En las último mes, el Gobierno anunció una cruzada contra las “ollas” de las ciudades, el Comandante de la Policía trasladó su despacho a Medellín para -por enésima vez- afrontar el incremento desbordado de homicidios y las bandas criminales siguen reponiendo sus cabezas como si tuvieran las siete vidas del gato. En las encuestas, la inseguridad urbana ocupa cada vez más una preocupación central para los ciudadanos.
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Francisco José Lloreda es la persona encargada por el presidente Santos para encontrar soluciones a los problemas de seguridad en las ciudades. Fotos: Juan Pablo Pino |
En las último mes, el Gobierno anunció una cruzada contra las “ollas” de las ciudades, el Comandante de la Policía trasladó su despacho a Medellín para -por enésima vez- afrontar el incremento desbordado de homicidios y las bandas criminales siguen reponiendo sus cabezas como si tuvieran las siete vidas del gato. En las encuestas, la inseguridad urbana ocupa cada vez más una preocupación central para los ciudadanos.
Francisco José Lloreda, el Alto Consejero de Seguridad para las Ciudades, es la persona que lleva desde que arrancó este gobierno tratando de encontrar fórmulas que permitan romper de manera estructural estas dinámicas de violencia urbana que parecen cíclicas y endémicas. Entre las cosas que ha hecho Lloreda es implementar una gran encuesta de victimización, que ha permitido poner al descubierto la criminalidad oculta en estas ciudades. Sólo uno de cada cuatro delitos es denunciado y es sobre ese 25 por ciento que solía actuar la Policía.
Con este sinceramiento de las cifras, las estrategias han cambiado. El Consejero ha logrado focalizar la inversión en seguridad en las 24 ciudades que más aportan al crimen y adoptar medidas más integrales que la sola presencia policial. Hasta ahora sus resultados han sido mixtos. Los homicidios están disparados en Cali y Medellín, mientras el hurto ha bajado en otras ciudades. Su estrategia contra el robo de celulares ha demostrado que ciertas innovaciones son determinantes para lograr mejores resultados. Pero la percepción es que este gobierno no ha tenido éxito en controlar la inseguridad en las ciudades.
La Silla Vacía lo entrevistó hace dos semanas.
Usted sacó su politica de seguridad urbana en el 2011. ¿Cuáles son los tres principales logros de esa política hasta el momento?
El primero, lograr que se entienda que el mejoramiento de la seguridad no es solo un asunto de Policía, y que más de 18 entidades del Estado entendieran y se comprometieran en una serie de responsabilidades para ejecutarla. También haber logrado comprometer a 24 ciudades que son las que mas contribuyen al crimen en Colombia con la politica y que hoy en dia cuenten con unos planes integrales a nivel local para su ejecución.
Si bien la política está en su fase de ejecución, la simple focalización de esfuerzos empieza a arrojar resultados.
¿Cómo cuáles?
En el año que terminó apreciamos una reducción en la mayoría de las ciudades en materia de la inseguridad. Para citar tres ejemplos: una reducción del 10 por ciento en los homicidios, del 18 or ciento en hurto a vehículos y del 7 por ciento del hurto a personas. Lo anterior corrobora que en la medida en que se haga un mayor esfuerzo en las ciudades que más contribuyen al crimen podemos lograr mejores resultados.
¿Qué ha pasado con el robo de celulares?
Se logró poner en marcha una estrategia de mediano plazo de orden nacional que es compleja, porque se trata no solo de un delito transnacional sino también de un bien de uso masivo, con gran disposición pública, donde luego un año largo de estar trabajando en torno a esa estrategia comenzamos a ver unos primeros pero incipientes resultados que son alentadores. Ha habido una reducción del 14 por ciento de denuncio de hurto a las compañías celulares.
¿Tiene sentido sacar más policías a la calle?
Sí, ya empieza a mostrar su efectividad la asignación focalizada de los 11 mil nuevos policías que han llegado a las 24 ciudades con las que ahora estamos trabajando.
En antaño, la asignación de policías era más sensible a las solicitudes y presiones de los alcaldes, y se entendió que era mejor un incremento sustancial de policías en pocas ciudades que una dispersión del pie de fuerza.
Es la primera vez que en el orden nacional se entiende que el mejoramiento de la seguridad y la convivencia requiere un esfuerzo integral y es así como se está ejecutando”.– FJL
¿La decisión de intervenir las 24 ollas está alineada con esta idea de hacer una intervención selectiva y focalizada? ¿Es allí donde está realmente el crímen o donde están las cámaras de televisión?
Sí, aunque no solo por el microtráfico sino porque en torno al microtrafico se terminan dinamizando otros delitos. Un ejemplo, en ciudades como Medellín, Cali, Cartagena, e incluso Tuluá, buena parte de los homicidios están ligados con ajustes de cuentas. Y esos ajustes de cuentas por parte de organizaciones criminales tienen que ver con el control del microtráfico en las ciudades.
La erradicación de las ollas reclama un esfuerzo de carácter policivo que es el que el Presidente de la República anunció y que pidió adelantar en 60 días, pero reclama también un esfuerzo de mediano plazo de salud pública. Y para ello, la experiencia de Bogotá en la atención a la población drogadicta en algunas ollas, especialmente en el Bronx debe servir de ejemplo a otras ciudades del país.
Usted ha trabajado muy de la mano con Bogotá. No parece compartir la idea de Gina Parody, quien argumentó para su fracaso como Alta Consejera que era imposible para el gobierno central trabajar con Petro.
Con la Alcaldía de Bogotá hemos tenido una muy buena experiencia de trabajo, tanto con el Alcalde Petro como con el Secretario de Gobierno Asprilla. Con la Alcaldía adelantamos una mesa especial de concertación como con la otras ciudades para identificar áreas de trabajo conjunto con varias entidades nacionales. Ha sido un trabajo donde, al igual que con las otras ciudades, desde la Consejería no aspiramos a sustituir a los gobernantes sino a ser equipo con ellos.
¿Qué explica que Bogotá haya sido la ciudad más exitosa en la reducción de homicidios?
Una de las razones por las cuales se ha logrado una reducción no solo sostenida sino cada vez mayor de los homicidios en Bogotá obedece a la institucionalidad que tenemos en la ciudad, donde confluyen entidades de gobierno y del Estado y una Alcaldía con una importante capacidad institucional y una policía fuerte y muy comprometida.
Esto ha contribuido a que en Bogotá no tengamos una presencia de bandas criminales como los Urabeños, los Rastrojos y donde otras bandas de este calibre salden sus disputas, lo que sí ocurre en otras ciudades del país.
¿Entonces es porque las bandas criminales son las responsables de la mayoría de homicidios?
Buena parte de los homicidios del país en Cali, Medellín y otras ciudades se deben a ajustes de cuentas y retaliaciones relacionadas con narcotráfico. En Bogotá no han logrado penetrar. Eso no significa que no haya criminalidad organizada y que algunas organizaciones no ejerzan control territorial sectorial pero Bogotá, a lo largo de los años, se ha ido blindando frente a ese tipo de organizaicones delictivas. Eso explica en gran medida las cifras de homicidios. Aunque en Bogota tenemos un desafio muy grande en hurto a personas.
¿El reciente traslado del despacho a Medellín del Comandante de la Policía sirve para algo? Pareciera que es algo que ya hemos hecho decenas de veces…
Sí, siempre y cuando las medidas que se adopten sean sostenibles. Medellín es una de las ciudades más complejas en materia de criminalidad y sin embargo, el año pasado logró una reducción importante en homicidios. Pero los primeros dos meses del año experimentó un incremento del 17 por ciento.
Eso llevó a un plan de intervención con alrededor de 1200 policías con un objetivo: revertir la tendencia al alza de los homicidios, y que los homicidios empezasen a bajar. La tendencia al alza se paró y segumente a la vuelta de un mes Medellín estará en la misma situación en la que estaba el año pasado.
¿Se logrará esto por trasladar el despacho?
Luego del trabajo allá de una parte de la cúpula de la Policía se tomó la decisión de mantener en Medellín el mismo número de pie de fuerza de este plan de choque mientras llegan mil policías más de manera permanente cuando salgan de las escuelas hacia el mes de noviembre.
Lo anterior precisamente para evitar que sea flor de un día y porque de lo que se trata no es de tener un efecto mediático sino que los homicidios, la extorsión y otros delitos se reduzcan.

Héctor Riveros decía en su columna de La Silla Vacía que el Gobierno no está intentando fórmulas nuevas. ¿Qué es lo nuevo?
Tengo la impresión de que Héctor no ha tenido la oportunidad de conocer en profundidad ni la política ni los avances en su implementación a juzgar por sus declaraciones. Lo digo porque es la primera vez que en Colombia se cuenta con una política, lo cual de por sí es innovador.
Lo segundo, porque es la primera vez que en el orden nacional se entiende que el mejoramiento de la seguridad y la convivencia requiere un esfuerzo integral y es asi como se está ejecutando.
Y tercero, porque los tipos de intervención que establece la politica no son sacados de un sombrero. Sino de examinar a partir de rigor científico qué funciona. Por eso se tomó la decisión de aprender de otras experiencias.
El grueso de las medidas que no son de carácter policivo en el marco de la política están en una etapa incipiente de implementación por parte de los alcaldes, y requieren tiempo para poderlas evaluar.
Un ejemplo…
El ampliar las jornadas escolares en sectores vulnerables. Eso ha probado ser efectivo pero esos resultados los vamos a ver más adelante. O el trabajo con madres en etapa de gestación en sectores vulnerables. El día que tengamos las 33 penitenciarias con el bloqueo de celulares se va a reducir la extorsión. Algunas medidas toman más tiempo.
Por ejemplo en Medellín, ¿qué se ha hecho ahora que no se hubiera ensayado antes?
Medellín ha sido una ciudad pionera a la par de Bogotá y Cali en ensayar intervenciones contra la criminalidad. Y es de las ciudades que mas recursos propios aporta y cuenta con unos programas bien estructurados. Eso ha permitido que Medellín haya avanzado en materia de seguridad. Hace diez o 15 años, tenía tasas de 200 homicidios por cada 100 mil habitantes. Hoy tiene 60 por cada 100 mil. Ha logrado avance importante. No creo que debamos subestimar los tipos de intervención que se han dado en estas ciudades, pues algunos han sido efectivos.
Yo he indicado que no es solo un asunto de policía pero la presencia de la policía es fundamental. En Medellín, en Cali y en Bogotá, el gobierno tomó unas decisiones importantes, no solo de un fortalecimiento del plan cuadrantes, que es un instrumento muy útil sino de incrementos sustanciales de pie de fuerza.
¿De cuántos policías nuevos estamos hablando?
Estamos hablando de 1,500 policías en Bogotá, mil que ya llegaron a Cali, mil que van a llegar a Medellin. Eso responde a una decisión muy clara de focalizar esfuerzos en ciudades que lo requieren pero no con pañitos de agua tibia. Con Medellín, Bogotá y Cali se está estructurando un programa piloto para el uso de tecnologias para mejoramiento de la seguridad. Se está resvisando el uso de las cámaras de seguridad para que permitan ser un apoyo para los cuadrantes y prevenir el hecho.
En Medellín también se están mirando tecnologías para tener un mejor control de los accesos a las ciudades, entre otros aspectos. Y hay una decisión de fondo en el gobierno de hacer un enfasis en materia de inteligencia. Cuando se está frente a estructuras criminales como las de Medellin se requiere fortalecer las capacidades en inteligencia y el Ministerio de Defensa y la Policía están en eso. No se hacen de la noche a la mañana.
Lo peor es improvisar en nombre de la innovación. Se debe innovar a partir del conocimiento y de los aprendizajes existentes.
En Cali, su ciudad y una de las que el gobierno ha priorizado, las tasas de homicidio están disparadas, ¿cuándo espera resultados?
Por decisión del Presidente se decidió que Cali debía ser una ciudad piloto y eso se intentó. Pero soy franco, avanzamos muy poco con el alcalde Jorge Iván Ospina. Tocó que llegara el alcalde Guerrero para hacer un trabajo simultáneo.
Los resultados que esperamos de Cali son resultados que esperamos a la par en otras ciudades. Es fundamental el nivel de compromiso y el trabajo estratégico de la Policía.
¿Qué resultados concretos ha tenido este gobierno en los primeros tres años?
La seguridad de una ciudad no se mide solo por homicidios. Si fuese así, la tarea en Bogota se estaría agotando y no es así, basta preguntarle a los bogotanos si se sienten seguros o no. Me parece simplista cuando los análisis se hacen solo con base en los homicidios.
No lo hago para subestimar el problema de los homicidios pero en términos absolutos, el homicidio no es un delito que afecta el grueso de la población aunque cada vida debe ser protegida. En Cali se logró una reducción de todos los indicadores salvo hurto a motos. Comenzó el año pasado con aumento de homicidios y terminó con una disminución del 2 por ciento de homicidios. En hurto de vehículos, se logró una reducción importantísima. Y también en hurto a personas. En Cali hemos tenido resultados.

¿Entonces por qué existe la percepción de que la situación en Cali se ha agravado?
Por ajustes de cuentas de estructuras mafiosas ligadas al narcotrafico comenzó de nuevo un aumento de homicidios, lo que condujo a tener plan de choque para revertir los homicidios. Debemos entender que la criminalidad es cambiante y hay que tener la flexibilidad para saber cómo se reacciona. Es difícil predecir que unos mafiosos de Buenaventura se van a dar bala en Cali.
Me preguntaban si era que el alcalde de Cali estaba dejando de hacer lo que le corresponde. No. No puedo dudar del Alcalde de Cali por esos hechos, como tampoco en Medellín, porque varios delitos están disparados en Medellín. Esos análisis hay que hacerlos de manera menos apasionada y entender que la seguridad en las ciudades no solo se mide por homicidios.
Cambiando de tema, entiendo que usted tampoco fue consultado sobre la ley reglamentaria del fuero militar. Aún así, ¿está de acuerdo con ella?
Lo primero, tú lo has dicho, ese es un asunto del Ministerio de Defensa y que se ha entendido como parte de la seguridad nacional y no de la seguridad urbana. En razón de lo anterior no me parece pertinente opinar en extenso sobre el tema. De todas formas, no podemos negar los vasos comunicantes que existen en alguanas regiones y ciudades entre las bandas criminales y las organizaciones delincuenciales que operan en las ciudades. Y de ahí la importancia de contrarrestar las bandas criminales.
¿Debe ser competencia del Ejército combatirlas? ¿No de la Policía?
En materia de criminalidad son muchas las zonas grises que existen y por eso si bien hay injerencia de bandas criminales en algunas ciudades, no podemos negar que es un desafío de seguridad nacional y por eso la decisión que se tomó en el gobierno de darle ante todo ese tratamiento. Y similar a como ha ocurrido con los grupos armados ilegales, en la medida en que también estos en distintas regiones actúan de la mano de bandas criminales, es entendible que sean no solo un asunto policivo sino también de las Fuerzas Militares.
Usted comenzó a trabajar una política de restricción de armas que el Gobierno anunció tan pronto Petro anunció la suya. Sin embargo, después de eso, no la han presentado. ¿Por qué se ha demorado tanto?
En la política se estableció un objetivo, y es el hacer cada día mas excepcional la tenencia y el porte de armas por parte de particulares. Ello tiene una lógica y es que en la medida en que el país avance en materia de seguridad el monopolio del uso de la fuerza debe estar en las instituciones pertinentes.
En razón de lo anterior, el gobierno ha venido trabajando un proyecto de ley que apunta a elevar los requisitos para la tenencia y porte de armas y a incentivar que quienes hoy día portan armas dejen de hacerlo. También busca tomar el patrón balístico, que es la huella dactilar de las armas de manera gradual. El proyecto está en una etapa final de estudio con el Ministerio de la Defensa y se buscará el momento más oportuno para presentarlo al Congreso.
Supongo que antes de elecciones no será el más oportuno…
En este momento hay una sobrecongestión de iniciativas de carácter gubernamental y parlamentario. Solo en seguridad, está el proyecto de ley del fuero militar y policial, el Código de Policía y Convivencia que va a ser exigente, y el Carcelario y Penitenciario, entre otros. Y Colombia cuenta con una buena normatividad en materia de la tenencia y porte de armas. Eso explica que a la fecha no haya existido premura para presentar el proyecto.
Cuando Petro lo anunció, ustedes sí parecían tener premura. ¿Fue una salida oportunista para robarle el show?
Ahí surgió la inquietud de si desde el orden nacional se estaba trabajando pero se concluyó que debería tener prelación el Codigo de Policía y que podía esperar un poco.
Uno de sus logros ha sido visibilizar la criminalidad oculta, aquella que no se denuncia. ¿Qué están haciendo para generar más confianza en la Policía y que así la gente se atreva a denunciar más?
No necesariamente un nivel bajo de denuncia significa que hay desconfianza o corrupción. La baja denuncia obedece a muchos factores. Y entre ellos, al poco conocimiento de los mecanismos para denunciar, facilidades para hacerlo, y un componente cultural. Eso no significa que muchos ciudadanos no estén denunciando por desconfianza, porque sí existe desconfianza pero no creo que sea generalizada.
La decisión del gobierno de visibilizar la criminalidad oculta era necesaria, y para la propia policía ha sido importante y los ha llevado a pellizcarse para ver cómo lograr mayores niveles de denuncia. Porque una denuncia del 24,5 por ciento es baja. Y no podemos tapar el sol con las manos.
¿Cómo se explica que apenas se desarticule una banda, surja otra?
Ese es uno de los desafíos mas grandes que tenemos por delante. Es frustrante pero el trabajo no ha sido en vano. La mayoría de las cabezas de los Urabeños, de los Rastrojos están muertos o en la cárcel. Y uno tendedería a creer que esos espacios se están copando de manera automática en el mismo tipo de organización delincuencial y no es así.
Lo que uno empieza a apreciar es que estas bandas criminales empiezan a verse afectadas en su estructura y a la vuelta de cinco años no existan. Puede que hayan sido reemplazadas por otro tipo de organizaciones delictivas, pero no con el poder territorial que han alcanzado. No habrá dos o tres grandes bacrims, sino muchas pequeñas. Menos integradas entre ellas y también menos sofisticiadas.
¿Eso se supone que debe ser alentador?
Es bueno y malo. Menor ingerencia en el trafico de drogas hacia fuera pero también seguramente mayores disputas por microterritorios. Pero el escenario contrario es ¿qué tal que no se haya hecho nada contra estas? Tendríamos uno o dos grandes carteles y no estamos ya en la época de los grandes carteles.
Pero no podemos negar que hay una economía criminal –no es sólo de Colombia- que va a incentivar a que haya quienes deseen estar en la ilegalidad. Independientemente de cómo los llamemos, de cuáles sean los delitos, habrá que combatirlos. Hace 20 años, cuando encendieron el primer celular, el hurto de celulares no nos preocupaba, ni tampoco había estructuras transnacionales dedicadas al hurto y comercializacion de equpos robados. Eso ha requerido dedicar 43 grupos solo dedicados a desmantelar redes mafiosas que trafican con celulares. ¿Cuáles son los desafíos en 10 años? Ya veremos.
En ciudades como Medellín, Cali, Cartagena, e incluso Tuluá, buena parte de los homicidios están ligados con ajustes de cuenta”.– FJL