Con el nombramiento de Carlos Medina Ramírez como viceministro, el Ministro de Justicia Yesid Reyes se la juega por un ex funcionario que fue piedra en el zapato durante el gobierno de Álvaro Uribe.

Con el nombramiento de Carlos Medina Ramírez como viceministro, el Ministro de Justicia Yesid Reyes se la juega por un ex funcionario que fue piedra en el zapato durante el gobierno de Álvaro Uribe.

Medina es un abogado de la Universidad del Rosario que ha trabajado sobre todo en temas de drogas y seguridad ciudadana, justamente los que ahora tendrá bajo su ala como vice de política criminal. (En el tercer tema que liderará, la justicia transicional, no tiene experiencia). 

Como subdirector de la Dirección Nacional de Estupefacientes durante el segundo período de Uribe, Medina dio -y perdió- varias fuertes peleas en temas de política de drogas.

Primero, fue quien redactó una estrategia antidrogas con un enfoque similar al que se ha venido recomendando en los últimos años, que nunca fue adoptada por el Consejo Nacional de Estupefacientes que Uribe presidía (y donde Juan Manuel Santos tenía asiento como ministro de Defensa). Entre otras, proponía concentrar los operativos en los eslabones más rentables de la cadena del narcotráfico, invertir en programas de desarrollo alternativo para los más débiles como los cocaleros y enfocarse en controlar el negocio de los insumos y precursores químicos usados para producir cocaína.

 

En esa misma época fue uno de los críticos de la estrategia de la directriz de Uribe de procesar penalmente a mil campesinos cocaleros al año, una tarea que resultó contraproducente porque la mayoría eran liberados después y, sobre todo, porque las fuerzas armadas perdían toda legitimidad en zonas cocaleras. Esa política se mantuvo hasta que el general Óscar Naranjo la abandonó en la práctica al final del gobierno Uribe.

Pero sobre todo, Medina fue uno de los que denunció la red de corrupción dentro de Estupefacientes, donde los bienes incautados a los narcos terminaron administrados por familiares de congresistas, y recomendó cambiar la manera como se entregaban. El político conservador Carlos Albornoz, que era su jefe y quien lo despidió argumentando que había perdido su confianza, terminó destituido por ese escándalo. (Medina demandó a Albornoz por eso, pero terminó perdiendo por tratarse de un cargo de libre nombramiento y remoción).

Después del DNE, trabajó como jefe del área de justicia y seguridad en la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, que monitorea los cultivos de coca y es uno de los operadores más grandes de programas de sustitución de cultivos. Allí se dedicó a investigar en terreno las redes criminales y fue uno de los que recomendó usar otras mediciones en la lucha antidrogas distintas al número de hectáreas cultivadas y fumigadas, como los precios de la hoja de coca o el nivel de pureza de la cocaína.

Ahora Medina regresará al Ministerio de Justicia, al que llegó en épocas de Rómulo González (durante la era Pastrana) y donde fue director de acceso a la justicia hasta el 2005, en momentos en que el Gobierno deberá comenzar a pensar en los retos para el aterrizaje de La Habana -si se firma un Acuerdo final- como la erradicación de la coca (de la mano del programa de transformación del campo) o el control de los grupos criminales que no se desmovilicen.

Su nombramiento demuestra que Yesid Reyes sigue apostándole a los técnicos, pese a que –como ha contado La Silla– ha tenido muchas presiones de los congresistas liberales para que les dé juego burocrático.