Juan Manuel Galán y Carlos Amaya

La pelea empezó cuando Juan Manuel Galán, candidato presidencial del Nuevo Liberalismo, le pidió una “clarificación” a Carlos Amaya, su compañero de la Coalición Centro Esperanza sobre cuotas suyas en la Alcaldía de Bogotá de Claudia López.

Detrás del enfrentamiento, que se prolongó por varios días, con acusaciones amargas que fueron y vinieron, hay más que egos políticos o peleas sobre mecánica política. Detrás están los intereses electorales en competencia entre el Nuevo Liberalismo y el Partido Verde en Bogotá.

Por eso, más allá de que Amaya y Galán hayan hecho las paces, el tema de Bogotá será un obstáculo para la cohesión futura del centro en un eventual Gobierno o como un proyecto que aspire a perdurar después de 2022.

Por ahora, la pelea tuvo un efecto colateral inesperado. Amaya planeaba retirar su candidatura y apoyar a Sergio Fajardo, reduciendo a cuatro el número de candidatos de centro. Después del ataque de Galán, tomó la decisión de ir hasta el final, según supo La Silla por una fuente de la campaña de Amaya que estuvo involucrada en la decisión.    

Galán saltó sobre Amaya, pero va por Claudia

Juan Manuel Galán se había mantenido al márgen de las peleas políticas en las que habían jugado Alejandro Gaviria, Ingrid Betancourt, Sergio Fajardo y Jorge Robledo. Eso cambió al principio de esta semana. Galán lanzó la mayor embestida política de su campaña contra un rival improbable: Amaya, el exgobernador de Boyacá del Partido Verde, que en las encuestas de la coalición marca en los últimos lugares.

Galán aparece como el candidato que más se acerca a Sergio Fajardo, el líder en las encuestas en la competencia por la candidatura de la coalición Centro Esperanza. Por eso, que se haya centrado en Amaya parecía raro. Galán explicó que se trataba de diferenciarse de otras coaliciones, como el Equipo por Colombia, donde se han ocultado los cuestionamientos a Alex Char. “No estamos de acuerdo con pactos de silencio”, explicó.

Pero el cálculo detrás, según lo reconoció una persona dentro de la campaña de Galán que pidió no ser citada, era ganar terreno frente al partido Verde y los otros movimientos de la Centro Esperanza en la puja por votos del 2022. Al señalar lo que perciben como prácticas políticas cuestionables en la administración de Claudia López, el Nuevo Liberalismo apunta a mover el voto de opinión capitalino, que rechaza las prácticas tradicionales en la política, a su favor.

Amaya era solo el conducto para golpear a la cabeza del Verde en Bogotá: “En el tema de Bogotá todos en la coalición han guardado silencio, incluso Fajardo, a pesar de las denuncias que ha hecho su propio concejal, Martín Rivera, sobre clientelismo. Eso revivió con lo que salió sobre Amaya, y por eso Juan Manuel se movió”, afirma la fuente de su campaña de Galán.

Amaya respondió atacando. Le pidió a Galán que explicara los nombramientos que él, sus hermanos, su mamá y su tía habían tenido durante décadas en diversos gobiernos. Además, ayer le reclamó que varios de los integrantes de su partido, el Nuevo Liberalismo, habían tenido puestos o contratos con la alcaldía de Bogotá, entre ellos su cabeza de lista al Senado, Mabel Lara, con Canal Capital. “Al final, creo que no salió bien, ni para nosotros, ni para la coalición”, le dijo a La Silla otra persona del Nuevo Liberalismo, que pidió no ser mencionada por no estar autorizada para comentar.

Bogotá, el centro de la disputa

En las elecciones a la Alcaldía de Bogotá Claudia López derrotó a Carlos Fernando Galán, que quedó segundo por muy poco, alcanzando una votación de más de un millón de votos.

La elección dejó claro que el apellido Galán tiene una gran tracción en Bogotá, donde tanto Juan Manuel como su hermano Carlos Fernando han centrado su actividad política desde hace años.

Además, esa elección dejó heridas personales. En el tramo final de la campaña, el investigador Ariel Ávila que trabaja en Pares, un centro de pensamiento donde también trabajó en el pasado Claudia López, lanzó una denuncia contra Carlos Fernando Galán. Ávila acusó a la campaña de Galán de beneficiarse de un contrato de la Alcaldía de Enrique Peñalosa, a través de la Escuela Galán. El tema hizo mucho ruido, sin que hubiera una irregularidad detrás. Y sembró un resentimiento entre los Galán contra Ávila y López. Una herida que se refrescó ahora que Ávila es candidato del partido Verde al Senado, y compite contra Carlos Fernando Galán, que está de sexto en la lista cerrada al Senado del Nuevo Liberalismo.

Tras haber revivido por una decisión de la Corte Constitucional, el Nuevo Liberalismo tiene el reto de pasar el umbral de más de medio millón de votos para llegar al Senado. Y en Bogotá está la plaza principal para esa apuesta, además de ser la sede de su lista a la Cámara más fuerte, y empujar la propia candidatura presidencial de Juan Manuel Galán.

Incluso más allá del 2022, la lucha por Bogotá es clave en los planes del Nuevo Liberalismo. “Carlos Fernando Galán se puso de sexto en la lista al Senado, dicen muchos, calculando que no va a quedar y se puede lanzar a la Alcaldía en 2023. A mí no me consta, pero es lo que se dice en el mundo político”, le dijo a La Silla Carlos Amaya.

Carlos Fernando le dijo a La Silla Vacía que su objetivo era salir elegido en su lista, y afirmó que cualquier aspiración futura estaba en el terreno de la especulación. Sin embargo, reiteró que sí es importante para su partido que los miembros de la coalición se pronuncien “sobre los cuestionamientos de clientelismo que se han hecho en la administración de Bogotá”.

Por eso, más allá de que el enfrentamiento entre Amaya y Galán haya terminado en un intercambio de acusaciones de tono personal, de fondo tiene una rivalidad política no resuelta dentro de la coalición Centro Esperanza por los votos de Bogotá. Esa rivalidad quedó planteada mucho antes de este enfrentamiento, cuando el Nuevo Liberalismo tomó la decisión de no unirse a la apuesta parlamentaria de la coalición, y lanzó listas separadas al Congreso. Lo que al inicio fue una dispersión del centro, es hoy una división de largo plazo.  

Desde el 2021 soy el editor general de La Silla Vacía. Estudié filosofía en la Universidad Nacional, luego hice una especialización en periodismo en Los Andes y una maestría en comunicación en la Universidad de Georgetown. He trabajado en TV, radio y prensa.