El jueves de la semana pasada fue elegido el nuevo presidente del partido conservador José Darío Salazar, y en su primera intervención ante los medios dijo que radicará un proyecto de ley para acabar con el aborto en Colombia. “Esa es una discusión que no debe llegar al Senado,” respondió el senador de La U Roy Barreras. “Mi posición es más liberal”, dijo el ministro del Interior Germán Vargas Lleras. También mostraron su desacuerdo el presidente del Senado Armando Bendetti y la bancada del partido liberal envió un comunicado anunciado su rechazo a la iniciativa. Si Salazar presenta su proyecto el próximo año, el clima en el Congreso no parece estar de su lado. 

Piedad Córdoba en el Senado

José Dario Salazar es Senador, presidente de la Comisión tercera y ahora el nuevo presidente del Partido Conservador

Salazar no sólo generó el rechazo de los otros partidos, sino que también creó polémica entre los mismos azules. Su iniciativa sobre el aborto no fue conciliada con el directorio nacional del partido, ni con los congresistas de su bancada, ni con los militantes azules. Es una promesa que hizo durante su campaña en el Cauca, según explicó Salazar a La Silla Vacía.

Salazar lleva 20 años en el Congreso -12 en la Cámara y ocho como senador- y a pesar de su larga trayectoria política y de haber sacado en  las pasadas elecciones 50 mil votos en su departamento aún no es un líder de opinión ni tiene influencia nacional.

Por eso su propuesta cayó en el vacío y puso en evidencia, una vez más, la crisis existencial que atraviesa el Partido Conservador.  El partido sufre una crisis ideológica, una crisis generacional y una de identidad porque los conservadores que están en el gobierno no tienen nada que ver con los que están en el Congreso.

La crisis ideológica

“El problema es que acá nadie se recorre el país para aglutinar ideas, como lo intentó hacer Rafael Pardo por el liberalismo en la campaña pasada”, dijo a La Silla Vacía uno de los senadores conservadores. Para varios jóvenes azules consultados por La Silla Vacía la crisis de su partido es distinta a la que pueda tener el partido liberal porque allí sí se ven líderes de opinión además de políticos con maquinaria, y un actuar conjunto en propuestas, como pasa con la ley de víctimas.

En cambio, los jóvenes conservadores creen que su partido no se ha sentado a fijar posiciones sobre el tema de aborto, el matrimonio gay, el servicio militar o el consumo de drogas. Para varios de los consultados por La Silla Vacía, en el tema del aborto la Corte ya falló y no hay más cuerda que darle al asunto. Sobre el matrimonio entre parejas del mismo sexo, varios quieren que tengan los mismos derechos que las parejas heterosexuales, y el problema de fondo lo ven es en el matrimonio católico, no civil. Y sobre el tema de la marihuana, algunos comparten la postura de Álvaro Gómez sobre su posible legalización. Pero estas nuevas posturas conservadoras no tienen mucha cabida entre el directorio del partido.

El directorio nacional, así como los directorios locales, deben tener por obligación a dos mujeres y tres jóvenes, según obligan los estatutos del partido que fueron reformados en 2004 para que empezara a darse una renovación. El problema es que muchas veces los jóvenes o las mujeres que llegan a las direcciones del partido son los herederos de los grandes caciques azules en las regiones.

En el caso del directorio nacional está Claudia Beatriz Otero, que llegó a la dirección apadrinada por Julio Manzur y Alfredo Cuello Baute. O su vicepresidente, Lucas Cañas, hijo del excongresista Gerardo Cañas. “Es un partido regido por la federación de caciques. En las consultas para el directorio solo participan las maquinarias, por eso no se regenera, y por eso hay mucho conservador insatisfecho”, dijo a La Silla Vacía uno de los jóvenes azules, que prefirió hablar en el anonimato porque no quiere pelearse con las directivas del partido.

La crisis de identidad

Si bien la crisis ideológica y generacional es evidente desde hace años, la crisis de identidad se ha pronunciado desde que arrancó el gobierno de Juan Manuel Santos.

Antes de que se posesionara el nuevo Congreso y fueran las elecciones presidenciales, el partido estaba dividido entre los que apoyaban a Uribe, y por ende preferían que el candidato presidencial fuera Andrés Felipe Arias, y los que pertenecían a la línea pastranista y apoyaban a Noemí Sanín.

Después de los resultados electorales, la división continuó, pero ahora entre los conservadores del gobierno y los conservadores del Congreso. Al Congreso llegaron sobre todo los uribistas. La mayoría de los representantes azules y varios de los senadores apoyaron la candidatura de Arias para la consulta y luego a Santos en la primera vuelta presidencial. Noemí Sanín tan solo consiguió 890 mil votos el 30 de mayo, cuando los conservadores para el Congreso pusieron 2 millones 200 mil votos a Senado, y obtuvieron 44 curules para la Cámara.

La fortaleza electoral estuvo sobre todo en la línea uribista del partido. Sin embargo, al Gobierno llegó la otra línea, la más cercana al expresidente Pastrana.

Los ministros Juan Carlos Echeverry, Juan Camilo Restrepo, María Ángela Holguín, Mauricio Santamaría, Sergio Díaz Granados, Carlos Rodado o María Fernanda Campo trabajaron en el gobierno de Pastrana o han sido cercanos al expresidente, así no todos sean miembros del Partido Conservador.

“El que se fue con Santos es el partido intelectual, el empresarial”, dijo a La Silla Vacía Aníbal Fernández de Soto, uno de los jóvenes conservadores. Algunos de los ahora ministros azules fueron críticos del gobierno de Uribe, como Juan Camilo Restrepo frente a la política tributaria del expresidente o la entrega de subsidios de Agro Ingreso Seguro cuando Arias estaba al frente del Ministerio de Agricultura. El mismo Pastrana criticó también la forma como Uribe manejó las relaciones exteriores con Venezuela y Ecuador, la desmovilización de los paras en 2005 o la posible reelección en 2010.

Por eso chocan con los congresistas uribistas y que apoyaron a Arias para la consulta conservadora. Hace un mes, el presidente de la Cámara de Representantes Carlos Alberto Zuluaga, un cacique antioqueño que obtuvo 28 mil votos en las elecciones pasadas, coincidió con Fabio Valencia Cossio en que el expresidente Uribe debía ser vocero de la Unidad Nacional y no irse como director del partido de La U. Una propuesta que entre los funcionarios pastranistas no tendría cabida, aunque ellos tampoco se perfilen como líderes nacionales para el partido.

Entre los ministros de Santos tampoco parece estar la respuesta para un líder nacional del partido. Algunos vienen del sector privado, como María Fernanda Campo, que trabajó en la Cámara de Comercio. O son técnicos y no políticos como María Ángela Holguín, o aunque tienen vena política como Juan Carlos Echeverry nunca se han medido en las urnas.

La crisis de liderazgos nacionales

“En Colombia hay más conservatismo que Partido Conservador”, fue la frase celebre del difunto Alvaro Gómez cuando estaba aún en el partido, y que repiten aún los jóvenes del partido conservador para entender la crisis de su colectividad y la ausencia de un líder que por ejemplo los represente en Bogotá en las próximas elecciones.

Los conservadores aún no han definido quién podría ser su candidato para la Alcaldía de Bogotá y ninguno suena. Pero su nuevo director dijo que es uno de los retos que tiene bajo su mando el año que viene.

Aunque según la última encuesta de la Universidad La Sabana, los bogotanos tiene posiciones conservadoras -el 73 por ciento está en contra de las parejas del mismo sexo y el 71 por ciento rechaza la despenalización total del aborto- en Bogotá a los conservadores no les ha ido bien en las últimas elecciones: solo cuentan con dos concejales y un solo representante a la Cámara, Telésforo Pedraza.

Que la ciudad mantenga posturas godas y que no se reflejen en votos azules es prueba de la gran falta de liderazgo que ha tenido el partido. Porque ya quedó demostrado que en Bogotá las posturas conservadoras sí consiguen votos, y la prueba de ello es el representante de La U Miguel Gómez.

Según contó Salazar a La Silla Vacía, Gómez estuvo en la reunión que el presidente azul organizó con el Arzobispado de Bogotá para discutir la propuesta de acabar con el aborto, y allí hizo una intervención invitando “al derecho a la vida”. Gómez es conservador por herencia, es hijo del senador Enrique Gómez Hurtado y nieto del expresidente Laureano Gómez, y por eso es el favorito de varios de los jóvenes conservadores consultados por La Silla Vacía. Pero en cambio de postularse con el partido de su abuelo se lanzó con La U y obtuvo su curul en la Cámara con 40 mil votos, 23 mil más de los que consiguió Telesforo Pedraza.

A nivel municipal el partido no tendrá ningún problema. Seguramente se mantendrá como la segunda fuerza política en asambleas y concejos. Actualmente también cuenta con cinco gobernadores, 74 diputados y 252 alcaldes. En el Congreso seguramente también se mantendrá como una de las bancadas más disciplinadas.

Pero como partido y ante la opinión pública nacional, aún les falta una figura de opinión que sea la imágen de los azules y que reúna las ideas y los votos de los caciques, los empresarios, los intelectuales y los jóvenes conservadores que andan divididos o insatisfechos con sus dirigentes.