Los trapos rojos, en Ciudad Bolívar, se convirtieron en un símbolo de la pobreza en la pandemia. Foto: Juan Felipe Orduz - La Silla Vacía

El día en que el presidente Iván Duque sancionó la reforma tributaria en la Casa de Nariño, declaró que se trataba de una ley histórica. Lo ha seguido repitiendo, hasta en su discurso de la Asamblea General de la ONU: “Logramos la más importante reforma social de este siglo en Colombia”, dijo en ese foro global. 

El Ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, explicó que la reforma promete reducir la pobreza de 42,5 a 34,3 por ciento, por medio de subsidios directos para casi una tercera parte de la población (14,3 millones de personas) y un esperado impulso en la economía.

Alcanzar esa cifra de pobreza monetaria implicaría que en dos años el país borre lo perdido en materia de reducción de la pobreza por la pandemia, en la que 3,5 millones de colombianos dejaron de ganar los ingresos suficientes para tener acceso a servicios básicos de alimentación, vivienda, agua, entre otros.

También implicaría que el país volviera a una tasa de desempleo anual de un dígito. Es una meta ambiciosa: esta mañana el Dane publicó la tasa de desempleo en agosto que se redujo de 16,8 por ciento en el octavo mes de 2020 a 12,3 por ciento en el mismo periodo de este año.

El avance es de destacar, pero en promedio, en lo que va de este año, la tasa de desempleo se ubica en 14,9 % aún lejos de lo que se necesita para reencausar las cifras de pobreza en el país.

En la tributaria hay varias herramientas que ayudarán a reducir los índices de pobreza e impulsar el crecimiento y el empleo. Pero para las seis personas expertas en economía que consultamos la gran incógnita es si bastará para generar suficientes empleos, bien pagos, y así lograr el objetivo de reducir la pobreza significativamente.

El paquete en la tributaria para bajar la pobreza

El plan del Gobierno es que con la tributaria la reducción de la pobreza venga de tres fuentes: el crecimiento económico, la consecuente generación de empleo y los apoyos sociales a las personas pobres.

En su exposición de motivos, con la que presentó la ley, calculó que de los 8,2 puntos que espera que reduzca la pobreza, espera que 5,7 disminuya por cuenta de la reactivación de la economía y del empleo; y el resto por los subsidios.

Pero lo que han mostrado las últimas cifras de empleo es que la reactivación económica, no siempre viene con empleos.

La premisa es que la reforma permite a los departamentos y alcaldías invertir más, estabilizar las cuentas fiscales de la nación y ahorrar plata, y con eso el país podrá gastar más plata en obras y programas de apoyo empresarial que reactiven la economía.

De esta reactivación, sumado a un programa de estímulo a nuevos empleos la ley estima que se crearán 1 millón de empleos adicionales.

Y por último, la ley extendió y amplió hasta diciembre de 2022 el Programa Ingreso Solidario que se creó en la pandemia como un ingreso mínimo para las personas pobres. Es decir, para quienes viven con menos de la línea de pobreza que calcula el Dane, y que dice cuánta plata tiene que ganar un colombiano promedio para tener lo básico para vivir bien nutrido y con techo.

En la pandemia el programa ha cubierto 3,1 millones de hogares en 30 departamentos del país, ahora con la ley hay plata para expandirlo a 4,1 millones de hogares que reciben 160.000 pesos al mes, y no tienen acceso a los otros auxilios sociales del Gobierno: Familias en Acción, Colombia Mayor y Jóvenes en acción.

Las cifras del Dane apuntan a que este programa en la pandemia tuvo un efecto tangible en el freno a la pobreza y la pobreza extrema del país. En sus cálculos de 2020, la autoridad estadística de Colombia dice que de no haber sido por este auxilio la pobreza en el país 1,1 millones de personas más habría entrado a la pobreza. Y la tasa de pobreza extrema habría sido 2,6 puntos superior a lo que fue.

Es decir, mantener estos programas tiene un impacto importante y comprobado en la cifra de pobreza. Pero tiene sus límites.

“Una reducción de pobreza significativa monetaria para este año va a requerir que se sostenga la dinámica de recuperación de la actividad económica y que esta se traduzca en puestos de trabajo de alto retorno y estabilidad para las personas”, sostiene Marcela Eslava, decana y profesora titular de la facultad de Economía de la Universidad de los Andes.

Produciendo lo mismo con menos trabajadores

La idea de que un aumento en el PIB significa mayor empleo dejó de ser cierta en Colombia desde antes de la pandemia.

“Las reformas económicas Carrasquilla de 2018 y 2019 movieron el PIB pero no el desempleo”, dice Francisco Miranda, director del diario económico Portafolio. Tampoco la pobreza, entre 2018 y 2019, la tasa de incidencia de pobreza monetaria subió de 34,7 a 35,7.

Este rezago entre PIB y empleo se profundizó más aún después de la pandemia. Como lo explica el director de Fedesarrollo, el centro de pensamiento en economía más grande del país, Luis Fernando Mejía: “Nosotros ya estamos en niveles de producción prepandemia, el tamaño de la economía comparativo es igual, pero la tasa de desempleo es mayor”, dice.

Su hipótesis es que después de la pandemia muchas empresas aprendieron a ser mucho más eficientes y a producir más, con menos gente. A eso se le suma que el empleo que algunos sectores que son conocidos por su capacidad de generar empleo, como la hotelería, el turismo y la construcción, no han logrado despegar del todo.

La semana pasada, por ejemplo, la directora del gremio de Agencias de Viajes, Paula Cortés, comentó en esta charla que aún hoy el 30 por ciento de estas empresas estaban trabajando a pérdida y su reactivación venía a paso lento.

Fedesarrollo estima que para volver a las cifras de pobreza previas a la pandemia la tasa de desempleo debe estar por debajo del 10 por ciento. Así que las buenas cifras que se esperan este año para el PIB no son garantía de que el plan que traía la tributaria funcione.

“Yo creo que es una meta súper inflada”, dice con más contundencia la doctora en Economía María Fernanda Valdés, coordinadora del proyecto de Tributación para la Equidad en América Latina de la Fundación Friedrich Ebert.

Al argumento de Mejía y Miranda, Valdés añade que hay elementos de la tributaria que en efecto pueden afectar la creación de empleos. Esto porque la tributaria se recarga en gran medida en un aumento en la tributación empresarial, lo que afecta los costos de las empresas y su capacidad para crear nuevos puestos de trabajo.

“Ellos dicen que las empresas van a pagar más, pero nosotros le vamos a ayudar con los subsidios para la creación de empleos, pero es un chiste”, sostiene Valdés. Se refiere a que mientras las empresas pagarán 7 billones adicionales de impuestos, el Gobierno estima que en los subsidios para la creación de nuevos empleos gastará 700 mil millones de pesos a partir de 2022.

A eso se le suma una complicación más: el costo de vida sigue aumentando. El Banco de la República calcula que este año la inflación puede sobrepasar el 4 por ciento, que es su meta máxima. Y esto tiene un impacto directo en la pobreza, porque así más personas ganen más plata al mes, si el mercado es más caro, les rinde menos su ingreso y no les alcanza para superar la pobreza.

Por eso, para Wilson Tovar, el gerente de investigaciones económicas de la comisionista de bolsa Alianza Valores, no basta con lograr un crecimiento económico de 7,5 por ciento, como estima el Banco de la República que sucederá, ni con los subsidios.

“Hay que reentrenar a las personas que están sin empleo, mejorar los estándares de educación, no basta con Matrícula Cero, tenemos problemas de deserción desde la primera infancia. Hay que mejorar el acceso y la conectividad a internet que son un obstáculo para superar los niveles de pobreza”, le dijo a La Silla.

El desafío es grande, y el riesgo de que no se cumpla la meta, alto. Según la cifra publicada por el Dane, el país necesita recuperar 1,3 millones de puestos de trabajo para recuperar los niveles de empleo previos a la pandemia (que en todo caso ya eran altos). Así que si bien el dato de agosto da pie para tener un poco de optimismo, todavía falta camino para que el Gobierno logre su promesa “histórica”.

Fui periodista de temas económicos de La Silla Vacía. Estudié periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana. Fui corresponsal de El Tiempo en Bucaramanga y cubro temas económicos desde 2010, primero en Vanguardia Liberal (Santander), y después en el diario Portafolio, donde también fui coordinadora...