El ex gobernador de Antioquia hoy inscribe el comité para buscar firmas que avalen su candidatura para el 2018

Con la inscripción de su comité para recolectar firmas, Sergio Fajardo arranca hoy oficialmente su campaña presidencial con todos los números a su favor. Le juega en contra el clientelismo y el populismo, casi nada.

En todas las encuestas del último mes, el ex gobernador de Antioquia está entre los candidatos con mayor imagen favorable junto con Germán Vargas y Gustavo Petro pero, a diferencia de ellos, su imagen negativa es mínima.

Si las encuestas no se equivocaran (ya sabemos que sí lo hacen), eso lo que significa es que de los tres punteros, Fajardo no tiene un ‘techo’ para crecer pues es ínfima la gente que dice que jamás votaría por él como sí lo dicen respecto de Vargas, Petro o el ex procurador anulado Alejandro Ordóñez.

También tiene a su favor que su nivel de reconocimiento oscila entre el 60 y el 75 por ciento, con lo cual todavía tiene alrededor de un 30 por ciento para crecer entre la gente que aún no lo conoce. Y lo que tradicionalmente sucede, es que el crecimiento es proporcional en términos de imagen positiva y negativa, salvo que medie algún escándalo.

Petro y Vargas, con quienes está en el mismo ‘piso térmico’ según la última encuesta de intención de voto hecha a profundidad por JPG Investigacio?n de Mercados E.U, ya alcanzaron su techo de reconocimiento, y su única forma de crecer es invirtiendo en que gente que tiene una mala imagen de ellos cambie de percepción, algo que es difícil y costoso.

Además, encuestas como la muy reciente del Centro de Consultorías Regional Urabá muestran que Fajardo es de lejos el candidato con el que más se identifican los encuestados en Antioquia y que junto con Uribe, tiene el mayor nivel de reconocimiento y de favorabilidad.

Dado que Antioquia pone un millón de votos en las presidenciables, arranca con un “case” significativo si se le termina enredando en la Corte Suprema la absolución al también ex gobernador de Antioquia y posible gallo tapao del uribismo Luis Alfredo Ramos por cuenta de la captura de su ex abogado defensor Luis Gustavo Moreno.

 “Si las elecciones fueran mañana, el presidente sería Fajardo”, dijo a La Silla Vacía Carlos Súarez, estratega político de la firma de marketing político Estrategia y Poder, y bloguer de La Silla.

Sin embargo, las elecciones no son mañana. Y en el año que falta, si Fajardo se sigue perfilando como el político antipolítico favorito, tendrá que enfrentarse por un lado a las reglas de juego clientelistas de la clase política tradicional y por el otro, a estrategias polarizantes de candidatos más populistas.

Deja vú

Entrevistar a Sergio Fajardo a veces da una sensación de deja vú. En gran parte porque mientras para otros “la política es dinámica”, para Fajardo, que es ante todo un profesor de matemáticas, es siempre la misma ecuación.

Fajardo lleva más de una década diciendo lo mismo: Que “los medios determinan el fin” y que por lo tanto, de la forma cómo una persona llega al poder dependerá su independencia para gobernar.

Ese ‘axioma’ guió su paso por la Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia y de él se desprende su principal bandera que es la lucha contra la violencia y la corrupción (“todo lo que destruye”); la otra –que es la educación- se deriva de su vida pasada y su gran orgullo que es haber sido profesor de la Universidad de los Andes durante muchos años.

Pero también da una sensación de deja vú porque lleva años diciendo que va a organizar un verdadero partido político alrededor de su visión –La Silla lo ha registrado desde el 2010- y aún no lo ha hecho y su incapacidad de haber construido un partido político como lo ha prometido desde el 2010 puede impactar negativamente ahora su aspiración presidencial.

En 2010, su movimiento Compromiso Ciudadano no alcanzó el umbral en el Senado; tampoco cuajó el intento de formar parte de la Alianza Verde; en 2014, cuando era Gobernador los fajardistas anunciaron que se organizarían; en febrero de 2016, después de la derrota de Federico Restrepo a la Gobernación, se reunieron en el Colegio San Ignacio de Loyola de Medellín con la meta explícita de salir con “una hoja de ruta para construir al fajardismo, ahora sí, como un movimiento político organizado”, según los citó La Silla Vacía en su momento.

También se propuso Fajardo impulsar una gran movilización ciudadana alrededor del Sí en el plebiscito. Aunque él apoyó el Sí sin condiciones, estuvo lejos de propiciar una movilización.

Y hace menos de una semana repitió en su entrevista de El Espectador que la idea será convertir a Compromiso Ciudadano en un partido político una vez sea aprobada la reforma electoral en el Congreso, algo que todavía es incierto. Uno de sus artículos reglamenta las listas por coalición, que como contamos, les permitiría a ellos y demás partidos pequeños, tener representación en el Congreso. 

La idea que han ido trabajando es hacer una lista conjunta con la Alianza Verde. Ya en Antioquia han tenido siete encuentros para tener una agenda de temas de campaña para después pasar al sistema de elección de los candidatos. Pero la reforma política está embolatada, en parte porque los partidos grandes no le caminan a grandes cambios para las elecciones de 2018.

La recolección de firmas que emprende a partir de hoy tiene la doble meta de tener el vehículo para inscribirse como candidato presidencial y a la vez revivir y fortalecer esa estructura política conformada principalmente por jóvenes, muchos de ellos idealistas y con aspiraciones de crecer políticamente.

Las firmas también le darán a Fajardo la independencia para decidir más adelante si le juega en serio a la coalición con la senadora verde Claudia López y con el senador del Polo Jorge Enrique Robledo –autodenominados los Ni-nís porque no le juegan a Santos ni a Uribe- o si se lanza solo como en el fondo se sentiría más cómodo. 

Por lo pronto, muy a su estilo, no se ha casado con los senadores con el argumento de que los une la bandera anticorrupción pero que aún no han consensuado una propuesta programática sobre los otros temas, algo que no pinta fácil dadas las posturas de Robledo en los temas económicos que son bastante distantes de las de Fajardo.

En otras palabras, los activos de la campaña de Fajardo serán su imagen positiva, su trayectoria como un mandatario para el posconflicto que ya gobernó como tal, y el apoyo de un sector del Establecimiento que ve en él una renovación de la política sin ninguna ruptura en los temas económicos.  Pero tiene en contra fuerzas muy poderosas.

 

Los desafíos

Uno de sus principales desafíos es parecido al que enfrentó Antanas Mockus –cuando Fajardo era su vicepresidente- en el 2010: le tocará enfrentarse a la maquinaria clientelista contra la que hará campaña.

Tiene a su favor que si los candidatos de los partidos tradicionales, incluido Germán Vargas, no se unen antes de primera vuelta en una consulta como la que propone el senador Juan Manuel Galán (algo que se ve muy improbable), la compra y venta de barones electorales se atomizará y podría no resultar tan determinante para la victoria como en la elección y reelección de Juan Manuel Santos.

Uno de sus mayores riesgos es que un aliado clave de Vargas y de Santos está sentado en la Gobernación de Antioquia con la capacidad de sacar en contra suya cualquier dato potencialmente demoledor en el momento preciso.

Lo otro a lo que se enfrentará es a las estrategias polarizantes de algunos de sus rivales.

Fajardo, por naturaleza, no polariza. En los momentos en que toda la élite política se vio forzada a tomar partido por Santos o por Uribe, el candidato paisa se las arregló por seguir por el medio sin ofender a ninguno de los dos.

Fajardo intentará aprovechar ese talante, que no pocos han identificado con cierta ‘tibieza’, como otro activo para un electorado que parece hastiado con las peleas de los políticos y los políticos en general.

“Yo veo esa polarización con mucha preocupación. Hay una cantidad de divisiones que son dañinas para Colombia y que exigen una responsabilidad para romper con ellas”, dijo en El Espectador hace unos días. “Hay una polarización muy grande asociada con el Sí y el No, con Santos y Uribe. Otra división es por la indignación por culpa de la corrupción, que se ha apoderado de tantos espacios de nuestro país. Otra es la distancia entre las regiones y el centro del poder. Y otra es el malestar creciente de que han gobernado las mismas personas de siempre. Se deben romper esas divisiones y avanzar.”

En esta línea, su apuesta es al estilo del presidente francés Macron de pasar por entre los extremos. El riesgo para él es que así la gente diga que está aburrida de la polarización, triunfe la táctica Trump, de exacerbar las emociones más fuertes, algo que con los candidatos que hay en el escenario podría fácilmente darse. Si eso se impone, Fajardo palidecería.

Todavía es muy temprano para saber si Fajardo logrará despejar esa ecuación.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...