El jefe del partido Liberal, César Gaviria, lleva más de un año haciéndole el quite a una norma que lo obliga a convocar a una convención nacional del partido en la que se debe votar si puede seguir en el cargo. Congresistas influyentes, como Juan Carlos Losada, se lo recordaron esta semana y le pidieron no dilatar más. Pero lo más seguro es que ese tiempo se amplíe hasta el otro año.
Aunque Gaviria ha comprado tiempo, con el pasar de los días también está creciendo el inconformismo entre algunos liberales por como el expresidente está llevando las riendas del partido. Hay heridas recientes por las elecciones regionales que amenazan con pasarle factura. Y por eso se está abriendo campo a la idea de evitar la continuidad del expresidente, de atajar a su posible candidato a sucederlo y, por el contrario, de montar en la jefatura del partido a un cuerpo colegiado compuesto por congresistas que no sean de su línea.
El desenlace del pulso tendrá consecuencias importantes sobre la gobernabilidad del gobierno de Gustavo Petro, que necesita al Liberal para aprobar sus reformas.
Amagando con la convención Liberal
Por ley, los partidos políticos tienen que hacer convenciones nacionales con sus militantes cada dos años para elegir sus directivas y trazar sus líneas ideológicas. Si no lo hacen, corren el riesgo de que les quiten la personería jurídica, es decir, el poder para dar avales y recibir financiación estatal.
En el presupuesto de 2023, Gaviria manejó cerca de 18 mil millones de pesos provenientes de la reposición de votos y funcionamiento que le giró el Estado.
La última vez que el Liberal se reunió fue en agosto de 2020 en medio de la pandemia. Fue un encuentro virtual y Gaviria logró su reelección con unos 700 votos. El expresidente y su hijo, Simón Gaviria, se han alternado el mando desde 2011.
Bajo esa lógica, la siguiente convención debía hacerse en agosto del 2022, tras las elecciones presidenciales. Pero el partido, bajo el mando de Gaviria, no lo hizo y el Consejo Nacional Electoral, CNE, metió manos en el asunto desde junio de 2022. Además, liberales opositores a Gaviria también empezaron a presionar vía tutelas.
El expediente estuvo quieto hasta que la magistrada, Fabiola Márquez, del Pacto Histórico, asumió el caso desde el siete de septiembre de 2022. Curiosamente, esa misma semana, Gaviria firmó una resolución convocando a la convención y puso como fecha tentativa mayo de 2023. Dijo que en 2022 había sido imposible porque estaban dedicados a las elecciones de Congreso y Presidencia.
Pero en enero de 2023, el propio Gaviria puso a circular una carta entre los congresistas para proponer la suspensión de la convención. Dijo que el partido debía enfocar sus esfuerzos en las elecciones regionales. Unos 35 congresistas la firmaron. Así, Gaviria metió al congelador la convención.
La magistrada Márquez no le aceptó ese argumento. Diez meses después, el 19 de julio de 2023, sacó adelante una resolución sancionando al partido Liberal con una multa de 51 millones de pesos y obligándolo a hacer la convención en un plazo de cuatro meses.
Márquez dijo que no hacer la convención antes de las elecciones vulneró el derecho de los militantes a “tener una participación efectiva” en la toma de decisiones internas. Agregó que el partido Liberal, siendo uno de los actores políticos más tradicionales, debía tener claro el calendario electoral como para usar las elecciones como pretexto.
Ese plazo inicial para hacer la convención se vence en dos semanas. En el partido no hay asomo de que vayan a cumplir lo ordenado por el CNE. La Silla no recibió respuestas a preguntas hechas al partido. Pero un directivo cercano a Gaviria, que habló a condición de no ser citado porque dice que el tema es del resorte del expresidente, afirmó que la decisión del CNE aún no está en firme porque interpusieron unos recursos de reposición para tumbar la sanción.
La persona agregó que, en todo caso, si el CNE resolviera esa reposición pronto, la decisión de reanudar la convención está en manos del presidente Gaviria. Además, que tomará tiempo hacer coordinar el tema logístico para elegir delegados de regiones con base en los resultados de las elecciones regionales pasadas.
Por lo cual, creen desde el círculo de Gaviria, la convención vería la luz sobre marzo o abril de 2024. Pero el tiempo ganado por Gaviria se está volviendo en su contra.
El pedido de Losada que empieza a tomar forma
Hace una semana, mientras el director Gaviria mojaba prensa para sacar pecho por los resultados del partido Liberal en las elecciones regionales, el representante Juan Carlos Losada volvió a poner sobre la mesa la necesidad de la convención.
Le mandó una carta a Gaviria pidiendo no dilatar más la reunión. “Un partido sin democracia interna queda automáticamente reducido a ser una diminuta empresa de avales”, dijo. Losada se ha movido entre los congresistas liberales que se han acercado al gobierno de Gustavo Petro. Pero que, en instancias como la reforma a la salud, han tomado distancia.
El pedido de Losada ha empezado a tener eco dentro del partido, y la bola ha crecido sin que el gobierno Petro meta la mano. El ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, es un liberal disidente de Gaviria, con quien tiene un pulso hace años, pero, por ahora, no ha intervenido. “El gobierno que espere sentado”, dice el senador John Jairo Roldán sobre esa posibilidad.
Mientras tanto, los que sí están metidos en el cuento de presionar la convención son voces liberales respetadas de todas las tendencias, no solo las que apoyan al gobierno.
El senador Jaime Durán, de los más experimentados en el partido, replicó el mensaje de Losada y se unió al llamado. “El partido Liberal debe cumplir el mandato del CNE y realizar urgente la convención tal como lo mandan los estatutos. Es el momento de la renovación de la colectividad”, dijo.
El senador Roldán, quien fue uno de los que firmó la carta que sirvió de base para aplazar la convención en enero, cree que ya es suficiente con el aplazamiento. “No tengo ningún problema con el presidente Gaviria, pero es necesario cumplir con la palabra. Ya pasaron las elecciones y es momento de convocar a las bases para definir para dónde vamos”, le dijo a La Silla.
Alejandro Chacón, otro senador con poder en el partido, quien no firmó la carta y ha sido crítico de Gaviria, dice que es lo mínimo que se debe hacer.
Por ahora, la carta del representante Losada solo ha tenido una respuesta institucional tímida. “El secretario del partido me dijo que estaban pendientes de los escrutinios de las elecciones regionales y que hasta que no terminaran eso no se podían sentar a revisar el tema. Eso no es más que dilatar y seguir dilatando”, dice Losada.
Esa dilación amenaza con saltar los ánimos entre la bancada. Además, porque Gaviria sigue perdiendo influencia entre los suyos.
Por ejemplo, el expresidente ha sido opositor de la reforma a la salud del gobierno Petro. Ha sacado varias cartas diciendo que la propuesta destruye lo que él construyó como promotor de la ley 100. Sin embargo, la reforma ha sobrevivido en el Congreso gracias a los votos de los representantes liberales.
Incluso congresistas “gaviristas” están votando a favor del gobierno. Diego Patiño, de Risaralda, de donde es Gaviria, o Álvaro Monedero del Valle, entraron a votar en los últimos debates de la plenaria de Cámara.
Antes, en la definición de la presidencia de Cámara, Gaviria había buscado jugársela con Julián Peinado, de Antioquia, que es más de su cuerda, pero la bancada y la Cámara se inclinaron por el petrista Andrés Calle.
A Gaviria también le está pasando factura su actitud de imponer “garrote” a los que no le hacen caso. En abril pasado, amenazó a los congresistas liberales con llevarlos ante la Corte Suprema de Justicia por apoyar la reforma a la salud. La respuesta que obtuvo fue una carta de 18 congresistas exigiendo respeto. “Recibimos con molestia e indignación que usted hizo el día de ayer, no solo por el contenido, sino por las improcedentes y antidemocráticas decisiones que se anuncian”, dice la carta.
En las elecciones regionales siguió esa línea. A través del veedor del partido, Ramiro Llanos, amenazó con sancionar a la representante Karime Cotes – que hace parte de las que ayudan al gobierno- por no apoyar al candidato a la gobernación de Sucre que había avalado el partido.
Cotes, molesta, jugó esas regionales fuera del partido. Su principal apuesta fue su hermana Sally Cotes a la Asamblea, a la que le tocó avalarse por el partido Conservador. Aun así, consiguió una curul.
Molestias similares, por el manejo de avales, se vieron en regiones como Córdoba, donde el representante Andrés Calle no pudo hacer campaña de frente por su hermano Gabriel, porque el partido decidió avalar al candidato contrario impulsado por el senador Fabio Amín.
Por eso, más que lograr el cometido de imponer disciplina, Gaviria ha conseguido el efecto contrario. Frente al caso de Karime Cotes ha despertado la solidaridad de las Sin Piedad. Son el grupo de 10 representantes que le están votando al gobierno y trabajan juntas. Han dicho internamente que no van a permitir que desde el partido le impongan alguna sanción a ella a alguna del grupo.
Ese ambiente hostil es clave en el desenlace de la convención.
Una presidencia liberal colegiada como en el 2014
Sea este año o el otro, la propuesta que más está agarrando forma de cara a la convención es que no se elija un director único, sino que en su lugar haya una dirección colegiada.
Es una propuesta que tiene tres propósitos. El primero, que en caso de presentarse, Gaviria no sea reelegido. El segundo, que si Gaviria decide no postularse no pueda dejar heredero, y el último, que se pueda aplicar un modelo de transición que robustezca al partido de cara a las elecciones presidenciales y de Congreso de 2026.
Dentro del círculo gavirista no descartan que el expresidente, de 76 años, decida intentar un último mandato. Pero si, por temas de salud, decide no hacerlo, tienen claro que él puede pujar fuerte por tratar de dejar en el cargo al saliente gobernador de Sucre, Héctor Olimpo Espinosa.
Espinosa tiene silla en el Congreso a través de su hermana, Karina Espinosa, y ha sido vocal en críticas al gobierno Petro.
La idea de un cuerpo colegiado tiene asidero para tratar de darle juego a todos los matices ideológicos que hay en esta camada de congresistas liberales. Porque están los progresistas que se alinean con el discurso de Petro y los que se mantienen distantes bajo un liberalismo tradicional.
Ese modelo aterrizaría en un esquema de cinco senadores y cinco representantes a la Cámara (uno por cada región). Similar a la que se montó en 2014, cuando Simón Gaviria decidió renunciar a la dirección para asumir como director del Departamento de Planeación Nacional de Juan Manuel Santos.
O al que implementó recientemente el partido de La U, lo que le ha permitido a los aliados del gobierno tener peso para apartarse de voces opositoras.
El senador Jhon Jairo Roldán, quien como representante hizo parte de ese modelo, dice que es lo más conveniente. “Se le da representación a las regiones, a las bases, se vuelve al trabajo en los departamentos y municipios y se reabren las discusiones que le importan a la gente y que no se definen desde un escritorio en Bogotá”, dice.
El representante Losada, quien desde ya se postuló para hacer parte de esa dirección colegiada, dice que solo de ese modo el partido puede volver a ser importante en las discusiones de país. “Mire no más estas elecciones, el partido pasó de ser el segundo más votado en Bogotá al quinto. Perdió presencia en la opinión pública porque está metido en donde debe estarlo. Ahora necesitamos un partido que esté en los debates públicos”, dice.