Con la salida de Zuluaga, el ex Presidente ‘extirpa’ uno de los lunares de Odebrecht sobre la campaña que arranca para el 2018. Pero la mancha sobre su gobierno y su partido permanece.
Con la despachada de Óscar Iván Zuluaga como posible candidato del Centro Democrático, Álvaro Uribe sigue marcando distancias frente al escándalo de Odebrecht, como lo ratificó hoy en su comunicado público en el que se lava las manos frente a la salida de su ex candidato presidencial.
En su carta, el ex Presidente dice que Zuluaga es un “hombre probo” y “sacrificado por el robo de la elección presidencial de 2014” pero que en relación con la financiación de su campaña y no obstante “el fallo absolutorio del Consejo Nacional Electoral”, Zuluaga “de acuerdo con su talante de respeto a la ciudadanía, ha decidido abundar en evidencias, labor que por no haber concluido en la fecha acordada, impidió aceptar su inscripción como precandidato”.
La realidad, como contó La Silla con base en testimonios de personas cercanas a Zuluaga, es que él sí quería ser candidato pero Uribe le cerró la puerta para no estar con la espada de Damocles de una investigación en la Fiscalía durante toda la campaña. Sobre todo ahora, que Germán Vargas Lleras se pasó al No y le está compitiendo por sus votos de la derecha.
Ese portazo, sin embargo, como también contó La Silla, fue muy mal recibido en los sectores zuluaguista del Partido y el comunicado de Uribe seguramente busca aplacar esas divisiones y pasar la página.
No solo la del malestar al interior del Partido, sino el del escándalo de Odebrecht, que tras las declaraciones de Uribe pareciera ahora que es solo un problema de Zuluaga y de toda la campaña de Santos a pesar de que el epicentro del escándalo fue el gobierno de Uribe.
Así lo refleja la aceptación de cargos de Gabriel García Morales, el ex viceministro de Transporte de Uribe en 2007.
Este economista que estuvo en el gobierno de Uribe entre 2007 y 2010 aceptó haber recibido 6,5 millones de dólares de Odebrecht para ganar el tramo 2 de la Ruta del Sol.
Es decir, el primer soborno que aceptó la compañía que pagó en Colombia fue en el gobierno de Uribe y para ganarse la licitación de infraestructura más grande de los últimos años.
En el escándalo también ha sido salpicado Miguel Peñaloza, quien fue el coordinador logístico de las dos campañas presidenciales de Álvaro Uribe y general de la de Juan Manuel Santos en 2010.
Una grabación del Nuevo Herald revela una conversación días antes de la adjudicación de la Ruta del Sol entre el entonces viceministro Gabriel García y Miguel Nule. En ella, García le decía a Nule que Peñaloza quería incidir en la licitación sacando a los Nule, lo que habría favorecido justamente a Odebrecht y sus socios. Peñaloza negó cualquier vínculo con el escándalo cuando fue interrogado por la Fiscalía.
Por último está Daniel García Arizabaleta, un político que hizo carrera con Álvaro Uribe, primero como su enlace con el Congreso, luego como director de Coldeportes suyo y en 2006 llegó a la dirección de Invías. Desde 2014, ha ocupado cargos directivos en el Centro Democrático.
En 2008 la Procuraduría lo destituyó e inhabilitó por 12 años por mentir en las hojas de vida que presentó para ocupar todos esos cargos.
En los dos años siguientes, y justo durante la licitación de la Ruta del Sol, entró 43 veces a Palacio, cuando Uribe era presidente, como reveló Daniel Coronell.
Entre 2010 y 2013, por lo menos, fue asesor de Odebrecht, y en 2014 ayudó a que el candidato presidencial uribista Óscar Iván Zuluaga conociera a las directivas de la multinacional y viajara a Brasil a conocer el estratega Duda Mendonca con el apoyo de Odebrecht.
Fue por la revelación de que Odebrecht pagó a Duda después de esa reunión una parte sustancial de los honorarios por asesorar a Zuluaga, en ese entonces el candidato de Uribe a la Presidencia en 2014, que ahora Uribe le dijo que no puede competir por la candidatura del Centro Democrático, por el riesgo de que la Fiscalía al final lo empapele.
Con la salida de Zuluaga, el ex Presidente ‘extirpa’ uno de los lunares de Odebrecht sobre la campaña que arranca para el 2018. Pero la mancha sobre su gobierno y su partido permanece.