Cuando por fin hay un mercado favorable para las más de 540 mil familias cafeteras del país, en las fincas escasea la mano de obra.
Justo cuando las condiciones internacionales del mercado permiten que en Colombia se pueda pagar la carga de café por encima del millón de pesos, los cafeteros corren el riesgo de no poder recogerlo porque la cuarentena por el coronavirus no permite que la mano de obra llegue a sus fincas.
Aunque la cadena de siembra, cosecha, transporte y comercialización de los productos agrícolas está exenta de las restricciones, departamentos como Huila y Cauca, que concentran un 30 por ciento de la producción nacional, y basan buena parte de su economía en la comercialización del grano, ya dijeron que no van a abrir sus fronteras para que lleguen recolectores de otros municipios o departamentos.
Temen que al permitir esa movilidad llegue el virus a la zona rural donde hay una población más adulta y vulnerable. Por eso, están buscando la manera de conseguir esa mano de obra en lo local, aunque eso no garantice que se cumplan las metas de recolección.
La cosecha
Entre la segunda semana de abril y las primeras de junio, Colombia vive su primera cosecha masiva de café. En este periodo, según las cuentas de la Federación Nacional de Cafeteros, se aspira a recoger 6.5 millones de sacos (cada uno de 60 kilogramos), en unos 600 municipios.
Casi la mitad de la producción anual que, por ejemplo, en 2019 fue de 14.8 millones de sacos.
Como no pasaba desde hace una década, este año las condiciones internacionales, con el dólar sobre los 4 mil pesos, permiten que la carga de café (125 kilogramos) se pueda vender por encima del millón de pesos.
A ayer, por ejemplo, se comercializó a un millón 203 mil pesos, quinientos mil pesos más de lo que valía hace un año cuando los cafeteros amenazaban con irse a paro porque estaban trabajando a pérdidas.
La paradoja es que precisamente cuando hay un mercado favorable para las más de 540 mil familias cafeteras del país, en las fincas escasea la mano de obra.
Para llegar a los 6.5 millones de sacos proyectados se necesitan unos 135 mil recolectores que viven circulando entre departamentos. Esos recolectores que también son llamados andariegos, arrancan su temporada en municipios con climas más templados, y luego van bajando a zonas más frías.
Se suelen quedar en las fincas donde les venden la comida pero les permiten dormir porque se instalan unos campamentos.
Pero este año, al menos hasta el 27 de abril, no se van a poder mover como lo hacían antes.
Por un lado, porque los terminales terrestres están cerrados y no hay transporte intermunicipal y mucho menos interveredal.
Por otro, porque aún si se decidiera abrir parcialmente esas terminales, hay unos mil municipios que no registran casos de contagiados por el virus y que en su mayoría no están dispuestos a aceptar la llegada de extraños ni visitantes porque temen que eso facilite la circulación del virus.
“La prioridad es la salud y permanecer libres de contagio, si bien estamos pasando por una época de precios buenos, de nada nos sirve si por una organización nuestra y por no pensar en los demás, llevamos la infección a los campos y con ellos la muerte. La prioridad es la salud”, dice Roberto Vélez, presidente de la Federación Nacional de Cafeteros.
Para hacer cumplir esas restricciones hay puestos de control del Ejército y la Policía en la entrada de los municipios, y sólo se permite el ingreso de alimentos, el transporte de servicios públicos como gas o agua, y la movilidad del personal autorizado por las excepciones del Gobierno Nacional.
La restricción es más alta en zonas rurales donde viven una mayor proporción de viejos, que son los más vulnerables.
Ante esa limitación, los departamentos han tenido que reinventar el sistema de recolección echando mano de los que se quedaron sin empleo, y de la escasa tecnología.
Censos de empleo
Huila es el principal productor de café de Colombia con un 18 por ciento del mercado. Tiene unas 62 mil familias cafeteras porque cultiva el grano en 35 de sus 37 municipios.
Esta primera cosecha abarca al centro-occidente y el norte del departamento, que ponen el 40 por ciento de la producción del año.
La meta antes del coronavirus, según el Comité Departamental de Cafeteros, era recoger un millón cien mil sacos a través de unos 40 mil trabajadores. Así la cadena de comercialización podría mover unos 700 mil millones de pesos.
Para intentar acercarse a esa cifra, desde hace dos semanas se han venido reuniendo los alcaldes, los cafeteros representados en la Comité, el Secretario de Agricultura Departamental y las dos comercializadoras de café más grandes de la región.
De esos encuentros, salieron una serie de medidas.
Primero, decidieron establecer unos censos de empleo en los municipios, con la idea que la gente que vive allí (y no en otros departamentos) y que se quedó sin fuente de ingresos por la cuarentena, sea la misma que vaya a recoger el café.
Alcaldías como la de La Plata y Gigante, ya abrieron vía WhatsApp y redes sociales institucionales, invitaciones para armar ese listado de potenciales recolectores. También están llamando a las fincas a preguntar qué tanta gente necesitan.
Convocatoria de municipios como La Plata, Huila
En esos censos están permitiendo el ingreso de menores de edad hasta los 15 años, con permisos de sus padres.
Después de tener ese censo, la apuesta es que se puedan armar cuadrillas de trabajo que vayan a las fincas y se regresen el mismo día.
Entre el Comité, la Gobernación y las comercializadoras, van a reunir unos 300 millones de pesos para garantizar el transporte de los grupos.
Además van a hacer brigadas de salud para monitorear el estado de salud de esos recolectores.
Esa movilización local va a obligar a flexibilizar medidas como el pico y cédula para que los recolectores registrados puedan salir de sus casas, o los campesinos puedan bajar a los pueblos a vender las cargas de manera ordenada para evitar las aglomeraciones.
“Afortunadamente para nosotros, por ahora el virus solo se ha presentado en dos municipios. Por eso la idea es mantener cerradas las fronteras terrestres, y solo permitir la circulación de la gente que se necesita y bajo unas restricciones de salud que estamos coordinando con los hospitales locales”, dijo el secretario de Agricultura del Huila, Dilberto Trujillo.
Esa es la misma estrategia que están montando en Cauca.
Allá se concentra el 11 por ciento de la producción nacional con unas 93 mil familias cafeteras.
En las proyecciones, tienen recolectar un millón de sacos en 31 municipios para lo que necesitarían unos 13 mil recolectores porque son cultivos más pequeños.
La decisión de la Gobernación es permitir la movilidad local de recolectores pero condicionado a un proceso de carnetización.
“Cada persona que vaya para una finca cafetera deberá pasar primero con ese carnet al hospital local y hacerse un chequeo médico”, explicó el secretario de Agricultura, Yesid Paz.
Con eso, no solo planean tener un inventario de recolectores, sino hacerles monitoreo para evitar que el coronavirus llegue a las zonas rurales.
Al tiempo, están buscando sostener las rutas de comercialización, garantizando la compra del café antes, durante y después de la cosecha.
Por su parte, el Comité Departamental de Cafeteros, tiene a 120 extensionistas o técnicos, en comunicación permanente con las fincas para saber cuándo van a empezar la recolección.
Aunque la movilización de recolectores a menor escala es la principal apuesta de los dos departamentos, esta situación también va a ser una oportunidad para que en muchas muchas fincas se empiecen a aplicar nuevas técnicas de recolección.
La tecnología que hay
Además de un protocolo de salubridad que sacó ayer, la Federación Nacional de Cafeteros está moviendo la idea de meterle más tecnología a la recolección de café para evitar el déficit de mano de obra.
En 2018, estrenó una máquina derribadora, un dispositivo similar a una guadaña, que sacude las ramas de café y permite que los granos que están maduros caigan al suelo.
Es una máquina que pesa unos 5 kilos, que es de fácil manejo, y que permitiría recoger el doble de granos que con el proceso manual.
Vale 2 millones de pesos y se ha convertido en una tabla de salvación en algunas fincas. En Huila, en estos días previos a la cosecha, la comercializadora Cadefihuila dice haber vendido unas 40.
Máquinas que podrían reemplazar la mano de obra
El otro elemento que va a entrar en escena es la lona. Es una malla de material sombreado y resistente de unos tres metros de largo por diez de ancho, que se puede tender en el suelo para que ahí caigan las pepas de café.
Esa tela reemplaza a los recipientes plásticos o ‘cocos’, en los que tradicionalmente se echa el grano en la recolección manual.
Tiene un costo cercano a los 350 mil pesos. Dentro del plan de contingencia de la Gobernación del Huila, el Comité y las comercializadoras, está financiar hasta en 600 millones de pesos la compra de esas lonas entre pequeños y medianos caficultores para agilizar la recolección.
Los cafeteros tendrán una semana más para afinar esa reinvención de la cosecha, la pregunta es si será suficiente para mantener al coronavirus alejado de las zonas rurales, y, gozar, por fin, de las mieles de un precio que vienen peleando por años.