La paloma de la paz de Santos quedó golpeada el domingo y fortalecida hoy. Foto: Presidencia de la República

En cinco días, Juan Manuel Santos pasó de ver su legado en peligro a garantizar su puesto en la Historia de Colombia como premio Nobel al lado de Gabriel García Márquez.  La pregunta ahora es si este premio merecido a su esfuerzo por conseguir la paz para Colombia le de el oxígeno y el impulso necesario para conseguirla.

Con este Premio Nobel de Paz, que existe desde 1901, el nombre de Santos queda al lado de personajes que han cambiado la historia como Henry Dunant, la Madre Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, Martin Luther King y Menachem Begin.

Este premio es el reconocimiento más importante para quienes han buscado resolver conflictos y aliviar el sufrimiento de personas. Tiene un gran efecto internacional y ocupa titulares en todo el mundo, además de legitimar procesos que aún están en camino.

Sin embargo, justamente por esa finalidad, ha sido objeto de críticas por algunos de sus ganadores, como Henry Kissinger o Yasser Arafat, y porque otros grandes líderes como Mahatma Gandhi no lo obtuvieron.

 

En todo caso, los rumores recientes de que Santos era uno de los candidatos fuertes fue cierto. El Comité que lo entrega, conformado por personas elegidas por el parlamento noruego, explicó que lo hizo “Por sus esfuerzos decididos por terminar la guerra civil de más de 50 años”.

La presidente del Comité, la empresaria y política conservadora Kaci Kullmann Five, leyó un comunicado y respondió varias preguntas a periodistas en Oslo, en las que dejó muy claro que tomaron la decisión después del resultado del plebiscito, que tuvieron en cuenta la reacción de Santos a su derrota e interpretaron la victoria del No como un obstáculo salvable para lograr un Acuerdo Final.

“El resultado del voto no fue el que quería el presidente Santos. Una mayoría estrecha de los más de 13 millones de colombianos que votaron dijeron que no al acuerdo. Ese resultado creó gran incertidumbre sobre el futuro de Colombia. Hay un riesgo real de que el proceso de paz se frene y la guerra civil se reinicie. Esto hace aun más importante que las partes, encabezadas por el presidente Santos y el líder de la guerrilla de las Farc, Rodrigo Londoño, sigan respetando el cese al fuego”, dijo Kullmann.

El comité fue muy claro que es un espaldarazo a Santos:

“El Presidente ha dejado claro que va a seguir trabajando por la paz hasta su último día en el cargo. El Comité espera que el premio le de fuerzas para tener éxito en esa dura tarea”, explicó.

Al responder a dos preguntas de periodistas en la rueda de prensa dijo que “es un reconocimiento del trabajo muy duro y la iniciativa muy importante del presidente Santos” y que “tomó una iniciativa fuerte e histórica y él fue, por decirlo así, “all in” (como se dice en poker cuando se juega todo en una mano) con la fuerte voluntad de conseguir un resultado”.  Así lo explicó La Silla en este artículo.

Además, ante una pregunta sobre si el Nobel podía ser insultante para la democracia colombiana tras los resultados del domingo, Kullmann explicó que por el contrario, porque tuvieron en cuenta que el voto fue un No a un acuerdo específico, no un No a la paz.

La noticia en Colombia

El Presidente dijo hace un rato que su hijo Martín lo había despertado con la noticia y que lo recibía con “gran humildad y como un mandato para seguir trabajando sin descanso por la paz de los colombianos”.

Se lo dedicó a los millones de víctimas que ha dejado este conflicto y tuvo el gesto inusual en él (que suele quedarse siempre con todos los réditos) de reconocerlo como un “tributo a todas aquellas personas que tanto han contribuido a que estemos a punto de lograr esa paz tan anhelada, a los negociadores de ambas partes, y a tantas otras personas e instituciones que nos han apoyado en este proceso”.

El Premio Nobel, el galardón más importante que puede recibir alguien por buscar la paz, le llega a Juan Manuel Santos en el momento en que más derrotado estaba personalmente después de que por un margen estrecho los colombianos rechazaron en las urnas el domingo el Acuerdo de Paz firmado con las Farc y que por eso, más lo necesita.

El Nobel amplifica el apoyo internacional que ya tenía el proceso de paz y puede ayudarle a cambiar la percepción del proceso con las Farc a algunos de los 20 millones de colombianos que les pareció tan irrelevante que no salieron ni siquiera a votar el domingo.  

El involucramiento de los indiferentes puede ayudar para efectos de una eventual refrendación popular de un acuerdo renegociado, si es que esto se logra.

Pero tiene otros dos efectos muy importantes, más allá de lo gratificante que esto debe ser para Juan Manuel Santos a nivel personal y para Humberto de la Calle, Sergio Jaramillo, los generales Jorge Enrique Mora y Óscar Naranjo, para Frank Pearl y para los demás negociadores que le dedicaron entre 6 y 4 años de su vida a sacar adelante el proceso. También para los negociadores de las Farc y sus asesores.

También para las decenas de personas que, como contó La Silla, trabajaron tras bambalinas para conseguir el Acuerdo e incluso para alguien como el General Mejía, comandante del Ejército, que se ha dado la pela por ayudarle a entender a los militares que firmar la paz también era su victoria.

El primer efecto es que le hace más difícil -más no imposible- romper el cese bilateral. O por lo menos hacerlo antes de la ceremonia del Nobel que es 10 de diciembre.

El Nobel no necesariamente lo blinda (Barack Obama bombardeó Libia en 2011, 2 años después de ganarse el mismo premio en 2009) pero si le incrementa el costo.

Esto no es poca cosa porque, como contó La Silla, mientras se mantenga el cese bilateral se mantiene la esperanza de no regresar a la guerra con las Farc.  

En esa dirección, hace unos minutos los negociadores en la Habana sacaron un comunicado en el que Farc y Gobierno dicen que están abiertos a discutir “las propuestas de ajustes y precisiones” que resulten de los encuentros con los promotores del No “para dar garantías a todos”. Y reiteran el compromiso de mantener el cese bilateral. Además, le piden al Secretario General de las Naciones Unidas y por su intermedio al Consejo de Seguridad que autorice a la Misión de monitoreo verificarlo en las nuevas condiciones.

Pero quizás lo más importante de este Nobel es que le da un impulso inesperado a la narrativa de Santos en un momento crucial. 

La narrativa

“El hecho de que la mayoría de los votantes hayan votado No, no significa necesariamente que el proceso haya sido fracasado (…) lo que votó el lado del No no fue el rechazo a la paz, sino el rechazo a una paz específica”, dijo el Comité del Nobel cuando anunció el premio a Santos esta mañana.

“El Comité Noruego del Nobel hace énfasis en la importancia del hecho de que el presidente Santos ahora está invitando a todas las partes en un diálogo nacional amplio para avanzar el proceso de paz. Incluso quienes se oponen al Acuerdo de paz le han dado la bienvenida. El Comité Nobel espera que todas las partes tomen su parte de la responsabilidad y participen constructivamente en las próximas conversaciones de paz”.

Este reconocimiento es tan grande que le sube la estatura al Presidente y le pone presión a Santos, a Álvaro Uribe y a las Farc para actuar con grandeza en esta coyuntura y tratar de buscar una fórmula aceptable para salvar el proceso de paz.

Así, podría evitar una mezquindad del ex presidente Uribe -que solo ayer acusó un golpe grande a su reputación después de que el gerente de la campaña del No, Juan Carlos Vélez, reconoció que utilizaron estrategias de manipulación propagandística para generar indignación en los votantes y lograr que “la gente saliera a votar verraca”- que revele que su verdadera intención no es lograr “un mejor acuerdo” viable sino simplemente dilatar el tiempo para ahogar el gobierno y coronar el 2018 con alguno de sus candidatos visibilizado ahora le resultará más costosa.

Él parece haberlo entendido cuando en respuesta al premio Nobel tuiteó

Felicito el Nobel para el Presidente Santos, deseo que conduzca a cambiar acuerdos dañinos para la democracia— Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) 7 de octubre de 2016

El jefe de las Farc, por su parte, dijo

Felicito al presidente Juan Manuel Santos, a garantes Cuba y Noruega, acompañantes Venezuela y Chile sin los cuales seria imposible la Paz— Timoleón Jiménez (@Timochenko_FARC) 7 de octubre de 2016

Este premio, entonces, vuelve a equilibrar las cargas y le da oxígeno a Santos para avanzar en hacer los ajustes al Acuerdo para incorporar los reparos de los que votaron No.

La pregunta es si Santos, que siempre ha privilegiado el escenario internacional, se envanecerá con saber que ya entró en el Pabellón de los grandes hombres y mujeres y ahorrará esfuerzos para ganarse lo que él mismo dijo es “el más importante premio: la paz de Colombia”. O si redoblará esfuerzos para conseguirla. La política interna es mucho más compleja e intrincada en estos temas que lo internacional.

Lo que ya es claro es que el Nobel le muestra a Álvaro Uribe que Santos ya consiguió su lugar en la Historia. La incógnita es si ahora trabajará con el Presidente para compartir ese espacio como uno de los forjadores de una paz definitiva con las Farc.

 

Fui usuario y luego periodista de La Silla Vacía. Tras más de una década haciendo de todo en esta escuela de periodismo, de la que fui director editorial, me fui a ser lector y SuperAmigo. Ahora me desempeño como redactor jefe de El País América Colombia.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...