En preparación para una eventual firma de la paz, las Fuerzas Militares han comenzado un proceso interno para reconstruir su historia.

En preparación para la eventual firma de un Acuerdo de Paz con las Farc, las Fuerzas Militares comienzan a prepararse para algo que tiene mucho que ver con terminar de ganar la guerra pero nada con estrategia ni táctica militar. Una de sus preocupaciones ahora es la forma como se escribirá su Historia.

La idea surgió hace un par de años de una reunión con el general Jorge Enrique Mora, ex comandante del Ejército y miembro de la mesa de negociación en La Habana, quien les planteó a los mandos militares la importancia de trabajar en la memoria histórica de las Fuerzas Militares como una forma de ir definiendo la estrategia para una eventual Comisión de la Verdad.

El comandante general y el Ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón acogieron la idea y surgió el Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar, que viene desde entonces, con un grupo de investigadores, tratando de escribir –o de reescribir, según algunos críticos- la historia del conflicto armado desde la perspectiva de los militares.

La narrativa oficial de las Fuerzas Militares se reduce hoy en día a la Enciclopedia de las Fuerzas Militares escrita por el general Valencia Tovar en 1987, que a pesar de ser una valiosa contribución tiene el problema de que es sobre todo el resultado de relatos de testigos de excepción. Ahora quieren un relato elaborado de manera más científica.

Para lograrlo, desde el Comando General buscaron a los miembros del Centro de Memoria Histórica para que los asesoraran en cuestiones metodológicas.

Los primeros encuentros con miembros de este grupo no fueron pacíficos. Entre sectores de los militares existe la idea de que el informe del Basta Ya, realizado por este grupo de investigadores que lidera Gonzalo Sánchez y que es la compilación más completa sobre la tragedia del conflicto colombiano, es una versión izquierdosa y sesgada sobre el conflicto armado.

Durante estas reuniones ha habido un intenso debate sobre la metodología usada en el informe, sobre cómo se construyeron las cifras (existe el mito, por ejemplo, de que el Centro de Memoria solo se basó en los datos del Cinep, centro de investigación de izquierda. Los de Memoria Histórica les han explicado que también usaron las cifras oficiales del Registro Único de Víctimas), y sobre cómo se hicieron las interpretaciones.

Con esos insumos, las Fuerzas Militares harán su propio esfuerzo de Memoria Histórica en el espíritu de la ley que creó la Comisión de Memoria Histórica con el fin de incentivar que hubiera en el país “una pluralidad de memorias” y no una sola oficial como en los regímenes autoritarios.

Los debates internos

Los mandos militares no lo eran en un principio, pero ahora sí son totalmente conscientes de que si no consolidan su propia narrativa del conflicto, otros lo harán por ellos y que en ese proceso las Fuerzas Militares podrían salir perdiendo.

Consideran, por ejemplo, que de entrada perdieron por no haber sido llamados a participar en la elaboración del informe del Basta Ya y en el de la Comisión de Esclarecimiento Histórico del Conflicto, creado por la mesa de negociación en la Habana. Y no quieren que esto se repita en la Comisión de la Verdad.

Pero como decía García Márquez, “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla.” Y entre los mandos militares, hay todo un debate sobre cómo deberían recordar esa vida.

Por un lado, hay quienes creen que esa historia debería ser escrita en “clave” de heroísmo patriótico.

Están convencidos de que las Fuerzas Militares han salvado al país de caer en las garras del comunismo internacional o de los terroristas, y que por lo tanto, esa Historia debería reflejar esa zaga.

Hay otros, en cambio, que dicen que esa Historia debería ser escrita en “clave” de reconciliación y no repetición y reflejar tanto el heroísmo como los errores cometidos.

Pero incluso dentro de los que piensan así hay un debate significativo sobre cómo debería ser el reconocimiento de esos errores: si como episodios causados por individuos de las Fuerzas que actuaron como “manzanas podridas” o como el producto de diseños o lógicas más institucionales.

Por ejemplo, tratar de explicar las desapariciones y abusos cometidos bajo el Estatuto de Seguridad de Turbay Ayala más como el producto de una lógica de guerra fría que como acciones de unos militares desvíados.

Este punto del reconocimiento de responsabilidad es un tema muy sensible dentro de las Fuerzas Militares porque tiene implicaciones también para la justicia transicional.

“Lo ideal es que fuera un reconocimiento individual y que estos individuos reciban una pena alternativa en la justicia transicional que surja del proceso de paz”, dijo un General a La Silla, que habló off the record porque sigue activo y no es el vocero designado para estos temas.  “No es de aceptación mayoritaria que se asuma una responsabilidad institucional”.

Como lo contó La Silla en marzo, fue precisamente este debate en la comisión negociadora en la Habana la que produjo la crisis que llevó al general Mora a renunciar brevemente a ser negociador.

Cuando los negociadores debatieron que el alcance de la Comisión de la Verdad debería contribuir a esclarecer responsabilidades colectivas de carácter político, organizacional e institucional de quienes participaron en el conflicto, el General abogó por sustraer el elemento institucional porque considera -en la línea del discurso tradicional del Ejército- que las violaciones de derechos humanos que se le puedan atribuir a las Fuerzas Militares son el reflejo de unas “manzanas podridas” y no de un comportamiento institucional.

Aunque en el acuerdo logrado en la Habana sobre la Comisión de la Verdad quedó que se esclarecerán responsabilidades colectivas, este punto sigue siendo debatido y rechazado en las Fuerzas Militares.

La discusión, entonces, continúa y la elaboración de los textos finales no será un proceso fácil como lo refleja un episodio reciente.

Resulta que hace unos meses, el general Néstor Ramírez, presidente del Cuerpo de Generales y Almirantes retirados, escribió en la revista Ecos de esta organización de oficiales, un artículo cuya tesis central era que si bien las Fuerzas Militares habían ganado la guerra el Estado la había perdido políticamente.

Que el general dijera que la guerra se había perdido enfureció a muchos militares retirados y varios generales se reunieron para escribirle al general Ramírez una carta protestando. La presión fue tal que tuvieron que recoger la revista de casa en casa.

Con este antecedente, lograr una narrativa que los deje a todos satisfechos y que además aguante el escrutinio público será una labor titánica. Pero más allá del resultado, el solo esfuerzo ya muestra que las Fuerzas Militares han decidido participar activamente dentro del proceso de paz y no en contra de él.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...