Canciller Álvaro Leyva

Álvaro Leyva quiere darle a la Cancillería un rol importante en la paz, la fijación de su vida. Sin embargo, al interior del ministerio hay pocas claridades logísticas sobre cómo opera la Cancillería de la paz y sobre cómo proyectar esa visión en la política exterior colombiana. 

Si algo ha definido la vida de Álvaro Leyva son sus esfuerzos por lograr la paz con las guerrillas.   Ha estado en todos los procesos de paz desde que fue parte de la comisión nacional de verificación del proceso de paz con el ELN, el M-19 y las Farc en el gobierno de Belisario Betancur entre 1984 y 1990. Hizo parte de la Comisión Promotora de la Política de Reconciliación para facilitar los acercamientos entre el gobierno de Barco y las Farc; fue negociador del gobierno con el M-19; participó en el fallido proceso con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, la sombrilla de las guerrillas de las Farc, el ELN y el EPL, en 1992. Y más recientemente, fue uno de los tres abogados escogidos por las Farc para armar el capítulo de la justicia transicional con los tres seleccionados por el gobierno Santos. De ahí salió la JEP.

Su larga trayectoria en negociaciones lo hacían el candidato previsible para convertirse en el comisionado de Paz de Petro. Finalmente, no fue ese el cargo. Pero cuando se convirtió en canciller anunció casi inmediatamente que comandaría una Cancillería para la Paz. 

Hasta ahora, según confirmó La Silla con cuatro fuentes de la planta externa de Cancillería y una de la interna, el aterrizaje institucional de esta ambición sigue girando sobre todo alrededor de la figura de Leyva.

“La paz es más una agenda de él”, le dijo a la Silla un diplomático. 

“El hilo conductor ciertamente es Leyva, él parece ser la figura que encarna esa idea, todavía etérea, de la Cancillería de la paz”, coincide David Castrillón-Kerrigan, profesor e investigador del departamento de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales del Externado. “El resto de la entidad está haciendo el trabajo que les compete y no están tan directamente vinculados con el tema de paz. Más que una Cancillería, es un canciller de paz”, agrega. 

Muestra de su rol fue su pedido al Consejo de Seguridad de la ONU para investigar si el finado jefe exguerrillero de las Farc “Jesús Santrich” fue víctima de un entrampamiento del Estado que lo habría llevado a él y a guerrilleros como Iván Márquez a volver a la guerra después de haber firmado el Acuerdo de Paz. Fue una movida que no canalizó institucionalmente ni en concertación con la Fiscalía ni con el resto de Cancillería, lo que generó descordinación, particularmente, con la embajada en Estados Unidos.

Sin embargo, consiguió que la ONU enviara una experta para investigar ataques contra el proceso de paz. Si concluye que fue un entrampamiento de la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez sería más fácil justificar una segunda negociación de paz con quienes traicionaron el Acuerdo de la Habana y con quienes Leyva ha tenido un acercamiento en sus años de gestiones de paz con las Farc.

Esa apuesta más personal del canciller de la paz contrasta con el trabajo que hizo María Ángela Holguín cuando fue ministra de Relaciones Exteriores de Santos. “La línea de Holguín para la Cancillería era promover una visión positiva del proceso de paz con las Farc para que este recibiera legitimidad y fondos desde el extranjero”, dice un diplomático de carrera que llegó al ministerio durante esa administración. Esa gestión pasó por sacar a las Farc de la lista de terroristas y engrosar el Fondo Colombia en Paz con aportes de siete países.

La Cancillería de Leyva no ha logrado comunicar la agenda de paz en el servicio exterior más allá de las referencias que hace el presidente Gustavo Petro sobre temas de paz en reuniones y encuentros oficiales en el extranjero. A diferencia de la línea de la Cancillería de Holguín, tampoco ha sido prioridad de la institución convocar reuniones estratégicas para conseguir apoyos, y se ha limitado sobre todo a mencionar el tema de la paz total en los encuentros en los que participan. Y es que las misiones no han recibido una directriz concreta de trabajo por la paz desde la cúpula de la institución.

Según una revisión que hizo Diplomacia Abierta —una iniciativa de profesores de la Universidad del Externado que le hace seguimiento a la Cancillería— del Plan de Acción del ministerio para este año, la paz no es el eje central de las misiones diplomáticas. Solo 28 de las 69 misiones diplomáticas incluyen a la paz total dentro de sus objetivos para este año. Es decir, el 40 por ciento de las sedes de Colombia en el extranjero. 

Por ahora, el programa institucional más concreto de la Cancillería de la Paz es la unidad para la No repetición.

Las dificultades logísticas de la Cancillería de la paz

En febrero, Helena Urán llegó como contratista a la Cancillería para aterrizar una idea de Leyva de crear una dependencia que velara por el último ítem en el sistema integral de justicia, verdad, reparación y no repetición, el capítulo en el que él trabajó en las negociaciones de la Habana. Así, Leyva creó la unidad del ministerio de Relaciones Exteriores para medidas de no repetición como la encargada de adelantar la política de no repetición dentro del ministerio. 

Urán es politóloga y ha trabajado en la construcción de memoria histórica en Alemania. Es hija de Carlos Horacio Urán, el magistrado auxiliar del Consejo de Estado que salió vivo de la toma del Palacio de Justicia y luego fue asesinado en la retoma. En el evento, Urán aclaró que “nunca se había concebido que la Cancillería se involucrara en plantear lugares de conciencia para la paz. Hoy, junto con los procesos de verdad, este se ha constituido como uno de los pilares de la agenda de no repetición”.

“No es de extrañarse que sea desde la Cancillería. Me di la libertad de bautizar esto que venimos haciendo como la unidad del ministerio de Relaciones Exteriores para medidas de no repetición”, explicó Leyva en el evento en el que “Macaco” contó sobre un plan de los paramilitares para asesinar al mismo Leyva, al hoy senador Iván Cepeda e, incluso, al presidente Gustavo Petro. 

Desde el nombramiento de Urán, la unidad ha liderado los dos grandes actos que hacen parte de la agenda de no repetición. 

El primero fue en mayo de este año, en el corregimiento Juan Frío, en Villa del Rosario, Norte de Santander. El canciller Leyva invitó a todo el cuerpo diplomático al reconocimiento de las víctimas de los hornos crematorios de los paramilitares y se comprometió a trabajar con Venezuela para adelantar la búsqueda de las fosas comunes del otro lado de la frontera. Las mismas que había revelado unos meses antes el exjefe paramilitar, Salvatore Mancuso.

Para eso, en junio de este año, los cancilleres de los dos países firmaron un acuerdo binacional en el que Venezuela se comprometió a colaborar con las labores de búsqueda de restos que adelanta Colombia en la zona de frontera. Además, la unidad para la no repetición del ministerio logró que se le concedieran medidas cautelares para convertir a los hornos crematorios en un lugar de memoria sobre el conflicto.

El segundo acto fue el de “Macaco” en agosto, que terminó con un apretón de manos entre el exjefe paramilitar y Leyva, en el que el expara le pidió al canciller sus buenos oficios ante la JEP, de la cual salió expulsado en 2021 por falta de aporte de verdad. Horas después del evento, ese tribunal de paz llamó al expara a una audiencia en la que “Macaco” podrá dar su versión sobre el conflicto. La cita es el 8 y 9 de noviembre de este año.

El reto de Urán es lograr articular su trabajo con otras entidades que tienen un rol en la agenda de paz del país, como el Alto Comisionado para la Paz de la Presidencia. No es fácil siendo una asesora del canciller.

“Cuando Urán necesita apoyo para temas operativos, es difícil saber cómo ayudarla, porque todavía no es claro cómo funciona la logística de su rol”, afirma un funcionario de la planta interna del ministerio. 

Según le dijeron a La Silla dos funcionarios, el rol de Urán sería más fácil si estuviera en una alta consejería de la Presidencia, para articular sus labores entre los ministerios. Y es que esa coordinación con otras entidades no se ha dado.

Leyva ya ha tenido choques con el alto comisionado para la paz, Danilo Rueda. La Silla confirmó con cuatro fuentes que la relación entre los dos funcionarios se ha deteriorado porque la gestión del canciller termina sobreponiéndose a las labores de Rueda. 

“No hemos visto a Rueda metiéndose en temas de Relaciones Exteriores, pero estos eventos de Cancillería sí se meten en la agenda de la Oficina del Alto Comisionado (Oacp) y eso deteriora mucho la relación”, dice un funcionario del gobierno que pide no publicar su nombre para hablar sobre los roces entre sus superiores. 

Esto ocurrió, por ejemplo, con el trabajo conjunto de la Cancillería y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas para buscar restos en la frontera con Venezuela. Ese trabajo no fue consultado con la Oacp y generó molestias entre los dos funcionarios. 

La Silla buscó al canciller y a la oficina de comunicaciones de la Cancillería, pero hasta la publicación de esta nota no ha obtenido respuesta. 

La embajadora de la paz en Nueva York genera tensiones con la carrera

En agosto de este año, la Cancillería publicó la hoja de vida de Sandra Tafur en la página de aspirantes de Presidencia para ocupar el cargo de embajadora alterna ante las Naciones Unidas en Nueva York.  La idea es que sea “la embajadora de la paz” ante las Naciones Unidas. “El canciller va al Consejo de Seguridad, y se da cuenta de que no hay quién se concentre en la agenda de paz en el día a día, sino que es una agenda estacional”, le contó a La Silla una fuente de Cancillería.

Sin embargo, La Silla supo que en la misión de Nueva York hay 24 funcionarios, incluyendo a diplomáticos de carrera que llevan en ls misión desde la Cancillería de Holguín y hacen gestión diaria de la agenda de paz.

Pero el nombramiento cayó mal entre los rangos más altos dentro de la carrera diplomática. Pues a pesar de ser una funcionaria de carrera desde hace 10 años, tiene el rango de primer secretario y se saltaría cuatro escalafones para llegar a la misión con una autoridad mayor que quienes llevan el doble de años en la carrera diplomática.

Con este nombramiento, Leyva podrá reforzar la gestión en el área más cercana a su corazón en una Cancillería que tiene problemas de gestión, precisamente porque los temas de relaciones exteriores no le interesan tanto como la paz.

Soy periodista del En Vivo y también escribo sobre política exterior, la relación con Venezuela y migración. Estudié historia y ciencia política, con énfasis en relaciones internacionales y periodismo, en la Universidad de los Andes.