No podrían ser más diferentes. Karina es una asesina con cientos de crímenes encima mientras Piedad Córdoba lleva más de veinte años de trayectoria política. Sin embargo, hoy, cada una de ellas, representa dos estrategias políticas para solucionar el problema con las Farc.
No podrían ser más diferentes. Karina es una asesina con cientos de crímenes encima mientras Piedad Córdoba lleva más de veinte años de trayectoria política. Sin embargo, hoy, cada una de ellas, representa dos estrategias políticas para solucionar el problema con las Farc.
La ex guerrillera Elda Neyis Mosquera, alias ‘Karina’, nombrada el 5 de marzo por el gobierno como ‘gestora de paz’ representa la estrategia del gobierno para derrotar a las Farc vía la desmovilización individual de guerrilleros. Piedad Córdoba le apuesta a un intercambio humanitario con las Farc que permita la liberación de los secuestrados políticos como un primer paso para sentarse a negociar con la guerrilla.
El gobierno decidió otorgarle la libertad condicional a la ex jefe del frente 47 de las Farc, que operaba en el sur de Antioquia y Caldas, con unas tareas que son poco precisas pero que según el Comisionado de Paz, Frank Pearl, apuntan a que Karina motive a los guerrilleros rasos a dejar las armas, a fugarse con los secuestrados y a entregar información que conduzca a la captura de los capos. Es una estrategia política de guerra.
Para Gerson Arias, analista de la Fundación Ideas para la Paz, el juego de Uribe es doble: aparecer como aquel presidente que tiende la mano a los guerrilleros que desean reincorporarse a la civilidad y al mismo tiempo mostrar una decisión política cuando no tiene una estrategia política con las Farc.
“Como cuando en la liberación de Rodrigo Granda, los resultados que le pueda dar ‘Karina’ son muy relativos y Uribe podrá decirle a los que le critican su falta de propuestas políticas hacia las Farc, ‘vean que tampoco funcionó y nosotros abrimos las puertas’”, explicó Arias.
Hay varias dificultades para el trabajo de Karina. Para comenzar, no ha salido de la cárcel. La oficina del Alto Comisionado para la Paz le confirmó a La Silla Vacía que “Karina” sigue recluida en la sede del DAS en Bogotá y que su salida aún depende de que se aclaren algunos asuntos legales pendientes. Uno de ellos es que como es considerada un “blanco por traición” de las Farc, no se puede mover de Bogotá.
Obviamente, dado que los guerrilleros que el Gobierno pretende desmovilizar a través de ella no están en Bogotá, su tarea será titánica.
Frente a esto el ministro Valencia Cossio, ha dicho que se le brindarán camionetas blindadas y que le darán un celular y un computador para que haga sus gestiones de convencimiento a los guerrilleros de manera virtual. El problema es que los guerrilleros rasos no tienen celular y tampoco acceso a computadores. Los mandos medios sí, y es posible que viendo el ‘corazón grande’ del Presidente opten por seguir su ejemplo. La lógica sería que si Uribe trata con tal generosidad a la mujer que supuestamente asesinó a su papá, haría algo similar con ellos si dejan las armas.
Valencia Cossio también ha dicho que estudian la posibilidad de crear una “Casa de Paz”, como la que tiene el líder eleno Francisco Galán, donde se puedan adelantar gestiones de acercamiento a la guerrilla a través de ella. Es dudoso que un guerrillero dogmático como Cano esté dispuesto a tener como interlocutora a una guerrillera de menor rango a la que considera una traidora.
La otra cosa que quiere el gobierno es comenzar a llevar a ‘Karina’ a las universidades, a los foros internacionales y a otras audiencias para hablar sobre la crueldad de la guerrilla y sus maniobras criminales.
Con esto el gobierno lograría quitarle el oxígeno político que encuentran las Farc entre algunos estudiantes y profesores universitarios, y plantear una visión completamente opuesta a la de Piedad Córdoba y su grupo de Colombianos por la Paz, que rescatan el aspecto político del grupo guerrillero. Después de oír a Karina, es inevitable pensar que son algo más que una organización criminal.
De todas las estrategias planteadas por el Gobierno para los gestores de paz, este parece el único viable.
La otra estrategia
Piedad Córdoba ha sido Senadora desde 1994 dentro del Partido Liberal, pero del ala más izquierdista. Ella siempre ha abogado por una salida negociada con la guerrilla.
“Nosotros simplemente tenemos una estrategia de paz colectiva centrada en construir los puentes de diálogo entre la insurgencia y el Gobierno. No los suplantamos, solo buscamos que se sienten a discutir múltiples temas que creemos son necesarios de abordar por fuera de la confrontación armada”, explica Ricardo Montenegro, director ejecutivo de Poder Ciudadano, movimiento político de Piedad Córdoba.
En el 2007, ella comenzó a buscar una salida directa para la liberación de los secuestrados y gestionó ante el presidente Hugo Chávez de Venezuela para que él influyera sobre las Farc para lograr la liberación de los secuestrados políticos. En agosto de ese año, el presidente Uribe la autorizó y de paso, a Chávez.
Piedad ha logrado en los dos últimos años traer de vuelta a la libertad a Jorge Eduardo Géchem, Gloria Polanco, Consuelo González, Luis Eladio Pérez, Orlando Beltrán, Clara Rojas, Alan Jara, Sigifredo López y cuatro miembros de la Fuerza Pública, un logro que no habían conseguido dos gobiernos sucesivos.
Sin embargo, las liberaciones no fueron meros gestos humanitarios de la guerrilla. Claramente las Farc han querido aprovechar cada uno de estos actos para sacar réditos políticos, para ganar interlocución internacional y para volverse a poner en el radar de la sociedad colombiana. También para desprestigiar al gobierno de Uribe.
Piedad ha sido funcional a esa estrategia en la medida en que ha sabido coreografiar cada entrega, en que ha puesto presión de otros países sobre Uribe para que reduzca la presión militar en ciertas áreas donde las Farc se sienten acorraladas y en que no ha tenido pelos en la lengua para criticar la falta de solidaridad del gobierno con las víctimas del secuestro.
El grupo de Colombianos por la Paz no siente que hayan sido funcionales a los intereses de la guerrilla. “El 11 de septiembre de 2008 enviamos (el movimiento CPP) la primera carta epistolar pidiendo a las Farc que renunciaran al secuestro como forma de lucha política o económica,” explicó Montenegro, quien además de trabajar con Piedad, hace parte de CPP. “Han liberado secuestrados y comenzaron a responderle por ejemplo a los indígenas Awá de Nariño sobre sus asesinatos, a los indígenas del Cauca… Han dado resultados sin necesidad de hacer reuniones públicas o clandestinas con los guerrilleros; para eso está la tecnología…”
Ya sin el aval del Gobierno, con el rechazo visceral de una parte de la sociedad que ve en ella sólo un instrumento de las Farc y con la esperanza de las víctimas del secuestro que saben que sólo ella tiene línea directa con el Secretariado, Córdoba sigue con sus gestiones para traer de vuelta al cabo Pablo Emilio Moncayo y a otros.
La estrategia de Piedad, que ha sido exitosa en traer a la libertad así sea de uno en uno a los secuestrados, no es claro que tan efectiva sea para sentar a negociar a las Farc. Comenzando porque el Secretariado nunca ha planteado qué necesitaría realmente obtener a cambio de dejar las armas salvo postulados gaseosos como “más justicia social”.
Pero tampoco es claro por qué el gobierno opta por desprestigiar a Córdoba y a su grupo de CPP tratándolos como si fueran el frente político de las Farc mientras confía en la capacidad de otra mujer, como Karina, que hasta el momento lo único que ha logrado es pedir perdón.