Vargas Lleras y Fajardo no participaron en el evento para hacer política tradicional en las regiones con sus candidatos al Congreso.

El detrás de cámaras del debate

Organizar un debate presidencial es como cuadrar a cuatro micos para una foto. Eso nos lo advirtieron desde que arrancamos hace mes y medio a organizar el evento de hoy. Pero no sabíamos qué tan cierto era ese adagio.

La idea de organizar el primer debate presidencial de la campaña surgió de una serie de conversaciones con Congreso Visible, el grupo de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad de los Andes encargado de hacerle seguimiento al trabajo legislativo del Congreso.

Ante la parálisis provocada por el suspenso de la decisión sobre el referendo, pensamos que era importante que los ciudadanos comenzaran desde ya a tener un foro de alto nivel para escuchar las propuestas de los candidatos. Y que aquellos que habían corrido el riesgo de lanzarse al ruedo político encontraran un espacio neutral para plantear sus ideas para el país.

Junto con la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, centro naciente de liderazgo político y de discusión de políticas públicas, que también se sumó a la organizaciónd el evento, debatimos el criterio para invitar a los candidatos. ¿Invitamos a los que van punteando en las encuestas? ¿A todos, incluyendo los que son desconocidos? ¿Es justo que un candidato debata al lado de cuatro precandidatos de otro partido?

Finalmente decidimos que el criterio más transparente era invitar solo a los candidatos oficiales, es decir a aquellos que ya se hubieran registrado como los aspirantes definitivos por sus partidos. Algún mérito tendría que tener lanzarse al ruedo sin esperar si el Presidente va o no va y llevar varios meses de campaña.

La Silla Vacía cuadró la fecha del evento con la mano derecha de cada candidato – Rafael Pardo, Sergio Fajardo, Gustavo Petro y Germán Vargas Lleras – para asegurarnos que todos tenían ese día libre en su agenda y que les interesaba participar.

A los pocos días, los asesores de Gustavo Petro y Rafael Pardo nos confirmaron que sus candidatos asistirían. Los dos asesores más cercanos de Fajardo nos aseguraron que ellos le recomendarían a su candidato ir, que era el tipo de foro que a él le gustaría dada la transparencia de la dinámica, y el que fuera en la universidad donde estudió y enseñó durante una década. Vargas Lleras prefería esperar a estar más cerca del día del evento antes de comprometerse.

Con el sí de la mayoría de los asesores, diseñamos las invitaciones y los afiches y comenzamos la planeación del evento.
Entre la Facultad de Ciencia Política, Congreso Visible, la Escuela de Gobierno y La Silla Vacía discutimos las preguntas, las reglas del juego y el set de panelistas que le contrapreguntarían a los candidatos. Descartamos aquellos profesores que podrían tener nexos con alguna de las campañas o ser percibidos como más cercanos de un candidato que de otro y nos quedamos solo con cuatro expertos cuya neutralidad nadie pondría en duda.

Arrancamos el año. En La Silla Vacía comenzamos a reconfirmar a cada uno de los candidatos. Pardo y Petro seguían firmes. El asistente personal de Fajardo nos dijo que todavía no quería importunar a su candidato que estaba descansando en vacaciones pero que era optimista de que allí estaría en Los Andes el día del debate. Vargas Lleras estaba en el Festival de Blancos y Negros en Pasto y todavía no confirmaba. Estabamos a 5 de enero, 15 días antes del debate.

Estudiantes vs. votos regionales

La semana pasada, la campaña de Fajardo nos avisó que el candidato no asistiría al debate. ¿La razón? No se había enterado. El gerente de la campaña y su asistente personal no le habían dicho durante el mes que estuvimos en contacto y él ya tenía planeada una gira por Antioquia con su candidata de la Selección Colombia Beatriz White. No la iba a cambiar, pues su agenda con sus candidatos al Congreso era inmodificable.

Nos parecía difícil de entender que con dos semanas de anticipación y a dos meses y medio de las elecciones legislativas, no pudiera modificar una mañana de un acto político más para asistir a un debate de ideas programado hace mes y medio, pero fue imposible que cambiara de opinión.

Aunque no perdíamos la esperanza de que con las llamadas de sus colegas universitarios Fajardo se arriesgara a medir sus propuestas con las de los demás candidatos, la desilusión fue compensada con la confirmación de parte del candidato de Cambio Radical de que sí acudiría al debate. Se lo dijo personalmente al director de la Escuela de Gobierno. Con tres candidatos teníamos garantizada una discusión interesante.

Hicimos el ensayo técnico en Los Andes, repasamos las preguntas, probamos los equipos para hacer la transmisión en vivo. Más de 800 estudiantes se habían inscrito para asistir. Y por lo tanto, la universidad abrió un nuevo salón para transmitir por el circuito cerrado el debate para que las personas que no habían logrado inscribirse lo pudieran ver.

El lunes (hace dos días), sin embargo, el asesor de Vargas Lleras lo excusó de asistir. Alejandro Delima iba a lanzar su campaña para la Cámara de Representantes en Cali y el candidato de Cambio Radical lo quería acompañar. “¿Pero ya nos confirmó hace unos días que vendría el evento?”, le dijimos. La política regional es crucial en este momento, fue la respuesta.

Así perdimos entonces a Germán Vargas, el candidato que más ha trabajado en sus propuestas programáticas (ver artículo), y a Sergio Fajardo, el candidato que le apuesta a conquistar a los jóvenes con una forma de hacer política diferente (ver artículo).

Afortunadamente, tanto Rafael Pardo como Gustavo Petro dijeron que ellos sí asistirían al debate porque se habían comprometido y porque les parecía importante que la gente oyera sus propuestas, las discutiera y las comparara. Al fin y al cabo, de eso se trata una campaña en una democracia.

Hoy será el debate, de las 10 a.m. a las 12 p.m. en el principal auditorio de la Universidad de los Andes y lo transmitirémos en directo en La Silla Vacía y vía twitter.  Será un debate para conocer mejor tanto a los que participaron, como a los que faltaron.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...