Mucho del éxito electoral de un candidato está dado por la manera como la gente lo percibe. Claro influye la ideología, lo que representa, pero la decisión última depende de la valoración que el ciudadano hace de los rasgos del personaje. En campaña electoral es básicamente eso lo que hacen los electores, o ¿alguien ha leído las 16 paginitas que después de mucho pensar le entregó la Fundación Buen Gobierno a Santos como las líneas de su programa para la reelección?

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??Por estos días se ha dicho que el presidente Juan Manuel Santos se realizó una cirugía dirigida a dar una apariencia más joven a sus párpados. En ese contexto alguien dijo –además- que el presidente ocultaba sus canas pintándose el pelo y otro interrumpió para decir que eso era un asunto baladí que no valía la pena comentar. La vanidad ha sido uno de los rasgos de personalidad del Presidente más resaltados desde hace años.

Dicen que la operación no solamente fue por razones estéticas, sino que se trataba de un tema de funcionalidad porque el problema llegaba hasta dificultarle ver. Es obvio que –en ese rasgo de la “personalidad colombiana” de mamarle gallo a todo- ya muchos han dicho que la operación se volvió urgente después de la famosa expresión que “el tal paro no existe”.

Santos siempre luce impecablemente vestido, se le nota cómodo en escenarios elegantes y le gusta estar rodeado de personas con esos mismos rasgos. Por ejemplo, mucho se ha comentado sobre el origen social de los miembros del gobierno. Los intelectuales y estudiosos de los fenómenos políticos suelen despreciar el tema de qué tanto influye la personalidad del gobernante en sus decisiones y desempeño, pero está claro que resulta determinante y lo que es más importante resulta decisiva a la hora de que los electores escogen por quien votar.

Los franceses e italianos han tenido que sufrir las veleidades machistas de sus últimos gobernantes y la calificación sobre Sarkozy, Hollande o Berlusconi está más asociada a su comportamiento en la vida privada que a su gestión como gobernantes. Los tres profundamente vanidosos. Allá también discuten si es importante o no hablar de eso.

Pero claro que ese es un factor determinante en la política. Mucho del éxito electoral de un candidato está dado por la manera como la gente lo percibe. Claro influye la ideología, lo que representa, pero la decisión última depende de la valoración que el ciudadano hace de los rasgos del personaje. No cabe duda que, por ejemplo, Oscar Iván Zuluaga, no sólo no despega, sino que se hunde en las encuestas porque es percibido como falto de carácter. Siempre al lado de Álvaro Uribe con cara de regañado, como dando una lección frente a un profesor autoritario (rasgo importante de la personalidad del ex presidente).

A las mujeres les ha sido más difícil tener éxito en la política electoral porque en países con tradición machista sus rasgos de personalidad suelen ser calificados en forma más dura que los de los hombres. Se ha dicho que una mujer que alza la voz es una “vieja histérica” y que si lo hace un hombre “denota carácter”. De Marta Lucía Ramírez se ha subrayado su rigidez mental. Se le critica que habla largo y que no parece tener buen sentido del humor.

En las escalas de rasgos que usa la psicología para medir la personalidad de Ramírez se diría que es fuerte y segura, dedicada al trabajo, no artística, irritable, auto disciplinada, puntual. Sus asesores tendrán que trabajar más que en su propuesta política en cómo evitar ser calificada como una “vieja intensa”.

Santos es persistente, lo fue para llegar a la Presidencia, que fue un objetivo que se trazó según cuentan quienes lo conocen de cerca desde casi niño. Las encuestas y las apuestas no le favorecían, pero él se empeñó en hacer lo que tocaba, lo que convenía con sus asesores y lo hacía con dedicación.

Parte del éxito de Uribe es que su personalidad transmite elementos que a muchos electores les gusta. Por ejemplo, el ‘trabajar, trabajar, trabajar’ denotaba un hombre abnegado, disciplinado y dedicado, algo que los electores valoran mucho. Atento a los problemas así no los solucionara. Ese rasgo de personalidad se expresaría por ejemplo en cómo enfrentar un atentado como el de Pradera de hace un par de semanas. Allá hubiera llegado. Santos en cambio no fue y Zuluaga llegó pero parecía mandado. El candidato uribista es tímido y eso lo transmite. Como que le da pena. Ahora ese día en Pradera, tenía muchas razones para darle pena hacer la tarea que le habían mandado a hacer.

Hay quienes dicen que a mucha gente le gusta Uribe porque expresa esa especie de padre protector que es ansiado por muchos y a otros les molesta por lo contrario, porque refleja un padre autoritario, casi del estilo de la mamá de Helenita Vargas, según muestra la muy exitosa serie La Roca de Oro que por estos días exhibe el Canal Caracol.

De los presidentes de Colombia casi siempre cuando la gente en una conversación informal los recuerda lo hace a través de los rasgos de personalidad que la gente dice haber percibido y que se convierten en la imagen pública del personaje: de César Gaviria, calculador, frio y distante; de Samper hablador, dicharachero y mentiroso; de Pastrana superificial, indiciplinado y hedonista; de Uribe rígido y autoritario; de Santos vanidoso y “quedabien”.

Claro eso también tiene su lado positivo: de Gaviria calmado y con total control de sus emociones; de Ernesto Samper cercano y afable; de Andrés Pastrana sociable y generoso; de Uribe trabajador y disciplinado; de Santos conciliador y persistente.

Todos, todos los días nos la pasamos aplicando al ojo el test de personalidad y aplicando el cuestionario de los cinco factores NEO PI que usan los psicólogos para identificarnos. En campaña electoral es básicamente eso lo que hacen los electores, o ¿alguien ha leído las 16 paginitas que después de mucho pensar le entregó la Fundación Buen Gobierno a Santos como las líneas de su programa para la reelección?

Héctor Riveros Serrato es un abogado bogotano, experto en temas de derecho constitucional, egresado de la Universidad Externado de Colombia, donde ha sido profesor por varios años en diversos temas de derecho público. Es analista político, consultor en áreas de gobernabilidad y gestión pública...