Los congresistas, el Presidente, el ministro Esguerra y los magistrados de las Altas Cortes que cocinaron el engendro de Reforma a la Justicia parecían estar convencidos que dirigen un país de trogloditas. De ignorantes y pasivos que no entienden los altos asuntos del Estado. No sobra decir que semejante opinión de la ciudadanía colombiana no tiene ningún fundamento. Por si lo dudaban, confío que los hechos de esta semana los hayan convencido de su error. Gracias a la vigorosa reacción ciudadana el Presidente reculó, el Ministro se cayó, los congresistas sintieron pasos de revocatoria, los magistrados pasan de agache y todos pagan escondederos a peso. ¡A ver si nos van tratando con respetico, señores!

¿Qué consecuencias traerán esos hechos?

El Gobierno se auto fabricó la primera crisis política de su mandato. Perdió un Ministro, desafió a sus mayorías en el Congreso, acudió a medidas de dudosa legalidad y quedó como un cuero ante la ciudadanía. Es bastante dudoso, para no decir que falso, que el Presidente tenga las facultades para objetar y devolver una reforma constitucional, como ésta de Justicia, a reconsideración del Congreso, que en cambio sí tiene claras facultades para reformar la Constitución.

Si El Presidente logra que el Congreso acepte la devolución y las objeciones será más por acuerdo político que por claro fundamento legal. Con lo cual la jugada de corrección del Presidente depende de pronunciamientos judiciales sobre sus facultades y de la anuencia política de los congresistas.  El Presidente quedó encerrado en su propio laberinto.

Los congresistas sintieron pasos de revocatoria, no sólo de la Reforma sino del propio Congreso, y por eso reaccionaron mansitos ante la descalificación del Presidente. La apuesta de los congresistas será esperar que en este mes de receso la indignación baje, el tema se enfríe, el Presidente se enrede en la legalidad de su jugada, y ellos en ingeniarse la manera de mantener viva la Reforma.

Los congresistas saben que tienen al gobierno por el mango y así se lo harán sentir. En adelante los congresistas bajarán al ritmo y subirán el precio. ¿Para qué correrle al gobierno con lo suyo si éste los deja colgados de la brocha con lo de ellos? La locomotora legislativa del gobierno se acabó.

Los magistrados pelaron el cobre y las Cortes demostraron que de “Altas” tienen muy poquito. Con contadas excepciones, ha sido absolutamente vergonzoso su papel en el trámite de ésta reforma. Superaron a Uribe y los congresistas en darse gabelas y hacerse normas a la medida de sus ambiciones personales. De tal manera pelaron el cobre, que hoy tengo que aceptar por primera vez, que es imposible no conceder algo de razón a quienes se quejan de la falta de garantías y politización de la justicia. La dignidad y credibilidad de las “Altas” Cortes, con excepción de la Corte Constitucional, quedó por el piso. 

La ciudadanía, la academia y los formadores de opinión demostraron una vez más que son el bastión que sostiene y protege nuestra democracia. Sin sus formas de participación y control directo, quienes ostentan las investiduras de representación mangonean la democracia a su antojo y en su mezquino beneficio. Ha quedado demostrado que los representantes electos actuales no corrigen por convicción sino por presión. Por eso el referendo revocatorio del engendro debe avanzar. Este lunes se inscribirá el Comité Ciudadano promotor ante la Registraduría y empezará la recolección de los dos millones de firmas que lo respalden.  

Las grandes perjudicadas de todo este circo son la justicia, que indudablemente necesita una reforma seria, y la ciudadanía que sigue sin tener una justicia garante, pronta y oportuna. El Congreso, el Gobierno y las “Altas” Cortes demostraron que entre ellos son incapaces de hacerla decentemente.

Convocar una Asamblea Constituyente no es una alternativa, pues se elegirían otros representantes igual o peor de irresponsables que los actuales, y además el uribismo, como lo ha anunciado desde siempre, la aprovecharía para posibilitar su reelección e impunidad.

El único camino legítimo y viable que queda es sentarse en la mesa con la ciudadanía y acordar un texto de reforma serio que se apruebe mediante consulta popular en las elecciones del 2014.

No hay que confiarse. El engendro de reforma sigue vivo y sus creadores se darán mañas para tratar de salvar lo que más puedan. Por eso el referendo revocatorio va ó va. Pero la reforma a la justicia que requieren los colombianos sólo saldrá de un proceso concertado y dependiente del voto popular directo, no de las componendas de los representantes derivados.
 

Claudia López actualmente es Senadora y candidata Presidencial de la Alianza Verde. Se graduó de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales en la Universidad Externado, hizo una maestría en Administración Pública y Política Urbana en la Universidad de Columbia en Nueva York, fue fellow de...