La invitación de Gustavo Petro para que Luis Pérez entre a la coalición de izquierda define el talante que le quiere dar al Pacto Histórico, y muestra un viraje clave en su postura política en estas elecciones. El pacto de Petro se revela como una unión con el fin de elegirlo a él como el próximo presidente, más que por un programa de cambio consensuado o un pacto alrededor de unos principios fijos.
El intenso debate que esa invitación generó desnudó que la forma de hacer política será uno de los puntos de contraste más fuertes con sus competidores más inmediatos, la Coalición de Centro Esperanza. Además, abrió las grietas más grandes, si bien aún no existenciales, en un bloque de centro-izquierda que hasta ahora se había caracterizado por su unidad.
“¿Cuál es el límite?”
Esa fue la pregunta de Jorge Rojas, un cercano colaborador de Petro, frente a la invitación a Pérez para entrar al Pacto Histórico. No es una pregunta nueva en el Pacto Histórico, que ya admitió a políticos cercanos al Establecimiento como Roy Barreras y Armando Bendedetti. Pero con Pérez el límite se estira mucho más allá.
La militancia de Luis Pérez, exgobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín, está hoy con el Partido Liberal. Pero en el pasado ha apoyado y recibido el aval de Álvaro Uribe y Germán Vargas Lleras, y su manera clientelista de hacer política incluye varios cuestionamientos por la falta de transparencia en el uso de recursos públicos.
Cuando fue alcalde, en 2002, Pérez acudió al Gobierno Uribe para lanzar la Operación Orión, una retoma de varios barrios de Medellín con presencia de grupos guerrilleros. La Fuerza Pública, con apoyo de paramilitares, lanzó una operación que terminó con más de 100 personas desaparecidas y 75 muertos, según el Centro de Memoria Histórica. Frente a estos abusos documentados Perez no tiene ningún arrepentimiento, “Quiero preguntar, si no se hace esa pacificación, ¿cómo estaría esa comuna?”, explicó en una entrevista en Blu Radio ayer.
En el 2007, cuando se volvió a lanzar a la alcaldía lo hizo con el apoyo de Uribe, y de políticos con vínculos con ilegales, como Rocío Arias condenada por parapolítica. Su campaña a la Gobernación del 2015 recibió el apoyo de Cambio Radical de Vargas Lleras, y el financiamiento de un narcotraficante condenado, cuya esposa Pérez nombró luego en su administración. Hoy, además de buscar ser candidato del Partido Liberal, Lupe, como lo conocen en Antioquia, es un aliado cercano del alcalde Daniel Quintero.
“Decir que al Pacto Histórico no entran quienes hayan sido uribistas es excluir la mayoría de la población”, dijo Petro, al defender su invitación a Luis Perez, que esta semana tuvo contactos con fichas claves de Petro en Antioquia. “Los cambios políticos son exactamente eso, que las personas puedan variar apreciaciones anacrónicas y transformarlas en progresistas”, agregó.
Pero Pérez, que ahora parece haber aplazado su intento de entrar a la coalición de Petro, no es hoy un arrepentido de su pasado. Si bien se ha presentado como un político “progresista” y liberal, sobre las motivaciones de medirse en el Pacto Histórico con Petro afirmó con mucho pragmatismo que “Petro es el primero y uno no debe medirse con el último”.
Aunque Lupe no termine entrando al Pacto Histórico, Petro ya mostró que las dimensiones de la puerta para ser admitido a su coalición son grandes y generosas con la política tradicional y que su discurso de “los decentes” contra todo el resto es un asunto del pasado.
Se trata de una concesión en busca de la victoria que otros miembros de su coalición no están dispuestos a aceptar sin patalear. “Las elecciones se pueden perder, pero la coherencia ética no”, dijo Iván Cepeda, el senador del Polo. Pero más allá del disenso abierto, no hay ningún viento de ruptura. Todos creen que el cambio radical en el que creen solo lo puede hacer Petro.
El viraje de Petro le abre un flanco de ataque
Aún faltan seis meses para la primera vuelta y la invitación a Pérez llega tras la entrada al Pacto de otras polémicas figuras. Además de Roy y Benedetti, Petro invitó como precandidato a Alfredo Saade, un pastor cristiano conservador que prometió arrastrar a votantes evangélicos.
Los acercamientos a Pérez buscaban traer también a una tajada cada vez mayor del Partido Liberal, que ya está parcialmente con Petro, y sobre todo, ganar nuevos espacios en Antioquia, región que aseguró su derrota en 2018 y donde rivales suyos como Sergio Fajardo o Fico Gutiérrez son más fuertes.
Se trata de un trabajo acelerado de acuerdos, sin un marco programático, en una etapa aún incipiente de la campaña electoral que revela una preocupación por agregarle votos y competencia a su consulta en marzo. Ese día, también se medirán las coaliciones de centro y centro-derecha, y sobre todo la última, con apoyo de varios partidos, podría dar un golpe de opinión al ser la más votada.
Esta estrategia contrasta con el pasado de Petro. En su libro critica que Antonio Navarro haya permitido que políticos externos a la recién desmovilizada guerrilla entraran a la lista al Congreso del M-19 y que Navarro haya aceptado el ministerio de Salud a César Gaviria. En 2010, en su primera candidatura presidencial tras perder en primera vuelta, llamó al voto en blanco, cuando Mockus estaba en el tarjetón, una postura que luego matizó. En 2014, terminó apoyando a Santos por el Acuerdo de Paz, y luego se declaró traicionado.
Aún más, en diversas ocasiones ha basado su propuesta política en “derrotar a los corruptos, a las mafias de la violencia”. Ahora en 2022, el pacto que propone con Pérez se sustituye por la idea de que hay que hacer un pacto “con los diferentes”.
La Coalición Centro Esperanza, el grupo de políticos de centro que representa la otra coalición de oposición al uribismo y al Gobierno Duque, saltó sobre la oportunidad de diferenciarse de Petro. Al ataque salió Ingrid Betancourt a señalar que “No todo vale. Uno no puede vender el alma al diablo para llegar a la Presidencia”.
Antes de ser secuestrada en 2002, Betancourt era una candidata presidencial con la lucha contra la corrupción como su principal bandera. Ahora es facilitadora, y posible fórmula vicepresidencial, de quien gane la consulta de centro, cuya bandera unificadora es el discurso fajardista de renovar la política y purificarla de alianzas con políticos con pasados cuestionados.
Ante los ataques, Petro se ha mantenido firme, incluso después de que Luis Pérez reculara de entrar a su coalición. Esas puertas siguen abiertas. Y al ser Petro quien la sostiene, se abre entre las dos coaliciones que proponen un cambio en estas elecciones una disputa importante acerca de la forma de llevarlo a cabo.