En un momento crítico y reventada de trabajo, la JEP elige nuevo presidente

Los 38 magistrados que integran la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) están citados hoy a las 8:30 a.m. para decidir quién será su nuevo presidente por los próximos dos años. Los candidatos son Roberto Vidal y Camilo Suárez, ambos magistrados de la Sección con Reconocimiento del Tribunal Especial para la Paz.

Sin que ninguno tenga de entrada las mayorías necesarias para ganar, el que sea elegido entrará a liderar la jurisdicción en un punto crítico: internamente, enfrentará el colapso de trabajo en las salas por un mal diseño de la planta de magistrados y externamente, la anunciada reforma a esta jurisdicción que quiere hacer el Gobierno Petro en el marco de la Paz Total.

Una votación dividida

La votación de hoy es un escenario inédito en los cinco años que está ajustando esta jurisdicción. La primera presidenta, Patricia Linares, fue nombrada por el comité externo que escogió a todos los magistrados, mientras el saliente Eduardo Cifuentes fue escogido de manera unánime hace dos años. Ahora, hay una elección dividida.

Los dos candidatos vienen de la misma sección del Tribunal y ambos le dijeron a La Silla que un primer reto de cara al país es empezar a mostrar resultados: las primeras condenas y sanciones. Pero tienen trayectorias totalmente diferentes para mostrar.

Por un lado está Roberto Vidal, abogado y doctor en Derecho de la Universidad Javeriana. Tuvo una destacada carrera académica en esa misma universidad, antes de ser magistrado del Tribunal de está jurisdicción. En la JEP, su principal rol ha sido su trabajo con las organizaciones de víctimas para facilitar su participación y ser un interlocutor con las organizaciones que mandan informes a esta jurisdicción.

Por su parte, el magistrado Camilo Suárez tiene una trayectoria ligada a la Justicia Penal Militar, en la que fue durante dos periodos presidente del Tribunal Penal Militar. En la JEP ha estado en movilidad en la Sala de Definición de Situaciones Jurídicas y tiene resultados judiciales que mostrar porque ha emitido más de 800 decisiones sobre la situación jurídica de los máximos responsables del conflicto.

Este domingo, cinco organizaciones defensoras de víctimas, especialmente las organizaciones de víctimas del Estado cercanas al senador Iván Cepeda, uno de los cerebros de la Paz Total, se opusieron a la posible elección de Suárez como presidente de la JEP, pues temen que no sea una persona imparcial en casos que involucren militares. Lo cual ignora que ha tenido que resolver en la JEP cientos de situaciones jurídicas de militares comparecientes sin que esas mismas organizaciones se hayan quejado en el pasado y de su compromiso con el Acuerdo de Paz.

Roberto Vidal, por su parte, tiene una relación estrecha con las organizaciones de víctimas, de todos los sectores, por su mismo rol dentro de la jurisdicción y por una trayectoria anterior en la defensa de los derechos humanos.

Cuatro magistrados consultados, que pidieron no ser citados, dicen que la balanza podría estar ligeramente inclinada en favor de Roberto Vidal, por su relación con las víctimas y porque tiene más manejo político que Suárez.

Aunque, según dos de ellos, Vidal goza del supuesto respaldo del actual presidente Cifuentes, lo que, según una de las fuentes, “ha caído muy mal en algunos colegas, que Cifuentes esté dándolo por su sucesor de entrada”.

Pero en últimas, todos los magistrados consultados coincidieron que los criterios que tendrá cada uno en cuenta para su voto es quién les brinde garantías y el temple para salir del punto crítico actual en el que se encuentra la jurisdicción. 

El colapso inminente de las salas de la JEP

La tarea de Patricia Linares como primera presidenta de la JEP fue poner a andar esta jurisdicción y defenderla en un escenario políticamente adverso tras el triunfo de Iván Duque y de la coalición del No. Eduardo Cifuentes tuvo el desafío de hacer que ese andamiaje institucional empezará a mostrar resultados y para eso tuvo que equilibrar las cargas desiguales de trabajo entre las salas de justicia y el Tribunal de paz.

El esfuerzo de Cifuentes de corregir ese desequilibrio no fue suficiente, y la tarea del siguiente presidente es evitar el colapso de las salas.

Por el diseño de la JEP, todo el trabajo se concentra en un primer momento en las salas. Especialmente, la mayor carga la ha tenido la Sala de Reconocimiento, que es la encargada de armar los macrocasos que investigan los grandes crímenes del conflicto armado como el secuestro de las Farc o los falsos positivos.

En esas salas se ha concentrado el trabajo durante estos casi cinco años. Mientras tanto, las secciones del Tribunal han estado prácticamente sin trabajo pues su función de juzgamiento no ha empezado.

El problema es que el diseño institucional privilegió la planta de los 20 magistrados del Tribunal, que ganan como miembros de Alta Corte (38 millones) y tienen tres magistrados auxiliares cada uno. Mientras que los 18 magistrados de Sala ganan como miembros de tribunales ordinarios (28 millones), no tienen magistrados auxiliares, y su carga de trabajo no ha hecho sino aumentar.

Por eso, Cifuentes se la jugó por promover lo que en la JEP se llama “la movilidad” de los magistrados que no tenían un trabajo asignado hacía la Sala de Reconocimiento. Los magistrados Suárez y Vidal son una muestra de esa solución a la que tuvo que acudir Cifuentes. El primero en movilidad en la Sala de Definiciones y el segundo un tiempo en la Sala de Reconocimiento.

Pero esta medida ha mostrado tener un límite en la voluntad de los magistrados del Tribunal, puesto que ni pueden ser obligados a moverse y a aquellos que sí aceptan la movilidad tampoco los pueden obligar a hacer el trabajo de cualquier otro magistrado de las salas. Solo los que quieran.

Aunque algunos como Gustavo Salazar son relatores de un macrocaso y se han metido de cabeza a ayudar a las salas, otros como Zoraida Anyul Chalela no han estado dispuestas a reforzar las salas.

Y forzar a quienes no han hecho la movilidad no fue algo que logró el actual presidente, porque el poder de la JEP está en los magistrados del Tribunal, que son más.

“La movilidad ya se agotó. Los colegas que quisieron moverse ya se movieron”, dijo un magistrado de las salas, que pidió no ser citado para poder contar sobre la situación.

La solución de Cifuentes permitió adelantar en gran medida casos como los de secuestros de las Farc y los “falsos positivos” de la Fuerza Pública, que en las próximas semanas deben presentar las primeras resoluciones de conclusiones. El problema es que el trabajo sigue creciendo.

Por un lado, la Sala de Reconocimiento abrió cuatro nuevos macrocasos que implican nuevos desafíos. Pero el mayor reto es que no colapse la Sala de definiciones de situaciones jurídicas, que tendrá que resolver las audiencias con ex comandantes paramilitares como “Mancuso” y “Jorge 40”; y definir la situación jurídica de los “no máximos responsables del conflicto”, que son el 90 por ciento de los 13 mil comparecientes, que no van a juicio, pero que tienen que tener una sanción.

Tanto Vidal como Suárez, los magistrados que están compitiendo por la presidencia, admiten la crisis en las salas. “A la jurisdicción hay que fortalecerla en su planta de personal, porque el diseño que se hizo inicialmente sobrepasa y desborda la capacidad humana de quienes hoy trabajan en las salas”, dijo Suárez.

Y ese agotamiento general no es el mayor desafío que enfrenta la JEP.

Las tensiones frente a la Paz Total

La semana pasada, el canciller Álvaro Leyva dijo ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que se deben realizar ajustes a la JEP. “Convertirla en un tribunal al que todos, combatientes y no combatientes, vinculados directa o indirectamente al conflicto interno, tengan la obligación de acudir”, dijo Leyva.

Los ajustes están enmarcados en la ambiciosa apuesta del Gobierno Petro por la Paz Total y, buscarían contar con la posibilidad de una justicia transicional para los procesos de negociación que se están adelantando con la guerrilla del ELN, y eventualmente para el que se logre con las disidencias de las Farc.

Las recientes palabras de Leyva hacen eco de la visita de Gustavo Petro a la JEP, a finales de julio. Fue la primera reunión con una alta corte del entonces electo presidente y fue recibido por la sala plena de magistrados. A la reunión también asistieron el comisionado de Paz, Danilo Rueda, y el canciller Leyva. En esa reunión la actitud del Gobierno fue profundamente crítica con la JEP.

Gustavo Petro visitó la JEP en julio, cuando aún no se había posesionado. Foto: Archivo JEP.

“La expresión que usó el propio Petro fue que la JEP era un laberinto”, dijo una de las magistradas consultadas, que estuvo presente y pidió no ser citada. La frase del presidente fue para referirse a la poca claridad y eficiencia de la jurisdicción.

También agrega que el propio comisionado Rueda criticó que la JEP no se la hubiera jugado por aceptar a los terceros civiles, que son comparecientes voluntarios. Desde entonces, el Gobierno Petro anunció que quiere hacer cambios.

Aunque a diferencia de Duque, Petro no busca deslegitimar la jurisdicción, la actitud del Gobierno sí se ha leído al interior de la JEP como poco comprensiva.

“El Gobierno ha planteado una figura de que él decide que el sistema tiene que servirle a la Paz Total y que hará los ajustes que considere. Eso ha caído muy mal en la jurisdicción, porque se considera que la actitud ha sido muy arrogante”, le dijo a La Silla uno de los magistrados consultados. “La misma jurisdicción sabe que hay que hacer unos ajustes, pero todo ha sido muy inconsulto”, agregó.

Como él, hay varios magistrados que van a exigir una postura firme a los candidatos de defender la autonomía judicial frente al nuevo Gobierno porque sienten que la reforma es inminente.

El magistrado Vidal dice que este es un momento “de oportunidades muy interesantes para la jurisdicción”, refiriéndose al contexto de la Paz Total. “Encontramos unos espacios muy interesantes para que nuestra labor se expanda y pueda encontrar un rumbo institucionalmente asegurado en decisiones presupuestales o de política”, agregó Vidal.

Para el candidato Suarez también es clave la relación con el Gobierno para lograr un fortalecimiento de la JEP en lo presupuestal y desde el punto de vista del personal. Frente a la Paz Total y las reformas, dice que es respetuoso de las competencias del Ejecutivo y del Legislativo, pero que no quiere anticiparse a lo que sería fruto de negociaciones. “En este momento lo que nos asiste fundamentalmente es poder cumplir con los mandatos constitucionales del Acuerdo de Paz”, le dijo a La Silla.

Alguno de estos dos será elegido hoy como presidente de una jurisdicción en etapa adulta y que ya superó el reto de luchar contra un Gobierno que la consideraba ilegítima. Pero, tendrá el nuevo desafío de tener la capacidad de trabajar con Petro, quien le quiere dar muchas más responsabilidades a la JEP.

Periodista de la Universidad de Antioquia. En La Silla Vacía empecé contando las movidas políticas de Antioquia como practicante, ahora escribo sobre el conflicto armado, las políticas de seguridad, la justicia transicional y los esfuerzos de paz en el país.