Esta es la contienda electoral con más indecisos a estas alturas. La Silla ennumera los principales dilemas que hay que resolver antes de llegar a las urnas y algunos criterios para hacerlo:
Esta es la contienda electoral con más indecisos a estas alturas. La Silla ennumera los principales dilemas que hay que resolver antes de llegar a las urnas y algunos criterios para hacerlo:
1. Votar por alguien, o votar en blanco
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En esta campaña, el voto en blanco fue hasta hace unas semanas el principal rival que tuvo el presidente-candidato Santos. Sin embargo, en la última encuesta, la intención de voto por el voto en blanco cayó y oscilaba entre el 5 y el 15 por ciento. Para que tenga el efecto jurídico de obligar a que se repitan las elecciones con candidatos nuevos, la mitad más uno de todos los que votan tendrían que marcar el blanco. Es decir, el voto en blanco tendría que ganar en primera vuelta, un escenario que, según las últimas encuestas, es prácticamente imposible. En conclusión, el voto en blanco seguirá teniendo el valor simbólico de un voto protesta pero carecerá de efectos prácticos. Y como hay candidatos de todos los colores, no será claro la protesta contra qué será. |
2. Votar en primera vuelta o como si fuera la segunda
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La segunda vuelta existe para darle más legitimidad al que gane, pues entre la primera y la segunda ronda se arman varias coaliciones que le permiten al ganador llegar con una base de apoyo más grande que le asegurz una mayor gobernabilidad (evita situaciones como la del alcalde Petro, elegido solo por el 30 por ciento de los bogotanos).Sin embargo, con frecuencia la primera vuelta y la segunda se parecen porque una vez las encuestas muestran que hay dos punteros la disputa comienza a girar alrededor de esos dos, como sucedió en esta campaña entre Santos y Zuluaga. Una razón para votar con una lógica diferente en primera y segunda vuelta –aun sin mucha esperanza por la persona que más le gusta- es propiciar este tipo de coaliciones, que se suelen hacer sobre bases programáticas. Por ejemplo, en la pasada campaña, los liberales entre la primera y la segunda vuelta comprometieron a Santos con la ley de víctimas para meterse en la Unidad Nacional. Si el candidato que más le gusta es víctima de la lógica del voto útil y no saca casi votos, no tendrá cómo negociar la inclusión de sus temas en la agenda del próximo presidente. Una razón para votar en la primera vuelta como si fuera la segunda es que el candidato que le parezca “menos malo” entre los dos punteros le gane al otro o por lo menos le saque al segundo suficiente ventaja para propiciar las alianzas de los políticos alrededor suyo o para evitar que se le vayan. Es sabido que a todo el mundo le gusta estar con el más probable ganador. |
3. Querer la paz y no votar por Santos
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El presidente Santos ha planteado estratégicamente que en esta campaña la dicotomía es “entre la guerra y la paz”, y que él es la paz. Esto puede generar un dilema para aquellos que no les gusta tanto Santos pero que sí les gustaría seguir con los diálogos en la Habana. La pregunta es si Santos es necesario para llevarlos a feliz término. Un debate organizado por la Universidad Javeriana y La Silla Vacía ofreció contundentes argumentos de lado y lado. A favor del argumento de que sí es necario está que el presidente Santos ha llevado este proceso de paz más lejos que cualquier antecesor, con tres acuerdos importantes ya parcialmente firmados. Las Farc han construido con el equipo negociador la suficiente confianza después de más de un año de estar sentados juntos para llegar al punto de aceptar por escrito que se han financiado del narcotráfico. El Gobierno ha logrado conseguir un fuerte apoyo internacional al proceso. Es evidente que si hay un cambio de gobierno se necesitará un período de transición. A favor del argumento de que Santos no es necesario para firmar la paz está que el mismo Santos dijo en el debate de Caracol que él no era necesario para que los diálogos llegaran a feliz término; en el debate de la Silla y la Javeriana, Claudia López, de la campaña de Peñalosa, defendió el argumento de que Santos no podría hacer las transformaciones que ha pactado porque sus alianzas con la clase política tradicional se lo impedirían. Está también el argumento de que dos de los candidatos están dispuestos a seguir con los diálogos tal como están: Enrique Peñalosa y Clara López han dicho que continuarían con el mismo equipo negociador y la misma agenda, aunque López ha dicho que incluso profundizaría los cambios y pondría en la mesa de negociación un representante de las víctimas y otro de los movimientos sociales. Marta Lucía Ramírez le exigiría a las Farc cesar los ataques a la población civil y el reclutamiento de niños y Óscar Iván Zuluaga un cese de fuego unilateral indefinido para seguir negociando (una condición que no es fácil que las Farc la acepten). |
4. Continuidad o cambio
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Una reelección es en muchos sentidos un plebiscito a favor del gobierno y es un voto por continuar por la misma senda. Una de las decisiones que tendrán que hacer los colombianos el domingo es si quieren continuar por el mismo rumbo (con ajustes y mejoras) o si quieren cambiar de rumbo. Clara López plantea un modelo económico diferente, lo que significaría ir hacia otro lado. Óscar Iván Zuluaga plantea el regreso del uribismo al poder con una concepción muy diferente frente a la negociación de la guerrilla, el manejo de las instituciones y con una élite de poder diferente a la de Santos. Enrique Peñalosa propone un cambio en las reglas implícitas que rigen la relación con la clase política; Marta Lucía Ramírez propone una relación diferente entre la Presidencia y el Congreso. Aunque los candidatos abarcan todo el espectro ideológico y la polarización de esta campaña ha sido una de sus principales característicias, el debate de RCN mostró que no hay diferencias profundas en la mayoría de los temas centrales, ni siquiera en uno tan polémico como la minería. |
5. El candidato o su trayectoria
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Durante una campaña, los candidatos muestran su talante. Su capacidad para reaccionar frente a situaciones adversas, su creatividad y flexibilidad para ajustarse a la coyuntura, su disposición a hacer alianzas con unos y no con otros. Su conocimiento de los temas. Su inteligencia. Su capacidad de comunicación. Su ética. Sus propuestas. La gente más cercana que lo acompaña. Pero, a la vez, más allá de lo que hayan dicho durante estos meses de campaña, estos cinco candidatos tienen una larga trayectoria política en la que han demostrado su capacidad de ejecución, su estilo de liderazgo, las compañías que tienen, la consistencia entre lo que dicen y lo que hacen, sus logros. Idealmente, su desempeño como candidato y como funcionario coinciden. Pero a veces son mejores candidatos que funcionarios.O mejores funcionarios que candidatos. El dilema a resolver en las urnas es a cuál de las dos facetas se le da más peso. |