El jefe negociador del ELN, Pablo Beltrán; el canciller venezolano, Yvan Gil; y el jefe negociador del gobierno colombiano, Otty Patiño. Crédito: Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores.

Al término del cuarto ciclo de negociación entre el gobierno de Gustavo Petro y el ELN en Caracas, el gobierno venezolano ha lanzado mensajes encontrados.

Por un lado, el canciller venezolano, Yvan Gil, afirmó que “el gobierno bolivariano está comprometido a acoger las reuniones que hagan falta”. Pero la petición de la delegación chavista adentro de la mesa es que este cuarto ciclo sea el último en Venezuela, según pudo confirmar La Silla con tres fuentes con información directa de la mesa y que pidieron no ser citadas.

Esa contradicción es solo una muestra de las grietas que han surgido entre el ELN y el gobierno de Nicolás Maduro tras la llegada de Gustavo Petro a la presidencia, el comienzo de la negociación y los acercamientos del chavismo con Estados Unidos. Si bien hay una relación que se ha distanciado, no implica un rompimiento total de la compleja y profunda influencia del ELN en territorio venezolano.

Un cambio de escenario

Según le dijo a La Silla una de las fuentes en la mesa, hay una creciente incomodidad del gobierno de Maduro con que lo asocien con el ELN, cuando busca que Estados Unidos le levante las sanciones económicas. También sería la razón del distanciamiento y la petición de no más ciclos de diálogos en Venezuela.

La asociación no es gratuita. Aunque la presencia de la guerrilla en la frontera del lado venezolano ha sido histórica, hay evidencia que muestra que esa guerrilla en los últimos años se consolidó como una organización binacional bajo la complicidad del régimen.

De acuerdo a una radiografía que hizo del tanque pensamiento Fundación Ideas para la Paz (FIP), el control del ELN en la frontera es tal que allí funciona como una guerrilla binacional. Además, el refugio que encontraron en este país pasa por una relación directa con gobierno chavista. La demostración es que varios miembros del Comando Central de la guerrilla, incluyendo al máximo comandante “Antonio García”, viven en este país. De acuerdo con cifras de Insight Crime, un centro de pensamiento sobre crimen en América Latina, esta guerrilla tiene allí por lo menos 1.000 hombres en armas.

Este escenario se consolidó durante el gobierno de Iván Duque, quien acabó cualquier diálogo con los elenos y rompió las relaciones diplomáticas con Maduro. También trató de forzar un cambio de gobierno en Venezuela con un “cerco diplomático” apoyado por el gobierno de Donald Trump. Y en 2020 denunció ante la Asamblea General de la ONU que Maduro sostenía nexos con el ELN, se lucraba del narcotráfico y apoyaba el terrorismo.

“El gobierno del entonces presidente Duque es el articulador de toda una lógica de una presión para la caída del gobierno de Maduro. Así lo percibía Caracas, que había una amenaza y que el gobierno colombiano estaba usando la frontera para ataques contra Venezuela”, dice Andrés Antillano, investigador de temas criminales y profesor de la Universidad Central de Venezuela. “Eso hace que se termine favoreciendo, por la tolerancia, la hegemonía del ELN en la frontera”.

Pero ese escenario cambio. El ascenso de Gustavo Petro al gobierno hace un año implicó que se retomaran las relaciones diplomáticas con Maduro. Petro también reanudó la mesa de diálogos con el ELN en sus primeros meses como presidente, algo que anuncio desde Carcas y que mostraba la importancia para el gobierno de que Venezuela se sumara a este proceso de paz.

Por otro lado, en Washington cambió la postura hacia Venezuela. El gobierno de Joe Biden ha sostenido reuniones con el régimen venezolano para evaluar levantar unas sanciones económicas, que no han llevado a ningún cambio democrático en este país. Y Maduro ha mostrado que esto es una prioridad en su agenda internacional

Para Michael Schifter, expresidente del tanque de pensamiento de Diálogo Interamericano, Maduro en estos momentos tiene una gran necesidad de dinero. “Para conseguir dinero, la mejor manera es que les levanten unas sanciones. Pero obviamente Estados Unidos no va a hacer eso sin alguna concesión. Entonces, en la medida en que el régimen empieza a desvincularse, a tomar distancia o lucir una presión contra el ELN, lo pone en una mejor posición”, dice Schifter.

Con ese panorama, según le confirmó a La Silla una fuente de la mesa de diálogos, la presencia del ELN se volvió un costo político que ahora no quieren tolerar y por eso han tomado pasos para cambiar esa relación. Pedir que no hay más ciclos en este país es una muestra de eso, pero en los últimos meses han surgido otras grietas.

Las grietas de la relación entre Maduro y el ELN

En abril de este año, el presidente Petro sorprendió al afirmar que tenían una alianza militar con Venezuela para presionar al ELN en la frontera. En ese momento no había cese al fuego pactado y Petro dijo: “las Fuerzas Militares en Venezuela están actuando aliadas con el gobierno colombiano, con su Ejército, quitando un espacio que antes tenía libremente el ELN”.

Una fuente del alto gobierno le dijo a La Silla, con la condición de no ser citada, que el gobierno venezolano está quitándole espacio a la guerrilla y que tanto Maduro, como su representante en la mesa estaban comprometidos con el gobierno colombiano y no tanto al ELN.

“Lo que yo veo es que hay un cambio en la relación, hay una incomodidad y hay una postura muy dura de Venezuela en la mesa de negociaciones”, le dijo a La Silla otra persona que asesora de la mesa de diálogos, y también pidió no ser citada para discutir el ambiente reservado de la negociación.

Sobre eso dijo que han ocurrido varios incidentes, pero mencionó uno en concreto que muestra la incomodidad del gobierno de Maduro con el ELN. En uno de los primeros ciclos, la delegación negociadora del ELN pidió en la mesa de diálogos que se pactara que esta guerrilla tuviera algo así como una oficina en Venezuela, un espacio oficial en este país para desde allí manejar la comunicación durante los diálogos.

La respuesta del representante de Venezuela en la mesa, el general retirado Carlos Martínez, fue de rotundo rechazó a esa propuesta. Según la fuente asesora, Martínez se molestó mucho y les dijo en un tono fuerte: “No, no, no. ¿Cómo así? Primero, nosotros no queremos que ustedes hagan eso. Segundo, esta no es su casa para que ustedes estén acá sin pedir permiso. Respeten”.

Pero las grietas no han sido solo por el lado del gobierno venezolano. La desconfianza del ELN frente a su posición en este país ha aumentado. Especialmente para el comandante “Antonio García”. La Silla confirmó con dos fuentes diplomáticas con información directa de Venezuela y una alta fuente del gobierno, que un mando con vínculos personales con “García” fue abatido por la Guardia Nacional Bolivariana en marzo de este año, en el Estado de Mérida.

El hecho no ha sido mencionado antes. Fue ocultado por las fuerzas armadas venezolana cuando supieron del alto perfil de uno de los combatientes abatidos. Pero hay un rastro de la baja en una noticia que reportaron varios medios de Mérida sobre cuatro hombres abatidos el 3 de marzo y que pertenecían a un supuesto grupo criminal llamado “Los Tucaní”, que extorsionaba a la población en la región.

La Silla se contactó con un periodista de Mérida que reportó el hecho en su momento y cuyo nombre no se cita por su seguridad. “Te puedo confirmar que eran del ELN porque cuando asistí a la rueda de prensa, los funcionarios de la guardia me dijeron de manera extraoficial que tenían brazaletes, pero que toda esa evidencia la tuvieron que destruir en el sitio”, dijo el periodista.

El periodista dice que hermetismo para informar el hecho fue fuera de lo común. En la rueda de prensa les prohibieron hacer vídeos y audios, además, frente a las identidades de los abatidos hubo mucho secretismo, y de los cuatro dados de baja solo se conocen los nombres de tres: Wilson André González, José Gregorio Carrillo, Julio Antonio Paz. El cuarto nombre se negaron a darlo. “Dijeron que era preferible no dar a conocer esa identidad”, dice la fuente.

“Hablando con los funcionarios, ellos me dijeron que ese tema estaba bastante delicado porque uno de los fallecidos tenía mucho peso dentro del ELN”, dijo el periodista. Agrega que cuando los citaron a la rueda de prensa el gobernador chavista del estado, Jehyson Guzmán, iba a dar declaraciones, pero a última hora dijo que era mejor que no. Según el periodista fue un error, y cuando se dieron cuenta de que estaba involucrada una persona cercana a un alto jerarca del ELN le bajaron el perfil para calmar los ánimos.

De acuerdo con una fuente diplomática consultada por La Silla, el hecho hizo enojar mucho a “Antonio García” que no entendía como era posible ese error de quienes considera aliados. Para la fuente es clave entender que el favor al ELN dentro del chavismo es fragmentado. “Vladímir Padrino nunca ha querido al ELN”, dice sobre la posición del ministro de Defensa.

Esto es clave porque, como explica el investigador Andrés Antillano, el Estado venezolano es particularmente fragmentado y las alianzas no siempre responden a factores ideológicos sino a balance de poderes locales. “Una cosa es lo que se piensa en Caracas y otra cosa es lo que se piensa en Apure o en Táchira”, dice Antillano.

Los límites de la presión al ELN

El ministro de Defensa de Colombia, Iván Velásquez, se ha reunido en dos ocasiones con su homólogo Padrino para el restablecimiento de la cooperación militar en los 2.200 kilómetros de la frontera.

Esto desarrolla la alianza militar que Petro anunció en abril contra la guerrilla, pues Velásquez ha revelado que ya están compartiendo información de inteligencia entre ambos países. Además, esa relación se ha estado empezando a reconstruir desde lo táctico. Es decir, que la interlocución empezó entre los comandantes a nivel de batallones, que son las unidades militares que manejan los operativos desde lo local.

Pero la presión militar de los venezolanos a los elenos no ha sido tan clara, y refleja las ambivalencias de la relación de los distintos niveles de gobierno en Venezuela con esa guerrilla.

Por ejemplo, en regiones donde el ELN tiene intereses económicos y militares importantes, como las minas de oro ilegales en el parque Yapacana de la Amazonía venezolana, las fuerzas armadas venezolanas desarrollan la famosa Operación Autana. Esta ha llevado al desplazamiento de alrededor de ocho mil personas, pero no hay reportes oficiales de guerrilleros capturados o abatidos. Entre otras cosas, eso ha llevado a que la ONG venezolana SOS Orinoco a califique esta operación como un show mediático, según reportó Insight Crime.

Esta y otras operaciones en la frontera, como Relámpago de Catatumbo, son poco claras en sus alcances contra el ELN, porque el gobierno Maduro se refiere a los grupos armados colombianos como “Tancol”: terroristas armados y narcotraficantes de Colombia.

Este término surgió en medio de la guerra de las fuerzas armadas venezolanas contra el Frente 10 de las disidencias de las Farc aliadas de “Iván Mordisco”, que terminó en una derrota para Maduro y mostró la poca capacidad del militares venezolanos para la guerra irregular.

Para el profesor e investigador Antillano aunque haya un cambio de favor en Caracas esto no significa el fin del ELN en Venezuela. Las razones son que esta es una guerrilla que históricamente se ha aprovechado de la complejidad de la frontera colombo-venezolana y de la fragmentación del Estado venezolano.

“La presencia del ELN en la frontera es muy antigua”, dice el profesor Antillano. “Esto tiene mucho que ver con la débil presencia de ambos Estados a ambos lados de la frontera y con una población binacional que ha sido sometida a dinámicas de exclusión que han creado un terreno fértil para la insurgencia”.

Según Antillano, sería un error que el cambio de Maduro frente al ELN y la alianza con el gobierno colombiano implicara solamente una estrategia militar para presionar a la guerrilla. Al igual que en Colombia, está mezclada en las comunidades de Venezuela, que no están representadas en la mesa instalada por Petro. Por eso, más allá de la negociación y de la voluntad del chavismo, la existencia de esa guerrilla tiene una relación directa con los intereses económicos legales e ilegales que tienen en este país. 

Periodista de la Universidad de Antioquia. En La Silla Vacía empecé contando las movidas políticas de Antioquia como practicante, ahora escribo sobre el conflicto armado, las políticas de seguridad, la justicia transicional y los esfuerzos de paz en el país.