Un Uribe frustrado y un Pastrana feliz, dejó el rápido encuentro que tuvieron estos ex presidentes con Trump
Como un rápido hola, fue descrito por una portavoz de la Casa Blanca el encuentro que a Andrés Pastrana le pareció una “cordial y muy franca conversación sobre problemas y perspectivas de Colombia y la región” sostenida con el Presidente de los Estados Unidos. La superficialidad del ex presidente explica que un Hi acompañado de dos o tres frases le parezca una profunda reflexión.
Uribe parece haber caído en una trampa contraria a su estilo. Fue mucho más parco, el saludo le pareció “social” y prefirió reaccionar publicando el libreto que tiene para cuando se encuentra con alguna autoridad de los Estados Unidos, en el que registra, para que no se le olviden 24 mentiras y tres verdades, según verificó La Silla, que les dispara en los minutos que le dediquen a oírlo. En su encuentro con Trump parece que no alcanzó a sacarlo del bolsillo para comenzar la retahíla cuando ya el “gringo” se había alejado.
A Pastrana, el presidente más malo del siglo XX en Colombia y eso que tuvimos unos muy malos, uno se lo imagina haciéndose invitar a donde frecuentemente van ricos y famosos y también es fácil de imaginarlo con una sonrisa pícara pensando que podría encontrarse con Trump y enrostrárselo a Santos, pero Uribe sin duda estaba en el lugar equivocado. No es un clubman y genuinamente esas cosas le parecen despreciables, sin embargo, se dejó seducir por la idea de que le podría recitar el libreto al Presidente de los Estados Unidos.
El episodio refleja la personalidad de los dos ex mandatarios que, -aunque completamente distintas- esta vez convergieron en el propósito de hacerle daño al Gobierno. Pastrana y Uribe desean que Trump legitime sus posturas en contra del proceso de paz y creen que ese sería un gran triunfo político. La idea de que Trump le da prestigio a alguna causa política solo se les ocurre a ellos dos, el uno por descriteriado, el otro por fanático.
El Presidente estadounidense tiene el 75% de imagen desfavorable entre los colombianos y es más bien un símbolo de lo incorrecto en política, por lo que si los ex presidentes colombianos están pensando en los réditos electorales que su actitud puede tener para las elecciones del 2018 parecieran estar equivocándose, por fortuna digo yo.
De Pastrana se puede esperar cualquier cosa. De hecho intentó subirse al bus del proceso de paz con las Farc pero cuando percibió que no tendría lugar destacado en la foto prefirió irse a la orilla contraria, a la que lideraba su principal opositor cuando estaba en el gobierno precisamente por haber intentado un proceso con un diseño absurdo que solo sirvió para atizar más la guerra y multiplicar el número de víctimas.
No deja, eso sí, de sorprender que un grupo de ex dirigentes conservadores le hayan pedido que dirija un partido, en el que ya no tienen influencia, a pesar de haber recibido la peor calificación que Presidente alguno haya tenido en Colombia desde que hay registro de encuestas de favorabilidad. Pero lo de Pastrana no fue de percepción, es que no hay indicador en el que este país estuviéramos mejor en el 2002 cuando dejó la Presidencia que en 1998 cuando la tomó.
Al final de ese período, Colombia tenía más desempleo que antes, más pobres que antes, más homicidios que antes, más desigualdad que antes, peor cobertura de educación, más deficiente prestación de servicios públicos, una guerrilla casi duplicada y unos grupos paramilitares cuadruplicados. Ese es el balance que quizás los firmantes de la Carta olvidaron.
Los indicadores de Uribe son distintos, sus males están en el resquebrajamiento de la democracia y en el déficit social: persiguió a los opositores, a la prensa, a los jueces; puso en peligro la separación de poderes, marchitó la descentralización; permitió violaciones a los derechos humanos del calado de los denominados “falsos positivos” a los que calificó de “falsas denuncias” y profundizó como el que más la desigualdad y la inequitativa distribución de los bienes y servicios públicos.
Los dos pudieron saludar a Trump. Uribe quedó frustrado porque no pudo recitar su libreto, Pastrana –en cambio- quedó feliz convencido que había sido una profunda conversación.
El incidente, increíblemente, solo habla bien del gobierno de los Estados Unidos que no se ha prestado para atizar temas de la política interna de Colombia y de Trump que amablemente saluda al que se encuentra por ahí.