El caleño Francisco Lozada, es montajista y fabrica sus propios marcos. Y desde esa práctica ha nacido buena parte de su obra, en la que los objetos en desuso pueden convertirse en arte.

En “Mugre”, una de las acciones más recordadas de Rosemberg Sandoval, uno de los máximos exponentes del performance en Colombia, el artista entró al museo con un habitante de la calle colgado sobre su hombro, como si fuera un “trapo sucio”. El hombre nunca tocó el piso del museo, solo lo recorrió mientras Sandoval lo cargó hasta que lo acostó boca arriba sobre una superficie blanca. Le cogió las piernas con sus manos y comenzó a moverlo para que su espalda dejara ese rastro de “mugre” a manera de dibujo: la paradoja de “la espalda” que les da la sociedad a los habitantes de la calle, ahora hecha arte.

Y justo en esas acciones y en esos montajes de obras que se daban en el Museo La Tertulia, en Cali, estaba un testigo silencioso: Francisco Lozada. Después de estudiar Artes Visuales y Estética en La Universidad del Valle —Sandoval fue profesor suyo— Lozada fue teniendo experiencia como montajista y le fue gustando esa cercanía con las obras, con los residuos que dejaban una vez se colgaban o se disponían en un espacio. Esos residuos —como pasó con la obra Mugre— los fue guardando, conservando, como prueba de que esas obras “pasaron”, “ocurrieron”.

Lozada hizo parte del Programa Mentores, de la Feria del Millón, en el que un artista de gran trayectoria acompaña a un joven en su proceso creativo. En su caso, el tutor fue Luis Roldán, quien le propuso ser irónicamente el “único artista de la feria que no vendiera nada” cuando vio su recolección de “suciedad”. Lozada ponía un trapo de tela en la boca de una aspiradora y cuando limpiaba en el desmontaje, quedaba impregnado un círculo de mugre de 20 x 20 centímetros. 

Cada trapito lo guardó en una bolsa plástica y así los expuso en la feria. ¿Comprar residuos, polvo de obras que se expusieron? Así como mucha gente guarda en urnas el polvo de la vida humana que se extinguió, ¿por qué no hacer lo mismo con el arte? Pero una metáfora es muy cara a un millón de pesos. Roldán tenía razón.

Siguió recolectando objetos en desuso, cosas que se topa en la calle o desde su interés por fabricar sus propios marcos. No en vano un filósofo francés en los años 60 se planteó la pregunta: “¿el marco hace parte de la obra?”. Por eso se puede decir que él arma sus obras de “afuera hacia adentro”: el marco como primer paso de lo que se verá en la obra. Y no al revés, como normalmente ocurre. Siempre se fascinó por la madera usada, por la cuerdita que cuelga, por lo que queda por fuera de “la obra”, por cambiarle el valor de uso a los objetos que se encuentra en la calle o donde sea.

Alguna vez se topó en una antigua casa de Bogotá, un libro viejo, en inglés, a punto de refundirse entre lo “inservible” que se llamaba “La forma en que funcionan las cosas”: desde cómo opera el motor de un carro hasta cómo se proyecta una película de cine. Cada hoja se fue convirtiendo en una obra de arte. Las arrancó y las intervino sutilmente, incluyendo textos en máquinas de escribir, y elementos que generan empatía con el espectador. 

En un formato pequeño, las hojas “didácticas” se fueron convirtiendo en obras con pequeños círculos de pantalla incluidos que aluden a la tecnología obsoleta. Aquí, el espectador se enfrenta a la cotidianidad fragmentada, contada desde una estética singular. Pacientemente, espera completar las 300 hojas del libro —300 obras— para, mientras lo hace, de paso, comprender un poco más el funcionamiento del mundo.

Lozada estará presente con “La forma en que funcionan las cosas” en 1k Art Show -un proyecto de la Feria del Millón- desde jueves 19 al sábado 21 de mayo en 259 Bowery, Manhattan, Nueva York, al lado de obras de 10 artistas colombianos; obras alrededor de mil dólares. Más información en www.feriadelmillon.com