Los epidemiólogos estiman que el pico de la pandemia llegará a varias ciudades, como Bogotá, entre julio y agosto. 

Voces como la de Revista Semana con su portada más reciente, la de la alcaldesa de Bogotá Claudia López al anunciar las cuarentenas sectorizadas en la capital o la del de Medellín, Daniel Quintero al anunciar la alerta naranja en su ciudad, han señalado que Colombia está entrando en la etapa más dura de la pandemia de Covid.

Efectivamente, los epidemiólogos estiman que el pico de la pandemia llegará a varias ciudades, como Bogotá, entre julio y agosto. 

“El pico puede variar entre julio, agosto y septiembre dependiendo del distanciamiento y las medidas que se estén tomando”, dijo a medios Carlos Álvarez, asesor del Gobierno y delegado de la OMS para estudios del covid en Colombia.

Pero puede que no sea “el pico”, como un momento en el que se supera lo peor y todo mejora, sino el primero de varios momentos difíciles, quizás con intensidades y retos diferentes. 

“La gente piensa que el virus, después de que pase el pico, va a desaparecer. Eso no es así. El virus vuelve si no se hace nada y se deben hacer mejores cosas que las que se han hecho hasta ahora”, nos dijo Andrés Vecino, salubrista y experto de la universidad Johns Hopkins (y miembro de La Silla Llena), que hace seguimiento diario a la pandemia a nivel mundial.

Por eso, más que entrar al peor momento en todo el país, lo que está pasando es que los casos en varias grandes ciudades están llegando al punto en el que el sistema de salud puede colapsar.

De hecho, hoy se supo que en Riohacha y en Caquetá se llenaron las unidades de cuidados intensivos y en Ipiales solo queda una libre. Algo similar ya había pasado en Chocó (en Leticia, que fue el lugar más afectado a inicios de junio, no hay UCI).

Por eso, lo que está pasando es que el país va pasando no un pico sino una cordillera de varios picos, con características diferentes en cada región y que va cambiando con el tiempo.

Del pico a la cordillera

En Colombia, los datos nacionales muestran un crecimiento sostenido de casos nuevos, activos y muertes.

 

 

Las cifras de casos activos de Leticia o Tumaco muestran que pasaron un “pico”.

 

 

Ya no hay muchos contagiados ni muertos, a pesar de que las cifras de muertes tardan más en bajar por los días que pasan entre el contagio y la muerte de algunos de los enfermos.

En cambio, en Cartagena, Barranquilla o Soledad los casos activos están en algo como una meseta: crecieron, se estabilizaron y las cifras todavía preliminares de los días más recientes muestran que pueden estar bajando, pero no es seguro.

 

 

En todo caso, siguen poniendo un porcentaje importante de los alrededor de 200 muertos que se cuentan al día en Colombia, de nuevo porque primero suben o bajan los contagios, y solo días después las personas se recuperan o mueren.

Pese a que no es seguro que sea así, en estas ciudades se instaló la idea de que el pico “ya pasó”, como lo han dicho para Barranquilla, tanto el alcalde Jaime Pumarejo como el ministro Fernando Ruiz

Indican que, si se mantiene la desaceleración, el 21 de julio pasará de alerta naranja a alerta amarilla, y para finales de agosto/ principios de septiembre, el alcalde prevé reabrir parques, restaurantes, templos, gimnasios y el transporte aéreo.

Según Pumarejo, la ciudad está en este punto gracias a tres cosas: la evolución del ciclo epidemiológico, las medidas restrictivas como el toque de queda y la ley seca, y el comportamiento de la gente.

“Mantener la tendencia, abrir la economía de la ciudad, permitir la reactivación de la vida social. Todo sin perder de vista que seguimos en emergencia, que hay que mantener el autocuidado personal y que todos seguiremos expuestos mientras no haya vacuna”, nos dijo el asesor de comunicaciones de la Alcaldía, Alberto Martínez, sobre los retos que tienen en las próximas semanas. 

En contraste, en las ciudades más grandes el contagio sigue creciendo, y es la tendencia que explica la idea de que llegamos al “peor momento”:

 

 

Por un lado, Medellín había tenido tasas bajas de contagios y hablaba de reapertura antes que otros lugares (Antioquia lideró el empuje para reabrir municipios no Covid), pero desde hace una semana está en alerta por la ocupación de UCI.

En Medellín, donde desde hace 10 días las cifras de contagio superan las 100 diarias, la Alcaldía estimaba el pico en septiembre si el 100 por ciento de la ciudadanía cumplía protocolos; y en agosto, si el cumplimiento era parcial. 

Como le dijeron a La Silla dos epidemiólogos por aparte, el aumento de casos hoy era previsible por la apertura de casi todos los sectores económicos en Medellín y todo el Valle de Aburrá, pues hasta ahora lo único que está cerrado son los bares, y los restaurantes comenzaron con un plan piloto la semana pasada. 

Aparte de que muchas personas ya salen a trabajar todos los días, no todas las empresas mantuvieron los cambios de horarios para evitar la congestión en el transporte público. Sumado a que, según dijo Quintero en rueda de prensa, en el último puente de junio la Policía intervino más de 1.877 fiestas, lo que también evidencia que la gente se está relajando con el autocuidado.

Sobre esa última razón, el experto y cirujano reconstructivo Camilo Prieto nos dijo que en Medellín “se generó una falsa sensación de seguridad” por los buenos resultados que se habían tenido hasta ahora. Por ejemplo, en mayo no hubo un solo muerto por covid.

Una sensación similar de seguridad y hasta relajamiento, parece haber ocurrido en Cali donde se registran más de 11 mil casos y 365 fallecimientos. 

Si bien desde el principio hubo medidas restrictivas que iban entre ley seca y toques de queda hasta recorridos para suspender fiestas, medidas claves como distanciamiento y uso de tapabocas dejaron de ser sancionadas por las autoridades si no se cumplían.

Así nos lo dijo un epidemiólogo que prefirió no dar su nombre porque es cercano a la Secretaría de Salud local: “la administración ha aflojado mucho, claro que la gente está cansada de la cuarentena, pero medidas de seguridad que se tenían al inicio como la sanción por no llevar un tapabocas, por ejemplo, ya no se ven. Yo voy por la calle y veo más de 10 personas sin tapabocas”

Consultamos a la Secretaría de Salud pero hasta el momento no había respondido nuestras llamadas.  

Por último, Bogotá superó el 90 por ciento de ocupación de las UCI: de las 1.161 instaladas, 1.044 están llenas. 

La alcaldesa López ha dicho que por la reapertura hubo más contactos entre personas y la ciudad no alcanzó las 2.090 UCI que necesitaba para reabrir, a pesar de que entre la red pública y privada lograron poner a funcionar 770 UCI adicionales

Eso porque el Gobierno ha entregado solo 439 de las 1.000 camas a las que se comprometió inicialmente, como contamos, y entregará en total 722; y porque la Alcaldía compró pocos ventiladores para lo que se requería y en comparación con otros lugares (a fines de mayo iban 70, contra 130 de Cundinamarca, 300 del Valle o 200 de Antioquia).

Un caso interesante es Bucaramanga: hasta ayer tenía solo 352 casos, siguen libres el 34 por ciento de sus UCI y en general, el contagio sigue creciendo pero con menos velocidad. 

Eso puede deberse a varios factores. El epidemiólogo e investigador del Departamento de Salud de la UIS, Javier Idrovo, ha sostenido que ayudó que justo al iniciar la pandemia, la vía principal a Bogotá se cerró por un deslizamiento y duró así varias semanas.

Según el secretario de Salud de Bucaramanga, Nelson Ballesteros, la reactivación económica se materializó dos semanas después de los anuncios, por lo que pegó menos duro.

Sin embargo, está creciendo el contagio y Ballesteros cuenta que proyectan que para la tercera o cuarta semana de agosto llegue un pico. Para enfrentar ese momento, se preparan sobre todo con la búsqueda activa de casos con un equipo de 50 personas que toma en promedio 200 pruebas al día, y espera terminar el mes con 300.

Mientras tanto, en otros lugares, ya hay un segundo pico, como Caquetá.

 

 

¿Qué explica estas diferencias?

Lo que hay en una cordillera

Para Vecino, las razones de esta foto desigual son múltiples, y van desde que Bogotá por ser la ciudad más poblada y con más conexiones internacionales siempre tuvo más casos; o en Leticia, que fue foco en mayo por la migración peruana y brasilera sobre el Amazonas; a causas más específicas como un sistema de vigilancia de casos efectivo.

“No podemos seguir confiando en el azar y los cierres de cuarentena, tenemos que pensar en cómo hacerlo mejor más adelante, vía la vigilancia efectiva de los casos”, nos dijo y puso como ejemplo lo que hicieron Villavicencio y Meta, que lograron cercar los casos porque ocurrieron en muy pocos lugares, especialmente en la cárcel de esa capital.

En la capital llanera detectaron un 90 por ciento de de los casos dentro de su cerco epidemiológico: las personas no tuvieron que pedir la prueba, sino que se las hicieron porque habían estado en contacto con casos ya detectados. Así, se logró controlar el brote.

“La pregunta no es si hacer o no cierres, porque se necesitan, sino cuánto tiempo habrá que abrir y cerrar hasta encontrar la vacuna y en el entretanto, pensar en las formas de reducir la frecuencia del contagio”, nos explicó Vecino.

Pero a  medida que avanza la pandemia, rastrear los casos se hace cada vez más complejo por la cantidad  de casos y contactos.

Eso se ve en Antioquia, que fue al inicio de la crisis reconocida a nivel nacional por esa capacidad de hacer cercos, como contamos acá

Ahora el departamento, y en específico Medellín, están necesitando mucho más personal para hacerlo. Prueba de eso es que el alcalde Quintero anunció que sumaría mil personas más en esta tarea desde hace una semana. 

Eso mismo está haciendo Cartagena, que tras cerrar seis barrios en mayo, ha logrado bajar de 8 a 3 muertos diarios por Covid, y ya más de la mitad de quienes han tenido Covid se han recuperado (6.244  de los 10.980 casos totales) 

La directora de Salud, Johana Bueno, explicó a La Silla que para evitar la expansión del virus se ha hecho un trabajo focalizado de campañas de prevención y testeos a población priorizada en ocho barrios de la ciudad (van 16.563 personas), y esta semana continuarán la intervención en tres barrios más: La Carolina, Ciudad Jardín y San José de los Campanos. 

Los logros en Cartagena o Villavicencio muestran que el trabajo de las autoridades locales de salud, en apoyo con las nacionales, son centrales para que la cordillera tenga menos picos o picos más bajos.

Y que la clave del avance no es mirar con lupa la ocupación o preparación de las UCI, sino la capacidad de hacer cercos y rastreo, algo que han dicho epidemiólogos y el Gobierno desde hace rato, pero que ha sido menos visible que las cuarentenas y los ventiladores.