Fue la primera gran obra entregada en su gobierno. El presidente Gustavo Petro inauguró hace un mes el tramo provisional de la vía Panamericana, construida tras el derrumbe que desconectó al Cauca del resto del país. Llegó al evento con una paleta roja y verde con las señales “pare” y “siga” para dar él mismo el paso a los camiones.

Petro describió la obra como un ejemplo de eficiencia. “Esta es una obra hecha muy rápidamente. Permite un flujo muy eficaz a 45 días del desastre (…) Las emergencias traen cosas malas, pero también cosas buenas. La crisis es lo que permite saltar hacia adelante”, dijo.

Pero en la ejecución del contrato de la obra inaugurada por Petro hay un hoyo negro millonario. La Silla Vacía revisó decenas de documentos del contrato, entrevistó a cerca de una docena de involucrados y encontró que hay vacíos, contradicciones e irregularidades en la manera en la que están pagando los 60 mil millones a un megacontratista cercano a la cúpula del poder de transporte.

Se trata de Pedro Contecha, un acaudalado jugador en el mundo de la infraestructura, que tiene lazos de amistad con los funcionarios del Invías y le presta su avión privado varias veces a la semana al ministro de Transporte, Guillermo Reyes. “Cómo no me voy a poner feliz de que el director del Invías sea amigo mío, o que el ministro que nombren sea amigo. La machera. Porque uno tiene entrada para que le solucionen problemas”, le dijo a La Silla Contecha de estos lazos de amistad.

El valor total de la obra, contratada inicialmente para hacer una variante de 1,8 kilómetros, fue cuestionada por una funcionaria del Invías que advirtió que la emergencia valía la mitad. Y que renunció cinco días después sin que sus comentarios fueran atendidos. Además, los soportes con los que el contratista ya cobró 7 mil millones de pesos no coinciden.

Al frente de la emergencia vial en el Cauca está el director del Invías, Juan Alfonso Latorre, nombrado por el presidente Petro en diciembre. Latorre llegó al cargo apoyado por Ricardo Roa, el hombre de confianza de Petro, que fue su gerente de campaña y esta semana llegó a la presidencia de Ecopetrol.

Latorre decidió entregarle el contrato del Cauca (con la figura de urgencia manifiesta, que permite contratar directamente) a Ingeniería de Vías, una empresa de Contecha, un contratista que ha hecho millonarias carreteras en todo el país y está nombrado como uno de los involucrados en el entramado de corrupción por el que está en juicio el exsenador Richard Aguilar.

Contecha es amigo personal del director Invías. El contratista estuvo en un homenaje que le hicieron a Latorre en el Meta para celebrar su nombramiento en el Invías. Allí Latorre describió a Contecha como su “gran amigo”. Tres semanas después le dio a Contecha el millonario contrato en el Cauca.

El hoyo negro en la contratación de la Panamericana

El 9 de enero se fue abajo una montaña en el Cauca que enterró 300 metros de la vía Panamericana y dejó incomunicado al sur con el centro del país. La emergencia activó el primer reto de infraestructura del gobierno Petro.

Tres semanas después, el 27 de enero, en el Invías se firmó un contrato por 60 mil millones para atender la emergencia. Días antes, en esa entidad había empezado a circular un documento firmado por la subdirectora de gestión de riesgo, Carolina Barbanti, que advertía que el valor de la obra estaba sobredimensionado.

Barbanti, quien era la experta en atención de emergencias del Invías, decía que, según sus propias estimaciones, la intervención no debía superar los 30 mil millones.

El director del Invías, Juan Alfonso Latorre, le dijo a La Silla que Barbanti se molestó porque él le quitó el manejo de la emergencia y se la encargó a Edgar Jesús Rojas, el director técnico de la entidad.

“Le dije a Edgar: no deje eso en emergencias. ¿Qué confianza le tenía a Edgar? Que acaba de llegar, no venía de la administración anterior como Barbanti”, dice Latorre.

Barbanti no quiso dar declaraciones a La Silla sobre las advertencias. Salió del Invías cinco días después de que se firmara el contrato por los cuestionados 60 mil millones.

Hay dos versiones sobre cómo se tasaron las cantidades de obra para llegar al valor de 60 mil millones que se contradicen entre sí.

La primera, la de Pedro Contecha, cabeza de Ingeniería de Vías. El contratista le dijo a La Silla Vacía en una entrevista que tomaron como referencia una emergencia anterior en Dagua, Valle. Y que el precio del contrato se estimó en reuniones entre él como contratista y los funcionarios del Invías.

“Había unos precios que me habían puesto altos. Yo llevo 40 años y sé lo delicado que es esto. Cuadramos los precios de acuerdo a una emergencia que habían adjudicado en el mes de diciembre (la de Dagua). Los precios yo los asimilé a esa emergencia. Yo no cobré un precio de más”.

El director del Invías, Latorre, reconoce que el contratista ayudó a formular los precios de su propio contrato, pero da otra versión que se contradice con la primera sobre cómo se determinaron las cantidades.

Según él, lo que hicieron fue calcular los materiales con el propósito de que costaran 60 mil millones, porque esa era la disponibilidad máxima de recursos que tenían asignados en la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo (Ungrd) para atender la emergencia.

“Nosotros hicimos una bolsa de dinero para resolver el problema. Eran 64 mil millones de pesos. Estaban destinados para todo Colombia, pero se cae el Cauca y dijimos: usemos eso. Y entonces hacemos un contrato por 64, sin tener diseños, soluciones, ni nada”, dijo el funcionario que dirige esa entidad, que tiene un presupuesto de 5,6 billones de pesos y se encarga de la asignación y supervisión de contratos para la construcción de carreteras y su mantenimiento.

Explicó que como no tenían certeza de cuánta plata se iba a necesitar, entonces preferían pedir un monto alto para evitar adicionar el contrato. O, en su defecto, en caso de que tuvieran que adicionarlo, disponer de más margen porque un contrato puede aumentar su valor hasta un 50 por ciento.

Es decir, a esta obra con alertas de sobrecostos, el Invías podría destinarle hasta 30 mil millones de pesos más, para un total de 90 mil millones.

Esa versión coincide con lo que alertó Barbanti: el precio de la obra no estaba soportado técnicamente y desde el principio se había decidido que fuera por 60 mil millones, según plasmó en una carta que el Invías le confirmó a La Silla que dejó la funcionaria antes de renunciar.

Que el precio inicial de la obra no tenía estimaciones basadas en cálculos reales también quedó claro poco tiempo después de que el contratista empezó a operar.

En el momento en que se firmó el contrato los 60 mil millones alcanzaban para destapar y reforzar los 300 metros de la Panamericana que terminaron enterrados y construir la vía provisional de 1,8 km. Diez días después, el alcance del contrato creció.

Incluyó la construcción de dos vías de 2 km, una provisional que ya inauguró Petro y una definitiva aún en construcción. Además, incluyó el mejoramiento y mantenimiento a dos vías alternas que también permitieran evacuar el tráfico pesado y liviano, de 31 y 99 km. 

Los cambios de planes se dieron en medio de la respuesta del gobierno y el contratista a una emergencia vial. En el Invías aseguran que el pago es por cantidad de obra ejecutada y que por eso no hay riesgos de que se pierda la plata. La lógica es que solo van a desembolsar lo que el contratista pruebe que hizo.

Pero los documentos a los que tuvo acceso La Silla Vacía muestran que eso no es lo que está pasando.

El 17 de febrero, 10 días después de firmada el acta de inicio, el Invías hizo el primer pago a la empresa de Pedro Contecha. Desembolsó 7.504 millones de pesos por trabajos ejecutados, según los documentos oficiales, entre el 6 de febrero y el 15 febrero. En las actas la mitad de esa plata está justificada en excavación y transporte de materiales y tierra.

Sin embargo, los soportes de la interventoría muestran que en ese rango de fechas no tenían ni el equipo ni la gente para hacer lo que dicen que hicieron.

En la bitácora de trabajo de los equipos en la obra están reportados 42 vehículos que pueden transportar material.

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La Silla calculó con un simulador especializado de ingeniería los días que trabajó cada uno, la distancia promedio recorrida (obtenida del total cobrado por transporte de material) y la capacidad de carga de cada vehículo. Es decir, el simulador calcula el tiempo promedio para llenar una volqueta, su capacidad, y el tiempo que se demora recorriendo una distancia y regresando a ser cargada de nuevo.

La cuenta se hizo bajo el supuesto de que los camiones trabajaron 24 horas. Y aún así las cuentas no son siquiera cercanas. El contratista cobró por un 28 por ciento más de la tierra que podía mover.

Las cuentas tampoco dan si el cálculo se hace por conductor. En documentos oficiales hay reportes de 38 conductores contratados. Esa flota de conductores no es suficiente para cubrir los 2 turnos de 12 horas los días que estuvieron activos los vehículos según la bitácora. El desfase se ve así.

Incluso, cuando se revisan las pre-actas parciales de avance, que son las que sustentan las actividades del acta parcial pagada, las cuentas tampoco cuadran. En una de las vías alternas (Depresión – La Sierra), según la bitácora oficial de la maquinaria, hubo 18 volquetas con capacidad para transportar 13 metros cúbicos cada una trabajando entre 6 y el 15 de febrero. Calculando 24 horas de trabajo, así se ve la diferencia entre lo que cobraron y lo que podían cargar. 

La Silla Vacía se puso en contacto con el Invías para preguntar por estas inconsistencias (Vea aquí los soportes de todos los cálculos realizados por La Silla). Ellos remitieron las respuestas del interventor, la empresa contratada por el Invías para vigilar el contrato ejecutado por la empresa de Pedro Contecha.

La interventoría, Ingenieros Civiles Especialistas, dijo que en esa vía hubo “14 volquetas con capacidad de 14 m3” cada una. Pero no especificó cómo habían trabajado, ni los días contabilizados, o si todas estuvieron activas. Encima,  entregó un número diferente de volquetas en obra en la respuesta a las que están en la bitácora, es decir que la interventoría mintió en esta respuesta o certificó una falsedad en el informe oficial que sustentó el cobro.

La interventoría también le respondió a La Silla que los trabajos habían empezado realmente antes de lo que está reflejado en el periodo soportado por la bitácora (entre el 6 y el 15 de febrero). Afirmó que la empresa contratista de Contecha comenzó a mover tierra dos semanas antes (desde el 19 de enero).

Es decir, el argumento central de la interventoría es que se están pagando más días de obra, en los que sí se habría movido la tierra cobrada por el contratista con su visto bueno. Sin embargo, se trata de trabajos que no tienen soporte en ninguno de los documentos oficiales entregados a La Silla por el Invías, pese a que fueron solicitados.

El contratista Contecha tiene un argumento similar, pero sus fechas muestran aún más inconsistencias. Dijo que lo que le pagaron fue entre el 19 y el 6 de febrero, es decir, 10 días menos de los que dice la interventoría, porque había llegado a ese acuerdo con la interventoría.

Y en el Invías aseguran que todos los pagos están soportados, pero ninguno de los documentos que entregó coinciden con lo que dice la interventoría o el contratista. Por ejemplo, en informes internos el Invías dice que había en obra un promedio de 87 máquinas en los días sin soportes, pero el contratista le dijo La Silla que el número promedio era 73.

Es decir, además de que no concuerdan las cantidades de obra con lo que sí está soportado, tampoco lo hacen las versiones del contratista, Interventoría e Invías.

En la práctica no le están pagando al contratista por lo que está certificado, en un contrato en el que el director del Invías reconoció que había sido estructurado para tener disponible la mayor cantidad de plata posible.

El contratista y el Invías de Petro: “Aquí solo hay amigos”

“Aquí solo hay amigos”, dijo Juan Alfonso Latorre en el homenaje que le hizo la clase política del Meta por su nombramiento al frente del Invías. Allí le dedicó las primeras palabras de su discurso al ingeniero Pedro Contecha el pasado 16 de diciembre, tres días después de que la presidencia hubiera firmado el decreto de su nombramiento.

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El director Latorre le confirmó a La Silla que es amigo de Contecha. Dice que lo conoció cuando fue nombrado director de la Agencia de Infraestructura del Meta (AIM) en 2020, por el gobernador Juan Guillermo Zuluaga. Contecha tenía dos contratos muy grandes con la gobernación, un puente en Cubarral y una carretera a Cabuyaro, que se ejecutaron bajo la dirección de Latorre.

El vínculo entre ambos es tan cercano que Latorre le insistió a Contecha para que asistiera a su homenaje. “Él me dijo: ‘Ingeniero, vaya, porque yo estoy muy agradecido’. Entonces fui y él cometió la indelicadeza de nombrarme”, dice Contecha.

La de Contecha es una de las amistades que Latorre ha cultivado en su paso por lo público. El director del Invías, un bogotano con ascendencia llanera de 60 años, comenzó su carrera como viceministro de obras públicas de César Gaviria, cargo al que llegó por las relaciones políticas de su padre. Luego fue ministro de comunicaciones de Ernesto Samper y tuvo una pausa en la política de veinte años hasta que en 2018 se reintegró a la política del Meta de la mano de la entonces gobernadora Marcela Amaya.

En septiembre de 2022, cuando aún era director de la Agencia de Infraestructura del Meta, recibió una llamada de otro amigo: Gerardo Escobar, un excompañero de la universidad. Le dijo que Petro estaba buscando a un técnico para la dirección del Invías y que mandara su hoja de vida.

Según cuenta Latorre, su amigo Gerardo Escobar es cercano a Ricardo Roa, el exgerente de la campaña de Petro y uno de sus hombres de confianza. En ese momento Roa estaba entrevistando a varios candidatos para el Invías. Y Latorre convenció a Roa.

“Después de la entrevista me dijo: usted es el director del Invías. No le llevó terna al presidente, solo la hoja de vida mía”, dice Latorre.

Roa y Latorre tenían un vínculo. El hermano de Ricardo Roa, Alfonso, fue el director de obra de la casa de Latorre, construida en los noventa. Y por esa época, por su influencia en Meta, Latorre recomendó a Alfonso Roa como secretario fiscal de la Alcaldía de Villavicencio.

Ricardo Roa dio la pelea interna para que Petro escogiera a Latorre por encima de los candidatos del Partido Conservador, que por repartición burocrática esperaba tener la dirección del Invías. Al final, Petro dejó a los conservadores solo con el Ministerio de Transporte y se decantó por la opción que le presentó Roa.

Y una vez en el cargo, el primer contrato que asignó Latorre fue a Contecha. Latorre, Carlos García, el subdirector del Invías, y el director técnico de la entidad, Edgar Rojas, coinciden en que escogieron a Contecha porque tenía varios contratos en la zona y en esa medida disponibilidad de maquinaria y personal inmediata.

Latorre se reunió con Contecha pocos días después de la emergencia y le dijo que presentara una propuesta para el contrato. Luego delegó toda la parte técnica a Rojas, el director técnico del Invías, a quien él nombró semanas antes.

Latorre preveía que lo iban a cuestionar por su amistad con Contecha. “Incluso yo cuando hablé con Pedro le dije: hermano, en algún momento un medio de comunicación va a llamar a preguntarme por qué esto se lo ganó usted. Pero el que estaba en el lugar y con materiales para responder era él”.

Contecha también fue elegido por su fama de buen ejecutor. En efecto, el ingeniero es un pez gordo de la contratación de vías en el país. Ha construido un holding empresarial que, hasta donde logró rastrear La Silla, incluye cinco firmas que están controladas por una matriz llamada Organización PCC & CIA. En todas, sus hermanos tienen participación.

La joya de la corona es Ingeniería de Vías. Con esa empresa, creada a inicios de los 90, Contecha ha ejecutado al menos 600 contratos, de los cuales 27 están activos, que suman varios billones de pesos públicos para la construcción de carreteras. Su recorrido incluye Cauca, Valle, Nariño, Tolima, Meta, Santander, Sucre, Cundinamarca, el eje cafetero y el Magdalena Medio. En 2022 Ingeniería de Vías reportó 347 mil millones en ingresos.

Contecha también ha diversificado su portafolio de inversiones. Además de empresas de ingeniería, tiene canteras para extraer material de construcción en varias zonas del país y un hotel en Bogotá, en la zona de Teusaquillo, llamado Doradal.

Pese a su fama de cumplido, varios de los proyectos que se ha ganado han estado permeados por ruidos sobre favorecimientos irregulares. Incluso otros contratistas han terminado a los puños en medio de las licitaciones por contratos que beneficiarían a Contecha.

Pero el principal señalamiento de corrupción contra Contecha, tiene epicentro en Santander. Está directamente relacionado con el escándalo por el que estuvo detenido y tiene en juicio al exsenador Richard Aguilar, cuando fue gobernador. 

Contecha fue acusado por la secretaria de Infraestructura de la administración Aguilar, quien se convirtió en la testigo principal del entramado de corrupción, de participar en el direccionamiento de contratos por 102 mil millones de pesos. Entre otras, lo señalan de usar sus empresas como intermediarias para que Aguilar favoreciera a un amigo.

Fiscalia Richard Aguilar y Pedro Contecha. by La Silla Vacía on Scribd

Contecha explicó a La Silla que hace varios años la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia lo visitaron y le pidieron los documentos de los dos contratos por los que lo señalan, pero jamás volvieron a buscarlo ni para pedirle versión ni para decirle que le habían archivado. Es decir, el proceso está dormido.

“Para el ingeniero Pedro Contecha”

Pedro Contecha es de Chaparral Tolima, tiene 73 años, y hace dos años estuvo a punto de morir por Covid. Ahora tiene que usar bala de oxígeno cuando le da gripa. Es de estatura media, moreno, con más energía de la que aparenta y amable. Su gran orgullo es ser ingeniero. Minimiza sus relaciones con el poder.

Cuando le preguntan por las obras que ha construido, señala a las fotos que hay en la pared de su oficina y dice: “Ese es el Puente Lleras. Mírelo. Hermoso”.

Por eso suele pasar bajo el radar del poder político, pero se mueve con soltura en ese universo sin ser visto. Incluso vuela.

Su avión privado es bien conocido en los círculos de poder. Se lo ha prestado a varios políticos amigos. A Roy Barreras, por ejemplo, dice que se lo prestó unas seis veces para los viajes que hacía la comisión de paz a zonas apartadas del país durante el gobierno de Juan Manuel Santos Santos.

Otro pasajero recurrente del avión de Contecha es el ministro de Transporte de Petro, Guillermo Reyes. El ingeniero dice que no lo conocía antes de posesionado y que se volvieron amigos por el avión. Comenzó a prestárselo porque el ministerio no tiene uno asignado para sus traslados.

“Yo se lo voy a decir al doctor Guillermo. Doctor Guillermo, usted me lo pide a la semana tres días y los tres días me cuestan 15 millones de pesos.¿Y cómo le digo yo al ministro que no le presto el avión?”, dijo Contecha.

Fue también en un aeropuerto donde Contecha conoció a Gustavo Petro, en marzo del año pasado, en plena campaña. Se encontraron en el hangar de aviones privados del aeropuerto El Dorado y, según Contecha, Roy Barreras los presentó.

Esta versión contradice lo que respondió el senador Roy Barreras al preguntarle si Petro y Contecha se conocieron en campaña. “No tengo la menor idea de si se conocen o no. Eso lo pueden contar los que estuvieron en el manejo de la campaña”.

Contecha niega haber apoyado a Petro en campaña. Aunque no está seguro de si en alguna ocasión le llegó a prestar el avión a él. “No tengo mucha claridad si se subió al mío. Yo no se lo ofrecí, pero una vez lo dejó un avión. Pero para mí no se ha subido”.

Aunque cultiva las relaciones políticas, Contecha ha tenido cuidado de no pintarse del color de ningún partido. “Se ha hecho con base en el relacionamiento con todos los presidentes porque es un contratista muy bueno: fue amigo de Santos, fue amigo de Uribe, fue amigo de Petro”, dice Juan Alfonso Latorre, el director del Invías.

Contecha ha construido también una imagen de benefactor. En su natal Chaparral es un mecenas. Contrata a chaparralunos para ejecutar las obras que tiene en todo el país. También tiene una fundación que se encarga de dar almuerzos y desayunos a personas de la tercera edad  y en la pandemia donó mercados.

En Boyacá tiene un equipo de ciclismo para niños sin recursos que entrena el ícono del ciclismo, Nairo Quintana, según explicó Contecha. Su nombre es “Team Ingeniería de Vías”. Hace tres semanas, en una competencia en Bucaramanga, subió al podio de una competencia uno de los pupilos de Quintana en ese equipo. Y uno de los ciclistas de Ingeniería de Vías acaba de ser escogido Selección Colombia de ciclismo sub-23. 

La influencia de los Contecha en Chaparral es tanta que cuando murió la mamá del contratista, quien era la que dirigía la Fundación, en la mitad de la misa de exequias un funcionario de la alcaldía interrumpió para leer un decreto en el que la declaraban “Ciudadana ilustre del municipio de Chaparral”.

Contecha, pese a su hermetismo a estar en el ojo público, también ha tenido menciones ilustres. Su nombre es entonado por el cantante Diomedes Díaz en una de sus canciones, “Hasta el fin del fin”. En el minuto 3:50, después del segundo coro, el ídolo vallenato pronuncia el mismo nombre que ahora está detrás de la primera gran obra de Petro: “Ingeniero, Pedro Contecha”.