“Siempre será un recuerdo feliz haber visto en televisión la posesión de Claudia López al lado de mi esposa y de mi hija”, dice Juan David Correa, editor de libros, ex director de la revista Arcadia y uno de los votantes de la mandataria en 2019. “Para mí era importante el mensaje que significaba que una mujer como ella llegara al segundo cargo de elección más popular más importante del país”.

Pero hoy Juan David no volvería a votar por ella.

Como él, hay otros votantes de la mandataria que la apoyaron por lo que ella representa, pero a siete meses de terminar su gobierno, no se sienten igual de entusiastas e incluso muchos están decepcionados. Sólo unos pocos se sienten satisfechos con unas expectativas que eran altas.

Muestra de esto es que, según la última Invamer, su desfavorabilidad está en 66 por ciento y sólo el 33 por ciento aprueba su gestión. Ella llegó a la Alcaldía con una popularidad del 89 por ciento.

La Silla conversó con 14 votantes de López de diferentes sectores que la apoyaron públicamente como artistas y promotores de la cultura, ambientalistas, feministas y jóvenes de las protestas de 2019. A ellos, el día de su posesión les dijo “por fin ganamos”, “hoy llega al gobierno esa ciudadanía”.

Estas son cuatro emociones tras hablar con ellos sobre sus expectativas, desilusiones y lo que reconocen que ha hecho bien.

Decepción por las declaraciones estigmatizantes

“Me siento triste con mi voto porque pasó lo único que no podía pasar”, dice Correa, editor de libros. “Claudia me perdió desde que pronunció palabras estigmatizantes contra los venezolanos y contra la izquierda”. Correa dice que nunca vota con la expectativa de que los gobernantes cumplan todas sus promesas, pero, en cambio, sobre las declaraciones de la mandataria: “No podía creer que alguien estigmatizada, perseguida y marginada probablemente dijera eso. Se disculpó, pero me pareció imperdonable. Bajé los brazos con ella en ese momento”.

En repetidas ocasiones la mandataria responsabilizó a los migrantes de la inseguridad en la ciudad.  Dijo cosas como que “nos están haciendo la vida a cuadritos” o que “tenían un plus en criminalidad”.

José Guarnizo, director de Vorágine, y quien también cantó su voto públicamente, como lo hicieron otros periodistas como María Jimena Duzán y Daniel Samper Ospina, dice que sus declaraciones sobre los migrantes le parecieron muy graves. “Buscó ganar réditos políticos ante una situación de inseguridad con la población más vulnerable”. Guarnizo, quien ha escrito en varias oportunidades sobre migración, aseguró que “esas declaraciones fueron injustas y desproporcionadas. Ese fue un quiebre”.

La alcaldesa ha tenido otras declaraciones que sus votantes le critican. La última tiene que ver con lo que dijo frente al feminicidio de Erika Aponte en Unicentro.

“Claudia siempre le manda la bola a otras instituciones. Ella nunca tiene la culpa. Le cuesta mucho reconocer errores”, dice Gabriela Díaz, una joven de 26 años que la apoyó en 2019 cuando salía a las marchas estudiantiles en las que se pedían más oportunidades de educación superior.

Gabriela dice que un ejemplo de eso fueron las declaraciones sobre el feminicidio de Erika Aponte en Unicentro. “Dijo que la mujer asesinada no fue a la casa de refugio, que no abandonó a su expareja sino hasta ocho días antes de su asesinato. Para mí eso es una forma de lavarse las manos”.

Martha Buriticá, feminista de larga trayectoria y una de las promotoras de la fundación de la secretaría de la Mujer, también critica ese discurso. Asegura que esas declaraciones “muestran un problema de enfoque”.

Buriticá dice que apoyó a López porque su política de género estaba enfocada en garantizar los derechos de las mujeres y no tanto en servicios. “No podemos decir solamente que el machismo mata a las mujeres o que se le ofreció un albergue y no fue. Eso es un retroceso en la política de género, porque servicios para las mujeres han habido antes de Claudia”, dice. “Siempre se falla cuando no se garantiza la vida. Si no fue al albergue hay que preguntarse por qué no fue”.

“Una persona con el cargo que tiene Claudia López no solo impacta por las políticas, sino con el discurso político”, dice Juan Pablo Sierra, de 23 años. El consejero de la juventud de la localidad de Chapinero de Bogotá dice que, en general, la Alcaldía de Claudia le ha parecido “buena”, pero desaprueba su discurso: “El discurso político que maneja la alcaldesa ha sido contrario a los valores por los que voté en varios aspectos”. Agrega que “ella puede tener buenas políticas, pero si sus discursos van en contra de los principios por los que voté, no puedo defenderla”.

En la localidad de Kennedy, Jeison Peña, un joven que ha salido a marchar en varias oportunidades desde 2019, dice que “ella ha estigmatizado la protesta y a los manifestantes como lo ha hecho el uribismo”. Recordó que aunque ella ha rechazado la brutalidad policial, “al mismo tiempo, también nos mandó muchas veces al Esmad”.

Claudia ha recibido críticas también por señalar al “petrismo” de “radicalizar jóvenes”, por respuestas poco empáticas como “el trabaje juiciosa” o “venda el carro” y por su pleito con los jueces ante la inseguridad en la ciudad.

Desilusión por expectativas incumplidas

“Creía que tenía un compromiso ambiental más fuerte”, dice Juan Carlos Gutiérrez, subdirector de Alma, una fundación ambientalista. Algo similar dice Sabina Rodríguez Van der Hammen, defensora de la reserva que lleva el apellido de su abuelo, Thomas Van der Hammen: “Nosotros sabíamos que jurídicamente era difícil frenar obras en los humedales y por eso el compromiso que hicimos era revisar los contratos. Pero no solo no las frenó, sino que además firmó contratos para construir otras obras, por ejemplo, en el humedal Córdoba”.

En el pacto ambiental, que no solo firmó López sino otros candidatos, la mandataria se comprometió a revisar los contratos que dejó su antecesor. Y la secretaria de Ambiente, Carolina Urrutia, lo hizo, pero la conclusión finalmente fue que jurídicamente era muy costoso para la ciudad frenarlas por las demandas que vendrían de los contratistas.

Y eso no deja contentos a los electores porque la mandataria prometió cuidar los humedales. “Se escudaron en unos contratos que venían con Enrique Peñalosa, me parece una forma negligente de lavarse las manos”, dice Gutiérrez.

Pero no sólo ambientalistas lo ven de esa manera. Mario Muñoz, vocalista de la banda Dr. Krápula dice: “Nos engañó a muchos vendiéndose bajo la máscara de una mujer diversa (…) con un discurso anti corrupción y “cuidadora” y lo peor de todo con un discurso ambiental que resultó siendo su peor mentira”.

El cantante agregó que la foto que se tomó para apoyarla fue “la peor idea en términos políticos”. Dice además que otro desencanto fue: “promover como eje de movilidad el fallido Transmilenio”.

Más allá de esta percepción, la alcaldesa de Bogotá ha promovido otros medios de movilidad como la bicicleta, instaló el nuevo sistema de bicicletas públicas, ha promovido los cables y ha dado continuidad al metro y ha trabajado para dejar contratada la segunda línea del metro. Sin embargo, el haber sido tan vehemente en sus críticas contra Transmilenio y que luego como alcaldesa contratara varias troncales, le pasa factura.

“Yo voté por Claudia por ser de centro y por sus promesas de campaña”, dice Consuelo Velásquez, madre, empresaria y profesora universitaria. Entre otras, recuerda que la mandataria “aseguró que no construiría Transmilenio por la Séptima” y su proyecto de corredor verde, aunque tenga diferencias con el de Peñalosa, no deja de serlo. “Le llaman ‘corredor verde’, pero al final es un Transmilenio”, agrega el ambientalista Gutiérrez.

Velásquez también dice que frente a su promesa de Claudia de ser la jefe de la policía sabe que “ la inseguridad no es solo su culpa, y sin embargo, es algo que me tiene muy preocupada”.

Reconocimiento por el cuidado y la pandemia

A pesar de las desilusiones también hay figuras que celebran su gestión y reconocen su trabajo. El escritor Ricardo Silva dice que no se arrepiente de su voto y que “en términos generales, la suya me ha parecido una administración de buena fe, y la medida de su seriedad es que se ha rodeado de gente competente y con vuelo propio”. Considera que han tenido una buena gestión la Secretaría de Educación, la Secretaría de Salud, la Secretaría de Cultura con Catalina Valencia, la Secretaría de Planeación y el Canal Capital.

Sobre el liderazgo de secretarios del gabinete, Juan David Correa también dice “uno no debería juzgar un mandato solo por el gobernante sino por el equipo”. Destaca el trabajo de la secretaria de la Mujer, Diana Rodríguez, con el sistema del cuidado y el trabajo de la Secretaría de Salud en medio de la pandemia. Sobre eso el periodista Guarnizo asegura: “A Claudia le tocó gobernar en un momento muy difícil y la ciudad no se derrumbó”.

La feminista Claudia Mejía Duque, coordinadora del empalme por el sector mujeres entre el gobierno de Peñalosa y el de López, siente que todas sus expectativas se cumplieron.

“Conocía su talante democrático y su compromiso con la necesidad de poner fin a la guerra, y su compromiso y convicción de igualdad de los derechos de las mujeres”, dice Mejía. Agrega que esas expectativas fueron respondidas, por ejemplo, con toda la política de la economía del cuidado. Esta ha consistido en crear un sistema que permita que las mujeres encargadas de cuidar de otros puedan tener espacios para la recreación, capacitación y descanso. De esa manera se reconoce esa labor por la que las mujeres no tienen ninguna retribución económica.

“No es un mérito menor. A nivel mundial, muchos países buscan la salida a la falta de reconocimiento del cuidado y Bogotá ha aportado una luz”, dice Mejía.

También le reconocen el trabajo al secretario de Salud quien estuvo al frente de la pandemia. “Lideró la reacción a la pandemia en Colombia y las cifras de la vacunación fueron extraordinarias”, concluye el escritor Silva.

¿Y Claudia presidente?

De las 14 personas consultadas, solo una la apoyaría decididamente. La feminista Claudia Mejía asegura que incluso “le volvería a hacer campaña”. Otro lo haría de forma condicionada. “Votaría por ella, pero sujeto a que en su propuesta el componente ambiental sea central”, dice el profesor Hernán Felipe Trujillo. Para él el trabajo por la protección de la estructura ecológica “quedó a medias”, pero le reconoce la transición energética con buses eléctricos y que no frenara las obras que venían, como el metro elevado. Sobre un apoyo en 2026 a la presidencia, otras nueve personas dicen que depende del contexto de ese momento. Y otros tres son un no rotundo.

Figuras que también celebran su gobierno, como el escritor Silva Romero dicen que depende de contra quién sea. “Sólo he votado por ella para la alcaldía porque cuando se lanzó al Senado voté por Mockus. Dependería, como pasó en la alcaldía, de quiénes más se lancen”, dice Silva. Juan Pablo Sierra, el joven consejero, asegura que aún no sabe si la apoyaría: “mi posición dependería de qué otros candidatos estén en ese momento”.

La ambientalista Sabina Rodríguez, aunque es muy crítica de la mandataria, dice: “En principio no votaría por ella, pero eso siempre dependerá del contexto. ¿Qué tal sea (María Fernanda) Cabal versus López?”. El ambientalista Juan Carlos Gutiérrez también dice que en primera vuelta no le daría su apoyo. Y que en segunda “siempre que sea en contra de alguien de derecha”.

Pero también hay otros no rotundos. Gabriela Díaz, manifestante en 2019, dice: “No votaría por ella porque no es una persona coherente”. Tampoco lo haría el manifestante Jeison Peña. Y el cantante Mario Muñoz de Dr. Krápula afirma: “No hay ni el menor riesgo”.

Soy periodista de Bogotá en La Silla Vacía. Estudié periodismo en la Universidad Externado y después trabajé en la Revista Semana. Allí cubrí cultura e informes especiales en un comienzo y más tarde Bogotá y confidenciales. Me pueden escribir a pdoria@lasillavacia.com o a @PaulaDoriaG en Twitter.