Juan Manuel Santos será el Presidente de Colombia durante cuatro años más. Con una ventaja de un poco más de 900 mil votos sobre Óscar Iván Zuluaga, el candidato de un Frente Nacional Ampliado se impuso después de una intensa campaña contra el apadrinado del ex presidente Álvaro Uribe, que logró desafiar prácticamente todo el establecimiento político.

Juan Manuel Santos será el Presidente de Colombia durante cuatro años más. Con una ventaja de un poco más de 900 mil votos sobre Óscar Iván Zuluaga, el candidato de un Frente Nacional Ampliado se impuso después de una intensa campaña contra el apadrinado del ex presidente Álvaro Uribe, que logró desafiar prácticamente todo el establecimiento político.

Al final, la Costa Caribe y Bogotá le dieron la victoria a Santos.  En los siete departamentos de la Costa Atlántica, la maquinaria de la Unidad Nacional –aceitada con millones de pesos enviados por la campaña santista a los congresistas de la región- le cumplió al presidente-candidato y duplicó su votación de la primera vuelta.

En Bogotá, donde en primera vuelta Santos quedó de tercero con 444 mil votos, la activa participación en la campaña de la ex candidata presidencial del Polo Clara López (que sacó en primera vuelta 501 mil votos) y de los Progresistas de Petro, que repartieron puerta a puerta 2’5 millones de periódicos invitando a votar sin duda ayudó a definir el triunfo de Santos en la capital. También haber metido de lleno a la campaña a figuras como el exministro Rafael Pardo, que consiguió la adhesión de varios sectores sociales, desde los taxistas hasta los sindicatos.

En total, Santos ganó 900 mil votos más en Bogotá, donde había 1,2 millones de votos huérfanos de los candidatos perdedores en la primera vuelta. Óscar Iván, en cambio creció en 450 mil votos, que son los de Marta Lucía y uno de cada cuatro de Peñalosa. Mientras que todos los de Clara, tres de cada cuatro de Peñalosa y 100 mil de gente que se había abstenido en primera vuelta fueron al candidato-presidente.

Como Bogotá pone uno de cada cinco votos, conquistar el voto que quedó huérfano después de la primera vuelta era fundamental para asegurar el triunfo del candidato-presidente y ese esfuerzo de los santistas al final fue decisivo para permanecer en la Casa de Nariño.    

En Atlántico, Santos pasó de 194 mil votos a 534 mil. Creció en un 50 por ciento la votación total del departamento, y Santos más que duplicó la suya. Zuluaga no alcanzó a duplicarla. Allá le ayudaron los conservadores Gerlein y Efraín Cepeda, los de la U Miguel Amín y José David Name. Laureano Acuña y los liberales de Álvaro Ashton y los Char.

Bolívar le puso 65 mil votos más. Cesar le puso 96 mil votos más. Córdoba 150 mil votos más, con lo cual el Ñoño y Musa le cumplieron también. En la Guajira, más de 50 mil votos más. En Magdalena, casi se dobló con 120 mil votos más. Sucre casi se dobla y sacó unos 90 mil votos más frente a la primera vuelta. En conclusión, la maquinaria sí se movió en la Costa y le puso 900 mil votos más. Estos equivalen a la diferencia que le sacó Santos en todo el país a Zuluaga. Mejor dicho, la maquinaria costeña hizo toda la diferencia.

En Chocó, Nariño y Valle ganó Santos como lo había hecho en primera vuelta. En Valle, Zuluaga duplicó su votación frente a la primera vuelta y Santos más que la duplicó. Santos ganó en todos los municipios del centro y sur del departamento, incluyendo Cali, Jamundí, Yumbo y Tuluá, y Zuluaga en los del norte, donde hay mayor influencia paisa y donde la vez pasada había ganado Santos. En Nariño, los municipios donde había ganado Clara, se dividieron casi por partes iguales entre Santos y Zuluaga.

En candidato uribista arrasó en su natal Caldas, donde le sacó a Santos el 28 por ciento de los votos pero no lo alcanzó a doblar. En Quindió le sacó menos del 6 por ciento, en Huila arrasó ganando en todos los municipios y sacandole el 45 por ciento de diferencia con 166 mil votos más.

En Tolima, la diferencia también fue grande con 22 puntos porcentuales a favor de Zuluaga, que son 110 mil votos.

En Cundinamarca, ganó por 13 puntos Zuluaga y le sacó casi 120 mil votos, lo cual es un gran revés para Germán Vargas Lleras, porque este era uno de sus fortines. Santos solo ganó en Funza, de la zona de Vargas LLeras.

Aunque ganó en la mayoría de los municipios más poblados de Cundinamarca como Soacha, Zipaquirá y Girardot.  En Anapoima, paradójicamente porque es la sede alterna del gabinete, ganó Óscar Iván. En Boyacá, Zuluaga le sacó más del 15 por ciento, un poco menos de 80 mil votos y ganó en la gran mayoría de los municipios salvo en Tunja.

Antioquia no fue el departamento donde mejor le fue a Zuluaga. En Huila y Casanare más que triplicó a Santos. En este departamento petrolero, Zuluaga le sacó más de 60 puntos a Santos.

En la tierra uribista por excelencia, que es Antioquia, el ex ministro de Hacienda de Uribe sacó 1,133.000 votos, 430 mil más que Santos y el 22 por ciento por encima. A la luz de esta votación, el cierre de la campaña de Santos en Rionegro, el corazón de Uribe, le sirvió para que la diferencia no fuera apabullante.

En los departamentos petroleros, como Casanare y Arauca, también le pegó una paliza a Santos, así en el último momento y en una medida desesperada, el Presidente hubiera anunciado que iba a echar para atrás la reforma a las regalías para que la plata se quedara en las zonas productoras.

Ganar en el centro del país no le alcanzó a Zuluaga para vencer al presidente-candidato pero sus casi 6’900.000 votos representan una votación similar a la Uribe en el 2006 y es mayor que la de Uribe en el 2002, cuando sacó 5’900.000 votos. Son los mismos que Santos en la primera vuelta de 2010.

Además, dado que alrededor de un 80 por ciento de esos son alrededor de puros votos de opinión, indican que en esta elección, el país se partió en dos y que la pelea entre Santos y Uribe lejos de haberse resuelto en las urnas seguirá polarizando a Colombia salvo que el Presidente comience a tender puentes hacia el uribismo.

El nuevo giro
La cercanía de Uribe y Santos es, cada vez más, un hecho del pasado. El primero venció en estas elecciones al segundo.
Óscar Iván Zuluaga hizo una muy buena campaña: en cuatro meses pasó de estar por fuera de los favoritos a obtener casi siete millones de votos.

El discurso de Juan Manuel Santos estuvo enfocado en la paz, en un auditorio muy diverso, y con una fuerte representación de la izquierda.

Con un tono mucho más humilde que el que mantuvo durante todo su primer período, Santos agradeció a Germán Vargas, su vicepresidente, a Clara López, a Antanas Mockus, a los Progresistas, y a todos los movimientos sociales que lo acompañaron. Y reconoció que lo apoyaron muchas personas que no “simpatizaban” con él sino con el propósito de la paz.

Le extendió la mano a Óscar Iván Zuluaga, ratificó que la paz no será con impunidad e invitó a todos los colombianos para que apoyaran ese propósito nacional. También se comprometió a hacer cambios en su gobierno, y profundizar su contenido social.

Como su discurso, a partir de mañana el gobierno de Santos tendrá que comenzar a caminar una delgada línea, entre complacer los compromisos o por lo menos las expectativas de la izquierda que le ayudó a llegar al poder y cerrar las cicatrices y tender puentes con la derecha que podría obstaculizar los pasos que todavía tendrá que dar para conseguir la firma de un Acuerdo Final con las Farc.

Como ya se vio hace cuatro años, Santos no tiene aguero para traicionar las expectativas de quienes le pusieron los votos. También podrá decir que los líderes de izquierda que lo apoyaron dijeron explícitamente que lo hacían solo “por la paz”.

Sin embargo, tanto Clara López, como los líderes de la Alianza Verde, como los de la Marcha y la Unión Patriótica, como los sindicalista que movilizaron sus bases a favor del candidato-presidente sí tienen la expectativa de un gobierno con mayor contenido social y además, con un gabinete que incluya caras muy diferentes a las que gobernaron los últimos cuatro años.

“Si Santos no involucra a los de la izquierda que le ayudaron a ganar, se los pone en contra y lo tumban. Ellos tienen la capacidad de movilización social para hacerlo”, dijo a La Silla uno de los aliados de Santos.

Sobre todo, porque una buena porción de los que le dieron el triunfo a Santos no lo hicieron como un plebiscito a su gestión sino porque creen en el proceso de paz y quieren que éste llegue a feliz término (lo cual es un mensaje muy importante para la mesa de negociación en la Habana).

Es más, los líderes de izquierda que lo apoyaron y varios del Partido Verde, como la senadora electa Claudia López, fueron explícitos en que seguirán en la oposición en todos los demás temas. Santos tendrá que recuperar la legitimidad de su gestión con estos sectores y no creerse el cuento que esos votos fueron un espaldarazo para él.

A la vez, casi siete millones de personas votaron por un cambio de rumbo. Votaron en contra del proceso de paz actual. Y votaron en contra de Santos. Ellos constituyen casi la mitad del país que se pronunció en las urnas. Son, además, los mismos que -si se cree en el optimismo de Santos- tendrán que refrendar los acuerdos de la Habana antes de que llegue Navidad.

En esa medida, Santos tendrá que tender puentes hacia ellos también y no lo hará si gobierna solo desde la centro-izquierda. Por lo que en los próximos días, seguramente se verán anuncios también para comenzar a cerrar cicatrices con ese lado.

Por lo pronto, se logró lo primero y más importante, y es que el candidato uribista -tal como lo había prometido- aceptó los resultados, con lo cual la democracia salió ganando.

A las 5.30 p.m., Óscar Iván Zuluaga dio un emotivo discurso, agradeciendo a sus votantes y reconociendo el triunfo de Santos. Reiteró que el Centro Democrático es una nueva alternativa para Colombia y no hizo énfasis en nada del proceso de paz ni del futuro gobierno de Santos.  En todo caso, su tono conciliador es un bálsamo en este momento.

Sin embargo, fue un bálsamo que duró solo un par de horas porque tan pronto terminó de hablar Santos, lo hizo el ex presidente Uribe, quien se fue lanza en ristre en contra del presidente. Tras felicitar a Óscar Iván y agradecer a Marta Lucía Ramírez, ennumeró uno a uno las evidencias de lo que llamó “la mayor corrupción” impulsada por Santos “en nombre de la paz”.

Habló de compra masiva de votos, de uso abusivo de la pauta oficial a favor del candidato, de utilizar personas que cumplen funciones públicas a favor de la campaña, de omisión gubernamental frente a las presiones de los grupos armados en contra de los electores de Zuluaga, etc.

“Debemos levantarnos y oponernos a la pedagogía del miedo”, fue como concluyó Uribe su discurso, que marcó una distancia grande frente al tono usado por Zuluaga y que es un presagio de la confrontación que continuará con el presidente Santos.

Lo que viene

La principal promesa de Santos para este nuevo mandato fue lograr firmar un acuerdo con las Farc antes de que finalice este año. Para conseguirlo, tendrá que mantener el ritmo en la mesa de los últimos días electorales -cuando los negociadores se movieron ante la presión de que el uribismo llegara al poder y desbaratara lo logrado- y tendrá que pasar por el Congreso la reglamentación del Marco para la Paz.

Para lograr esta última pieza, fundamental para sacar adelante el proceso de paz porque sería donde se fijarían asuntos como qué tipo de sanción tendrán que pagar los jefes guerrilleros y su elegibilidad política, necesitará mantener su coalición ampliada con la izquierda para resistir el bloqueo del bloque uribista.

También le ayudará tener de su lado a los conservadores, con lo cual seguramente uno de los primeros objetivos de Santos será conseguir que los azules se metan nuevamente en la Unidad Nacional para tener una mayor gobernabilidad.

Pero aún así, dado que la maquinaria fue definitiva para el triunfo de Juan Manuel Santos -le puso por lo menos tres millones de votos- los congresistas de la Unidad Nacional le pasarán muy pronto la factura al Presidente. Con lo cual su margen de maniobra en estos cuatro años será menor.

Por lo pronto, terminó una campaña dominada por la propaganda negra, por los líos de índole judicial, por la renuncia a la neutralidad de instituciones que habían pretendido serlo como los grandes medios, la Fuerza Pública y organismos como la ONU, y por un despliegue evidente del poder de Álvaro Uribe sobre la opinión de los colombianos. Mañana amanecerá y veremos.

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Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...