
En 1994 Bogotá padecía una crisis de basuras similar a la que vivió en diciembre pasado y entonces -también como ahora- un representante a la Cámara quería revocarle el mandato al alcalde. Era el congresista Gustavo Petro, quien acompañado del candidato presidencial Antonio Navarro y en nombre de la AD-M19 intentó sin éxito tumbar al mandatario liberal Jaime Castro por la crisis del aseo. Se trató de uno de los primeros intentos de revocatoria en la historia del país.
Jaime Castro quiere ahora devolverle el favor a Gustavo Petro. El exalcalde se ha convertido en uno de los cerebros y de las voces clave en el proceso revocatorio que lidera el representante conservador Miguel Gómez, acompañado de ocho organizaciones ciudadanas reunidas en la plataforma ‘Bogotá no se rinde’.
Según le contó a La Silla este colectivo, el pasado miércoles en la mañana contabilizaron la firma ciudadana número 600 mil de las recogidas para pedirle a la Registraduría que convoque al referendo revocatorio. Necesitan 289.263 firmas válidas, pero quisieron recoger más del doble para curarse en salud, pues siempre hay firmas inválidas por mal recogidas.
El 12 de enero recogieron la primera firma. Desde entonces, aseguran, el proceso ha sido como una bola de nieve a la que se han sumado espontáneamente ciudadanos de todo tipo como estudiantes, amas de casa o taxistas, quienes les ayudan a llenar los formularios de las firmas. Eso dicen. También dicen que en 15 días las presentarán a la Registraduría para que ésta convoque al referendo en el que tendrán que enfrentar el verdadero reto: conseguir que 1.234.214 personas salgan a votar la revocatoria y que al menos la mitad de ellas más una lo haga por el sí. Todo un milagro, como lo contó La Silla recientemente, teniendo en cuenta que se necesitaría que saliera el 82 por ciento de las personas que no votaron por la izquierda en las elecciones pasadas a Alcaldía.
Pero, aparte de Jaime Castro y Miguel Gómez, ¿qué otros nombres lideran este proceso? ¿cuánto les pagan a los recolectores de firmas? ¿cómo se financian? ¿en dónde se reúnen? La Silla Vacía indagó y encontró que la siguiente es la revocatoria de Petro por dentro.


Jaime Castro no ha recogido ni una firma para la revocatoria de Petro, pero a lo largo del año la ha promovido en reuniones, foros, programas y columnas, como dos publicadas en El Tiempo tituladas ‘Por qué fracasa Petro’ y ‘Las cuentas alegres del Alcalde’. Paradójicamente, dice Castro, hace un año largo cuando comenzó su mandato, el alcalde Petro lo llamó para ofrecerle ser asesor de su administración. No aceptó. “Petro tiene un modelo político que no es viable ni institucional ni administrativa ni financieramente. Con un populismo rampante, además, por su intención política de ir a la Presidencia. Un asunto que han ratificado personas cercanas a él como Álex Vernot, en entrevista a La Silla Vacía, y Guillermo Asprilla”. Dice Castro.
En su oficina en el norte de Bogotá se hacen casi todas las reuniones de la plataforma ‘Bogotá no se rinde’. Eso hace parte de su aporte a la causa. La más reciente fue el lunes pasado.
A fines de noviembre pasado, justo cuando los críticos de Petro arreciaban sus cuestionamientos por las basuras, Castro se había citado con Miguel Gómez para tomarse un café en una universidad y hablar de la posibilidad de promover la revocatoria. Ambos se mostraron entusiasmados y en enero ya era oficial que Gómez estaba recogiendo firmas.
Castro se situó en la esquina discreta del proceso, pero ha buscado adeptos entre personajes clave de la ciudad a quienes ha llamado para conocer su opinión sobre la revocatoria y saber si la apoyarían abiertamente o no. Por ejemplo, llamó a Uldarico Peña, quien encabeza el 40 por ciento de los taxis en la ciudad, y al ex M-19 Éverth Bustamante. Peña le dijo que no lo apoyaría, Bustamante sí.
La Silla habló con Bustamante, una de las figuras del M-19 que participó como asesor de ese movimiento en la Asamblea Nacional Constituyente en 1991, pero que se ha movido hacia la derecha hasta el punto en que en las pasadas elecciones fue el candidato uribista a la Gobernación de Cundinamarca. Bustamante contó que ha asistido a algunas reuniones de Gómez y Castro, y que espera ayudar en la campaña revocatoria, una vez la Registraduría convoque al referendo.
Para esta nota no pudimos hablar con Miguel Gómez, pues lo buscamos y él prefirió no hablar con La Silla.



Lina Guerra es la joven periodista y asesora de Miguel Gómez que se ha encargado de coordinar la recolección de las firmas desde el 12 de enero pasado. Dice que entre los gestos ciudadanos más bonitos que ha visto en estas semanas está el de un señor campesino de Boyacá que llamó a la oficina de Gómez para donar 100 mil pesos, a pesar de que no puede firmar pues tiene la cédula inscrita en ese departamento. Y el de otra persona que, sin contar con muchos recursos, les donó una fotocopiadora.
También ha habido gestos incómodos para ella, claro. Como el de un señor que le tomó una foto con su celular y le advirtió: “Quiero guardar la foto de la niña que ayudará a Petro a ser Presidente”. E insultos a los recolectores de firmas y golpes a las planillas para romperlas.
La recolección de las firmas no ha sido exclusividad de la oficina de Miguel Gómez, aunque desde ahí sí se coordina todo. En el proceso también participan activamente siete iniciativas ciudadanas que se sumaron casi todas a través de la oficina de Jaime Castro cuando el intento de revocatoria se hizo público.
‘Bogotá somos todos’, liderado por Alfonso Rocha (un microempresario que trabaja como coach empresarial); ‘Fuera Petro’, liderado por Germán Garzón (un declarado uribista que maneja un taxi por las noches); ‘Dónde le firmo’, liderado Martha Medina (ingeniera); ‘Creo Colombia’, liderado por Carlos Flórez y Lucas Reyes (el primero estudiante de Derecho y el segundo de Administración en la Universidad Sergio Arboleda. Ninguno supera los 23 años); ‘Revoquemos al Alcalde Petro’, de Juan Rivera (graduado en Cine y Televisión y estudiante de Derecho en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en donde es representante de los estudiantes); ‘No más Petro’, de Camilo Vargas y Camilo Vargas (padre e hijo, el segundo estudiante de Negocios Internacionales); ‘Movimiento Ciudadano’, de Julia Escallón (abogada de la Universidad del Rosario y activista); y, claro, ‘Movimiento firme con Bogotá’, de Miguel Gómez. Esas son las iniciativas ciudadanas que conforman la plataforma que Gómez bautizó como ‘Bogotá no se rinde’.
Según información de la oficina de Miguel Gómez, ninguno excepto el representante ni ha participado antes en política ni pertenece a ningún partido.
¿Cómo se financian? Las cifras oficiales del proceso señalan que actualmente hay en la calle 40 recolectores de firmas, 18 de ellos voluntarios. Al resto les pagan 35 mil pesos por día laborado, más un subsidio de 10 mil pesos, también diario, para alimento y transporte. El dinero -aseguran- sale de la Fundación Democracia y Libertad que preside Gómez y que está recibiendo donaciones. En febrero, el representante informó que se habían gastado 48 millones de pesos en el proceso.
Un ciudadano les prestó una casa para coordinar. Otros les hacen llegar planillas llenas de firmas. Unos más les mandan camisetas estampadas.
Los sitios en los que mejor les ha ido recogiendo apoyos son las entradas de Transmilenio, centros comerciales como Andino, Unicentro, Plaza Imperial y Plaza de las Américas. Y en todo Chapinero.
Martha Medina, del grupo ‘Dónde le firmo’, le contó a La Silla que se unió al proyecto desde el mismo día en el que Gómez anunció a los medios su intención de hacer la revocatoria. Ella es una ingeniera que reside en el barrio Santa Bárbara y que dice haber empezado a recoger firmas con unos vecinos desde antes de conocer la idea del representante.
¿Por qué quiere tumbar a Petro? “Estamos indignados: lo de las basuras, la improvisación con el río Bogotá, lo de la valorización… todo, ya no queremos a este alcalde. Por fortuna pudimos unirnos al proceso porque finalmente todos los que estamos aquí queremos lo mismo. El promotor de la unión de las iniciativas fue Jaime Castro”, dice esta mujer quien asegura que no es ni ha sido funcionaria y que en su grupo hay desde amas de casa hasta pensionados y profesionales.
Tal y como lo contó La Silla recientemente, el problema histórico de este tipo de procesos no es la recolección de las firmas para convocar al referendo revocatorio sino alcanzar el umbral de votos necesarios. En este caso: 1.234.214.
Hay una ley estatutaria que rebajaría ese requisito y rebajaría el umbral en 200 mil votos, pero está siendo revisada por la Corte Constitucional y aún no cuenta con aval para entrar en vigencia. Guillermo Rivera, ponente de esa ley, le dijo a La Silla que la iniciativa llegó hace ya un año al alto tribunal y aún no ha pasado nada. Pero, además, agregó que no está seguro de que la misma le ayude a un proceso que ya está en curso.
Los del comité revocatorio, por si acaso y para evitar el debate jurídico, decidieron trabajar con la ley vigente (la que les exige 1.234.214 votos).
El problema es que esa votación es casi la mitad del total de votos que se registraron en las elecciones pasadas a Alcaldía y sacarla -sin la maquinaria de la Unidad Nacional que decidió no apoyar la consulta- resultará bastante improbable. Además, teniendo en cuenta que Petro ya le prohibió a sus funcionarios hablar de la revocatoria, como también lo contó La Silla, lo más seguro es que para ese día le apueste a que nadie salga a votar.
Y no sólo eso. Personas cercanas al gobierno de la Bogotá Humana confían en que los bogotanos, sobre todos los de menos recursos, respaldarán no saliendo a votar al Alcalde que les dio subsidio para el agua, les rebajó la tarifa de Transmilenio y les está prometiendo proyectos de vivienda incluyentes.
El viernes pasado dejaron de recoger firmas y comenzaron a empastar y a foliar los formularios. En 15 días se las entregarán a la Registraduría para que las revise. Si hay 300 mil válidas, esa entidad deberá convocar al referendo en el que la ley les permite gastarse hasta mil millones de pesos por concepto de campaña promotora. Entonces, la suerte de Petro y la de Bogotá entera comenzarán a definirse.