El abogado Ballesteros: político frustrado, defensor de causas difíciles, delincuente
Lo que en los primeros titulares se informó como una orden imprevista por parte de los magistrados de la Sala Penal -que acababan de escuchar cómo supuestamente Ballesteros intentó sobornar a un testigo- fue en realidad el cumplimiento de una solicitud del Fiscal noveno especializado adscrito a la Unidad Nacional Antinarcóticos y de Interdicción Marítima, Unaim.
El Fiscal logró la orden de captura como parte de una investigación adelantada desde hace varias semanas en conjunto con la DEA. Una de las pruebas recolectadas dentro de ese proceso fue un video que grabaron los investigadores gringos. Eran conversaciones entre Ballesteros y un agente encubierto de la DEA que se hacía pasar por un familiar del exparamilitar David Hernández, que supuestamente estaba negociando a nombre de él. Como Hernández es el testigo clave en el proceso que la Corte le sigue al exsenador Gil por parapolítica, el abogado le pedía cambiar su versión y acusar al magistrado Iván Velásquez de presionarlo para dar el testimonio en contra.
La intervención de la DEA se dio porque hace parte del proceso que en Estados Unidos se adelanta contra Carlos Mario Jiménez, alias “Macaco”, y dentro del cual la versión de Hernández también es clave.
Después de un par de reuniones, el agente encubierto y el abogado lograron un acuerdo y el supuesto familiar debía ir ayer a la oficina de Ballesteros para asegurarse de que estaba la plata, que sería entregada después del testimonio de Hernández en la audiencia de Gil. En vez de un familiar, llegó la Fiscalía con una orden de allanamiento.
Mientras tanto, a la Corte llegaron miembros de la Dijín, que tenían la orden de captura contra Ballesteros. Y se lo llevaron ante un juez de control de garantías que legalizó la captura.
El video había llegado anticipadamente a la Corte Suprema, pero la presidente de la Sala Penal, María del Rosario González, no lo vio sino hasta que el magistrado Fernando Castro ordenó poner el video. La intervención más importante de los magistrados de la Corte fue el rechazo a las solicitudes de Ballesteros de que se interrumpiera el video. Ellos también fueron sorprendidos.
El testimonio, el video y la captura fueron un “show” que sorprendió a todos los presentes en la audiencia contra el exsenador Luis Alberto Gil, porque nunca había ocurrido algo así. Pero mucho más sorprendió a quienes conocían a Ramón Ballesteros como político, abogado, manzanillo y hasta ‘lagarto’, pero no como delincuente.
El cambio de frente
Hasta 2008, la vida pública de Ramón Ballesteros había transcurrido por el lado de la política. Es abogado de la Universidad Autónoma de Bucaramanga y tiene especializaciones en derecho público, derecho empresarial y democracia e instituciones políticas.
Comenzó como activista del Frente Liberal Auténtico, FILA. Y de allí pasó a las toldas del Liberalismo, siempre de la mano del gobernador Horacio Serpa, de quien está distanciado hace unos años aunque no se conocen las razones. En el Partido estuvo a cargo del área de sectores sociales.
También es amigo de la exsenadora Piedad Córdoba con quien compartió durante muchos años el discurso de izquierda y social-democracia.
Luego, fue elegido concejal de Bucaramanga e intentó aspirar a la Alcaldía, pero no lo logró. Tampoco obtuvo el triunfo cuando aspiró al Senado en una campaña en que cargaba un metro con el lema “un candidato con altura”.
Después de sus infructuosas campañas, Serpa, como Ministro del Interior de Ernesto Samper, lo nombró su Secretario General. Y luego hizo parte de sus cuadros directivos durante su campaña presidencial. Su más reciente actividad política fue la de tesorero del exfiscal Alfonso Gómez Méndez, en la campaña que hizo como precandidato liberal a la Presidencia en 2010.
Dicen que es muy amigo de Mario Iguarán y esto podría explicar que durante la gestión del exfiscal su esposa Lucía Mejía, que es contadora, fue nombrada Jefe de Control Interno, cargo que todavía ocupa.
En su papel de abogado
Sólo hasta comienzos de 2008 su nombre empezó a sonar fuera de Santander, cuando asumió la defensa de la mánager de mujeres ‘pre-pago’ Consuelo García, conocida como Madame Rochy, quien fue demandada por la modelo Natalia París. París se declaró calumniada cuando su nombre se relacionó con el de las prepagos que trabajaban para los narcotraficantes antioqueños.
Y luego se hizo un abogado ‘mediático’. La defensa de Yidis Medina le permitió dar ese paso. Tan pronto como salió al aire la entrevista que Daniel Coronell le hizo a la excongresista, donde confesó que le habían dado prebendas para votar a favor de la primera reelección, Ballesteros comenzó a representarla. Tanto en sus causas penales como en las disciplinarias.
El año pasado asumió también la defensa de Nicolás Castro, el estudiante que fue denunciado penalmente por escribir en Facebook que él también mataría a Jerónimo Uribe, hijo del expresidente Álvaro Uribe, aunque su defensa siempre dijo que él solo se unió al grupo y que no lo armó. Y también apareció en la lista de abogados que asesoraban a la pirámide DMG.
En los círculos de abogados, Ballesteros era conocido por defender causas difíciles y antiuribistas.
Por ello cuando a mediados de 2009 anunció que asumía la defensa del exsenador Luis Alberto Gil, jefe de Convergencia Ciudadana, un partido que está casi todo en la cárcel por la parapolítica, dio todo un giro a la derecha.
Por ello perdió varios de sus casos en Santander de gente que odiaba al ‘Tuerto’ Gil y también la columna semanal en el diario Vanguardia Liberal que era una muy buena vitrina. Hasta el momento que decidió asumir su defensa, la mayoría de las columnas que durante dos años había publicado Ballesteros en el diario santandereano atacaban a Convergencia Ciudadana y a uno de sus máximos representantes, el coronel (r) Hugo Aguilar, quien era en ese momento Gobernador de Santander. Por eso asombró a sus conocidos con la noticia de que asumía la defensa de Gil, el gestor de Convergencia, investigado por la Corte Suprema de Justicia dentro del proceso de la parapolítica.
Y no sólo fue el hecho de que defendiera a quien pertenecía al partido que criticó durante casi dos años en su columna semanal del diario Vanguardia Liberal. Además, Ballesteros se convertía en defensor de quien era el acusador de su principal cliente, Yidis Medina.
Gil fue el político que denunció a la excongresista Yidis Medina por su presunta participación en un secuestro, pero antes de eso, Yidis lo había denunciado por los presuntos nexos del exsenador con los grupos paramilitares en el sur de Bolívar. Ballesteros terminó defendiendo a ambas partes.
Desde esa época prácticamente no se volvió a ver por Bucaramanga.
Una corta carrera
Para algunos de sus defendidos, Ballesteros mostró gran habilidad, pero después de acercarse a Gil abandonó varios casos. Uno de ellos fue el del estudiante Castro, que dejó tirado después de conseguir que le dieran casa por cárcel pero que aún no termina. También dejó los casos que la Fiscalía adelanta contra Yidis por secuestro.
Un colega asegura que en estos dos casos uno de los factores del abandono fue el económico, pues la tarifa que estaba cobrando ya era muy alta. Sin embargo, no lo decía de frente sino que argumentaba cualquier otro tipo de razones.
Era visto por algunas personas que trabajaron con él como una persona ambiciosa pero lejana de maniobras dilatorias, sobornos o manipulación de procesos. Uno de esos juristas aseguró que siempre le pareció “un abogado valiente, que se enfrentaba a personas muy poderosas y aceptaba procesos muy complicados”.
Ballesteros aceptó anoche su responsabilidad ante un Juez de Garantías por el delito de soborno y admitió que lo dicho dentro de la investigación es cierto, pero que no es cierto que él pertenezca a una organización criminal.
Ahora, Ballesteros está en los calabazos del DAS, buscando un abogado que lo represente, como él lo hizo con el exsenador que defendió por más de un año. Podría pagar una pena de entre cuatro y ocho años de cárcel, aunque por aceptar cargos podría tener una rebaja en la condena de hasta la mitad.