El presidente Gustavo Petro llegó por primera vez a la Asamblea General de las Naciones Unidas para enviar un mensaje sobre sus temas prioritarios a nivel internacional en los próximos cuatro años. En su discurso, Petro se intentó posicionar como un líder regional en la conservación del Amazonas, un tema en el que convergen su deseo de replantear la lucha contra las drogas, su apuesta por una transición energética y la oportunidad de jugar un rol significativo a nivel internacional con la izquierda del continente. En este hilo analizamos los detalles del discurso:
“Vengo de un país de violencia ensangrentada”.
Así comenzó su primera intervención como presidente @petrogustavo ante la Asamblea de la ONU, que marca la ruta de su política internacional.
Hilo ???? pic.twitter.com/NR1WOYJ9Fs— La Silla Vacía (@lasillavacia) September 20, 2022
Petro utilizó su discurso para presentarse como la cara global de la protección de la amazonía (el ecosistema que se despliega alrededor de nueve países, principalmente Brasil, Perú y Colombia), y promover un frente regional unido en esta causa.
Para lograr eso, según los expertos, cuenta con un contexto regional que le es más favorable que el que tuvo Iván Duque: “Lo que ha cambiado es que ahora se pueden forjar alianzas con gobiernos que en el pasado eran difíciles de acercar para este tema, como Bolivia y Venezuela, por sus diferencias ideológicas con el país. Juntando a esos con México, Chile y Perú, que ya eran aliados, se puede armar un frente regional más amplio alrededor de la defensa del Amazonas”, dice Mauricio Jassir, experto en Relaciones Internacionales.
En cuanto a Jair Bolsonaro, una fuente que nos pidió reserva en el Ministerio de Relaciones Exteriores dice que Petro ha decidido pasar por alto sus diferencias ideológicas, y que no va a buscar una confrontación con él. Le apuesta a que será un rival pasajero, pues espera que Lula da Silva vuelva al poder en un corto plazo (Brasil tiene elecciones presidenciales de primera vuelta el 2 de octubre), y con ese líder de izquierda será más fácil coordinar acciones para la Amazonía, en el marco del Pacto de Leticia, que se firmó en 2019.
Petro sustentó ese rol que tiene Colombia en la defensa de la amazonía basado en que es el país con mayor biodiversidad por hectárea del mundo: “Vengo de uno de los tres países más bellos de la Tierra, allí hay una explosión de vida. Miles de especies multicolores en los mares, en los cielos, en las tierras”.
Bajo la idea de que Colombia no puede proteger sola el pulmón del mundo, Petro anoche adelantó que buscará conseguir nuevos recursos internacionales: “Requeriría del esfuerzo de un fondo multilateral para salvar la selva, que sería en la porción colombiana del orden de 1.000 millones de dólares anuales, por un lapso de 20 años, que es el ciclo de revitalización de la selva”, dijo.
La plata de ese fondo sería la oportunidad para replantear la lucha contra las drogas con un enfoque diferente al militar que ha prevalecido desde hace décadas y que Petro usó para interpelar a los líderes de países más poderosos, señalando su responsabilidad en ese enfoque de la guerra contra las drogas: “Servimos para excusar los vacíos y las soledades de su propia sociedad que la llevan a vivir en medio de las burbujas de las drogas”.
Las dos apuestas polémicas
A estas ideas que aparecieron en el discurso de Petro, se sumó la idea que mencionó en su discurso de posesión, y es que Colombia y otros países puedan pagar parte de su deuda externa con servicios por la conservación del bosque y los humedales: “Si no tienen la capacidad para financiar el fondo de la revitalización de las selvas, si pesa más destinar el dinero a las armas que a la vida, entonces reduzcan la deuda externa para liberar nuestros propios espacios presupuestales y con ellos realizar la tarea de salvar la humanidad y la vida en el planeta. Lo podemos hacer nosotros si ustedes no quieren. Solo cambien deuda por vida, por naturaleza”, dijo en el discurso.
Este planteamiento no es nuevo y ya había sido sugerido por académicos como Juan Pablo Ruiz y Manuel Henessey, y fue un insumo que ellos le plantearon al gobierno hace meses.
Para algunos, es una apuesta que podría mandar mensajes equivocados a los mercados: “Puede comprometer la credibilidad del gobierno frente a las calificadoras de riesgo desde el punto de vista del cumplimiento de los pagos de la deuda externa”, dice alguien que trabaja en cooperación internacional en temas ambientales y que no puede hablar en su nombre.
Carolina Gil, directora de Amazon Conservation Team en Colombia, una ong que trabaja en esa región, está de acuerdo con que el canje de deuda por recuperación o preservación del bosque puede ser una idea interesante alrededor de la cual armar una conversación regional, pero dice que todavía quedan por precisar muchos detalles sobre lo que realmente significaría ese canje, a quién se le pagaría y cuál sería la equivalencia de deuda pagada y recuperación.
Otra apuesta de Petro, pero que no salió en el discurso, es plantear ajustes al mercado de bonos de carbono, especialmente el mercado no regulado o privado, gracias al cual ciertas comunidades en la amazonía reciben recursos por servicios de preservación del bosque.
El tema genera debate desde hace años en el ambientalismo, pues parte de la premisa de que países desarrollados pueden compensar con esos mercados lo que emiten desde sus propias industrias: “Petro promete ser uno de los que va a tener una posición crítica a esa solución al cambio climático. Es una solución que puede ser vista como hipócrita, pues le permite a los países ricos seguir con una economía carbonointensiva, sin hacer ajustes propios. Pero, por otra parte, está la duda de que si es muy enfático en esa crítica, se arriesga a perder recursos que le llegan por cooperación bilateral de estos países, como es el caso de Noruega”, dice una persona que trabaja en cooperación internacional y que no puede hablar a nombre propio.
Los ingresos de financiación bilateral que Alemania, Noruega y Reino Unido se han comprometido dar al país, y que fueron gestionados por el gobierno Duque, ascienden a 33.5 millones de dólares, y algunos de estos incluyen precisamente la lucha contra la deforestación.
Para Carolina Gil, el desafío que viene después del discurso consiste en demostrar que estos recursos que logre el gobierno, si los logra, se correspondan con una reducción efectiva de indicadores como la deforestación en el Amazonas y en otras regiones.
“El gobierno actual todavía está refinando sus apuestas, pero está por verse cómo logra llevar esta retórica que se presentará en estos escenarios internacionales con las limitantes de recursos y las dinámicas de conflicto en el Amazonas”, dice. “No han comenzado los diálogos regionales que desembocarán en el Plan de Desarrollo, por lo que todavía tienen que aterrizarse mucho las acciones concretas sobre cómo va a defender la amazonía en un contexto tan complejo donde se mezcla la minería ilegal, el narcotráfico y la explotación maderera con actores transnacionales”.