La empresa española ofrece el servicio de borrar el rastro electrónico de las personas. Para lograrlo, abusa de la protección de derechos de autor.
En septiembre pasado llegó a Colombia, con bombos y platillos, Eliminalia, una empresa barcelonesa que promete a cualquier persona borrar las menciones de su nombre en internet.
Lo hace apelando al derecho al olvido digital, que busca que, con el paso del tiempo, información cierta sobre hechos del pasado que afecten a una persona no se pueda encontrar en buscadores como Google. Su argumento es que la gente tiene el derecho a que se olviden cosas como que fue condenada por un delito después de haber pagado su pena.
Siguiendo la jurisprudencia de la Corte Constitucional, que le da más valor al derecho a la información que al olvido, La Silla Vacía, como muchos otros medios colombianos, no ha concedido las múltiples solicitudes que nos han llegado de Eliminalia y de otras empresas similares, como lo explicamos en junio del año pasado.
Sin embargo, y al parecer no satisfecha con nuestra respuesta, Eliminalia decidió ir un paso más allá.
Los dos casos
Este martes, la empresa que aloja nuestra información en Estados Unidos, Liquid Web Hosting, nos advirtió que teníamos que borrar dos notas so pena de suspender sus servicios, es decir, sacar a La Silla del aire.
Eso, porque dos personas le habían dicho, bajo juramento, que La Silla les había usurpado el contenido, violando la ley de derechos de autor en internet de Estados Unidos, conocida como Dmca por sus siglas en inglés.
Para sustentar su queja en contra de La Silla Vacía, Olga Pasalska, empleada de Eliminalia, mostró una nota de “El Pais-Noticias”, un portal de noticias falsas y contenido de baja calidad, que se presta para este tipo de operaciones en Internet, diciendo que La Silla la había copiado.
La nota que Pasalska alegaba que La Silla había usurpado era idéntica a la que Eliminalia nos había pedido infructuosamente despublicar hace unos meses.
Si bien el portal se había prestado para publicar nuestra nota como si fuera suya, no corrigió frases como “La Silla Vacía así lo constató o “La Silla Vacía encontró más datos” lo que ponía en evidencia la patraña.
Sin embargo, como una queja Dmca no exige probar ser el autor de la nota, sino que basta con jurar que lo es, Eliminalia logró el efecto deseado de hacer despublicar la nota (que volverá al aire este viernes).
Cuando La Silla Vacía contactó a Pasalska para verificar que era la misma empleada de Eliminalia y no un homónimo, nos dijo vía correo electrónico que se trataba de un error.
“Localizamos el mismo material que hay colgado en vuestra página web en otro medio, y dado que en este otro medio no se citaba la fuente, procedimos a realizar una queja por DMCA en el otro medio, pero indiqué mal el link y os ha llegado a vosotros la queja cuando la queja es para el otro medio”, escribió.
Es decir, quería quejarse de El País-Noticias por copiarse de La Silla Vacía, sin nuestra autorización.
Y, además, en cambio de tramitar la queja ante el servicio de hosting de El País-Noticias, llamado OVH, lo hizo ante el nuestro.
Encima, en la queja afirmó bajo juramento (under the penalty of perjury) que tenía los derechos de autor de la nota o que tenía autorización del dueño, algo totalmente falso dado que los derechos de autor son de La Silla Vacía. Bajo la ley de Estados Unidos, mentir bajo juramento puede constituir el delito llamado perjuicio (perjury).
Le preguntamos a vuelta de correo por qué elevó la queja ante Liquid y por qué había jurado tener los derechos o la autorización de su propietario. Hasta el momento de publicar esta nota, no nos había respondido. Pero hoy por la mañana, Eliminalia nos mandó una carta pidiendo despublicar este artículo que denominó de mala fe dado que ya la empleada de la empresa nos había ofrecido disculpas por el supuesto error.
“Sobre los denominados “rastros en Internet de Eliminalia”, es gratuito e incierto publicar que hemos tratado de realizar “campañas políticas en Colombia” ni todo lo que manifiesta a continuación, de manera que se trata de un contenido injurioso que atenta contra el honor, no solo de la empresa, sino de su dueño Dídac Sánchez, contra quien arremete a continuación, haciendo alusión a hechos que da como ciertos, y de los que ignora su tratamiento posterior, así como los litigios que han generado y las condenas recibidas por sus autores”, dice la carta.
La carta no responde las preguntas que le hicimos.
Tampoco si una solicitud idéntica sobre otra nota, firmada por “Sofia Ramos Gil”, también es de Eliminalia.
Como Pasalska, Ramos usó el vínculo a un portal sin contenidos propios, en este caso “Noticias Mundo”; la redacción de su solicitud al servicio de hosting es idéntica a la Pasalska, y también la hizo después de que Eliminalia nos pidió eliminar o desindexar el mismo contenido.
Es decir, todos los elementos de este segundo caso indican que se trata de un nuevo paso en la búsqueda de la empresa española de cumplirle a sus clientes borrando sus datos en internet.
Un trino de una periodista española nos permite creer, en todo caso, que este abuso de leyes de protección de derechos de autor, no es producto de un error sino de una estrategia de la empresa, pues también se lo aplicaron a medios de su país, como lo demuestra este hilo.
Os voy a contar una historia de entre reirse y cagarse en todo, a partes iguales. Tienen que ver con Eliminalia (si, esa empresa que usa técnicas chuscas para intentar borrar artículos) y cómo ahora se aprovecha de las reglas sobre copyright. ¿Cóooomo? Os cuento:
— Eva Belmonte (@evabelmonte) May 6, 2019
Es un servicio extremo de borrar información que, curiosamente, parece no haber logrado de manera muy efectiva consigo misma, dado lo que se encuentra en Internet sobre Eliminalia y quien la maneja.
Los rastros en internet de Eliminalia
Una investigación de Santiago Ángel en La Fm mostró que directivos de Eliminalia estaban ofreciendo a campañas políticas en Colombia no solo borrar menciones negativas de los candidatos en Internet, sino montarles campañas de desprestigio contra rivales manipulando grupos de personas en redes sociales a través de cuentas falsas y mentiras.
Según este reportaje, Eliminalia ofrecía estrategias como la muy criticada que hizo Cambridge Analytica para ayudar a Donald Trump a ganar las elecciones de 2016 en Estados Unidos.
La información la retomaron otros medios, como Semana, Publimetro, La República (en su portal Asuntos Legales) o El Espectador, y resonó en Argentina.
El rastro oscuro de Eliminalia no existe solo en Colombia ni solo sobre la empresa. Sobre su cabeza visible, el empresario Dídac Sánchez, tampoco han podido hacer valer el derecho al olvido.
Por ejemplo, en 2016, Crónica Business, revista del diario El Español, publicó que sus negocios estaban de capa caída cuando meses antes, varios medios habían dicho lo contrario; recordó varios escándalos como la fallida agencia de alquiler de vientres llamada Subrogalia, o el fracaso de un instituto de exploración genética que nunca tuvo licencia.
Ese mismo año, el diario El Confidencial de España hizo una serie de historias sobre acusaciones de abuso sexual en la sede de Eliminalia y sobre la relación laboral entre Sánchez y el presunto abusador, José María Hill Prados.
También aparecen en Google una entrada en un blog titulada “Eliminalia: la estafa del derecho al olvido” o una columna de opinión que muestra cómo Eliminalia, en lugar de borrar una nota, lo que hizo fue darle actualidad a una noticia ya olvidada.
Quizás, en su caso, no han usado el camino de una queja por el Dmac porque es difícil inventarse que son autores de notas que los delatan.