Este fin de semana en el Congreso Liberal, Rafael Pardo no sólo asumirá las riendas del Partido, sino unos superpoderes para definir su destino.
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Rafael Pardo recibe hoy el mando del Partido Liberal. César Gaviria no sólo le entrega la responsabilidad de que al partido le vaya bien en las elecciones legislativas, también le delega el timón de las alianzas. |
Este fin de semana en el Congreso Liberal, Rafael Pardo no sólo asumirá las riendas del Partido, sino unos superpoderes para definir su destino.
Pardo debe reorganizar el partido para evitar que la aplanadora uribista los arrase en las elecciones legislativas y tiene en sus manos una decisión crucial: tiene que definir si el partido se queda en el centro o coge hacía la izquierda en esta contienda presidencial. Si los rojos se van a consulta interpartidista, con Germán Vargas Lleras o Gustavo Petro.
Pero Pardo no puede mover el timón si los asistentes al Congreso Liberal no le dan superpoderes. La estatutos tienen que reformarse para que el nuevo jefe de los rojos pueda decidir automáticamente con qué partido aliarse en el 2010, saltándose el requisito de convocar a una convención nacional.
Organizar la casa
Este ex senador y ex Ministro de Defensa de Gaviria, que representa el ala centro del liberalismo, también quiere que en la reunión de hoy voten a favor de un revolcón de fondo en la estructura del partido. Quiere reducir burocracia y centralizar decisiones. Y aunque ya logró el apoyo del serpismo y de parte del samperismo, la base y algunos senadores están molestos.
La senadora Piedad Córdoba ya dijo que algunas de las reformas que quiere hacer Pardo no son democráticas. Criticó, por ejemplo, la supresión de varias secretarias autónomas, como la que se encargaba del tema de minorías étnicas, sindicatos y campesinos, y la concentración del poder en un comité ejecutivo nacional, compuesto por figuras representativas del partido nombradas por Pardo.
Pardo también quiere que los tribunales disciplinarios sean reformados para que el partido pueda castigar son celeridad a los traidores. Los concejales y diputados rojos que apoyen a candidatos al Congreso y a la Presidencia de otros partidos podrán ser sancionados por los mismos directorios. Esto hará que los políticos locales vean un costo real en traicionar al partido, que antes no existía pues los casos de indisciplina pasaban a unos tribunales independientes que se demoraban meses resolviendo cualquier caso.
Con el cambio de estatutos que quiere Pardo, la elección del nuevo Secretario General del liberalismo, que hasta hoy era José Noé Ríos, estaría en sus manos y no sería objeto de una votación interna como se venía haciendo.
Lo que viene después
Si Pardo logra superar la oposición de algunos sectores y salir con todos los poderes con los que sueña, puede llevar el barco liberal en tres direcciones. Un horizonte sería llegar sin alianzas a la primera vuelta. Otro hacer alianza con el Polo, en una consulta interpartidista con Gustavo Petro. Un tercer camino sería preferir el centro y hacer una consulta con Germán Vargas Lleras, para decidir ahí un candidato único a la primera vuelta. Un cuarto sería una mezcla de todo, primero hacerse contar con Vargas Lleras y si Pardo queda como candidato único, buscar la adhesión del Polo antes de la primera vuelta.
Los dos extremos, el aliarse sólo con la izquierda o sólo con el centro, tienen sus costos.
Si el liberalismo va a una consulta interpartidista con Gustavo Petro, puede ganar y quedar como el candidato de esta coalición a la Presidencia. Pero estar con el Polo podría llevar a Pardo a sumar más debilidades que fortalezas, pues como dice Rudolf Hommes en su columna del viernes 11 de diciembre, quedaría a un extremo de la polarización que no le permitiría sino sumar votos antiuribistas. “Dejaría sin alternativa a los que dicen estar con Uribe pero ya anhelan cambio o le temen a un tercer período”, dice el columnista.
Así la alianza sea con Petro y no con Jaime Dussán o Iván Moreno, quienes representan la vieja izquierda del Polo, al liberalismo le tocaría empezar a cargar con estigmas que varios sectores de opinión tienen contra la izquierda: los costos de las denuncias de clientelismo en Bogotá y la cercanía del Polo con Hugo Chávez.
Si Pardo decide llevar al liberalismo al puro centro, a través de una consulta interpartidista con Cambio Radical, Germán Vargas Lleras lo podría derrotar. Este ex senador lleva más de ocho años construyendo una maquinaria a nivel nacional de ex militantes liberales, que se irían con él y no con Pardo. Sin embargo, si el trapo rojo logra sobreponerse y Pardo queda, le iría mejor que con el Polo. Podría sumar votos uribistas y antiuribistas y entrar a competir por los votos del centro, donde encontraría como competidores a Sergio Fajardo y a los “Trillizos” si al fin lanzan candidatos.
El último escenario, el mixto que incluye al Polo y a Germán Vargas se le ocurrió a el ex Presidente Ernesto Samper en su última entrevista en El Tiempo. Es el escenario que le conviene a él personalmente, pero es irreal. Si Pardo le gana la consulta a Vargas Lleras no podría armar ninguna alianza posterior con el Polo, simplemente porque la maquinaria de Cambio Radical se le retiraría.
Samper cuando habló de ese escenario pensó con el deseo. Su cercanía a Carlos Bula, quien al fin no se quedó con la Presidencia del Polo, y con la Alcaldía de Samuel Moreno, lo harían protagonista de cualquier acercamiento entre el Polo y el liberalismo. Y por eso le gusta imaginárselo.
Pero antes de la elección de cualquiera de estos caminos Pardo tiene que ganarse sus superpoderes en el Congreso Liberal. El lunes se sabrá si tiene la varita mágica para darle un vuelco a su partido.