Uno de los temas más importantes en la reunión de hoy de los presidentes Joe Biden y Gustavo Petro no está en la agenda pública del encuentro. En el salón oval de la Casa Blanca, Petro buscará que Biden le de un respaldo de alto nivel al plan que viene elaborando el gobierno colombiano para destrabar los diálogos entre el chavismo y la oposición venezolana en México. Es un esfuerzo que, de tener éxito, le daría al presidente colombiano su mayor logro, hasta ahora, a nivel internacional.
Desde septiembre de 2022, a través de su embajador en Washington, Luis Gilberto Murillo, el gobierno colombiano ha creado un canal diplomático reservado entre funcionarios de Estados Unidos, la oposición venezolana y el chavismo. “Es una triangulación”, le dijo a La Silla Vacía una fuente diplomática involucrada directamente, que pidió no ser identificada para dar detalles que aún no son públicos.
El objetivo, según un documento marcado como “confidencial” al que tuvo acceso La Silla, es volver a activar la mesa de diálogo para encaminar de nuevo a Venezuela hacia la democracia. “Es necesario encontrar un nuevo enfoque consensuado de aproximación de la comunidad internacional en apoyo a las negociaciones”, dice el documento, fechado el 12 de marzo y elaborado entre la embajada y la presidencia.
Ahí se establece la agenda del evento de alto nivel que tendrá lugar la próxima semana en Bogotá, con cancilleres invitados de 19 países y la Unión Europea. Detrás de cámaras el objetivo es que el chavismo acepte liberar presos políticos y Estados Unidos flexibilice sanciones. Con esas movidas esperan reactivar la mesa de México.
El plan entre Washington, Bogotá y Caracas
Hacia el final de la reunión entre Petro y el presidente Biden, luego de haber tocado los tres temas que están en la agenda (cambio climático, política de drogas y paz), está planeado que Petro haga una salida calculada del libreto oficial y ponga el tema de Venezuela.
“El presidente Petro no le va a decir a Biden que levanten todas estas sanciones”, dice la fuente involucrada aludiendo al mensaje de “cero sanciones” que ha lanzado públicamente en su gira en Estados Unidos. Para facilitar el destrabe de la mesa le pedirá a Biden la “revisión y levantamiento de algunas sanciones, a cambio de que el gobierno venezolano otorgue garantías políticas y electorales a la oposición”, agrega.
Esa conversación entre los dos presidentes busca darle un apoyo de alto nivel a una sucesión de movimientos que se vienen preparando en privado hace meses en Washington, Caracas y Bogotá.
Desde septiembre del año pasado Petro designó al embajador Murillo para la tarea. Lo hizo saltándose al Canciller, Álvaro Leyva, que ha tenido un papel secundario en una de las iniciativas de política exterior más importantes del gobierno. “Murillo tiene línea directa con Petro, y estaba claro que el presidente lo había delegado para una cosa especial”, le confirmó una fuente de la Cancillería. Murillo declinó contestar preguntas de La Silla.
El embajador ha liderado acercamientos con funcionarios de Estados Unidos, como Juan Gonzalez, de la Casa Blanca, y Brian Nichols, el subsecretario de Estado para América Latina, para flexibilizar el régimen de sanciones. Paralelamente, ha estado en contacto con la Plataforma Unitaria de oposición y algunos miembros del chavismo. Y Petro se ha movido con Maduro en Caracas, donde ha estado en cuatro ocasiones.
De esas conversaciones, según lo planeado, surgieron la serie de reuniones que se darán en Bogotá en los próximos días.

La sucesión de eventos para volver a México
A su regreso de Washington Petro recibirá en la Casa de Nariño a los miembros de la oposición organizada en la Plataforma Unitaria de Venezuela. Será su primera reunión con el grupo que desde el 2021 está en diálogos con el chavismo en México para conseguir garantías de restablecimiento de la democracia y un calendario electoral. Según la fuente enterada, se citó por pedido del gobierno de Estados Unidos. Los miembros de esta Plataforma no respondieron preguntas de La Silla antes de la publicación de esta nota.
Luego, el martes 25 de abril, tendrá lugar la gran cumbre de 19 países en Bogotá que anunció Petro hace más de una semana, y que fue apoyada por Maduro. Según el documento confidencial, el evento buscará “reabrir caminos y construir una hoja de ruta” para los diálogos del chavismo y la oposición.
Con la presencia de varios cancilleres, que aún no han confirmado oficialmente su asistencia, se conformará un grupo de países americanos liderados por Colombia que aportará un nuevo “acompañamiento efectivo de la comunidad internacional”. Aunque el canciller estadounidense, Anthony Blinken, no vendrá, Estados Unidos enviará a Gonzalez y Nichols, según afirma la persona enterada y confirmó otra persona en contacto con funcionarios de Washington.
En la cumbre en Bogotá el gobierno será el anfitrión en busca de un consenso sobre un “nuevo enfoque”, de acuerdo al documento. La fuente involucrada explica que se trata del “reconocimiento de que la imposición de sanciones no ha servido para lo que se pensaba que iba a servir: que el régimen de Maduro iba a abandonar el poder”. Agrega que los estadounidenses concuerdan, aunque son aún cautelosos.
Por eso, detrás de cámaras, se ha trabajado para que en Bogotá haya un acuerdo puntual sobre gestos de apertura del chavismo, y que a cambio el gobierno Biden afloje algunas sanciones. Puntualmente, que haya una promesa de liberación de presos políticos en manos del chavismo, y Estados Unidos entonces levantaría el bloqueo sobre 3 mil millones de dólares de Venezuela en el exterior.
El trabajo para sobre esos fondos fue confirmado con uno de los miembros de la oposición. Según dijo en un medio venezolano Stalin González, uno de los miembros de la Plataforma Unitaria, “Estamos cerca de descongelar esos fondos para cumplir con lo que necesita el país, como hospitales, escuelas, mejores servicios”.
Ese dinero está en una bolsa administrada por la ONU, que ya se consolidó como parte de los avances parciales de los diálogos de México. Tiene una destinación específica para gasto social en Venezuela, donde la crisis humanitaria persiste. Pero, Washington no los ha liberado ante la falta de gestos del chavismo. “Colombia va a liderar eso y va a intentar que haya acuerdo entre estas dos variables para que se retorne a México en un lapso de no más de un mes”, dice la fuente.
Con el chavismo y la Plataforma Unitaria de regreso en México, el grupo de países liderado por Colombia haría presión para que se cumplan una serie de protocolos avanzados para que Maduro anuncie un calendario electoral y garantice elecciones competitivas. “Tenemos claro que México es el lugar”, dice la fuente, frente a versiones de que el objetivo de Petro es trasladar la mesa a Bogotá.
Con esta serie de movidas el gobierno colombiano toma grandes riesgos y aspira a tener éxito donde otros han fracasado. México, anfitrión de la mesa, y Noruega, país facilitador, no han logrado destrabar el diálogo. Antes de la reunión de noviembre del año pasado estuvo 15 meses congelado.
Sin embargo, los diplomáticos colombianos ven dos factores nuevos. Primero, hay una crisis de liquidez en el gobierno de Venezuela que ha hecho que no tengan como pagar sueldos a sus bases sociales, como los maestros, que desde enero han lanzado protestas atípicas.
Eso lo confirma el Roberto Pérez, ex jefe del departamento de análisis económico del Banco Central de Venezuela. “Las finanzas públicas están muy restringidas, por eso se han dedicado a imprimir dinero y retrasar pagos de deuda”, dice Pérez, quien salió en 2018 luego de una década en la institución.
Por otro lado, la situación política en Estados Unidos le ha dado más espacio a Biden. Después de las elecciones de mitad de término, en noviembre, cuando su partido salió airoso, existe un mejor ambiente para aflojar restricciones sobre la dictadura chavista. “No había visto una disposición para remover sanciones como la que hay ahora en Washington”, dice afirma la persona que está involucrada en la negociación.
Esa apuesta la tendrá que confirmar Petro hoy con su homólogo en la Casa Blanca.