“Renuncio porque dado el caso de que el referendo se hunda o de que el presidente decida no lanzarse, me inhabilitaría y nos quedaríamos sin el pan y sin el queso”, explicó Juan Manuel Santos esta mañana al momento de presentar su renuncia. Dijo, además, que cree que el Presidente no va a ser candidato a las elecciones del 2010. “No tengo más elementos de juicio para hacer esta afirmación que mi intuición íntima, no es una información que el Presidente me dio”. Intuición o deseo íntimo, Juan Manuel Santos renunció porque le apuesta a que podrá ser Presidente de la República, un cargo para el que se lleva preparando desde hace décadas.

Juan Manuel Santos debe ahora ganarle a Andrés Felipe Arias como sucesor de Uribe

“Renuncio porque dado el caso de que el referendo se hunda o de que el presidente decida no lanzarse, me inhabilitaría y nos quedaríamos sin el pan y sin el queso”, explicó Juan Manuel Santos esta mañana al momento de presentar su renuncia.

Dijo, además, que cree que el Presidente no va a ser candidato a las elecciones del 2010. “No tengo más elementos de juicio para hacer esta afirmación que mi intuición íntima, no es una información que el Presidente me dio”.

Intuición o deseo íntimo, Juan Manuel Santos renunció porque le apuesta a que podrá ser Presidente de la República, un cargo para el que se lleva preparando desde hace décadas.

Santos tiene todos los pergaminos para ocupar el cargo: tiene grados en economía del London School of Economics y de la Universidad de Harvard. Ha manejado con éxito las carteras de Comercio Exterior, de Hacienda y de Defensa, tres campos clave para los próximos años en los que toca consolidar las ganancias en seguridad, aprobar los tratados de libre comercio y enfrentar la crisis económica.

Y sin embargo, renuncia para quedarse cruzado de brazos esperando a que se decida si Uribe va como candidato para el 2010 o no.

Si el referendo sale adelante y Uribe decide lanzarse, Santos tiene dos salidas: convertirse en el jefe de campaña de Uribe o exiliarse como embajador en Washington. En cualquiera de las dos, su decisión de retirarse del Ministerio habría sido la equivocada.

Si el Presidente no puede o no quiere reelegirse de nuevo, la gran pregunta es si Santos sería el sucesor de Uribe o si lo sería Andrés Felipe Arias.

Para que valga la pena analizar este escenario habría que pensar que pese a todas las evidencias en contra Uribe no quiere realmente lanzarse de nuevo y que ha ‘cañado’ todos estos meses con el fin de consolidar una gran mayoría uribista en el Congreso.

Con el artículo que ya se aprobó en la reforma política y que permitiría el transfuguismo, el señuelo de una reelección de Uribe estimularía a que decenas de congresistas (ver cuales) de Cambio Radical, de los partidos pequeños e incluso liberales migren hacia la U. Con esto, el próximo Congreso estará en las manos del Partido Conservador y del Partido de la U y sería aplastantemente uribista.

Para continuar sus políticas de seguridad democrática y confianza inversionista, que en sus palabras es lo que él realmente quiere reelegir, Uribe necesita un sucesor que esté alineado ideológicamente con él, que le haga caso y que pueda ganar las elecciones.
 

Santos sale por la puerta grande con varios logros que lo hacen el gran heredero de la Seguridad Democrática.

¿Es ese sucesor Juan Manuel?

Santos está alineado ideológicamente con Uribe. Comparte con él la idea de darle gabelas a los empresarios como estrategia para estimular la economía y en el campo de la seguridad,  en muchos sentidos ha mostrado ser más de derecha que Uribe. Su afirmación –tras el bombardeo del campamento del guerrillero ‘Raúl Reyes’- de que es válida la estrategia de la guerra preventiva contra países vecinos, sus ataques contra el presidente venezolano Hugo Chávez y sus acusaciones contra Piedad Córdoba y Hollman Morris de ser auxiliadores de la guerrilla, inspirarían confianza entre quienes aún temen un segundo Caguán. Entonces, en este campo, Santos tiene para mostrar tanto ADN uribista como Arias. Por ese lado, habría un mano a mano.

El pulso final se decidirá en los otros dos campos: quién le haría caso a Uribe y quién es capaz de hacerse elegir.

Claramente, Arias sería un sucesor más confiable. Primero, porque Uribito le debe su carrera política a Uribe. Su juventud e inexperiencia política también lo harían seguir más las recomendaciones de su jefe. Arias lo ha dicho claramente: si Uribe se quiere reelegir él se haría a un lado y es fácil creerle. Al fin y al cabo, con tan sólo 35 años de edad, Arias sabe que tiene una carrera larga por delante y aún no tiene una agenda totalmente propia.

Muy diferente es la situación de Juan Manuel. Santos siempre ha tenido una agenda propia, que es ganar él, y por eso no ha tenido problemas para trabajar por igual con César Gaviria, Andrés Pastrana o Uribe, que no se pueden ver ni en pintura entre ellos. Santos, además, se caracteriza por ser un audaz jugador de póker, no un hombre con una lealtad a prueba de todo. Sus conversaciones con Carlos Castaño e incluso con las Farc para aliarse para tumbar a Ernesto Samper son solo un ejemplo de esto.

Entonces, si a Uribe lo que le importa es tener un sucesor fiel en todo sentido, Arias es su mejor opción. Y dada la paranoia del círculo que ronda a Uribe, es bastante posible que el presidente no quiera entregarle el control a alguien que no sea realmente de su entraña.

El único problema es que Arias es conservador y para ser presidente en Colombia no bastan los votos azules. Ahí Juan Manuel gana.

Santos sería el único capaz de recoger a los liberales que son uribistas pero que tendrían que tener casi una lobotomía para votar por un conservador.  No sólo por el tema ideológico, sino por simple cuestión pragmática: el Partido Conservador tiene 150 años, unas jerarquías fuertes y una solidaridad de cuerpo que los apega a unos símbolos y a una historia común. Por eso, es casi imposible para cualquier uribista liberal aspirar al aval de este partido y mucho menos, a que los reyes de la burocracia del país les suelten algo.

Si Arias es el candidato de Uribe, el uribismo se dividiría entre él y Germán Vargas, que aunque aparece derrotado en el Congreso, tiene 1700 concejales, casi 300 alcaldes, 55 diputados, 3 gobernadores y 300 mil votos que son de él, y que no son tan fácilmente transferibles al clon de Uribe. En cuanto a tener la maquinaria, Santos le lleva la delantera a Arias.

En cambio, Juan Manuel Santos aglutinaría a los congresistas uribistas tanto liberales como conservadores. Como cofundador de la U, tiene muchos favores por cobrar que le ayudarían en su camino hacia la Casa de Nariño. En las elecciones del 2006, Santos supo aplicar una estrategia exitosa de opinión combinada con maquinaria que convirtió a la U en la marca política más exitosa de la campaña. Por eso senadores como Dilian Francisca Toro, Piedad Zuccardi, Aurelio Iragorri, Carlos García Orjuela y Zulema Jattin le deben el aumento exponencial de sus votos a la jugada de Santos.

A los políticos lo que más les interesa es su reelección. A la hora de escoger entre Arias y Juan Manuel se irían con Santos, que ha demostrado tener grandes habilidades para construir alianzas políticas regionales. Por eso, es un mejor árbol para hacerse al lado.  En cuanto a tener la maquinaria, Santos le lleva la delantera a Arias.

Santos también tiene a las élites de su lado. No sólo por ser dueño de parte de el periódico el Tiempo, Cambio, CityTV y posiblemente el Tercer Canal, sino porque él representa los intereses del establecimiento bogotano y de los empresarios tradicionales, incluidos los dueños de los medios. Mientras Arias sería un mejor vocero de los intereses que llevaron a Uribe a reelegirse la primera vez. Los empresarios emergentes, los terratenientes y la gente beneficiada por los programas de asistencia social del gobierno también verían en Arias un gobernante más cercano a ellos. La propuesta de Arias de irse a dormir en los barrios pobres del país durante su campaña calan en el imaginario popular.

Entonces, la decisión final del sucesor estará mediada por qué tanto sienta Uribe que Arias podría ganar las elecciones sin el apoyo decidido de los gamonales y por su convicción que en Santos prima más el pragmatismo que el uribismo.

La segunda pregunta es si Santos podría darle la pelea a Arias en caso de que este reciba el guiño de Uribe. La respuesta es no.

Juan Manuel Santos nunca se ha sometido a una votación popular, carece de carisma y de una maquinaria propia y su mejor bandera, que son sus éxitos en la seguridad democrática, sólo es suya si se mantiene al lado de Uribe.

Por eso, lo único que le queda es cruzarse de brazos y esperar.

El sucesor de Santos en el Ministerio

Juan Manuel Santos fue un muy buen ministro de Defensa. Su mayor logro fue adelantar un proceso de ingeniería industrial que permitió que los procesos fluyeran en el sector de la Defensa.  Él logró que por primera vez funcionaran realmente las comunicaciones conjuntas y el intercambio de información de inteligencia. Con la asesoría de los israelíes, el equipo de Santos diseñó un sistema de inteligencia a partir de ‘burbujas’. Esto les permite hacer seguimientos más efectivos a los guerrilleros y narcotraficantes pues en cambio de competir entre entidades, la agencia que tiene más información coordina las pesquisas con los insumos de las demás entidades.  Este mejor uso de la inteligencia fue la que permitió operaciones tan exitosas como Jaque.
Aunque el Plan de Consolidación Integral impulsado por Santos para asegurar las ganancias militares en las regiones bajo influencia de las Farc aún está en pañales, Santos marcó una dirección en ese sentido.
Si su sucesor es su viceministro Juan Carlos Pinzón, la dirección se mantendría, aunque no así su liderazgo. Pinzón, que viene de una familia militar, es menos audaz que Santos y más proclive a darle gusto a los militares. Rodrigo Rivera, el otro opcionado, es un político que carece de experiencia administrativa y que seguramente usaría el Ministerio de Defensa para volverse un presidenciable en el 2014.