámara con la ayuda, sutil y explícita, de algunos congresistas de esos partidos.

La representante liberal María Eugenia Lopera (del grupo de Julián Bedoya) votó positivo. Y los representantes Gerardo Yepes, Alexander Quevedo (del Conservador) y Camilo Ávila (de La U) se salieron de la votación. Así, sin sus votos negativos, se redujo el umbral de votos a favor que necesitaba el proyecto para pasar.

La victoria, con sus matices, no convenció al presidente. “La invitación a un pacto social para el cambio ha sido rechazada”, tuiteó el presidente en la noche, después de pedir las renuncias. Y agregó: “A pesar del voto mayoritario en las urnas que pide un cambio en Colombia, este se intenta cerrar con la amenaza y el sectarismo. Tal situación nos lleva a un replanteamiento del Gobierno”.

La ruptura con el santismo y los tecnócratas

En su discurso en Valle del Cauca, Petro dirigió varias pullas al expresidente Juan Manuel Santos. “El presidente Santos hoy dice que tenemos uno de los mejores sistemas de salud del mundo. ¡Dios mío! Ocupamos el puesto 81 por el número de muertes evitables en este sistema de salud”, dijo Petro.

La crítica es clave porque algunas de las figuras protagónicas del gobierno hasta ahora vienen del santismo. Empezando por el ministro del Interior, Alfonso Prada, quien ha estado al frente de las negociaciones de las reformas. Y también el presidente del Senado, Roy Barreras, quien se ha alejado del gobierno y ha criticado en público a las ministras de Salud y Minas.

La distancia que Petro toma de Santos coincide con la posibilidad de un cambio en el ministerio del Interior. La Silla supo por dos fuentes cercanas a Palacio que el propio Prada ha dicho internamente que está desgastado en ese cargo. “Ha dicho que le caería bien al gobierno una rotación, que a él no le molestaría cambiar de cartera. Ha hablado de defensa”, dijo una de las fuentes.

Un distanciamiento total de Petro con el santismo cerraría esa posibilidad.

Otra de las señales de esa ruptura es la salida de Mauricio Lizcano de la secretaría general, un político tradicional que como congresista fue protagonista del gobierno Santos. Lizcano, que llegó al final de la campaña, no logró ganarse la confianza de Petro en estos meses. Al punto de que la función del “computador”, la persona encargada de organizar las cuotas que los partidos en el gobierno, y que recaería en él por su cargo de secretario general, estaba siendo ejercida principalmente por Prada y por la jefa de despacho Laura Sarabia.

“Petro ha puesto su confianza en gente que no es cercana a él. La sensación general es que está solo en su gabinete”, le dijo a La Silla una fuente cercana al presidente que pidió no ser citada.

Parte de ese círculo que no es cercano a Petro incluye al sector de los ministros José Antonio Ocampo (Hacienda), Jorge Iván González (Planeación) y Cecilia López (Agricultura). Son quienes han hecho los mayores reparos internos a temas como la reforma a la salud o la idea de parar la exploración de petróleo.

Cecilia López también ha tenido diferencias sobre la estrategia para adquirir tierras para la reforma agraria, porque considera que podría rayar en la expropiación.

Hasta ahora la respuesta de Petro había sido escuchar esos reclamos y resolverlos en privado. Pero su discurso ayer en Valle del Cauca mostró otro tono. Cuando estaba hablando de los artículos del Plan de Desarrollo que permitirían comprar tierras para la reforma agraria, se detuvo y miró a la ministra Cecilia López, que estaba sentada a su derecha.

“Comprarla sin expropiarla, ministra. Sin expropiarla”, dijo Petro.

Las fuentes más cercanas al presidente coinciden en que su paciencia, y por ende su espíritu conciliador, se está agotando. “Él aguanta, pero también sabe cuánto aguanta. Y llega un punto en el que revienta”, dijo una de las fuentes.

Y el propio Petro dejó entrever en su declaración en Valle del Cauca que cambiará el tono de su gobierno. “Ya no podemos esperar más. Le dijimos al pueblo del estallido social que esperara a las urnas. Pero ahora están burlando la decisión de las urnas”, dijo.

Todo apunta a una cirugía profunda del gobierno. Una en la que Petro busca más lealtad.

Estudié periodismo en la Universidad de Antioquia y allí hice un diplomado en periodismo literario. Antes cubría el poder en Antioquia para La Silla. Trabajé en El Colombiano y fui subeditor del impreso de El Tiempo. En 2022 participé en el libro 'Los presidenciables' de La Silla Vacía y en 2020...