Todos los partidos políticos que participaron en las elecciones al Senado y Cámara del pasado 13 de marzo —y particularmente los del Pacto Histórico — se están quejando de la manera en la que la Registraduría ha adelantado el proceso de conteo de votos. Porque hay diferencias entre lo reportado el domingo, en lo que se llama preconteo y que sólo sirve de información, y lo que está apareciendo ahora en lo que se llama escrutinio y que sí tiene validez legal.
En los pabellones 6 y 8 del centro de eventos Corferias en Bogotá, donde se está adelantando el escrutinio de las 13 mil mesas de votación de la capital, van saliendo a flote esas inconsistencias, que pueden cambiar el mapa electoral. La Silla Vacía estuvo allá y documentó ese drama en estas cuatro escenas.
1- Un ejército de abogados y testigos se entrena para salir a la cacería
Un joven de jeans rotos, gorra de camuflaje militar gris y una chaqueta con la frase ‘Petro Presidente’ tiene la palabra. Lo escuchan unas 15 personas entre adultos mayores, jóvenes, afro y estudiantes de derecho, que desde ahora se volverán testigos electorales.
Tiene en la mano un celular lleno de pdfs de formularios E-14 que descargó de la página de la Registraduría. En esos documentos escaneados los jurados de votación del domingo escribieron los números de votos de cada candidato y partido tras terminar el preconteo.
Son tres E14. Uno que se llama de transmisión para que auxiliares de la Registraduría pasen vía teléfono o celular la información en caliente de los votos y se vayan avisando en cada boletín el mismo domingo; el segundo es el de delegados que se pueden ver y descargar en la página de la Registraduría; y el tercero es el de claveros que es el que se guarda en una bolsa con los votos y es el que tiene validez.
Los tres deben tener la misma información y deben estar firmados por los jurados para ser válidos.
Lo que está enseñando Pedro Matellana, el de la gorra, es cómo detectar errores en esos formularios para buscar votos no contados a las listas del Pacto Histórico en Senado y Cámara en el momento del escrutinio. Dice, por ejemplo, que los votos a Senado y Cámara de las listas del Pacto deben estar cerca, que si hay diferencia de un 10 por ciento entre las dos hay que estar atentos y pedir reconteo.
O que si en el E14 de delegados no sale la casilla de los votos del Pacto hay que revisar el de claveros para ver cuántos votos hay. Que si hay tachones, enmendaduras, se reclama. Que si la suma de los votos es diferente al total, se reclama. Que en todo caso el objetivo es saber cuántos votos hay en cada mesa.
“No digamos robar, que se han robado los votos, porque si sumercé llega al escrutinio, a la mesa, a decir que se robaron el voto, se va a estrellar con el juez, con el registrador, con los jurados, el de Procuraduría, y de ahí para allá se jodió y se la van a tener al rojo vivo”, señala Matellana.

Las comisiones escrutadoras encargadas de contar oficialmente los votos están integradas por dos ciudadanos de distinta filiación política escogidos al azar, delegados de la Registraduría, y un juez o en su defecto un notario o registrador de instrumentos públicos. En la medida de lo posible con acompañamiento de un delegado de la Procuraduría.
En el primer piso del pabellón 6 hay 48 comisiones escrutadoras.
Tras la instrucción de Matallana los testigos van a una mesa donde está un abogado con tomos del Código Electoral colombiano, que data de 1986. Él que tiene una cartelera atrás con la palabra ‘Jurídico’ les dice a qué comisión se deben ir. Hay unas que tiene subrayadas con rojo porque, dice, tiene riesgos importantes. A esas van los abogados.

Mauricio Castro es uno de los 50 abogados que se mueven por esas comisiones en busca de que los votos del Pacto se cuenten bien. Hay 60 testigos más que les van advirtiendo alguna anomalía. “Se reconoce un contrato de voluntariado a algunos, a 60 mil pesos el día y el almuerzo. Es un gasto que cubre el Pacto”, dice Castro.
Bajo esa operación, desde el Pacto Histórico han dicho que han sumado 500 mil votos más en todo el país que les permitirían llegar a unas 20 curules en el Senado, por ahora tienen 16.
Por los pasillos se han instalado mesas de trabajo con cafetera y termos de agua no solamente del Pacto. Hay grupos del movimiento cristiano Mira, del partido Liberal, del Conservador, Comunes y del Centro Democrático.
2-Los guardianes de los votos van de mesa en mesa
En la pantalla, un video beam proyecta los votos de las mesas de un puesto de Usaquén. En el piso, sentado y apuntando en una hoja los números que van saliendo, está Ángel. Al fondo hay 16 costales llenos de votos para ser destapados.
Ruana, cabello liso y largo, 23 años. No parpadea cuando el juez de la mesa dice el código que identifica la lista del Pacto. “Lo más fácil era quedarme en la casa quejándome, pero había que seguir la lucha que arrancó en el paro”.
Ángel hizo parte de la ‘Primera Línea’, el grupo de manifestantes que durante el paro de 2022 se enfrentó con la Fuerza Pública. No comenta su apellido ni se deja tomar fotos del rostro porque teme que lo reseñen por haber estado al frente de las protestas. Viene de Ciudad Bolívar a revisar que los votos estén bien. Una hora y media en Transmilenio hasta Corferias.
“Nunca había votado, nunca me había interesado en la política, estaba más interesado por sobrevivir”, dice. El domingo no solo votó por primera vez, también trabajó en la logística de la campaña repartiendo refrigerios y ayudando a volantear. Y de ahí lo invitaron a estar en el escrutinio.

En Corferias dice que salvó 47 votos para la lista a la Cámara del Pacto. El error no fue de los E-14 sino del digitador de la comisión que puso 0 en lugar de 47. “Lo veo como un error humano, uno a veces escribe de afán, o el sistema se bloquea. Por eso hay que estar pendiente para que esos errores no pasen, Imagínese eran 47 votos menos en una sola mesa”, añade.
Una funcionaria de la Registraduría entra. “Ahí está el angelito de nuestra mesa”, comenta con cariño. Viene de la comisión donde Ángel reportó el error.
Una cascada de aplausos suenan en el segundo piso del pabellón. Una comisión ha terminado el recuento y sus integrantes ya se pueden ir a descansar.
Para Edwin Camacho, por el contrario, la tarea no termina aún. De pie en una esquina de la comisión que le encargaron y con celular en mano va revisando E14 y contrastando con la pantalla. Es uno de los testigos del Mira, un partido con una disciplina y organización electoral capaz de cambiar resultados electorales.
En las elecciones de 2014 el preconteo decía que el Mira no había logrado el umbral para el Senado. Pero en el escrutinio – y varias demandas en el Consejo de Estado- el movimiento cristano consiguió que les contaran los votos suficientes para conseguir tres curules.
Lo mismo ocurrió en 2018 con el otro movimiento cristiano Colombia Justa Libres.
“Ya conseguí 25 votos que no aparecían el domingo”, dice. Por las dudas ha pedido que recuenten 5 sobres con votos. “La gran dificultad viene de los jurados que llenaron mal esos formularios E-14, algunos parecen unos jeroglíficos”, comenta.

Para estas elecciones, la Registraduría hizo un revolcón al sistema de selección de jurados. Hubo más jóvenes, especialmente universitarios, que docentes, quienes habitualmente se encargaban de esa tarea.
Los errores en el llenado de los formularios fueron evidentes y están llevando a la confusión. “A pesar de que deben ser copias iguales, no son idénticas”, reportó la Misión de Observación Electoral. Y añade que esas fallas vienen de la falta de acceso a la información frente al proceso de selección y designación de los jurados de votación; así como deficiencias en la capacitación de los mismos, entre otros.
3- La procuradora que ve los errores del sistema.
Tres funcionarios de la Registraduría están en el piso sacando y ordenando los tarjetones de la localidad de Chapinero, que un testigo del Mira pidió abrir.
En la silla marcada como ‘Ministerio Público’, una mujer alta, rubia, con formularios E14 apilados y en orden, murmura que no hay afán y que toca revisar con calma. Es la segunda vez que asiste a unos escrutinios como delegada de la Procuraduría.
Omite su nombre porque dice que no está autorizada para hablar en nombre de la entidad, pero comenta que los errores que ha visto por parte de los jurados son tan graves que ya compulsó copias para que se les investigue a algunos.
Se refiere puntualmente a los jurados de una mesa donde aparecieron más votos que votantes. Un total de 48 tarjetones al Senado que no correspondía, y que entraron a las urnas por los jurados.
“Un jurado funge como funcionario público en las elecciones. Si acude a prácticas irregulares debe ser juzgado en ese sentido y para eso hay sanciones disciplinarias”, comenta.
Los 48 votos de más que encontraron en la mesa de los jurados que ahora deben enfrentar un proceso disciplinario, fueron destruidos, explica la procuradora. Se sacan al azar y en frente de testigos son despedazados.

Además de los errores de los jurados, dice que a diferencia de 2018 ha visto pocos testigos de los partidos pendientes del escrutinio. “Ese muchacho que está allá, pegado al celular chateando, viene del Partido Conservador. Y no ha hecho ninguna observación. Acá no hay función de testigos. Debería haber seis ojos encima, y no los hay. Entran, salen, toman tinto, chatean. No hay testigos y los partidos se quejan de que la Registraduría no hace la tarea, pero es que ellos no mandan testigos”, señala.
La compulsa de copias, la irregularidad y la constancia de la destrucción de los tarjetones de más quedan en la bitácora del escrutinio que se hace en un formulario llamado E24.
4- Candidatos que llegaron tarde y sin testigos tienen poco por reclamar
La revisión de la mesa 11 del puesto de votación de El Paraíso de Ciudad Bolívar, está empantanada. Los votos que registraron los jurados no coinciden con los que están en los sobres. Hay dos de más.
Veinte minutos después, la presidente de la comisión, la jueza Lía del Socorro Manotas, encuentra el error. “Al Nuevo Liberalismo le registraron 9 votos, pero solo están 7”, anuncia. “La matemática es perfecta, lo que está, está”, añade.
No hubo quién alzara la mano por parte del Nuevo Liberalismo porque el partido no organizó testigos electorales desde el principio. Y ya es jueves. “A mí me llamaron anoche y apenas vengo a enterarme qué es lo que tengo que hacer porque hay poca información”, dice Angélica González, quien trabajó en la campaña repartiendo volantes para la lista al Senado que encabezó la periodista Mábel Lara.
Después de ir a unos exámenes médicos llegó a Corferias a tratar de verificar los votos del Nuevo Liberalismo. No entiende bien el sistema y se apoya en los testigos del Mira y el Pacto para ver qué puede reclamar de ahora en adelante.

Afuera del pabellón 6 está Angélica Martínez, quien fue la número diez en la lista cerrada al Senado del Nuevo Liberalismo. Computador sobre las piernas muestra más errores de E14. “Más que conseguir los votos para el umbral, que está lejos, es un acto de dignidad para que nos reconozcan más votos y que se sepa que el número fue más de lo reportado el domingo”, comenta.
El Nuevo Liberalismo fue uno de los derrotados el domingo. Según el preconteo su lista al Senado se quedó en 320 mil votos, lejos del umbral que anda por encima de los 480 mil votos. Pero con los errores que han ido apareciendo, sus líderes creen que pueden pelear algo más. Carlos Fernando Galán dice que les parece sospechoso que en unas 40 mil mesas no haya ni un voto del partido que fundó su papá. Pero sin testigos no hay qué reclamar.
Sobre el medio día algunas comisiones hacen una pausa y testigos, abogados y funcionarios de la Registraduría salen a tomar café o almorzar en la plazoleta de Corferias.
Tres camisetas naranjas llaman la atención frente a la cafetería. #Buscomivoto #Renuncieregistrador se lee en medio. María del Pilar Aguilar porta una de esas camisetas. Dice que viajó desde Cali hasta Corferias para reclamar porque no le aparecen votos a su candidato, el sacerdote ortodoxo, Edilson Huérfano Ordóñez.
Ordóñez, conocido por apoyar el paro de 2022 y al grupo de la ‘Primera Línea’, fue candidato al Senado por Fuerza Ciudadana, y en el preconteo tiene 2.749 votos. “Son muchos más, estamos seguros”, dice Aguilar. Antes de llegar Corferias hizo un video desde la Registraduría diciendo que había fraude electoral.

En medio de la pausa del medio día y caminando de afán al pabellón 6 entra la cineasta Anastasia Rubio. Aretes redondos, tenis blancos, maleta de cuero. A la sobrina de Ingrid Betancourt, en el preconteo le faltan poco más de 600 votos para ganar una curul a la Cámara por Bogotá. Arriba está la líder estudiantil Jennifer Pedraza, de Dignidad, el partido de Jorge Robledo.
Rubio se mueve como si la estuvieran persiguiendo. “No tengo testigos, esto me toca a mi personalmente”, señala. Se queja de que los partidos que armaron la lista de la Coalición de la Esperanza a la Cámara no le metieron testigos electorales de un listado que ella mandó.

Pasa a una comisión a preguntar si le pueden entregar el escrutinio en un CD. Luego sale a fumar un cigarrillo en la plazoleta. “Hay que esperar a ver qué datos se consolidan, igual estamos muy contentos de los votos obtenidos, el proyecto político apenas arranca”, dice.
Hay movimiento de cámaras de televisión al lado de las comisiones escrutadoras de la localidad de Fontibón, que están en el primer piso del pabellón 6.
El periodista Hollman Morris, quien fue el candidato de Petro para la Alcaldía de Bogotá en 2019, llama la atención de testigos, abogados y delegados. Alista una entrevista con su medio, el Canal 3. Con alto tono de voz dice que llegó a apersonarse del trabajo de verificación de votos para la lista de Fuerza Ciudadana, en la que quedó de tercero con menos de 10 mil votos.
A Fuerza Ciudadana, la lista del gobernador de Magdalena, Carlos Caicedo, le faltan, según el preconteo, unos 50 mil votos para llegar al umbral del 3 por ciento y conseguir curules. “Esta mañana me llamó el Registrador Vega para decirme que nos aparecieron de 8 mil a 10 mil votos, estamos cerca”, comenta.

Fuerza Ciudadana no contrató ni consiguió testigos suficientes, dice Morris, porque no tenían plata. Gustavo Petro les echó un salvavidas porque puso al equipo del Pacto a revisar votos de Fuerza, el lío es que el empujón llegó tarde porque como pasó con el Nuevo Liberalismo, muchas comisiones ya habían cerrado.
“Nos quedan otras instancias”, dice Morris. “Es que el centro de la política en el país hoy está en Corferias”, añade.