Hoy Antanas Mockus contó en radio que tenía principios de Parkinson. A partir de hoy, esta campaña podría definirse como una lucha entre la fragilidad y la fuerza.
Hoy Antanas Mockus se convirtió en el más seguro contendor de Juan Manuel Santos en una segunda vuelta. Hoy Antanas Mockus contó en radio que tenía principios de Parkinson. A partir de hoy, esta campaña podría definirse como una lucha entre la fragilidad y la fuerza.
El rumor sobre la enfermedad de Parkinson de Mockus llevaba varias semanas circulando entre las campañas. Cuando el blogger de La Silla Vacía Luis Guillermo Vélez lo mencionó en una entrada el 24 de marzo, La Silla Vacía llamó a Antanas y le preguntó si era cierto. Mockus lo negó. También se lo negó a personas de su equipo cuando se lo preguntaron. “Lo que estuve fue achantado; ese proceso electoral fue desgastante; hasta la bonita sorpresa del domingo 14”, fue lo que le contestó el candidato a Francisco Pérez, otro blogger de La Silla Vacía que escribió al respecto. Sergio Fajardo aceptó ser su Vicepresidente sin contar con esta información tampoco, a pesar de que esta condición hace aún más importante su cargo.
El médico personal de Mockus, el doctor Rodrigo Pardo, profesor de neurología de la Universidad Nacional y experto en enfermedades neurológicas, le había dicho a Mockus que tener principios de Parkinson no interfería de ninguna manera con el ejercicio de la vida pública y quizás por ello, Antanas prefirió escoger el momento adecuado para mencionar su enfermedad. Lo hizo el día en que más felices estaban sus seguidores, pues repuntó con el 22 por ciento en la encuesta de CM& y con el 24 por ciento en la de Datexco, apareciendo en ambas como el candidato con más opciones de enfrentar a Santos en una segunda vuelta.
La Silla Vacía habló con su médico y confirmó de manera independiente sobre los efectos de esta enfermedad sobre la capacidad de gobernar de una persona.
Según el Dr. Pardo, Mockus está en Estado 1 de Hoehn o Yarh, es decir, en el estado inicial de la enfermedad, que le fue diagnosticada hace diez meses. Tiene una Escala Webster de 6. Y su MMSE es de 30/30 y el Barthel de 100/100.
La traducción de estos indicadores es la siguiente: el Parkinson de Mockus está en una fase inicial. El Papa Juan Pablo II, que tuvo Parkinson durante más de 20 años, estaba en un Estado entre 2 y 3, una escala Webster de 28 y un Barthel de 60. Una persona sin Parkinson tiene un estado de 100 como Mockus, pues eso lo que indica es que tiene todas las facultades para operar en la vida diaria.
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa, progresiva e incurable por ahora. Afecta los núcleos cerebrales responsables de la producción de dopamina, una hormona cerebral que interviene en el desempeño motor, en el desempeño emocional y facilita procesos intelectuales como el nivel de la voz, la tolerancia a ciertas actividades físicas, etc.
Según lo explica este texto de la Clínica Mayo, uno de los mejores hospitales de Estados Unidos, la enfermedad se desarrolla gradualmente, por lo general empieza con un temblor en una sola mano. Los síntomas comienzan en un lado del cuerpo y por lo general empeoran siempre de ese lado si no se tratan bien y a tiempo. Y aunque el temblor y la pérdida de coordinación son los signos más conocidos del Parkinson, esta enfermedad también causa comúnmente lentitud y en sus etapas más avanzadas, congelamiento de los músculos del cuerpo, sobre todo en las extremidades y el cuello. El habla de una persona con Parkinson también se puede ver afectada ya sea porque la persona habla muy rápido o muy lento, y actividades tan sencillas como parpadear, sonreír o balancear los brazos pueden disminuir involuntariamente. En lo emocional, los que padecen de estados avanzados de Parkinson sufren muchas veces de depresión o tienen problemas para dormir. En sus últimas etapas, hay casos en los que se presenta demencia.
Como el Parkinson consiste en esa deficiencia de dopamina, el tratamiento consiste en darle al que lo padece más dopamina. Según se lo explicó con un dibujo el Dr. Pardo a La Silla Vacía, con este tratamiento los efectos del Parkinson se mantienen controlados durante varios años. Cuando la enfermedad avanza –y siempre avanza- y el paciente ya no responde a las drogas se le puede hacer una cirugía que consiste en colocar un electrodo en la parte del cerebro que controla el movimiento, que como el marcapasos del corazón, regula las estimulaciones cerebrales para que en cambio de oscilar funcionen de manera pareja.
La mejor recomendación para quienes padecen de esta enfermedad es hacer ejercicio, comer bien, y ante todo, mantener la calma. El peor escenario para su enfermedad en los próximos cuatro años, según el doctor de Mockus, es que disminuya discretamente el volúmen de su voz. “Que hable un poco más bajito de lo habitual”.
Pardo dice que entre los colombianos por encima de los 50 años, diez de cada mil tienen una afectación como el Parkinson y desempeñan una vida normal. Y aseguró que esta enfermedad no afectará para nada las habilidades necesarias para gobernar.
“Yo entiendo la preocupación ciudadana, pero espero que no me crucifiquen por tener una enfermedad de tipo físico y no mental”, dijo Mockus a ‘La W Radio’, después de revelar él mismo lo que padecía.
A juzgar por la reacción de los foristas en los medios y por la forma como ha evolucionado el tema en los noticieros, la noticia y que fuera él mismo el que la diera fue recibida bien.
Juan Manuel Santos salió inmediatamente a los medios a decir que ya dio la orden a todo su equipo de nunca hacer alusión a la enfermedad de Mockus. Y es posible, que los demás candidatos sigan su ejemplo. El estado de salud de los candidatos presidenciales, que en Estados Unidos tienen la obligación legal de revelar, en Colombia es un tabú. Germán Vargas fuma un cigarrillo tras otro y a Rafael Pardo se le rasgó la aorta cuando tenía 40 años y era ministro de Defensa y eso no ha sido tema de discusión en los medios.
Así no se use este tema como un arma secreta contra Mockus, su revelación refuerza aún más una tendencia que podría marcar esta campaña y que puesto en términos simples, sería algo así como una competencia entre un liderazgo basado en el reconocimiento de la fragilidad y uno basado en la demostración del poder.
Los colombianos hemos visto llorar a Antanas Mockus más veces de las que hemos visto llorar a hombres cercanos a nosotros en la vida íntima. Lo hizo cuando le tocó renunciar a la rectoría de la Universidad Nacional por bajarse los pantalones, lloró cuando el paro de los taxistas durante su mandato, y lo repitió cuando ganó la consulta verde.
Juan Manuel Santos, en cambio, es el hombre de la mano dura: el que pone a correr al ‘Mono Jojoy’ como una ‘rata’ cuando llega a su escondite, el que bombardea el campamento de Raúl Reyes, el que le paga la recompensa al guerrillero que mató su jefe y luego le cortó la mano. Y el que trae a Ingrid de vuelta a la libertad mediante una operación basada en la astucia.
Antanas Mockus pide perdón, a veces con gran histrionismo como cuando quiso volver a la Alcaldía después de haber dejado el cargo para ser candidato presidencial, por no ser coherente con su discurso. Santos dice que “solo los imbéciles no se adaptan a los cambios”.
Antanas reconoce que necesita un traductor, sabe que sus mimos y sus disfraces pueden ser fácilmente objeto de burla, que andar con una Constitución en la cabeza es ridículo, e igual corre el riesgo para poder transmitir su mensaje. El candidato de la U contrata los mejores asesores gringos –los que le ayudaron a Bill Clinton a ganar- para que le ayuden a minimizar cualquier posibilidad de equivocarse.

Cuando era Alcalde de Bogotá y las Farc lo tenían amenazado de muerte por sus campañas de resistencia contra la guerrilla, Antanas no optó por doblar su esquema de seguridad ni por militarizar la ciudad. Mandó a hacer un chaleco blanco con un hueco a la altura del corazón. Su arma contra las Farc, además de rescatar el valor del argumento y mejorar los procesos de inteligencia, fue exponer su fragilidad para poner en evidencia la estúpidez de las armas.
Juan Manuel Santos lideró las operaciones militares más letales y efectivas contra la guerrilla. Estuvo incluso dispuesto a violar el territorio vecino para dar de baja al segundo guerrillero de las Farc. Y cuando quedó en evidencia la transgresión fronteriza, lejos de pedir perdón, usó el argumento de la legítima defensa. Santos, como Uribe, se crece en la confrontación con sus adversarios y quizás por eso, los reta. Responde más duro, conoce sus debilidades y los ataca por allí. Juan Manuel Santos quiere ser el heredero del Presidente que actúa como un macho alfa y que se ufana de serlo.
En esta campaña, Juan Manuel Santos tiene de su lado el poder en todas sus manifestaciones: tiene acceso directo al periódico más importante, al aparato de gobierno que le permite prometerle a la gente un eventual puesto en su gobierno y que la gente le crea, cuenta con el apoyo del poder económico, y del hombre más poderoso de Colombia hoy, que es Uribe. Y además, cuenta con plata y la gasta.
El gesto reciente de Mockus del pasado miércoles de no utilizar los 4.500 millones de pesos a los que tenía derecho por reposición de votos porque no los había gastado durante la consulta envía el mensaje que aún teniendo solo dos meses para ganar la Presidencia, puede prescindir de esta plata, porque su fuerza no radica allí.
Mockus representa los valores que se han asociado siempre a lo femenino: lo colectivo, lo argumentativo, la imaginación y la lúdica, construir sobre lo construido, mostrar las emociones, la vulnerabilidad. Santos representa las virtudes asociadas a lo masculino: la fuerza, la seguridad, la efectividad, la capacidad de ofrecer protección.
De pronto en esta campaña, los colombianos tendrán que escoger entre la flor que exhibe Mockus y el Jaque Mate que les promete Santos.