Con el desminado, las Farc tiene como mostrar hechos y no palabras. Pero falta un largo trámite para que su organización ‘Humanicemos’ pueda operar.
Las Farc están en plena campaña para volverse un partido político deseable, como lo demuestran sus recientes videos en los que se muestran como la opción para reformar el sistema de salud y se montan al bus de la anticorrupción. En ese contexto, ‘Humanicemos’, la organización de desminado que están creando y que tendrá 1200 exguerrilleros, les abre una puerta para mostrar que ese cambio no son solo palabras sino también hechos.
El lío es que el desminado, que es uno de los caminos más cortos para mostrarlo, se está chocando con los problemas de enfrentarse con la burocracia de la vida en la legalidad.
Y es que antes de que ‘Humanicemos’ pueda desminar, tiene que cumplir con los requisitos de cualquier operadora de desminado, que van desde que todos sus miembros tengan cédula hasta pedir permisos para acreditarse, mostrar que su gente está capacitada y contar cómo se va a financiar.
Ese golpe de realidad se suma a otros que han vivido las Farc, como cuando a su dirigente Pastor Álape le dio malaria y se demoraron horas en atenderlo en un hospital de Bogotá o a que no han podido capacitar a los guerrillos que deben censar a sus compañeros en las zonas veredales porque tienen órdenes de captura vigentes.
La importancia
Como el desminado fue el primer aterrizaje de La Habana, pues mucho antes de cerrar la negociación Gobierno y Farc arrancaron a desminar en Briceño (Antioquia), que ahora las Farc tengan su propia organización para seguir desminando es una forma en la que pueden ganar legitimidad política.
Pueden ganarla en los territorios en los que tienen base social porque la organización entraría a operar en algunos de los municipios donde están las zonas veredales.
De hecho, La Silla supo que la idea es que ‘Humanicemos’ se encargue de ayudar a desminar 16 de los 26 municipios que tienen zonas veredales, incluyendo Anorí, Dabeiba y Remedios en Antioquia, Caldono y Buenos Aires en Cauca, San José del Guaviare en Guaviare e Icononzo en Tolima. Aquí publicamos el listado completo (link).
Desminar allí también puede ayudarles a cambiar su imagen por fuera de esos territorios, pues la imagen de un guerrillero que en vez de estar armado se dedica a desenterrar minas encaja en su estrategia de mensaje de “paz con justicia social” que usan en sus recientes videos.
Además de ese potencial político, el desminado puede ser una de las penas alternativas que paguen los guerrilleros que vayan a la Jurisdicción Especial de Paz. Y por eso, al final, va ser una forma de mostrarse como una organización de excombatientes que está ayudando a sacar las minas que sembraron, una acción concreta que tiene efectos simbólicos y puede ser reparadora para las víctimas de minas.
Lo que reconoce una persona que pertenece a ‘Humanicemos’ y que pidió no ser citada porque “apenas estamos organizándonos”, es que aunque la expectativa del Estado es que con las Farc van a poder desminar más rápido porque fueron quienes las sembraron en muchos sitios, la guerrilla no tiene mapas de todos los territorios que minaron.
“La guerra no dio tiempo para eso”, nos dijo. “En unos casos tenemos nuestra memoria, en otros los datos”.
Así que el proceso de desminado puede ser lento, y además a ‘Humanicemos’ le falta todavía para llamarse organización de desminado civil.
Lo que hay por ahora de ‘Humanicemos’
‘‘Humanicemos’ tiene que hacer el mismo proceso que cualquier otra ONG para operar y eso arranca por capacitar a su gente.
La Silla supo que diez excombatientes ya están listos para explicarle a otros compañeros qué es el desminado humanitario y así animarlos a que se metan a ‘Humanicemos’.
Eso gracias a que completaron un taller de dos semanas en Bogotá, que les dictó la Dirección para la Acción Integral contra Minas Antipersonal (Daicma), la oficina de Presidencia encargada del tema.
Aunque ese es un primer paso fundamental, ahí ya vivieron un golpe de realidad: inicialmente iban a ser 14 los que recibirían el curso, pero cuatro no pudieron entrar porque no tenían ningún documento de identidad.
En todo caso, la idea es que esas diez personas viajen a las zonas veredales en los próximos días a contarles lo que aprendieron y a capacitar a los guerrilleros que voluntariamente quieran entrar a ‘Humanicemos’.
Eso todavía no ha ocurrido porque el permiso para que viajen a las zonas depende de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, y ésta ha podido entregarlo porque la Unidad Nacional de Protección todavía les ha asignado los protocolos de seguridad para que viajen. Y, como son ex combatientes, sin esos protocolos no pueden viajar.
Cuando puedan ir a las zonas a formar más desminadores, empieza otro largo proceso.
Según le explicó a La Silla una persona que hace parte del sector y que nos pidió no ser citada porque hablar ahora puede obstaculizar todo el proceso de ‘Humanicemos’, “ellos son unos berracos en minar. Pero no es desminar y capacitar a una persona para que lo haga no es algo de un día para otro’.
Es decir, todavía falta toda la capacitación técnica para que los ex guerrilleros sepan reconocer las minas, saber dónde pueden estar, demarcar un territorio, etc.
Fuera de eso, el próximo lunes otros diez ex combatientes que hacen parte del grupo que está creando de ‘Humanicemos’ van a recibir otra capacitación, la administrativa. Gente del Centro Internacional de Desminado Humanitario de Ginebra (Gichd por sus siglas en inglés) les va a contar cómo se monta una organización de desminado.
El jefe guerrillero Pastor Alape le contó a La Silla que apenas están sacando los papeles para constituirse como organización y que cuando fueron a sacar la personería jurídica ante la Cámara de Comercio no pudieron porque los representantes de las Farc que fueron a hacerlo tenían contraseña en vez de cédula.
“Estamos encontrándonos con las trabas de un estado ineficiente y de funcionarios que no se sienten funcionarios, sino dueños del poder”, dijo a La Silla.
El largo trámite para lograr el permiso
Luego de capacitar a su gente, ‘Humanicemos’ tiene que acreditarse ante el ministerio de Defensa y luego certificarse ante la OEA.
Hoy en Colombia, fuera de los militares (quienes se resistían a compartir esa tarea con civiles se firmó el acuerdo en La Habana para comenzar a desminar hace dos años) hay siete ONG certificadas. Su proceso para lograrlo no fue fácil.
Como le explicaba a La Silla el director del Daicma, Sergio Bueno, dentro de los compromisos que tiene Colombia desde que firmó la Convención de Ottawa que prohíbe las minas y obliga a los países a eliminarlas están cumplir con estándares de acreditación internacionales para hacerlo.
“Aquí no podemos tener excepciones. Los de ‘Humanicemos’ van a pasar tal cual por el mismo proceso y, luego de acreditarse, la Organización de Estados Americanos (OEA) tiene que certificarlos”, dijo Bueno a La Silla.
Son varios los requisitos para acreditarse en un proceso de varios pasos y mucha tramitología.
El primero es obtener el visto bueno de la Instancia Interinstitucional de Desminado Humanitario (Iidh) que revisa los múltiples documentos que tiene que presentar la organización, incluyendo una manifestación de que está interesada en desminar; declaraciones de que conocen los estándares nacionales de desminado, de que no van a contratar menores de edad, y de que sus recursos no vienen ni de lavado de activos ni de narcotráfico; o fotocopias de las cédulas de los representantes legales.
La Iidh hace una revisión formal de los papeles administrativos, que puede ser rápida (inicialmente tiene diez días hábiles para hacerla), pero también una de fondo de los documentos técnicos (los protocolos de cómo va a desminar que muestran el paso a paso para hacer un despeje con perros o de cómo va a señalizar un terreno, por ejemplo), en la que es usual que haya un debate sobre los asuntos técnicos. Por eso, en este paso se van mínimo dos meses.
Si la IIdh aprueba, el ministerio de Defensa luego saca un documento de acreditación que no permite desminar pero sí deja que la organización pueda buscar cooperantes que le financien el trabajo y pedirle al Daicma que le asigne zonas para hacerlo.
Mientras tanto, el trámite pasa a la Comisión Intersectorial para la Acción Integral contra Minas, la máxima autoridad del tema, que aprueba lo que hizo la Iidh.
Aunque ese es un trámite formal, puede tardar porque depende de cuándo se sienten sus miembros (que incluyen tres ministros y otros altos funcionarios) o sus delegados y den su chulo.
Con ese permiso la Organización está casi a punto de desminar, pero todavía le falta: tiene que decirle al Daicma que están listos para que les evalúen su personal y su capacidad para desminar. En ese paso, que técnicamente se llama “evaluación de la capacidad operacional”, la organización presenta su plan de entrenamiento y la OEA califica al personal, revisa si está bien entrenando y da el permiso final para arrancar a operar.
En eso se demora mínimo dos meses.
Por eso las cinco ONG extranjeras (The Halo Trust, Handicap International, Ayuda Popular Noruega, APN, Perigeo y el Grupo Danés de Desminado, DDG) y las dos colombianas (Campaña Colombiana contra Minas y Asociación Colombiana de Técnicos y expertos en Explosivos e Investigadores de Incendios, Attex) que están certificadas se demoraron hasta dos años en el proceso.
Eso fue lo que se demoró Halo Trust, una de las organizaciones de desminado humanitario más grandes del mundo y la primera en lograrlo en Colombia; a Handicap le tomó 10 meses ; y a la Campaña Colombiana Contra Minas 9 meses.
Según Bueno han venido acortando los tiempos para que la acreditación sea más rápida y la italiana Perigeo lo logró en apenas dos meses.
Con ‘Humanicemos’, según Bueno, todavía no se puede hacer un estimado de cuánto se puede demorar. “Todo depende de que presenten los papeles bien y para eso los estamos asesorando”.
Ahí sí, luego de ese largo proceso, la organización puede empezar a desminar, aunque su acreditación sólo tiene vigencia de un año y luego le toca renovarla.
Por eso es que a ‘Humanicemos’ le falta un largo trecho entre el momento en que le presenten la solicitud a la Iidh y el día que puedan mostrar la foto de un ex guerrillero que desactivó una mina, a pesar de que tienen la expectativa de arrancar a operar en cuatro meses. Al final, superar todo este proceso también será acostumbrarse a la vida contemporánea con sus trámites, sus filas y su burocracia.