Pese a la disminución del desempleo en el país y a que se han implementado programas focalizados, para ellos sigue siendo más difícil encontrar trabajo.

Cuando arrancó su gobierno en 2010, el presidente Juan Manuel Santos pidió a La U, los conservadores, los liberales y Cambio Radical, hacer un gran acuerdo de unidad nacional alrededor de varios temas. Uno de ellos, fue la creación de empleo formal. A menos de un año de completar su segundo mandato, estas son las principales conclusiones sobre su política laboral.

El desempleo disminuyó pero sigue siendo más alto en jóvenes y mujeres

Hoy Colombia tiene uno de los niveles de desempleo más bajos de los últimos 16 años. Según el Dane, la cifra es de un dígito y así ha cerrado a final de cada año desde 2013, con lo que se cumple la meta que se propuso Juan Manuel Santos al comienzo de su primer mandato.

Pese a la buena noticia, el desempleo sigue afectando más a los jóvenes y a las mujeres.

De los dos millones y medio de personas no tenían trabajo en 2010, el 40 por ciento tenían entre 18 y 28 años. El promedio nacional de desempleo era del 11,8 por ciento; más alto en las mujeres (15,6%) que en los hombres (9%).

En 2017, el desempleo en la población joven (16,1% en el trimestre julio-septiembre) y en las mujeres (12,3 en el mismo periodo) es superior a la tasa nacional (8,6 entre agosto y octubre). Esta brecha existía en el gobierno de Álvaro Uribe y no cambió en el de Santos.

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2 Se crearon más de 3 millones de empleos nuevos

Según el Ministerio de Trabajo, entre agosto de 2010 y septiembre de 2017 se crearon 3.509.419 de empleos, en su mayoría formales (73,3%), es decir, con algún tipo de afiliación a seguridad social.

Esa cifra del gobierno Santos en sus primeros siete años es mayor que la de todo el gobierno de Uribe: 2 millones 813 mil según el Ministerio de Protección Social de la época. Eso a pesar de que las condiciones económicas entre 2002 y 2010 fueron más favorables que las de los últimos años. El país no enfrentó una caída sostenida en los precios internacionales del petróleo, como sí le pasó a Santos, y el crecimiento económico promedio (5,8% anual) fue más alto que en los últimos años (por debajo del tres por ciento).

 

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Los jóvenes tienen las mismas oportunidades de empleo que en 2010; las mujeres un poquito más

El 50,5 por ciento de los nuevos empleos los obtuvieron mujeres de todas las edades, un 1,5 por ciento más que hace ocho años, y por eso la brecha entre hombres y mujeres se redujo un poco, aunque sigue siendo de más de 10 puntos porcentuales. Los hombres siguen siendo más exitosos que las mujeres a la hora de conseguir trabajo, sin importar el nivel de educación.

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En cambio, los jóvenes entre 14 y 28 años siguen siendo cerca del 30 por ciento de las personas ocupadas, como ocurría en 2010.

4 La informalidad en las mujeres es más alta que en los hombres

Según los datos disponibles del Dane del segundo trimestre del año, entre 2011 y 2017 la informalidad promedio de las mujeres es del 53 por ciento. Es decir, más de la mitad de las mujeres ocupadas reportaron no estar afiliadas a seguridad social en salud ni pensión. La cifra es superior en tres puntos porcentuales a la tasa nacional y seis puntos mayor que la de los hombres.

La formación para el trabajo no es la única posibilidad para las víctimas

En el caso de las víctimas, las estadísticas de empleo son escasas pero las que hay indican que su inserción laboral enfrenta grandes retos, aunque se han hecho esfuerzos focalizados en sus necesidades.

Una encuesta de caracterización realizada por la Contraloría General en 2013 encontró que el 44 por ciento de las víctimas entre 20 y 64 años se encontraba ocupada entonces (casi un millón doscientas mil personas); dos de cada 10 recibían ingresos iguales o superiores al salario mínimo y la mayoría no contaba con ningún tipo de afiliación al sistema de seguridad social (71,1%).

No se cuenta con cifras comparables posteriores a ese año.

Lo que se sabe es que entre 2014 y octubre de 2017 más de 300 mil víctimas inscribieron su hoja de vida en busca de oportunidades laborales en el sistema de información del Servicio Público de Empleo, creado en 2013, pero sólo el 10 por ciento accedió a un trabajo formal por esta vía.

Por otro lado, entre 2012 y lo que va corrido de 2017, por intermedio de la Agencia Pública del Sena, otras casi 130 mil víctimas encontraron trabajo. Además, esta entidad, durante ese periodo brindó formación a 1,5 millones.

Y un aspecto para destacar es la apuesta del Ministerio de Trabajo de fortalecer la inserción laboral de las víctimas, a través de un grupo especializado que se creó en 2012 para aterrizar la generación de ingresos, que es uno de los componentes de la reparación integral. Para esto se han implementado programas de formación para el trabajo, incentivos al emprendimiento y se han acompañado planes de negocio de sujetos de reparación colectiva.

6 El Servicio Público de Empleo: necesario pero insuficiente

El Servicio Público de Empleo (SPE) surgió en 2013 como una unidad administrativa adscrita al Ministerio de Trabajo para facilitar el encuentro entre las personas que buscan empleo y las empresas, a través de una plataforma virtual. En ese ejercicio de intermediación laboral, el Servicio Público de Empleo (SPE) se apoya en una red pública compuesta por cajas de compensación, el SENA, los entes territoriales y también en actores privados.

Desde su puesta en marcha hasta septiembre de 2017 se registraron más de 3,5 millones de personas, en su mayoría mujeres (55%). Casi la mitad de los inscritos accedió a un empleo formal (45%), esto se desprende de los datos disponibles en el sitio web del Servicio Público de Empleo.

También, a partir de estas estadísticas se sabe que cerca de 2 millones de mujeres buscaron trabajo a través de la plataforma, más de 700 mil fueron contratadas (36,5%), pero los hombres fueron más exitosos (54%).

Los jóvenes tuvieron menos suerte. Aunque representan el 49 por ciento de los inscritos en el Servicio Público de Empleo, sólo 134.112 logran vincularse formalmente con una empresa por esta vía (7%). La mayoría de los que se registraron residía en Antioquia, Atlántico, Bogotá D. C., Cundinamarca y Valle del Cauca (64%).

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Para Juan Carlos Guataquí, profesor de la Universidad del Rosario, aunque es positivo que se haya creado el Servicio Público de Empleo para facilitar el encuentro entre las empresas y las personas que buscan trabajo, este gobierno se quedó corto a la hora de aumentar las probabilidades de los jóvenes y las mujeres de conseguir empleo.

En su opinión, algunos de los programas focalizados en los jóvenes apelaron más a la “responsabilidad social de las empresas” que a resolver problemas estructurales del mercado laboral, por ejemplo, el “desencuentro entre los perfiles de formación de las personas y los requerimientos de los puestos de trabajo”.

Cristhian Castillo, investigador en temas de desempleo juvenil y en su momento coordinador del programa 40 Mil Primeros Empleos de Comfaboy (Caja de Compensación Familiar de Boyacá), le contó a La Silla que la idea “se tuvo que vender como responsabilidad social” porque no se previó que sería difícil convencer a los empresarios de vincular a jóvenes sin experiencia previa.

7 Las empresas no encuentran en los jóvenes y en las mujeres lo que buscan en el mercado

Tanto para los jóvenes como las mujeres es difícil conseguir un empleo acorde a los perfiles que tienen y los que demandan las empresas.

Stefano Farné, director del Observatorio Laboral de la Universidad Externado, encontró en un estudio que cubre el periodo 2009-2016, que es más amplio el ‘desajuste educativo’, esto es, la diferencia entre la formación académica de estos grupos y los requerimientos exigidos en sus respectivos trabajos en jóvenes y mujeres.

Por ejemplo, los jóvenes más educados son los que enfrentan con mayor frecuencia dificultades a la hora de conseguir su primer empleo y por eso terminan aceptando puestos con un perfil más bajo (en exigencia y a nivel salarial) con tal de acreditar experiencia laboral.

En las mujeres, el estudio ratificó para el caso colombiano lo que ha ocurrido en otras latitudes. La brecha entre el nivel educativo y las exigencias de las empresas es mayor en las mujeres que en los hombres.

Aunque entre 2009 y 2016, las mujeres con educación superior crecieron en un 71%, en mayor medida que los hombres (63%), ocupan plazas de trabajo menos exigentes, en parte, para poder conciliar el ámbito laboral con la vida familiar.

 

Este especial fue hecho gracias al apoyo del Gobierno de Canadá

Soy periodista con maestría en Ciencia Política. Hice parte de Congreso Visible entre 2011 y junio de 2017. Tuve un periodo corto pero interesante en La Silla Vacía cubriendo las movidas de poder en elecciones y Congreso. Twitter: @alatorrecorro.