Foto tomada de Semana.com

Jorge Enrique Ibáñez, el más conservador de los ternados y con una mirada más ortodoxa del Derecho, tiene los votos para ser elegido mañana.

 

Mañana, luego de que se defina quién va a ser la nueva cabeza de la Procuraduría, el Senado elegirá al nuevo magistrado de la Corte Constitucional en reemplazo de Luis Guillermo Guerrero, cuyo periodo termina en septiembre.

Hoy las bancadas de los partidos se reunieron para definir con cuál de los tres ternados por el Consejo de Estado se irán: Natalia Ángel (la más de avanzada), Marino Tadeo Henao (el liberal clásico) y el que tiene todo casi listo para ser elegido, Jorge Enrique Ibáñez. Es el más conservador de los tres y, como Guerrero, viene de la Javeriana y tiene una mirada ortodoxa del derecho.

Ibáñez tiene el respaldo de los sectores más conservadores del Senado (el Centro Democrático, los conservadores, los cristianos y la mayoría de Cambio Radical). Esto le da, según las cuentas que pudimos hacer tras hablar con 15 congresistas de diferentes partidos, 51 votos.

Con esto, a Ibáñez le faltarían cuatro votos para lograr mayoría absoluta de 55 votos, algo que no parece difícil, pues hay congresistas de La U inclinados a votar por él, según cuatro senadores de ese partido. 

Sin embargo, dado que son tres los candidatos y el ganador es elegido con mayoría simple, Ibáñez podría ganar con menos de los 55 votos, si el resto de partidos divide sus votos entre Henao y Ángel.

Lo único que podría cambiar la elección es que los liberales, La U y la oposición armaran un bloque en torno a un candidato. En ese caso, la elección se iría a voto finish y se definiría mañana en el Senado, cuando se votará presencialmente y por turnos, como en la del Defensor del Pueblo.

Pero eso parece improbable porque en esos partidos, incluyendo al liberal, están divididos y porque no se ha hablado de ese acuerdo. 

Aunque, según nos contaron dos congresistas por aparte, el expresidente y cabeza del liberalismo, César Gaviria, ha llamado a congresistas de otros partidos, no ha sido para consolidar una unión.

“Ha llamado para tratar de auscultar cómo estamos y cómo está el apoyo a Henao. Pero no ha hablado de acuerdo”, nos dijo un congresista de la Alianza Verde que también nos aseguró que en el partido, aunque la mayoría está con Henao, hay algunos con Ángel.

A pesar de que la balanza está inclinada hacia Ibáñez, no siempre fue así: Henao sonó fuerte porque se rumoraba que habría una alianza entre los Gaviria y el clan Char -que tiene cinco senadores en Cambio Radical- para mover los votos de los liberales y del vargasllerismo a su favor.

Esta alianza nunca cuajó, pues los congresistas del grupo Char están con Ibáñez. 

Según lo que nos contaron tres congresistas de Cambio Radical por aparte, ese apoyo se definió en una videollamada en bancada con el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, y los Char no incidieron mucho.

“Básicamente, no quisimos dejarle eso al Partido Liberal en esta polarización. En ese partido hay gente cercana a la izquierda y no nos pareció bueno arriesgarse a que en ese espacio quede alguien que no tenga una interpretación más conservadora de la Constitución”, nos dijo un congresista cercano al grupo Char. “Vargas no dio la orden de que fuera por Ibáñez, pero sí opinó”.

Así, según dos congresistas de ese partido, 12 de los 16 senadores de Cambio están a favor de Ibáñez, lo que lo deja casi fijo para reemplazar a Guerrero. 

Un reemplazo que significa una buena dosis de continuidad en la Corte, porque los dos comparten una mirada ortodoxa, que en el caso de Ibáñez es consistente con que es un abogado de los de hace décadas.

Un jurista de corte clásico

Jorge Enrique Ibáñez Najar es un abogado similar a los de mediados del siglo XX en varios sentidos: ha combinado la docencia con el ejercicio profesional; se sabe normas de memoria, como era usual; es un apasionado de la erudición y le gusta mostrarlo, como a los profesores de antaño; no es ostentoso ni un jurista mediático, cuando ahora la moda es serlo.

Nació en Tunja y se hizo a pulso, trabajando desde que tenía 11 años en una tipografía, como le contó a la plenaria del Senado en la audiencia de los ternados del jueves pasado.

Es de origen conservador partidista: fue miembro de las juventudes conservadoras en Tunja, de donde fue concejal entre 1978 y 1980, cuando tenía 18 años..

Cuenta que dejó la política por sus estudios de derecho en la Javeriana: “el padre Giraldo (famoso en esa facultad de derecho) me dijo que definiera si iba a estudiar o ser político” y decidió lo primero. 

Incluso, cuenta que cuando participó en otra elección a la Corte en una terna conservadora en 2000 y se usaba ir a los directorios de los partidos a recibir su aval, el senador Antonio Gómez Hermida, director azul, se lo negó por ser demasiado liberal. Ibáñez perdió frente a Rodrigo Esocbar Gil.

Se graduó en 1982 de un curso que dejó estela y al que años después en esa facultad llamaban “La Corte Suprema”. Entre ellos dos exmagistrados de la Corte, Escobar Gil y Guerrero; Mauricio Fajardo, exconsejero de Estado; el penalista Jaime Granados; y la directora de Parques Nacionales, Julia Miranda.

Ibáñez inició su carrera profesional en el Banco de la República, a donde llegó recién graduado, y donde se empezó a especializar en temas de Hacienda Pública y derecho económico, que fueron su primera gran fortaleza como jurista. 

Trabajó allí de 1983 a 1994, y ascendió de asesor jurídico a subdirector de derecho privado y económico, para luego ser director jurídico del Banco. Participó en la elaboración de una propuesta que cambió al Banco, y en buena medida al país: la independencia de la junta del Banco que quedó en la Constitución de 1991.

De hecho, por cuenta de ese tema (participó en más) fue asesor de la Constituyente de 1991 con otros abogados reconocidos como Eduardo Cifuentes y Ciro Angarita, que luego fueron magistrados de la Corte Constitucional.

Al tiempo que desarrollaba esa carrera fue profesor de cátedra de esos asuntos y de estructura del Estado en la Universidad del Rosario, a dos cuadras del Banco y en pleno centro de Bogotá. 

Al salir del Banco tuvo una oficina en la misma zona: al otro lado del céntrico Parque Santander, en el viejo edificio de Avianca. Era muy clásica: con “madera oscura y llena de libros de derecho empastados en cuero”, recuerda una persona que asistió a reuniones allí en ese entonces. 

Ibáñez había pasado a ser un abogado consultor, profesor e investigador, una carrera clásica a la que luego sumó la de árbitro.

Seis fuentes que lo conocen en diferentes ámbitos coinciden en que ha tenido éxito porque es muy trabajador y estudioso, aunque para algunos con una mirada muy ortodoxa.

“Citaba a reuniones a las 7 de la mañana en su oficina, y cuando uno llegaba llevaba horas trabajando”, dice alguien que lo conoció en una consultoría hace dos décadas, “se notaba que había dormido en la oficina”.

“Es un apasionado del saber” dice otra persona que trabajó con él hace una década. “Es muy juicioso y aplicado”.

Ese apasionamiento y exigencia lleva a que sea exigente, según dos de las fuentes. “Es muy amable pero exigente y regaña si uno no llega con las cosas bien hechas”, dice una persona que trabajó con él en una consultoría

“Un pro y un contra es su temperamento” dice un abogado cercano a Ibáñez, que ha compartido escenarios profesionales con él. “No tiene problema en dejar claro cuando está molesto”.

Ibáñez acepta, en parte, ese punto: “la gente dice que tengo mal carácter, pero no: sencillamente tengo carácter”.

Eso se puede ver en uno de los episodios más sonados: a mediados de 2003, en el primer cuatrienio de Álvaro Uribe, estuvo cerca de ser nombrado viceministro de Justicia de Fernando Londoño Hoyos pero trascendió que en un foro en Ibagué había dicho “tengo razones personales para sostener que el ministro Londoño es el primer corrupto que hay en Colombia”.

(Según contó en ese entonces Semana, lo dijo porque cuando trabajaba en el Banco, Londoño y el ex congresista conservador Pablo Victoria le pidieron que ayudara en una demanda contra el mismo Banco del que era funcionario).

Cuando se publicó eso, Ibáñez explicó que no estaba interesado en ser viceministro, dijo que era una “expresión desafortunada” y que no “tildó” de corrupto a Londoño.

Otro caso que muestra su carácter es que presidió del tribunal de arbitramento que no le dio la razón a Odebrecht y las empresas de Luis Carlos Sarmiento Angulo en su puja contra el Estado, cuando la corrupta multinacional brasileña y sus socios colombianos pidieron una indemnización por la nulidad del contrato de la Ruta del Sol II.

Junto con Catalina Hoyos y Carlos Mauricio González, y tras haber denunciado seguimientos y chuzadas ilegales cuando estaban cerca de decidir, Ibáñez lideró la decisión de anular el contrato y negar las reclamaciones, con lo que fallaron en contra de los intereses de Sarmiento Angulo, el hombre más rico del país. 

Al preguntarle por esa decisión, Ibáñez responde sencillamente que los abogados de Sarmiento “no tenían la razón”.

Ha tomado esas decisiones al tiempo que es un profesor conocido, no solo en el Rosario sino en otras universidades, especialmente la Javeriana. Allí es profesor desde 1997, y ha dirigido las especializaciones de derecho constitucional y de derecho administrativo, y de la maestría en administrativo.

Como profesor también es muy clásico y le va bien

“Puede hablar dos horas seguidas con un hilo conductor interesante”, dice una persona que tuvo clase con él y cuenta que su forma de enseñar es muy tradicional: “dicta cátedra” dice para referirse a las clases magistrales.

“Es un tipo inteligente. Es ágil. Es estudioso. Eso lo hace buen profe… a mí me encantaba” dice un antiguo estudiante que preferiría que ganara Ángel. “Aprendí mucho con él”.

Ha publicado unos 30 libros, especialmente de derecho público, administrativo y estructura del Estado (aunque su tesis doctoral, que terminó en 2013 en la Universidad Alfonso X El Sabio de España, es de comisiones de la verdad), lo que muestra su laboriosidad.

Son libros que comentan y organizan normas y jurisprudencia, al estilo de profesores clásicos del derecho público en Colombia como Jaime Vidal Perdomo o Luis Carlos Sáchica.

“Es el típico abogado de publicar artículos y libros larguísimos donde el 80 por ciento son transcripciones”, dice un académico javeriano. “Sus libros son en buena medida entrecomillados”, concuerda otro abogado que cree que es el mejor de la terna.

En paralelo a ese trabajo académico, ha sido un exitoso abogado que, como contamos, asesoró a diferentes entidades públicas y participó en la elaboración de varias leyes, como recordó a la plenaria del Senado.

Además, desde hace unos 15 años, ha tenido una carrera visible como árbitro en asuntos de contratación administrativa, y especialmente de infraestructura.

Pocos cambios en la Corte en el corto plazo

Con esa trayectoria, su llegada a la Corte no lleva a predecir cambios, por lo menos en el corto plazo, pues reemplazaría a su antiguo compañero de pregrado que, como él, tiene una visión relativamente ortodoxa del derecho.

“Es un tipo de los formados jurídicamente en el pasado, que no se inventan mecanismos diferentes a la misma ley para interpretarla”, dice una de las fuentes.

Ibáñez muestra esa postura, no la de un conservador doctrinario sino la de un jurista ortodoxo, cuando explica su postura frente al derecho actual: “Hemos hecho conquistas sociales muy importantes)”, dice. “Creo que el interés público no es el que defina la mayoría, como se pensaba antes, sino que está en lo que es inclusivo”.

Pero, a la vez, critica decisiones de la Corte en su fuerte que es la estructura del Estado, como la que permitió que las utilidades del Banco de la República entren al presupuesto de la Nación o la que avaló la ley que le da personería jurídica a la Comisión Nacional del Servicio Civil, o cuando ha hecho exigencias a su juicio demasiado técnicas para las demandas de constitucionalidad, como le dijo al Senado.

Frente a decisiones más sonadas como las que permiten la eutanasia, despenalizan el aborto o permiten el matrimonio igualitario dce que el principio de no regresividad de los derechos impide echarlas para atrás, pero aclara que en algunos casos (no aclara cuáles, para evitar quedar impedido) podría ser necesario revisar excesos.

Con eso, deja abierto un interrogante sobre hasta dónde la ortodoxia se puede convertir en conservadurismo.

En lo que es menos conservador es en que apoya la teoría de la sustitución de la Constitución que critican los más ortodoxos y que ha ampliado el actuar de la Corte a revisar de fondo las reformas constitucionales para tumbarlas cuando reemplazan ejes de la Constitución, como la segunda reelección.

Pero Ibáñez tiene una salvedad: dice que la teoría se debería aplicar solo una vez la Corte deje claros cuáles son esos ejes (que, como enseña en sus clases, serían el sistema político, el sistema de gobierno, el sistema territorial de Estado, la carta de derechos, las funciones esenciales, y el sistema económico).

En todo esto, tiene posturas similares a las de Guerrero. Por eso, si termina saliendo elegido, la Corte reemplazará un magistrado conservador, conocedor de la Constitución y reconocido como sólido por sus pares, por otro con características similares.

Estudié Literatura y Filosofía en la Universidad de Los Andes y de ahí salí a hacer la práctica en La Silla Vacía. Cubrí Bogotá, el Caribe y, ahora, política y Congreso. @jpperezburgos

Fui usuario y luego periodista de La Silla Vacía. Tras más de una década haciendo de todo en esta escuela de periodismo, de la que fui director editorial, me fui a ser lector y SuperAmigo. Ahora me desempeño como redactor jefe de El País América Colombia.