Al ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, no lo quieren en el cargo los congresistas del Pacto Histórico, pero sí lo quieren mantener los de los partidos tradicionales. La paradoja marca los 100 días de gestión del funcionario encargado de la política, al que el presidente Gustavo Petro le encomendó la tarea de recomponer la relación con el Congreso, que él mismo rompió.
A Velasco sus detractores del Pacto le achacan que el gobierno haya perdido las presidencias del Senado y de comisiones importantes. Además, se quejan de que no los escucha, no los cita, ni les marca el camino a seguir. “La relación entre la bancada del Pacto y el ministro Velasco no existe”, dice un representante a la Cámara del Pacto que pide no mencionar su nombre para no pelear con el ministro.
Mientras que los tradicionales que buscan rodear a Velasco dicen que los golpes en las presidencias no son responsabilidad de él, sino del desorden del gobierno, de la relación con otros ministros y la resistencia a congresistas del Pacto. Y que si bien es prematuro hablar de una recomposición de la coalición, en estos tres meses el ministro sí ha sentado bases para buscar una nueva mayoría con votos de las bancadas del Liberal, La U y el Conservador.
En medio de todo, Velasco maniobra en el Congreso con la expectativa del “acuerdo nacional” que planteó el presidente Petro de nuevo el 7 de agosto. Que, en sus palabras, le “puede dar sentido a las reformas sociales”. En la práctica esa expectativa ha metido en el congelador el trámite de las reformas a la salud y la pensional, y la presentación de la laboral.
Ese viraje se empezará a aterrizar la otra semana en una reunión en Casa de Nariño con la bancada de La U, a la que es muy posible asista el presidente Petro.
El cruce de cables en el gobierno: “Cualquiera menos Angélica”
El ministro Velasco ha sido víctima de sus propias confianzas. Un día antes de la instalación del segundo año legislativo, el 20 de julio, le dijo a La Silla que tenía cómo demostrar mayorías en el Congreso después de un intenso trabajo de diálogo con las bancadas durante el receso.
Señaló que la muestra de ese nuevo organigrama se iba a ver en la definición de las mesas directivas para el segundo año. “Si nosotros logramos que se cumplan los acuerdos de nuestros amigos que aspiran a las presidencias de Cámara y Senado, pues ya comienzan a concretarse esos acuerdos”, dijo.
Un día después, el balance fue agridulce. El liberal Andrés Calle, cercano al presidente Petro, barrió en Cámara. Pero en el Senado ganó Iván Name, el que querían los partidos independientes y de oposición, y no Angélica Lozano, que fue la carta final del gobierno Petro.
La escena del ministro derrotado, que saludó esquivamente a Name sin esperar su discurso y luego salió del recinto, sin despedirse, en medio de caras de enfado de algunos senadores del Pacto, fue diciente.
#20dejulioLSV Y así sale el ministro del Interior @velascoluisf uno de los derrotados del día. Saludó tímidamente a Name y salió. Otros ministros entendieron la frustración cuando pasó. pic.twitter.com/QCZVbDfQai
— La Silla Vacía (@lasillavacia) July 21, 2023
El trasfondo es que fue más que una derrota de Velasco. Senadores que votaron por Name, en contravía de lo que quería Petro, le dijeron a La Silla que se trató de una combinación de varios factores.
El primero, el desorden del propio gobierno. Por ejemplo, cuando varios senadores de La U, que aún mantienen puentes con Casa de Nariño, preguntaron qué estaba pensando Petro para la presidencia del Senado, los mensajes fueron ambiguos.
El ministro de las TIC, Mauricio Lizcano, quien está buscando apadrinar a La U, les dijo días antes de la elección a varios que la orden era “cualquiera, menos Angélica Lozano”. Con eso, le dijeron dos senadores de La U a La Silla, entendieron que no habría problema en apoyar a Name.
Pero el día de la elección, Lizcano volvió a aparecer para decir otra cosa. Que la orden era con Lozano por orden de Petro. “Cuando Lizcano aparece otra vez, ya la gente se había comprometido con Name, que es un tipo que la plenaria respeta. También es que lo de Angélica generaba rechazo porque no se ve bien que tengan al tiempo dos poderes tan grandes: la alcaldía de Bogotá y la presidencia del Senado”, le dijo a La Silla, un senador de La U.
De esa movida de Lizcano ya le llegó razón a Petro, según nos confirmaron dos senadores y dos funcionarios de Casa de Nariño. Situación que llevó a Petro a hacerle un llamado de atención a su ministro de las TIC.
Al interior de la Alianza Verde también quedó la sensación de que al final otros actores del gobierno no le quisieron dar una mano a Velasco por acción y omisión. Los focos apuntan a Carlos Ramón González, director del Dapre y exdirector del Verde, al que algunos senadores verdes señalan de moverse para ayudar a Inti en la disputa interna del Verde, pero de desaparecer cuando Angélica fue la escogida.
El segundo factor que explica la ascensión de Name, en contravía de lo que confiaba Velasco, es que para unos senadores esa elección sirvió para enviar un mensaje: que el Senado no es la Cámara y allá la negociación es a otro precio.
“Velasco ha ido por partes. Ya organizó la Cámara en estos tres meses, el Senado le ha costado porque acá la gente es diferente. El Senado es con chequeo, si no tiene chequeo no existe. Acá es como Santo Tomás, metiéndole el dedo a la llaga”, dice otro senador Liberal. Esto, en referencia, a que las expectativas de burocracia y representación política para armonizar las relaciones con el gobierno, si bien pasan por la intermediación de Velasco, son más responsabilidad de otros ministerios y de figuras como Carlos Ramón González.
Y un tercer elemento es el del fuego amigo. Dentro del gobierno tiene la certeza de que senadores del Pacto y de la Alianza Verde no votaron por Lozano, si no, por Name. En una reunión con su bancada, Petro hizo ese reclamo y nadie respondió.
El acto de celebración que preparó Name en la oficina de la Presidencia del Senado con vino a la que asistieron senadores del Pacto como Isabel Zuleta y Gloria Ramírez, terminó de alimentar esa sospecha.
Aun con esos elementos en contra, Velasco estuvo cerca de voltear la torta. Con su movida de última hora, Angélica Lozano llegó a los 50 votos, incluyendo unos de La U y unos liberales, frente a los 54 votos de Name. Además de los de oposición, el veterano senador del Verde tuvo apoyos conservadores, liberales y de La U, partidos declarados en independencia.
Pero lo que en ese momento se vio como una derrota del gobierno y que congresistas del Pacto usan como argumento para cuestionar la gestión de Velasco, el propio ministro ha logrado hacer control de daños.
Velasco se ha reunido varias veces con Name, le ha reconocido su estatus y lo ha invitado a hacer parte de los cambios a las reformas. De hecho, el viernes desayunaron por dos horas. Y la relación de allá para acá es menos distante. “Saludo al ministro Velasco, al que además siempre consideré el mejor senador, un senador estadista”, explayó en elogios Name el martes pasado en un debate de la comisión Sexta.
Name es un político tradicional que sabe negociar con los poderes sin rencores.
La relación del gobierno con Name, vía Velasco, ha ido avanzando y de eso hay señales. En medio de una reunión de bancada del Verde, Name dijo que, ante los ruidos de un revolcón ministerial, el partido debería contemplar la posibilidad de pedir un ministerio, según lo supo La Silla por dos fuentes. Lo leyeron como una actitud dispuesta a acercarse a Petro.
Name, igual, tiene varios caminos para llegar a Casa de Nariño. Es cercano a Carlos Ramón González del Dapre, y también a figuras como Jorge Londoño, director del Sena, y ha tenido alianzas con Sandra Ortiz, consejera para las regiones.
En las comisiones las peleas fueron personales
Al ministerio de Velasco también le cuestiona la bancada del Pacto Histórico que el gobierno perdió el control de dos comisiones que, en el papel y por acuerdos, debían ser del Pacto. La más notoria es la Primera del Senado, una que Velasco conoce al dedal porque ahí estuvo varios períodos y fue donde terminó de tejer su cercanía con Petro.
El acuerdo decía que esa presidencia le correspondía el segundo año al Pacto Histórico, quien a su vez postuló a Alexander López. Pero ese plan se vino a pique por una alianza entre al menos 10 senadores liberales, de La U y conservadores (se hacen llamar Los Propios y tienen un chat aparte) que se la jugaron por Germán Blanco. La oposición se sumó para hacer el daño.
No fue una jugada contra Velasco, principalmente. Hubo al menos tres factores más que incidieron, como pasó con Name. El primero es que la figura de Alexander López generó resistencia por la manera en la que manejó la presidencia del Senado tras asumir el cargo que dejó Roy Barreras.
El detonante fue la decisión de López de echar a rodar el nuevo proceso para elegir contralor general, ante el fallo que anuló la elección de Carlos Rodríguez. Porque el 20 de junio, en el cierre de sesiones, 51 senadores de los partidos tradicionales votaron a favor de una proposición que pedía congelar ese proceso hasta tanto no se resolviera la tutela que presentó Rodríguez para recuperar el cargo.
Quien se encargó de recoger las firmas de los congresistas fue Carlos Mario Zuluaga, secretario general de Rodríguez. Buscó a los senadores y representantes cercanos a los que les habían dado cuotas en la entidad.
Pero López hizo caso omiso a esa proposición aprobada y empezó a mover el proceso de contralor con la solicitud de cotizaciones a unas universidades para hacer el concurso de méritos. Aunque el proceso no avanzó más, entre sus colegas de comisión Primera, López quedó mal parado.
El segundo factor condicional de esa elección, es que la comisión votó con dudas. Esa elección se hizo el primero de agosto. Pero dos días atrás, medios como El Tiempo, RCN y Vanguardia empezaron a mover notas sobre posibles cambios en el gabinete, entre los que contaba la posible salida del ministro del Interior, Luis Fernando Velasco.
“Se les dijo a los dudosos: el tipo con el que ustedes llevan tres meses de comunicación se va, entonces ahí no hay nada que hacer. Si se va este man, quedamos a merced de quién, de un tipo nuevo que no conocemos. Ahí tomó más fuerza la idea de que no había nada que hacer porque Velasco se iba”, lo resumió un senador de la comisión que hizo parte de la movida para elegir a Blanco.
El último elemento que incidió en esa pelea es que sirvió para cobrar disputas internas de las bancadas. Al menos en la Liberal, que tiene tres votos en esa comisión, quedó expuesta la tensión entre Fabio Amín y Alejandro Chacón. Este último dijo que en la elección de comisión Primera no había obligación de respetar los acuerdos porque quienes los firmaron, como es el caso de Amín, lo hicieron para sacar beneficio propio y no para dejar bien representadas a las bancadas.
Fue el mismo reclamo que hizo el senador Jonathan Pulido, que se autorreconoce como “Jota Pe”, al decir que no tenía por qué seguir lo que dijeran los demás senadores del Verde que estaban con Alexander López.
Al final, López perdió 13 a 8 votos. Aunque esa votación es secreta, dentro de los 8 votos se dio por contado que estuvo el del liberal Amín. Mientras que Chacón y el otro liberal, Alejandro Vega, inclinaron la cancha por Blanco en alianza con Cambio Radical, el Centro Democrático, La U, los conservadores y el Verde Pulido.
Pero, al igual que como viene sucediendo con Name, Blanco también está tendiendo puentes con el gobierno a través de Velasco. Esta semana sorprendió entre los de la comisión el trámite expedito que el senador conservador le dio a uno de los proyectos claves del gobierno que va a pasar por esa comisión: la reforma a la educación.
Blanco les hizo llegar a los de la comisión una carta con el borrador de la reforma de la ministra Aurora Vergara. “Borrador que me fue socializado por la ministra de Educación Nacional(…) proyecto que viene estructurando y concertando su contenido con la bancada congresional”, dijo. Eso, para ambientar la presentación y discusión formal del proyecto.
Para dos integrantes de esa comisión, fue el mensaje de que Blanco quiere mantener una buena relación con el gobierno, contrario al temor de no haber elegido a López. Blanco también ha dado fe de ese puente con el gobierno. En sus redes publicó la gestión que hizo ante el ministerio de Vivienda para sacar adelante unos proyectos de mandatarios aliados del Atlántico.
VICE-MINISTERIO DE VIVIENDA !!
Ante Felipe Arbouin Gómez Viceministro de Vivienda, Ciudad y Territorio con los Pastores Schultz y Fayad.
Tema: Estructuración Proyecto y Programa de Vivienda masiva en Malambo ATLÁNTICO.
Mierc 9 Agt ???? pic.twitter.com/LLVMXnWrsE
— German Blanco A (@GermanBlancoA) August 9, 2023
“¿Usted cuándo ha escuchado a Blanco hablar mal del gobierno?”, dice un compañero de su bancada.
La Quinta fue contra las ministras
La bancada del Pacto también está molesta por la pérdida de la presidencia de la Comisión Quinta, que se encarga de los temas ambientales. Le correspondía al Pacto, pero a última hora unos liberales, dos curules de paz y unos conservadores dieron el golpe para elegir a Luis Ricardo de paz.
Aprovecharon que, por un lado, los cuatro representantes del Pacto en esa comisión querían ser presidentes y solo hasta el día de la votación se pusieron de acuerdo por Erick Velasco de Nariño. Y, por el otro, que tienen quejas con las tres ministras que deben atender los temas de esa comisión: Minas, Agricultura y Ambiente.
“Le puedo apostar que la mayoría de la Quinta no saben ni siquiera dónde quedan los ministerios, porque ni un tinto han invitado”, se quejó un conservador.
A última hora, Velasco trató de apagar el incendio llamando a los aliados, pero ya era tarde. “El ministro Velasco es un señor, un tipazo, pero es como cuando usted manda un gladiador a la guerra sin armadura. Y los que están al lado no le ayudan”, dice otro integrante de la comisión.
La votación quedó 11-10, pero dentro de Casa de Nariño siente que no fue una derrota porque igual quien quedó es de curules de paz, que son cercanas.
El tortuoso camino del “voto a voto”
Que a Velasco le termine de cuajar la idea de rearmar una coalición de gobierno con los sectores independientes, más allá de la resistencia interna de la bancada del Pacto, va a depender también de que el “computador de Palacio”, termine de reactivarse. Además, la táctica de consolidar una mayoría con congresistas atraídos por acuerdos individuales, luego refrendados con burocracia, riñe con la idea de hacer un acuerdo nacional más amplio.
Como sea, el reclamo por la falta de cumplimiento de los compromisos ya adquiridos es reiterativo entre los congresistas, especialmente de Cámara. En octubre del año pasado, cuando el ministro del Interior era Alfonso Prada, a los representantes aliados les pidieron que hicieran los mapas regionales de las entidades públicas que se podían entregar.
Van desde las direcciones regionales de la Agencia de Desarrollo Rural, Prosperidad Social, Unidad de Víctimas, Dane y hasta el Icbf. Varios congresistas hicieron la tarea con el compromiso del ministerio de que cada viernes iba a haber reuniones para ver qué cambios se podían hacer.
“A unos hasta les sacaron la gente que tenían”, reclama un representante sobre cómo esa estrategia no avanzó.
Velasco ha intentado reactivar el proceso. Pero ahora, son algunos congresistas los que no quieren aceptar por tres razones. La primera es que el país está en ley de garantías y sienten que de poco les sirve que les nombren gerentes de entidades cuando no pueden hacer nombramientos o movimientos hasta que no pasen las elecciones.
La otra es que sienten que los ojos de los entes de control están encima de cualquiera movida rara. El escándalo del Fondo Nacional del Ahorro en el que salieron salpicados varios liberales prendió las alarmas.
Y finalmente está el factor de las elecciones. Congresistas que no se sienten atendidos en el gobierno nacional están jugados a empoderarse con gobernaciones y alcaldías para no depender de la relación con el poder central.
Eso deja a un ministro de la política maniobrando en una especie de limbo: en el periodo preelectoral, sin el apoyo de la bancada del Pacto, con simpatías entre los tradicionales, y ante la expectativa generalizada de cómo cuaja el nuevo acuerdo amplio que propone Petro, pero sin que sea claro exactamente de qué es.