Que Marta Lucía Ramírez haya dicho públicamente que no le había contado al Presidente que su hermano fue condenado por narcotráfico -y sí le había dicho a otros jefes- es solo la última de varias muestras de la tensa calma entre ella y el Primer Mandatario.
Los escándalos y salidas en falso de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez no sólo golpean su imagen y ponen en expectativa el camino que lleva pavimentado en su sueño de ser presidenta de Colombia, sino que recientemente han comenzado a dejar en evidencia las grietas que hay entre ella y el presidente Iván Duque.
En concreto, cuando la semana pasada se supo que un hermano de Ramírez fue condenado por narcotráfico hace 23 años, la respuesta inicial desde Casa de Nariño dio la idea de unidad, pero con los días lo que ha quedado de presente es la tensa calma de las aguas en las que venía andando el barco de la fórmula Duque-Ramírez.
Especialmente desde que la Vicepresidenta dejó claro, sin decirlo explícitamente, en una entrevista el lunes pasado con María Isabel Rueda que no considera que Duque sea su jefe.
La Silla Vacía habló por separado con 11 fuentes dateadas (cuatro altos funcionarios de Gobierno, un exempleado de la campaña presidencial, tres políticos conservadores que trabajan con Ramírez hace dos décadas y tres asesores de la Vicepresidencia) y confirmamos que efectivamente hay una molestia de parte y parte, que en algunos aspectos no es nueva.
Ésta consiste básicamente en que los allegados a la Vicepresidenta sienten que ella ha sido ninguneada en el Gobierno y no forma parte del primer círculo de Duque, mientras del lado del Primer Mandatario creen que el trato ha sido justo y resienten lo declarado por la Vice a Rueda y especialmente que el Presidente no haya estado entre los jefes a los que Ramírez les había contado la situación de su hermano.
Un “secreto embargado”
La revelación de La Nueva Prensa y luego de Univisión de que hace 23 años Bernardo Ramírez fue condenado por tráfico de heroína en Miami, era un asunto tan desconocido en el alto Gobierno y en la Vicepresidencia, que cuando La Silla Vacía se lo preguntó a todas las fuentes consultadas para esta historia solo dos nos dijeron que lo sabían porque la misma Ramírez se los contó hace años.
Y ninguno de los dos es cercano hoy a la Casa de Nariño.
En los ‘war rooms’ o cuartos de situaciones de las campañas en las que Ramírez ha participado, que son escenarios para que asesores de campaña se sinceren con los ‘trapos sucios’ que tienen sus candidatos para activar estrategias de defensa, el tema nunca fue discutido porque no lo conocían sus delegados. Incluyendo la campaña a la Presidencia de Duque.
Así nos contaron, por aparte, un alto exfuncionario de la campaña duquista y otro que trabajó en campañas anteriores de Ramírez. “Era un secreto embargado”, nos dijo esta última fuente.
Un funcionario de Ramírez en la Vicepresidencia nos dijo que, de hecho, cuando salió la noticia, creyeron que era una fake news; en Palacio “cayó como un baldado de agua fría”, según nos contó un alto consejero que pidió reserva de su nombre para no tener problemas con su jefe Duque ni con Ramírez.
Ese jueves 11 de junio, antes de su programa diario para hablar de la pandemia del Covid, Duque habló con Ramírez para confirmar el hecho, según nos dijo un amigo de la Vicepresidenta que lo supo de primera mano. Tras eso, todos los funcionarios, arrancando por el propio Presidente, salieron a respaldarla y promovieron el hashtag #ApoyoALaVice en twitter para mostrarle su aprecio y solidaridad.
Eso dio la idea de unidad en Casa de Nariño, e incluso a esa solidaridad se sumaron políticos de orillas diferentes a Ramírez, como la alcaldesa verde de Bogotá Claudia López o el expresidente Ernesto Samper, en cuya campaña entraron dineros de narcos, quienes la apoyaron y mostraron con eso el reconocimiento que tiene la Vice dentro del establecimiento.
Sin embargo, el lunes, arrancó la molestia palaciega.
Distancias nuevas y de vieja data
Según pudo confirmar La Silla Vacía por aparte con dos funcionarios de la Casa de Nariño que a diario trabajan e interactúan con Duque, al Presidente le molestó la entrevista que le hizo la periodista María Isabel Rueda a la Vicepresidenta publicada este lunes.
De acuerdo con las fuentes, puntualmente a Duque no le gustó que Ramírez haya explicado que ella le había contado la historia del hermano a todos sus jefes, menos a él, pues con eso dejó la impresión de que no lo considera su jefe.
“El caso del presidente Duque es distinto. Con él la relación surgió de una manera inversa que con los expresidentes con los que trabajé. Él no me nombró ni me ofreció un cargo. Los dos desarrollamos una relación derivada de una coalición política para ganar juntos la presidencia de Colombia contra el populismo, y pensé que durante estos años construiríamos una relación de amistad, dentro de la cual, de todas maneras, iba a compartir este doloroso episodio de mi vida con él”, dijo Ramírez a El Tiempo.
Él (Duque) no me nombró ni me ofreció un cargo
Ante una contrapregunta de Rueda, Ramírez admitió que “el Presidente no sabía”.
“Quedó como si no lo viera (a Duque) como jefe”, nos comentó un funcionario de Palacio sobre la entrevista.
Esa idea de la Vicepresidenta de que ella es par del Presidente y no subalterna nos la confirmó uno de sus más grandes aliados: el expresidente conservador Andrés Pastrana, quien ayudó a sellar el pacto de ella en campaña con Duque y el uribismo.
“Es que nosotros no le preguntamos al Presidente si tenía impedimentos, antes de ser él jefe (de la Vice), esto es una coalición política. Si ella hubiera tenido impedimentos o algo ilegal yo no la hubiera acompañado, pero es que no tenía nada que esconder. Sin esa coalición, ni Marta Lucía ni Duque ganan la Presidencia”, nos dijo Pastrana, quien estuvo liderando esa alianza de la derecha junto al hoy senador Álvaro Uribe.
En el lado de Ramírez destacan que, antes de ser fórmula vicepresidencial de Duque, Ramírez ya tenía una carrera labrada en el conservatismo y fuera de él; además en la consulta presidencial de la derecha en marzo de 2018, quedó detrás de Duque con 1 millón 538 mil votos, un case electoral que en su campaña consideraron que le servía al candidato uribista para llegar a Palacio solo unos meses después.
A eso se suma que Ramírez tiene cuatro décadas de experiencia pública y política, ha trabajado con todos los presidentes desde 1990 (excepto con Samper y Santos), tiene conexiones con el sector privado -de más vieja data que Duque- y se ha medido más veces en las urnas que él.
“Cuando ella hace referencia a sus jefes, son los que la han nombrado, pero en este caso la nombraron los colombianos”, nos dijo al respecto un funcionario que trabaja con Ramírez.
Esa diferencia de percepciones se refleja además en otro punto del que Ramírez también se quejó en la entrevista: que no le dan suficiente juego, pese a su bagaje político y público.
¿Ninguneada?
“Al Presidente le he dicho que hay que repensar las funciones de la Vicepresidencia, porque cuando alguien como yo llega a este cargo quiere contribuir a un gobierno con resultados contundentes en beneficio de los ciudadanos”, dijo la Vicepresidenta a El Tiempo.
Esta queja no es nueva y viene casi desde el inicio del Gobierno.
El único deber constitucional de un Vicepresidente es reemplazar al Presidente ante renuncia o muerte. El resto, sale de lo que el jefe de Estado le delegue, vía decreto.
Y como contamos al inicio del Gobierno Duque, a Ramírez no le delegaron temas clave en los que tuvo incidencia en campaña, como la implementación del Acuerdo de Paz, ni tampoco otros de relevancia que trabajaban las vicepresidencias anteriores, como derechos humanos; o ejecución, como con Germán Vargas Lleras.
Ella quedó con las consejerías para la mujer y para la discapacidad, además de la Secretaría de Transparencia; está encargada de la relación con el sector privado como consejera para el sector empresarial (aunque Duque tiene un consejero propio para el sector privado que es Juan Emilio Posada); de la reconstrucción de Mocoa; de la Alcaldía de Cartagena, mientras ésta estuvo en interinidad; y se encargó de las conmemoraciones del Bicentenario, celebrado el año pasado.
Esos temas, de acuerdo a un asesor de primera línea de Ramírez y un político azul que también es su amigo, no le dan la visibilidad ni la capacidad de ejecución de otros vicepresidentes, como Vargas Lleras, como para llevarse los aplausos.
“La tienen medio desaparecida”, nos dijo su amigo; “Le piden que hable de transparencia y ese tema es difícil y políticamente no le deja muchos réditos porque quien investiga es la Fiscalía. En el tema de mujeres, sin poderle poner recursos, pues es muy difícil hacer algo políticamente hablando ante la opinión”, agregó un asesor.
Una persona que tiene cómo saberlo nos contó que el año pasado, durante el Paro Nacional, Ramírez le propuso a Duque implementar la estrategia que luego se conoció como la ‘Conversación Nacional’, ya que ella, durante las conmemoraciones del Bicentenario, comenzó a hacer talleres similares. Al final, desde Palacio le dijeron que no sería la cabeza del tema, sino que lo sería el director del Departamento Administrativo de Presidencia -y uribista 1A-, Diego Molano.
Esas quejas de los círculos cercanos a Ramírez, dejados ver por ella misma en la entrevista a El Tiempo, fueron también motivo de molestia en Palacio, según nos dijo un alto funcionario, porque no las creen ciertas allá.
Antes de ser él jefe (de la Vice), esto es una coalición política
Y es cierto que tienen sus matices.
Si bien en la Conversación Nacional -cuyas conclusiones por la pandemia pasaron desapercibidas- Molano estuvo al frente como vocero “Marta Lucía estuvo en la primera línea coordinando”, como ocurrió en la mesa de jóvenes y la de corrupción, nos dijo un asesor del Presidente.
En Palacio consideran también que con las funciones que le asignó Duque sí le ha dado manejo y juego político.
Manejo con su relación con los gremios, por ejemplo, y eso se ve con la firma de los Pactos Sectoriales que viene impulsando desde el año pasado.
Dos ministros y un alto funcionario de Palacio nos dijeron que ahí ha sido clave la labor de Ramírez y esa es una estrategia que ella misma maneja.
Se trata de unos acuerdos firmados entre el Gobierno y los sectores privados, que van desde los farmacéuticos hasta las empresas de turismo, para destapar cuellos de botella de las cadenas de producción, a través de políticas de Gobierno, como agilizar procedimientos internos en los ministerios, por ejemplo.
Esos pactos -van 13- son supervisados directamente por Ramírez y su impacto se mide en la generación de empleo. Como la pandemia detuvo todo el crecimiento económico del país, ahora el despacho de la Vicepresidenta está planeando una segunda fase de estos acuerdos para reactivar la producción y el empleo.
“Hablo con empresarios todo el tiempo y siempre me mencionan su trabajo”, nos dijo un Ministro y de forma similar nos habló otro. Ambos prefirieron no ser mencionados porque no son voceros de la labor de la Vicepresidenta.
Además, con los ministros de Comercio, Agricultura y Vivienda Ramírez ha trabajado de cerca en los programas que estas carteras han impulsado para paliar la crisis económica en la pandemia.
Con Comercio, acompañó al ministro José Manuel Restrepo en una propuesta para identificar 130 empresas que tenían alto y medio nivel para competirles a las empresas extranjeras importadoras; con Vivienda ayudó a diseñar el programa de los subsidios para la compra de 200 mil casas por hasta 400 millones de pesos, que Jonathan Malagón lanzó en mayo; con Agricultura, coordinó la estrategia de enlazar la cadena de abastecimiento entre los centros de acopio y las alcaldías para que hubiera alimentos.
En estos tres ministerios, tres fuentes directamente involucradas con los programas nos insistieron en que Ramírez fue clave, y que los respectivos ministros le han hecho reconocimientos públicos y privados.
Tanto en esas carteras como en Palacio las fuentes nos resaltaron la disciplina, exigencia y rigor con los que trabaja Ramírez, que precisamente son características que siempre le han destacado a ella en su carrera pública, y que hoy se ven empañados: por no hacer pública la condena de su hermano, por las relaciones que una investigación de Insight Crime probó de su esposo y ella en un negocio inmobiliario con un narco conocido como ‘Memo Fantasma’; y por la revelación del portal La Vorágine de ayer, de que su sobrina e hija adoptiva está casada con un exmilitar vinculado a los falsos positivos.
A las labores que tiene se suma que la Vicepresidenta está trabajando en la estrategia de repotenciación de la economía, labor encomendada por el Presidente y en la que debe plantear los objetivos para que el país en 2030, crezca a un 5 por ciento anual (antes de la pandemia crecía a un 3 por ciento) y aumentar la clase media en ciudades no capitales.
Creo que Duque erró en no darle más protagonismo a ella en la pandemia
Para eso, Ramírez formó un equipo de analistas internacionales, además contrató a técnicos que estaban siendo buscados por otras carteras, como el economista César Pabón, un experto en políticas públicas financieras; y trabaja de la mano con DNP y MinHacienda.
Pero ninguno de estos programas en los ministerios, ni el plan económico, tienen impacto mediático que refleje la labor de la Vicepresidenta. Al menos eso sienten sus allegados.
“Creo que Duque erró en no darle más protagonismo a ella en la pandemia, teniendo en cuenta todas sus conexiones y conocimiento”, nos dijo un veterano político conservador.
En Palacio, por el contrario, consideran que además de esos temas a la Vicepresidenta le han dado juego político.
Ese se refleja en la designación de aliados y cercanos a ella en altos cargos, como su exsocia y amiga personal, Ángela María Orozco, ministra de Transporte.
Orozco ya sobrevivió al primer recambio de gabinete de Duque; sin embargo no le fue así al viceministro Juan Camilo Ostos, una de las manos derechas de Ramírez en su carrera política, quien renunció al cargo por diferencias con la Ministra y su grupo de asesores, como contamos en su momento.
Otro cercano a la Vice es Emilio Archila, el alto consejero que maneja la implementación de los Acuerdos de Paz y asesoró a Ramírez en campaña en este tema y en la renegociación con el No en época de Juan Manuel Santos.
Pese a esas conexiones, Ramírez no hace parte del círculo más cercano al Presidente, ni tampoco le habla al oído.
Ese primer círculo que Duque escucha está conformado por tecnócratas jóvenes sin recorrido político. Están entre otros la jefe de gabinete, María Paula Correa; el consejero de innovación, Víctor Muñoz; y su jefe de discursos, Alejandro Salas, que si bien trabajó con Ramírez en la campaña de 2014, es también amigo personal del Presidente.
Tampoco tiene Ramírez relación con el superasesor de Duque, el amigo del Presidente, Luigi Echeverri, quien vino a conocer a la hoy Vice y su familia en la campaña, en la que en todo caso tenían equipos de trabajo paralelos.
Dos fuentes, un veterano conservador y un asesor de la Vicepresidenta, sugirieron por aparte que esta es una de las razones por las que no ha habido una relación cercana con Duque. “Celos palaciegos porque ellos (el círculo de Duque) creen que fueron solos los que ganaron la Presidencia, desconociendo la coalición”, nos dijo uno. “Es una estrategia del uribismo para quitarle oxígeno”, nos dijo otro.
Pero también hay otra declaración de Ramírez a El Tiempo que integra la lista de todo lo que cayó mal en Palacio.
Se trata de la revelación de que ella le había dicho a Duque que podría reemplazar a Pacho Santos en la Embajada de Colombia en Washington, tras la renuncia de Santos en febrero, que no se ha hecho efectiva por la pandemia.
“A solas los dos, cuando se iba a retirar el embajador Francisco Santos, hablamos de la posibilidad de representar al país en Washington”, dijo la Vicepresidenta.
Según un funcionario que lo supo de primera mano, al Presidente no le gustó porque él ha tenido como primera y casi única opción para ese cargo al exministro Luis Guillermo Plata, hoy gerente del Covid.
Otro funcionario de Palacio nos dijo que precisamente Plata se quedó gerenciando la atención a la pandemia por el cierre de fronteras.
Este malestar interno y los escándalos que relacionan su nombre con noticias del narcotráfico, se suman a varias salidas en falso de la Vicepresidenta (como llamar “atenidos” a los que reclaman subsidios del Gobierno), que no sólo han convertido a Marta Lucía Ramírez en blanco de críticas, peticiones de renuncia, como la que le hizo Gustavo Petro; y fuente de memes y de reclamos en redes; sino que hoy ponen en expectativa la carrera que ella ha seguido con miras a su más grande proyecto: ser Presidenta.
Eso se podría empezar a anticipar, por ejemplo, con cómo se mantenga la imagen de la Vicepresidenta en próximas mediciones y si toma fuerza la exigencia que le hace Gustavo Petro de que renuncie. El golpe a su nombre igual ya es claro.
Para pedirle su posición frente a esta historia, intentamos comunicarnos con Ramírez pero declinó la entrevista vía su jefa de prensa.