






El pasado 20 de julio, la bancada verde votó a favor del senador uribista Armando Benedetti como presidente en la mesa directiva del Senado, al igual que todos los nuevos senadores que se posesionaron ese día en el capitolio. Pero las críticas para los verdes no se hicieron esperar.
A través de las redes sociales, muchos mensajes llegaron al partido pidiendo explicaciones sobre esta votación. “En resumen, yo voté por un partido que iba a luchar por un congreso decente. Pero comenzó su legislatura uniéndose al bando de los sinvergüenzas.”, escribió uno de los seguidores verdes en su Blog.
Este incidente muestra la difícil línea que tendrán que caminar los tres representantes y cinco senadores verdes en los próximos cuatro años. Todos son primíparos en el teje-maneje del Congreso. Y se enfrentan al dilema de por un lado querer sacar adelante sus principales proyectos de ley y por otro, representar en el Capitolio el mensaje de Antanas Mockus de que los medios son tan importantes como los fines y de no negociar sino de intercambiar argumentos. Todo esto mientras sus movimientos como legisladores está siendo analizados con cuidado por la ola verde, cuya esperanza en los congresistas de su nuevo partido es grande.
La bancada verde los próximos cuatros años es la gran incógnita del periodo que comienza.
¿INDEPENDENCIA VERDE?
Antes de posesionarse, la bancada verde definió públicamente su relación frente al gobierno de Santos y su coalición parlamentaria: “Frente al Acuerdo de Unidad Nacional que ha convocado el Señor Presidente Electo, lo acompañaremos en todas aquellas propuestas y decisiones que sean positivas y nos apartaremos y señalaremos a las que consideremos inconvenientes para la sociedad colombiana”, dice el comunicado de la bancada verde publicado el pasado lunes.
Aunque la postura de independencia con deliberación fue bien recibida por sus seguidores, los verdes son ocho frente a 235 congresistas en la Unidad Nacional, y no consiguieron una posición en ninguna de las mesas directivas del Congreso. Esto quiere decir que, con su apoyo o sin su apoyo, la coalición de gobierno tiene el poder sobre la mayoría de las decisiones que se tomen desde el legislativo.
Y no sólo los verdes no representan un aliado clave para los otros, sino que para hacer aprobar sus propios proyectos no les bastaría con aliarse con el Polo, o con el Mira, ni siquiera con los dos. Tienen que construir mayorías con los partidos que hacen parte del proyecto de Unidad Nacional.
Pero si apoyar a los congresistas de la coalición de gobierno les genera críticas, como sucedió a raíz de su voto por Benedetti el pasado martes, los verdes están entonces en un camino sin salida. Y lo más probable es que se vean obligados a negociar con La U si no quieren dedicarse únicamente al control político.
Para el senador Jorge Eduardo Londoño, la bancada verde no descarta trabajar con el ex ministro Juan Lozano los temas de medio ambiente. Y en el tema de la reforma política, caballito de batalla de John Sudarsky, también consideran trabajar de la mano con Benedetti. De hecho, Sudarsky y otro de los senadores más votados de La U, Roy Barreras, han sido amigos desde que se conocieron cuando debatían la reforma política de la silla vacía en foros y debates, y no descarta tampoco trabajar con él desde el Senado. Y para el senador verde Iván Name la bancada de La U tampoco le es completamente desconocida: su primo es el senador uribista José David Name.
“La base verde es apolítica, debemos ilustrarlos sobre los manejos políticos, hay que contarles cómo funciona la política”, dijo a La Silla Vacía la senadora Gilma Jiménez sobre las críticas que pueden generar las reuniones con la coalición de La U o el gobierno de Juan Manuel Santos. Su reto entonces es lograr aprobar proyectos sin volverse parte de la cultura del atajo que tanto criticó Mockus, pero también negociar con la coalición para no dejar en el tintero proyectos que son su obsesión como el de cadena perpetua para violadores de niños y niñas de Jiménez, o el de los distritos unipersonales de Sudarsky.
Pero el primer reto que tienen los verdes, es aprender del manejo del Congreso, que es toda una ciencia. Y también definir una estrategia para la bancada, algo que no han hecho todavía.
“La campaña de Mockus nos absorbió a todos, así que no discutimos tanto la bancada en estos meses”, dijo a La Silla Vacía el senador John Sudarsky.
Y es que el segundo problema que aún tienen los verdes para ser una bancada independiente, es aprender a ser una bancada unificada. Al senador Iván Name, que sólo entró hasta el pasado lunes cuando el Consejo Nacional Electoral le entregó su credencial, lo conocieron hace poco los otros congresistas. Sin discusiones a fondo sobre los temas que apoyarán o no, y si se harán acuerdos programáticos o no, a los verdes les va a tocar definir sobre la marcha -un poco como en la campaña- cúando, qué y a quien apoyarán.
Pero no todo es un panorama negro para los verdes. Ellos también confían en que tienen de su lado la experiencia de Gilma Jiménez y Alfonso Prada, que a pesar de ser una minoría en el Concejo de Bogotá lograron jugar un papel importante.
“Nunca quedábamos en las mesas directivas”, dijo Alfonso Prada a La Silla Vacía. “Siempre perdíamos las elecciones del Concejo”, contó Jiménez. Pero hicieron duros debates de control político el primer año de la primera administración de Lucho Garzón, con los que se ganaron el reconocimiento de este ex alcalde y lograron trabajar con él los otros tres años de su alcaldía.
Jiménez es hoy en día la vocera de la bancada, y quien se reconoce como líder entre los otros congresistas verdes. La decisión de hacer comunicados fue suya, y es una estrategia que trae desde su época en el Concejo.
Y a pesar de no tener experiencia legislativa, ser una minoría y representar la independencia no es nuevo para la mayoría de los verdes. Varios han hecho ya parte de movimientos pequeños, que se quemaban en las elecciones legislativas pero lograban representación en las asambleas o administraciones locales.
Gilma Jiménez y Alfonso Prada fueron concejales por el movimiento de Peñalosa ‘Por la Bogotá que queremos’. Sudarsky y Robledo trabajaron junto al excandidato presidencial de los verdes en ‘Visionarios con Antanas Mockus’. Londoño y Félix Valera pertenecen al antiguo Opción Centro e Iván Name fue fundador de un movimiento llamado ‘viraje social’ que solo obtuvo representación en el Concejo de Bogotá. Carlos Andrés Amaya, el representante verde por Boyacá, no había militado en ningún partido o movimiento antes de estas elecciones, y se hizo conocer cuando fue Presidente de la Federación Nacional de Representantes Estudiantiles de Educación Superior.
Pedagogía legislativa, rendición de cuentas y frecuentes comunicados de bancada, así esperan los verdes demostrarle a sus electores que pueden mantener la independencia de su bancada y conversar con el gobierno. Falta esperar para saber si lograrán o no ser la nueva cara del Congreso. Pero todo indica que sin La U, les será muy difícil.